Hace un año atrás media Cuba celebró con vítores y alegría el regreso de Robertlandy Simón a la selección nacional. El eterno capitán marcó la luz que abría el camino para la vuelta al team Cuba de los voleibolistas cubanos radicados en el extranjero. Hoy en día, varios atletas han presentado sus intenciones para regresar y uno de esos que lo tienen bien claro es David Fiel.

Quizás a este muchacho muy pocos lo recuerden. Cuando se vistió con las cuatro letras apenas tenía 18 años y su delgadez salía a relucir a vista de todos, pero desbordaba talento en cada jugada y se veía como un hombre destinado al futuro de la selección antillana.

Hoy Fiel tiene 26 años. Las cosas han cambiado mucho en su vida, ya no es aquel niño delgado y promesa del voleibol cubano que estaba en la selección nacional. David ahora pesa casi 100 kilos, su masa muscular es sumamente superior a la que tenía por aquel entonces. Actualmente, lleva 5 años de carrera en el voleibol y es un jugador con experiencia más que probada a nivel europeo.

Al enterarme un mes atrás de que el habanero tenía las intenciones de regresar a la selección nacional, no pude esconder mi alegría. Busqué la manera de contactarlo. Tenía la misión casi personal de conversar con él de muchas cosas, pues parte de la afición no le recuerda muy bien.

Cualquiera que viera a David Fiel pensaría que su primera inclinación fue el voleibol, pero la realidad no fue así. Basquetbolista frustrado y esgrimista a medio camino fueron los deportes que practicó antes de aterrizar en su profesión actual. Bendito sea aquel verano cuando David decidió seguir entrenando voleibol y se decantó por este deporte, que terminó enamorándolo.

“Creo que yo no entré en el voleibol, sino que el voleibol entró en mí. Comencé a tenerle un cariño muy especial, además de ir cogiendo algunos movimientos técnicos rápidamente. Cuando el entrenador vio mi tamaño dijo que conmigo se podía trabajar. Todo eso junto a la motivación de mis amigos creo que fue suficiente para tomar la decisión de hacer el cambio de la esgrima por el voleibol”, recuerda.

David Fiel con su antiguo equipo en Polonia
David Fiel con su antiguo equipo de Polonia. Foto: Onet Sport

David fue abriéndose paso por las categorías inferiores y su progreso no pasaba inadvertido. El Mundial sub-19 de Bahía Blanca, en Argentina, fue el paso que le llevó más allá. En aquel torneo Cuba se alzó con la medalla de bronce y al llegar a La Habana le llegaría una gran sorpresa.

“Recuerdo que llegábamos del mundial de cadetes en Argentina en 2011 y unos días después recibí la llamada del entrenador Orlando Samuels para incorporarme a entrenar con ellos. Imagínate, yo con 18 años y tan poca experiencia. Creo que los nervios me acompañaron durante mucho tiempo y me sentí un poco presionado, pero emocionado a la vez. Quería tanto hacerlo bien, pero me di cuenta de que debía ir paso a paso y confiar en mi propio progreso. La primera vez que estuve haciendo el calentamiento al lado de tantos grandes jugadores, me sentía como un fanático y compañero de equipo al mismo tiempo, algo inexplicable. Realmente ese momento será de las cosas que nunca olvidaré”, cuenta.

La llegada de un muchacho joven a un elenco establecido siempre tiene sus complicaciones. Generalmente, los jugadores de más experiencia tienden a tirarle un manto para ayudarlos durante sus inicios. David, siempre tiene en su mente a aquellos establecidos que le brindaron aquel apoyo.

“En ese momento recibí mucha ayuda de Wilfredo León (capitán del equipo en ese entonces) y de Henry Bell, un jugador bastante noble y muy buen compañero de equipo. Con ellos y el apoyo de todos en general, acompañado de algunos que vinieron conmigo del cadete, me hicieron sentir como en casa rápidamente”, dice.

