Confieso que antes de escribir estas líneas ya sabía que Cuba iba a perder estrepitosamente en el Premier 12. La verdad en ningún momento me sentí motivado por escuchar o leer las tonterías que hablan los comentaristas de la televisión o los periodistas de medios estatales.  No tuve deseos de escuchar nada sobre números, sobre ceros, sobre hit, sobre errores o sobre técnicas beisboleras.

No tuve ninguna intención de escuchar opiniones meramente deportivas, cuando realmente el problema de la Selección Nacional de Béisbol es el factor humano.

Por favor, no cometan el criminal error de inspirar y crear esperanzas en la afición cubana. No hablen más de técnicas de entrenamiento, de husos horarios, de cambios de manager, de alineaciones rápidas o alineaciones de fuerza. Tampoco hablen de sabermetría, rotación del picheo y sobre todo, no culpen más a los peloteros y tengan los timbales de culpar a quienes provocan la tristeza en Cuba y con ello a sus deportistas.

El equipo Cuba ganará un torneo cuando aparezcan en el país los cambios que sabemos y necesitamos. Solo así podremos ver peloteros motivados y con ello un pueblo feliz o viceversa.

Sentémonos tranquilos y vayamos por un momento a la realidad de un pelotero cubano que participa en el Premier 12 o alguno que se fomente como talento en la Serie Nacional. Vayamos a su cerebro, demos un recorrido por lo que piensa y siente y sobre todo, utilicemos sus ojos como única ventana para conocer sus angustias, sus frustraciones o todo lo que conecte con el pueblo cubano.

Diga usted, ¿qué piensa todos los días, tras coger después de treinta o más años de trabajo, la guagua para ir a su trabajo? Dígame qué piensa al recibir su salario todos los meses, cuando llegó el ocaso de su vida como trabajador y se encuentra sin nada, dependiendo de los amigos o hijos que se fueron al exterior para el sustento de algo tan básico con la alimentación.

Dígame por favor, pues le aseguro yo que los peloteros que hoy le pedimos los mejores resultados padecen del mismo problema que usted. Esos hombres al igual  que usted, llevan la marca de la frustración estampada en la frente. Esos hombres hacen colas, consiguen las cosas en el mercado negro a sobreprecio,  pasan horas esperando por el transporte, duermen con un solo ventilador, se les va la luz, se les va el gas, se les va el agua, se les pueden caer el techo porque su casa está vieja.

Por favor, no les pidamos más y digamos lo que tenemos que decir.

Imagínese por un momento el impacto que puede tener la cuidad de Seúl en un muchacho de cualquier rincón de Cuba. Imagine sus pupilas, realmente asombradas al ver las luces, los comercios, la tecnología, los taxis, los ómnibus, las personas bien vestidas y limpias, los edificios modernos, pintados y sin grietas.

Cavile usted sobre ese fatal pero a la vez necesario instante en que aparece como un bichito en tu cabeza, el fenómeno de la comparación con Cuba y en preguntar, por qué mi país después de 60 años de promesas, no es así.

Por cierto Corea del Sur es montañoso, no tiene mucha tierra fértil, es un país pequeño, casi no tiene recursos naturales, tuvo una guerra que destruyó todo el país y culminó en el año 1953. Y lo más importante, es un país independiente que les mostró a los comunistas del norte, como se desarrolla un país.

Pero volvamos al tema.

Para tener una mejor idea de los fenómenos psicológicos que un pelotero cubano tiene que sufrir en un torneo internacional vayámonos a sus adversarios.

Ningún pelotero profesional, así sea de la liga que sea en el mundo, entendería como se vive y se juega pelota en Cuba, donde te obligan a jugar todos los partidos al sol, en el verano caribeño, con terrenos duros, llenos de huecos y por no seguir sacando churre, con una afición que constantemente te falta el respeto de la manera más cruel, despiadada e íntima.

Por favor ya basta y no nos pidamos más. Pidamos o luchemos lo que tenemos que pedir o luchar.

El béisbol en Cuba es un termómetro de la sociedad. Si la sociedad vive en penurias el béisbol estará en penurias. Si el socialismo es cosa de gente amateur, entonces el béisbol es amateur y no debería competir contra profesionales. El socialismo y lo profesional no tienen mucho que ver.

Y usted dirá ¿Qué pasó con los profesionales y con experiencias en lugares donde no se va la luz? ¿Qué paso con Arruebarruena, Despaigne, Gracial y Moinello?

Es muy sencillo, terminaron su temporada profesional y no tienen el apetito psicológico para compartir el banco con peloteros que tienen una realidad muy opuesta a la de ellos, con peloteros que ni siquiera tienen un par de zapatos cuando ellos poseen cuentas bancarias de seis ceros para arriba. Por supuesto que se sienten mal. Es duro ver que el equipo Cuba de béisbol, símbolo de nuestra nación posee diferencias tan grandes.  Verlos jugar por Cuba es un honor y sé que lo hacen de corazón. Por favor, no los culpen más

El profesionalismo va hacia lo más íntimo del individuo. Es una lucha contigo mismo, es competir y superar tus propias capacidades. Por supuesto que cuatro deportistas con esta filosofía poco pueden hacer contra veinte o veinticinco que no han tenido la oportunidad ser remuneradas por su talento. Se los digo a la Comisión Nacional y a los periodistas estatales, no esperen más de los profesionales en el equipo Cuba.  Solo con ver el rostro de Higinio Vélez, y todo lo que representa, cualquier deportista pierde la motivación de jugar. Ya no están pa´ eso.

Ya Cuba quedo eliminada del Premier 12. Es mejor ver la Serie Nacional. Ese carácter salvaje y primitivo que tiene ofrece un viaje a la realidad de Cuba que mientras estés aquí es mejor no perder. Eso de estar viendo estadios con publicidades, colores y gente contenta te  descontextualiza un poco y después vienen las subidas de presión.    

Por favor digamos lo que tenemos que decir o luchemos. De lo contrario quedémonos ahí, tranquilos, en la pausa inexplicable del socialismo. Eso sí, sin culpar a nadie de nosotros, sin culpar al pueblo, si culpar a los peloteros.

Imagen cortesía de YUHKI OHBOSHI