Por Pablo Enrique

Este 19 de noviembre, día de la Cultura Física y el Deporte, la familia del béisbol recibió, posiblemente, la peor noticia del año: la posposición del II Coloquio Museo y Salón de la Fama del Béisbol Cubano.

Las autoridades del deporte nacional, de conjunto con la dirección y la Federación Cubana de Béisbol, tomaron esta decisión alegando falta de institucionalización ­­­­­y respaldo legal del Reglamento a utilizar para llevar realizar nuevas exaltaciones, crear la Comisión de Cronistas e Historiadores del Béisbol Cubano, erigir una tarja en conmemoración al 140 aniversario del Primer Juego Oficial de Béisbol en nuestro país, colocar lápidas en el Cementerio de Colón como reconocimiento a dos excepcionales cubanos —los miembros de los Salones de la Fama Cubano y Estadounidense José de la Caridad Méndez y Cristobal Torriente—, entre otras acciones y objetivos a cumplimentar durante el evento.

Es una decisión que la mayoría —para no ser absoluto— de los integrantes del Grupo de Trabajo y Desarrollo de dicho Coloquio cree totalmente desacertada, teniendo en cuenta que los argumentos esgrimidos, si bien es cierto pueden tener lógica, no son lo suficientemente sólidos,  sobre todo porque en todas las reuniones (más de 20), estuvieron presentes Yovani Aragón e Higinio Vélez, quienes conocieron todos los detalles y pormenores de las decisiones y procedimientos durante los siete meses que ha durado este proceso.

PLAY BALL: Salón de la Fama del Béisbol Cubano se fue a bolina

Se me antojan varias interrogantes:

¿No tuvieron, los encargados de revisar el estatus legal del evento, siete meses para hacerlo?

¿No se podía relizar el evento y después vincular el tema legal?

¿Acaso no se tuvo en cuenta el precedente de la celebración, en el 2014, del I Coloquio?

¿Volverán a contar con la fuerza moral y la credibilidad necesaria para convocar una vez más a un evento de esta magnitud?

¿No tienen presente las autoridades deportivas lo que este tema significa para nuestro pueblo?

¿Estamos en condiciones de desperdiciar todos los recursos económicos que se emplearon hasta este instante, que de hecho no son pocos?

¿Dónde se encontraban hasta este momento todas las placas correspondientes al Salón de la Fama del Béisbol Cubano que son cerca de 20?

Todas estas interrogantes tienen una respuesta en común: el desinterés, la falta de pertenencia, y la ignorancia propiciada por el desconocimiento histórico.

Han pasado cuatro años y nadie se había preocupado por retomar el Salón de la Fama. Por tanto, me parece que no existe moral para pedir confianza a estas alturas. Esta es, a mi modo de ver, una forma infantil y mezquina de burlarse de la inteligencia de las personas que, desinteresadamente, hemos trabajado duro para que se lograra este noble objetivo.

Más de 150 delegados de todo el país quedaron imposibilitados de presentar sus ponencias e investigaciones que tanto tiempo y sacrificio le llevaron poder realizar.

Sigue el INDER, como institución, dejando claro su marcada intención de no divulgar la historia de nuestro deporte antes de la revolución, pero tampoco la lograda por nuestros atletas después de 1959.

Luego de unas cuantas décadas sin contar con un museo del deporte, ahora que existe, aún no abre sus puertas al público, según ellos por falta de personal especializado para trabajar en él.

El béisbol cubano, por estos días, no goza de buena salud. Decisiones como estas siguen brindando argumentos a sus detractores para criticarnos y ponernos en ridículo ante el mundo. Estos son los procedimientos que provocan desaliento y alimentan la desconfianza en nuestros admiradores dentro y fuera de Cuba.

Siempre es inteligente aceptar cuando uno yerra y es hora de expresar, me equivoqué. Ahora me parece justo y honesto admitir que, aun sabiendo estos precedentes, puse todo mi empeño para apoyar el proyecto. Al ser humano lo mueve el combustible de las ilusiones y, una vez más, la vida me demuestra que eso no es suficiente cuando las cosas no dependen de ti y no existen buenas intenciones por parte de los decisores.

No fueron pocas las personas que se me acercaron para mostrar su desconfianza e inseguridad con la idea del Salón de la Fama del Béisbol cubano por estar vinculada al INDER; sin embargo, siempre encontraron una respuesta contundente de mi parte basada en el apoyo aparente y a una consideración al grupo que se deterioró de forma fulminante.

Mientras continuemos con estos procederes arcaicos y fuera de contexto, seguiremos sufriendo decepciones y privando a las nuevas generaciones de enorgullecerse con su rica historia, así como resaltar a los hombres que le han dado satisfacción a su pueblo y gloria a toda una nación.

Cuánto quisiera estar equivocado, pero, desgraciadamente, no hay segundas oportunidades para crear una buena primera impresión y la desconfianza es hija de las malas decisiones. Es vergonzoso que tengamos que aceptar que en otras latitudes sean capaces de reconocer a las luminarias de nuestra pelota como ellas merecen y nosotros no seamos lo suficientemente consecuentes con ellas dentro de nuestra patria, que es donde verdaderamente estarían orgullosos nuestros héroes del diamante que se les reconociera.