Foto: Roberto Morejón

Lo ocurrido con Edilse Silva, que juega la 60 Serie Nacional de Béisbol con Santiago de Cuba, parece más un castigo que una liberación, si tenemos en cuenta que el pelotero se queda a su pesar, porque en la provincia le dieron la carta de libertad, pero con un año intermedio sin jugar.  

En una Serie marcada por tantos traspasos de provincia a provincia, con equipos que se van asemejando cada vez más a clubes, resulta contraproducente hacer que a un pelotero de su edad y trayectoria se le obligue a esperar un año para poder competir por Holguín y estar cerca de su familia.

“Me autorizaron la liberación, pero con un año intermedio. Estar paralizado todo ese tiempo resulta muy difícil para cualquier atleta. Entonces decidí jugar la 60 Serie con el equipo de mi corazón, en el cual me formé y al que tanto debo, pero la venidera campaña estaré con Holguín”, dijo Edilse Silva a Jit.cu.

De esta forma, el jugador confirma tres de cosas: que será su última campaña con Santiago de Cuba, que no se queda del todo a gusto -lo cual no significa que no represente a las Avispas como siempre lo ha hecho-, y que hay decisiones inconcebibles en la pelota cubana, como la de castigar con un año de espera a un jugador que lo ha dado todo por esa provincia.

Edilse llevaba meses diciendo que quería irse a representar Holguín, por motivos extradeportivos que debieron ser respetados -estar cerca de la familia-, y sin embargo lo pusieron a escoger: o la familia o el béisbol, porque si se marchaba, tendría que estar en las gradas hasta la venidera campaña “gracias” a la “liberación” que le dieron.

De sus palabras recientes a Jit se desprende que el pelotero está en Santiago, pero su mente pudiera estar ya en otro lado: “mi deseo de jugar con los Cachorros tiene que ver con mi matrimonio y la familia. No es un capricho. Se debe a que vivo allá. En la serie pasada se me hizo muy difícil compartir con los míos y representar a Santiago”.

Desde hace meses se sabía que quería irse, como dijo a Juventud Rebelde en marzo pasado: “he decidido venir a jugar con Holguín por mi matrimonio y mi familia. No es un capricho, es que empecé a vivir aquí. Quiero participar en mis últimas temporadas con los Cachorros, nuevamente. Mi esposa, holguinera, está embarazada de ya más de dos meses. En la Serie pasada, jugué con Santiago de Cuba, pero se me hacía difícil estar en casa con ella y regresar para representar a las Avispas. Tenía que salir muchas veces a la carretera y viajar. Debía madrugar, en algunas ocasiones”.

Lo que contó entonces era un verdadero problema familiar que pudiera ablandar el corazón a más de uno, e incluso, afirmó, que su movida no era por motivos económicos: “Nadie me ha prometido nada. Ni yo he pedido o pediré algo. Lo mío es entrenar y jugar, disciplinadamente”.

Entonces, incluso, afirmó que “en Santiago de Cuba no jugaré en la Serie 60. Si no me dan permiso para estar con Holguín en la Serie que comienza en abril, me tomaré tiempo y valoraré mi futuro, y trataré de retornar en la edición 61. De quedarme con las Avispas, serían varios meses más pasando trabajo, para estar con los míos”.

¿Qué pasó entonces? En aquel mismo diálogo explicaba que le habían autorizado la “carta de liberación en Santiago de Cuba, con la condición de cumplir el contrato hasta agosto de 2020”.

En este caso, agosto de 2020 está cumplido ya, pero al veterano de 39 años le tocó seguir jugando con Santiago, en contra de su voluntad, cuando hace tiempo se le debió entregar su carta de libertad total, sin restricciones.

Edilse escogió jugar pelota con Santiago antes de estar parado un año, cogiendo “óxido”, y dejando pasar un precioso tiempo para jugar béisbol, sobre todo para alguien que está en la recta final de su carrera, ante el paso inevitable del tiempo, pero, siendo claros, esto nunca debió ocurrir.

Edilse Silva se queda y juega, casi obligado, aunque no lo diga así. Ni las súplicas que lanzó en marzo pasado –“le pido a la Dirección del Inder en Santiago de Cuba y al Gobierno de allí que valoren mi situación. Se los pido humanamente. Porque no es fácil echar por tierra tantos años de vida deportiva. Sería muy duro no poder jugar esta Serie”, dijo entonces-, ablandaron los corazones de los directivos.

Se queda y compertirá por Santiago con resignación, pero sin dudar, con orgullo, porque siente que lo ha dado “todo por mi provincia y equipo. En algún momento me sentí subestimado, pero no dejé de luchar por uno de los conjuntos más grandes de este país. Siempre recordaré los cuatro campeonatos logrados y me enorgulleceré sobre todo de haber integrado la temida Aplanadora”.

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A nadie se le debería obligar, sobre todo cuando el jugador se ha cansado de pedir públicamente que le consideren y respeten años de entrega, y atiendan una situación familiar.

En una pelota que se precia de no ser “esclava”, resulta cada vez más inadmisible lo que pasó con Edilse Silva, a quien le premiaron años de esfuerzo y sacrificio con una liberación demorada que tiene un regusto amargo a abuso de poder, de parte de quienes se aferran a un “contrato”.

Pero, como tantas otras cosas que le faltan, esta pelota debería tener un entorno legal más sólido, con abogados que representen a cabalidad los derechos de los deportistas y, si soñamos en grande, disponer de un verdadero sindicato de peloteros que pudiera defender y representar a sus atletas, pero organizado por los propios atletas, aunque sabemos que, por como funciona la sociedad cubana, no es posible. También ahí, el béisbol cubano necesita modernizarse, para ser más que un simple juego, deportivo, y de “poder”.  

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Imagen cortesía de Foto: Roberto Morejón