Es una pregunta que muchos aficionados lanzan al aire y rebota en las redes y en los barrios de todo el país. Para algunos, estos enfrentamientos fueron una piedra gigante en las espaldas de nuestros ya cansados peloteros, un estéril alargamiento de formas deportivas, y una manera más de perder el tiempo y el espacio de nuestra selección nacional; para otros más avezados, que leen entre líneas, que no se van con la primera bola, y tienen una visión más profunda de las cosas, el tope nos trajo algunas luces, no pocas enseñanzas, y fue caldo de cultivo para levantar ronchas en mentes apresadas en el pasado.

Gracias a estos tres partidos, los aficionados cubanos han reflexionado sobre los beneficios que pueden traer los comerciales en los estadios, vimos que en países pobres con gobiernos de izquierda, es posible tener una liga profesional de béisbol con estadios modernos a la altura de los mejores del mundo, y pudimos medir, con precisión milimétrica, cual es el nivel real de nuestro deporte nacional en este minuto, degradado y maloliente, campeando por sus respetos y sofocado en escenarios de menor cuantía histórica.

«En países pobres, con gobiernos de izquierda, es posible tener (…) estadios modernos». Foto: tomada de Twitter

El tope bilateral, además, fue un cubo de agua fría en el rostro para mantenernos despiertos y poder ver a directivos paseando sin razón aparente con el dinero de los aficionados, y a otros usurpando puestos que merecían técnicos provinciales que levantaron equipos.

Una selección nacional disfrazada con un par de jóvenes talentos para dar un toque al cambio, a la oportunidad y al desinterés, nos hizo reflexionar sobre championismos eternos y desesperos épicos, mientras recordábamos aquellos tiempos célebres donde nos extasiábamos con victorias internacionales metidos en el pozo del engaño y el conformismo.

En Nicaragua nos convencimos que Roel Santos es el mejor pelotero que tenemos disponible, que los líderes en cuadrangulares no van a la banca y que a Freddy Asiel Álvarez no le está permitido ganar juego alguno por obra y gracia del espíritu santo.

Nos dimos cuenta también que es posible comentar un partido por la televisión nacional tosiendo entre jugadas y que los relevistas en nuestro béisbol serán siempre las ovejas negras del montículo, que la especialización del picheo es tan necesaria como el internet, y que Carlos Martí no entenderá jamás de lo que estamos hablando.

Así las cosas, fue un tope productivo, hemos suspirado al comprobar que aún podemos derrotar a algunos en el área y que la pelota “libre” todavía patalea alimentada por los talentos naturales que siguen saliendo de los oscuros rincones, mientras seguimos haciendo tiempo y mirando a la pelota “esclava” con recelo y resignación, con reverencia y de lejos, con miedo y desesperación.

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