A pesar de estar un corto tiempo en la selección nacional, David tuvo la suerte y la desdicha de vivir gratos y frustrantes momentos en cuanto a resultados deportivos se refiere.

“Recuerdo mi primer torneo con el equipo nacional, que fue la Copa Del Mundo en el 2011, donde logramos el 5to lugar. No tuve tanta participación, pero sí tuve algunas oportunidades donde de verdad pude darme cuenta de cómo se juega a nivel mundial. El resultado que más me emociona de todos es la medalla de bronce en la Liga mundial en el 2012, es un recuerdo increíble para un año muy duro a la vez.

“Veníamos de perder la clasificación olímpica contra Alemania 3-2 con el Tie-break 20-18 y ni siquiera tengo valor para ver ese último set que aún está en YouTube. Pero volviendo a la Liga Mundial, fue algo increíblemente emocionante, la mitad del equipo tenía 18 años, pero aun así nos mantuvimos muy unidos a pesar de la inmadurez y la inexperiencia. Sin dudas, una bella anécdota para contar”, manifiesta.

Aunque hoy ya es más que común que los atletas antillanos salgan bajo contrato a jugar al exterior, en los tiempos en que David estaba en la selección no era así. El antillano tenía casi los mismos problemas que cualquier cubano que desea llevar comida a su casa y el deporte no daba para tanto.

Un día tomó la difícil decisión de dejar el equipo nacional para buscar una carrera profesional, decisión que el mismo reconoce que no fue motivada por problemas personales y ni tan siquiera políticos: lo hacía por su familia. Esa familia que tanto se había sacrificado por él y a la cual entendía que era momento de retribuirle el favor.

“Fue una decisión realmente difícil. Tenía una situación bastante dura en casa y estaba lleno de nervios todo el tiempo. Esa decisión la tomé casi al regresar del campeonato mundial en el 2014 y fue bastante compleja. Este paso que tomamos muchos de nosotros no tiene nada que ver con lo personal, creo que muchos solo intentamos darles una mejor ayuda a los nuestros”, afirma.

Sobre el proceso de su salida de la Federación comentó que tenía claro que quería dejar todo en los mejores términos posibles por si algún día decidía regresar, aunque fue bastante demorado. Los que en alguna ocasión han tenido la oportunidad de conocer a qué se enfrenta un voleibolista para desligarse saben que es un periodo largo sin jugar. En la mayoría de los casos, les cuesta casi dos años sin practicar su deporte de manera oficial.

“El proceso fue bastante duro. Tuve varias reuniones, pero gracias a Dios no tuve ningún problema con nadie ni ningún tipo de enfrentamiento personal. Aún puedo sentir los pelos de punta al recordar esos momentos. Prácticamente, estuve un año y varios meses esperando para salir de todo por completo. En realidad, estuve 2 años sin jugar. Fue bien difícil comenzar de nuevo sin preparación física, sin mucha fuerza mental y en ese momento las dudas comienzan a atacarte.

“Gracias a eso pude hacer una muy buena preparación en Polonia. Fui a jugar a Qatar esa temporada porque era la mejor opción económica que tenía; además, hubo un equipo en Polonia muy interesado, pero no tenían suficiente presupuesto para pagar mi transfer. Creo que fue una temporada que me ayudó bastante a estabilizarme y volver a creer en mí mismo. Ya han pasado 4 años desde Qatar y aún lo recuerdo con una sonrisa”, detalla.

David Fiel junto a los también cubanos Robertlandy Simón y Yoandy Leal.
David Fiel junto a los también cubanos Robertlandy Simón y Yoandy Leal. Foto: Onet Sport

Durante su carrera como profesional, Fiel ha tenido la oportunidad de recorrer medio mundo y vivir en distintos países. Pese a eso, tiene claro cuál ha sido el lugar en el que mejor se ha sentido.

