En su hábitat natural, dibujando pequeños trazos con sus movimientos sobre el cuadrilátero y casi como Dios lo vio nacer: vestido para boxear, Guillermo Rigondeaux luce confiado, dinámico, creativo e incisivo. Baila. Disfruta. También pasea la distancia, aunque las zancadas lo lleven a territorio desconocido y las zancadillas sean una constante en su trayectoria deportiva.

Los metros cuadrados del ring son su espacio de regocijo. Área minimizada con el paso del implacable tiempo y las decisiones de otros. Y es que ni su excelso currículo como amateur, ni su rápido ascenso en el panorama profesional, ni su dedicación al trabajo, ni su suprema y exquisita calidad han sido elementos suficientes para situarlo en el lugar que merece.

Si el «Arte de Fistiana» fuera demandado, «Rigo» se llevaría una considerable bolsa, tras los alegatos y la sentencia. Porque como si fuese un novato sin gloria, al bicampeón olímpico siempre se le exige redimirse ante cada salida y en breve romperá su enésima inactividad. ¿Redimirse…? ¿De qué…? Si cada presentación suya es una clase magistral del tema.

Rigondeaux (17-0, 11 nocauts), súper rey de las 122 libras de la Asociación Mundial de Boxeo, defenderá su condición el sábado 17 de junio ante el invicto mexicano Moisés «Chuky» Flores (26-0, 17). Será en la cartelera de Pay-Per-View de Ward-Kovalev 2: «The Rematch», en el Mandalay Bay Events Center de Las Vegas.

Hace unos días, «El Chacal» manifestó: «Será una noche de gran boxeo que los aficionados no querrán perderse. Va a ser una oportunidad para mostrar a HBO lo que quieren ver. Algunos dicen que no soy emocionante pero no es mi culpa que una vez que mis oponentes sientan mi poder, empiezan a correr y dejan de lanzar golpes».

Sobre Rigondeaux, el último monarca olímpico del boxeo estadounidense, Andre Ward, expresó lo siguiente en el programa A los golpes de ESPN: «Nadie le da el mérito que merece, 300 peleas amateur, dos medallas de oro, pero no le dan el reconocimiento».

Contextualicemos. Ward es el rey de las 168 libras de la Asociación Mundial, Federación Internacional y Organización Mundial. La revista The Ring, considerada la Biblia del boxeo, lo tiene como el mejor libra por libra del orbe.

En ese listado, después del norteamericano aparecen el ruso Sergey Kovalev, el kazajo Gennady Golovkin, el nicaragüense Román González, el estadounidense Terence Crawford, el ucraniano Vasyl Lomackenko y luego Rigondeaux.

Pero Ward considera a «El Chacal» como el mejor pugilista del planeta justo en el momento en que usted lee estas líneas, muy a pesar de su poca actividad pasada y su inestable presente. Y su voz, la de Ward, es una de las autorizadas.

Guillermo Rigondeaux.
Guillermo Rigondeaux. FOTO: www.boxingscene.com

Contradictorio. Paradójico. Inverosímil. Aunque parezca pura ilusión, o un argumento facilista, tal vez valga la pena reflexionar sobre la mejor actuación profesional del santiaguero y sobre que esta haya sido el detonante de sus fatídicos últimos años. Puede que ridiculizar al filipino Nonito Donaire en 2013 haya sido su peor negocio y se haya convertido en un bien que trajo males casi irreversibles. No dicen que a veces perdiendo se gana, puede ser que el oriental haya perdido ganando.

Muchos pueden alegar que su esgrima boxística se aleja demasiado de los cánones que exige el público, que se mueve demasiado y evita las confrontaciones, que no sube de peso (cosa que por su estatura no es recomendable), que las televisoras necesitan algo diferente… Pero a veces, solo a veces, me aferro a pensar que la noche del 13 de abril de 2013 fue la que marcó su futuro y dejó (casi) todo definido para la posteridad.

 

Imagen cortesía de Guillermo Rigondeaux. FOTO: Getty Images