Cada día un mayor número de personas apuestan por un modo de vida saludable. Entre las alternativas más socorridas por los cubanos está la asistencia a un gimnasio para poseer un cuerpo sano y estilizado.

En la capital de Pinar del Río, poder realizar la práctica de ejercicios en un local especializado, resulta una tarea azarosa. Ubicada en la calle Gerardo Medina, número 176, la única instalación estatal de la ciudad ofrece el servicio a una población superior a los 100000 habitantes.

Subordinado al Instituto de Deportes Educación Física y Recreación (INDER), el gimnasio conocido por la mayoría de las personas como Vélez Caviedes posibilita la práctica de ejercicios aeróbicos y mecánicos. Pero para la ejecución de ambos resulta indispensable la disposición de espacios ventilados y el buen funcionamiento de los equipos.

“El local está bastante pobre en cuanto a la calidad del equipamiento. Es visible el deterioro por los años de utilización y el uso inconsciente de los practicantes. Además, el calor es insoportable, y el techo, cuando llueve, se filtra, por lo que hay que cerrar el salón. Incluso, por la falta de higiene, hay personas que se han enfermado de la piel”, dijo a Play-Off Elizabeth Sánchez, asidua visitante al centro desde hace varios meses.

Al respecto, Laura Hernández Díaz, directora del gimnasio, asegura que han planteado al INDER la crítica situación de la institución: “Lo dijimos varias veces y la respuesta fue que la reparación estaría incluida en el presupuesto del 2015; pero no fue así”, aseguró.

 La otra cara de la moneda

Aunque la afluencia de practicantes es inferior, los gimnasios particulares muestran un panorama diferente: mejores condiciones higiénicas, de ventilación, de espacio y una atención más personalizada a los clientes. Ello incide en la preferencia por estos recintos, aun con tarifas más elevadas.

Según datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en el municipio pinareño existen, de forma legal, nueve instalaciones de ese tipo. En un recorrido por varios de ellos constatamos el buen estado técnico de la mayoría de sus implementos.

Sin hacinamiento, y con mayor cantidad de implementos disponibles, esas instalaciones particulares representan una oferta tentadora para los asistentes, quienes sienten un mayor sentido de compromiso con el recinto.

Pero, ¿de dónde obtienen los aparatos los propietarios de gimnasios particulares? Al indagar sobre la procedencia del equipamiento, la mayoría explicó que son producidos de forma artesanal.

“Este gimnasio cuenta con 57 equipos confeccionados por nosotros con materiales recuperados. Las medidas las tomamos de catálogos y luego realizamos todas las labores de mantenimiento, como la pintura y soldadura”, asegura Abel Núñez, dueño de “El Coliseo”, el más populoso entre los centros de ese tipo en Pinar del Río.

 

Gimnasio privado en Pinar del Riod
FOTO: Alejandro Rosales y Víctor Manuel Blanco

¿Estatal o particulares?

La Resolución número 14 del Ministerio de Finanzas y Precios, emitida en julio de 1994, regula las tarifas de los gimnasios estatales en dependencia de la calidad y cantidad de servicios.

La institución estatal vueltabajera tiene una tarifa de cinco pesos al mes para los practicantes inscritos y un peso para los asistentes de forma eventual que no constituyen matrícula fija.

A pesar del precio asequible, son constantes las quejas de los que concurren a ese sitio por las malas condiciones del local, que inciden en la calidad de las prestaciones.

El INDER, organismo encargado de renovar los equipos, apenas provee de algunos utensilios de limpieza e implementos de forma esporádica, que mediante donativos ingresan a la instalación.

“Los profesores ponemos de nuestros bolsillos el dinero para arreglar los equipos: si hay que soldar, reparar una tabla o tapizar. No recibimos la ayuda de ningún organismo”, aseveró Alberto Reyes, profesor del área deportiva.

Arturo Aguilar, director municipal de deportes, afirma que en los últimos años no se han recibido muchos aparatos, “pero intentamos mantenerlos para priorizar la práctica en las disciplinas claves en el desarrollo del territorio”, destacó.

Anualmente, al INDER le son asignados 280000 pesos para el mantenimiento constructivo de las principales áreas deportivas del territorio. “El monto de la remodelación de ese local conlleva otro tipo de inversión, con mayor cantidad de dinero, para efectuar una reforma global”, agregó Aguilar.

Una situación muy diferente presentan los gimnasios privados, con precios entre los 40 pesos y los 10 CUC mensuales por practicante. Los propietarios reciben matrículas de hasta 50 clientes diarios e invierten en el confort y el mantenimiento de su parque.

“Aquí hacemos un trabajo que la gente agradece y estamos bien preparados, pues hay que cuidar a las personas de lesiones, llevarle sus dietas…”, dijo el propietario de “El Coliseo.

Pero, ¿tienen realmente los entrenadores de gimnasios privados los conocimientos para asumir esa tarea?

Al interrogarlos sobre ese aspecto todos afirman contar con varias décadas de experiencia como atletas de fisiculturismo; sin embargo, solo en dos casos pudimos encontrar profesores con formación académica en Cultura Física.

En “Fidel Linares”, en cambio, comprobamos que todos los entrenadores son graduados universitarios en la carrera de Cultura Física y algunos con maestrías en la especialidad, pero la cantidad de especialistas sigue siendo insuficiente.

“En el horario entre las seis y las ocho de la noche la aglomeración duplica las cifras permisibles. El reglamento dice que deben ser 45 practicantes dentro del local, pero no les podemos impedir que vengan porque ellos están pagando una cuota y, para cumplir el plan, tenemos que aceptar a todos los que vienen”, afirmó Alberto Reyes, profesor del gimnasio.

 ¿Perspectivas de cambio?

La situación económica actual obliga a priorizar los gastos domésticos en necesidades más básicas como la alimentación y el transporte.

Entre cientos de pinareños la disyuntiva radica en la imposibilidad de costear la práctica de ejercicios en un gimnasio particular, por los altos costos, o acudir a un gimnasio estatal en condiciones de insalubridad y contraer una enfermedad infecciosa o sufrir un accidente.

Hasta hoy, ni los centros estatales ni los privados representan una solución única para el creciente número de personas que desean hacer ejercicios en Pinar del Río.

El INDER, ya sea por problemas de presupuesto o dejadez, ha demostrado ser incapaz de mantener un espacio con los requerimientos mínimos para la práctica de ejercicios en el territorio.

Si los escenarios económicos y sociales han cambiado desde los años 80, y ello obliga a buscar una nueva forma de gestión, ¿por qué no se destina una parte del presupuesto anual que recauda el local a su reparación?

La creación de una cooperativa podría ser la solución para el gimnasio Vélez Caviedes, pues la experiencia demuestra que un mayor sentido de pertenencia sobre los medios se traduce en mejores condiciones de trabajo.

En su defecto, el INDER deberá priorizar el mantenimiento de esa institución que, por más de tres décadas, lleva brindando servicios al pueblo vueltabajero.

Por el momento, y sin iniciativas concretas al respecto, los pinareños deberán continuar con la disyuntiva de ¿adónde acudir para poder hacer ejercicios?