“Donde mejor me he sentido ha sido en Polonia. Es un país con una enorme tradición de voleibol, deporte que junto al Sky Jumping, son los más populares. También me fue más cómodo porque vivo allí y tengo una esposa polaca. Realmente, me sentí como en casa, además de las excelentes condiciones y atenciones con cada jugador. Un país con un voleibol muy profesional.

“Las condiciones en Qatar fueron también muy buenas debido al alto nivel de vida. Estuve toda la temporada viviendo en hotel con buenas condiciones y la atención también estuvo bien. Ahora estoy en Alemania, en una de las mejores organizaciones. Creo que tengo suerte de estar aquí, porque desde que he llegado el trato ha sido impecable. Creo que en esos tres países que he mencionado me he sentido realmente cómodo”, cuenta.

Por una mirada a su perfil personal, nos percatamos de que hay una persona muy especial en la vida de David: su hermano, a quien profesa un amor único.

“Mi hermano es lo máximo para mí, mi motor impulsor y una gran parte de la razón por la que estoy aquí peleando es por él. Quiero que tenga las mejores comodidades posibles, es una excelente persona a pesar de su autismo. Está lleno de inocencia y he aprendido mucho de él en esta vida, no puedo esperar a llegar a Cuba y pasar tiempo juntos”.

David siempre dejó las puertas abiertas para su regreso. Él mismo sabe que no hay ningún sentimiento más hermoso que defender la casaca de la tierra que le vio nacer. Actualmente, el antillano tiene entre sus planes para 2021 incorporarse a la Federación Cubana de Voleibol y espera que su proceso marche lo mejor posible.

“Creo que además del deseo de regresar, es una espina que llevo clavada hace tiempo. Ninguno de nosotros quiere abandonar nuestra selección nacional, pero al final, todos tenemos un motivo. Creo que, si estuviéramos viviendo la situación de hoy en día, ninguno de nosotros hubiera salido del equipo. Estoy realmente optimista y positivo con la posibilidad que existe ahora. Soy un jugador muy colectivo, siempre pienso en lo mejor para el equipo”, explica.

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Consciente de que una posible llegada a la selección pudiera representar que alguien quede fuera, David deja claro que no quiere venir a ocupar el lugar de nadie, sino que viene a ganárselo:

“No voy con la idea de quitarle el puesto a nadie ni mucho menos tener alguna discrepancia con un compañero. Simplemente, quiero volver a sentir lo que un día fui. No hay nada más bonito que tener la oportunidad de representar a tu país nuevamente. Siempre están las puertas abiertas para eso”.

Al hablar de Cuba su cara cambia, quizás sea la añoranza reflejada en su rostro o las ganas que parecen vencer su ecuanimidad al responder. Al preguntarle sobre qué aportaría a la selección nacional, sin tartamudear, comenta:

“Primero que todo, creo que aportaría un poco más de competitividad en el equipo. Cuando hay competitividad siempre hay aumento de nivel, lo que demuestra que ningún jugador está fijo en su posición. El nivel puede subir o puede bajar en cada atleta dependiendo de cómo se encuentre. Estoy listo para aportar mi granito de arena, ya sea en técnica, táctica, experiencia, rivalidad, alguna broma, buena química, en fin. Hacer lo que me gusta y defender mi tierra, eso es lo que quiero”.

Si se llegara a concretar la oportunidad de vestir de nuevo la camiseta de las cuatro letras sería sensacional para él, no tan solo por el factor deportivo, sino también por el humano. Al preguntarle cómo se imagina su ansiado regreso y cómo se sentiría en ese soñado momento, confiesa:

“Entrar en el coliseo (se detiene la conversación por un prolongado suspiro), se me ponen los pelos de punta al pensar en eso y de recordarlo: es un público bastante exigente además de apoyarte mucho también. Sería algo difícil de explicar, pero una experiencia que estoy dispuesto a vivir una y otra vez. Espero que pueda volver a tener esa oportunidad, con el favor de Dios”.

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