José Ariel Contreras no necesita mucha presentación cuando se habla del béisbol cubano. Quizás su dimensión se explica más si recordamos las muestras de admiración que recibió durante aquella mítica visita a Cuba, cuando ocurrió su regreso: el histórico lanzador de los Chicago White Sox causó sensación en el Parque Central, en La Habana.

En 2013, rodeado de decenas de admiradores y después de unos 10 años de no visitar su país, el serpentinero pinareño pudo comprobar que no lo habían olvidado y que muchos seguían su carrera, pese a que en aquellos momentos las vías de información y los canales eran muy distintos y menos profusos que ahora. Allí dialogó con la multitud y firmó autógrafos, incluso -quizá un guiño simbólico- sobre un ejemplar del periódico oficial Granma.

José Ariel Contreras dejó la isla decidido a luchar en el mejor béisbol del mundo, lejos de aquel pueblito apartado de Pinar del Río, de Las Martinas, en donde se crio sembrando y trabajando en el campo, de sol a sol.

Después de un impresionante palmarés en Cuba, durante las cuales ganó el título olímpico en Atlanta-1996, la plata de Sídney-2000 y las coronas mundiales en 1998 y 2001, Contreras se aventuró a emigrar, dejando detrás a su familia, para probarse en MLB, en donde alcanzó un histórico Anillo de Serie Mundial con los Chicago White Sox, después de un accidentado paso por los Yankees.

Contreras brindó una entrevista honesta, “a camisa quitada” con el colega Fernando Rodríguez Álvarez en su canal de YouTube, de la cual les traemos una amplia transcripción.

En ella recordó sus tiempos en Cuba, a su padre, su hermano Pedro Luis Lazo, sus mejores momentos, su llegada a Grandes Ligas, y otros momentos únicos de su increíble carrera.

¿Pedro Luis Lazo?

A mí siempre me preguntan qué hay de Lazo. Independientemente del pícher que fue mucha gente no lo conoce como persona. Un tipo tan carismático, es mi hermano, no mi hermano de sangre, pero yo he hecho cosas con Lazo que no pude hacer con mi hermano, que Dios me lo tenga en la gloria, porque falleció en 2013. Su familia, sus niñas son mis sobrinas, para mí es lo más grande que yo he visto en el box, el mejor pícher de Cuba por sus resultados. Se retiró a tiempo.

De Lazo cabe decir, ¿qué hubiera hecho aquí si hubiera hecho lo que tú hiciste? De ti cabe decir, ¿qué hubieras hecho en Cuba si te hubieras quedado?

Pero caramba, tú no sabes cómo me alegro de haber venido para acá. Es muy diferente el béisbol, la gente emigra para buscar mejoría para uno, para la familia, en todos los sentidos. Mejoría en lo cultural, como persona. Las aves emigran cuando aquí hay frío, los pitirres se van para Cuba y tú los ves en Pinar del Río cantando, y cuando ya no hay frío vienen para acá. Si las aves emigran, cómo los seres humanos no van a emigrar y más por buscar una mejoría, pero más que todo, probarte en el mejor béisbol del mundo. Si tú eres músico tú quieres tocar, cantar en el mejor escenario del mundo. Definitivamente, está el problema político entre Cuba y Estados Unidos.

Yo tome la decisión un poco tarde. Pude jugar aquí casi 11 años, pero pudo ser en Corea, en Japón, México, pero definitivamente este es el mejor escenario. Aquí vienen los japoneses, vienen los coreanos, los mejores del mundo están aquí; esa es la razón por la cual es el mejor béisbol del mundo.

¿Cuál hubiera sido el momento más idóneo para que hubieras ido a jugar a MLB?

Son cosas que pasan, cosas que coinciden en la vida y llevan a uno a tomar decisiones en lo personal, en lo deportivo, en todas las esferas. Yo vengo de una familia revolucionaria como todos los campesinos en Cuba. Mi papá era un campesino a quien le dieron un pedazo de tierra y ahí nos crió a todos nosotros, de nueve hermanos soy el menor. Incluso, cuando tomé la decisión de salir yo estuve dos meses sin hablar con mi papá porque tenía miedo de hablar con él, enfrentarlo y explicarle.

Él me hace una carta y me dice: “yo no sé qué paso contigo, tú eres el menor de nueve negritos y tú tomaste esa decisión, tú no quieres hablar conmigo y lo único que quiero decirte es que tú eres mi hijo, aquí, en Estados Unidos y en el cielo cuando yo me muera”. Y ahí ya lo llamé y empecé a hablar con él y no le expliqué nada, no iba a entender.

Un año después, cuatro meses antes de morir, me escribe otra carta me dice “ya yo entiendo, gracias por abrirme los ojos a mí, a toda la familia y a todo el pueblo de Las Martinas, ahora entiendo por qué tú te quedaste”.

Yo no sé qué fue lo que él vio porque yo nunca fui de mandar fotos para Cuba de donde yo vivo. Yo he mandado fotos de juego, nadie sabe cómo yo vivo, nada de eso, incluso ahora mismo yo no tengo redes sociales. Ahora mismo, un Instagram por trabajo, nunca tuve nada.

La decisión vino y yo siempre quise jugar en este béisbol, pero por el problema político nunca quise dejar mi familia. Mi papá ya estaba viejito, mi exesposa estaba con dos niñas y en verdad, nunca vi eso de salir de Cuba para jugar aquí. Dios sabe cómo hace las cosas y el momento que las hace.

En Cuba, me acuerdo, había un atleta que venía así al equipo Pinar del Río y a los dos meses le daban un departamento en El Calero, alguien hacía equipo Cuba y le daban una casa. Yo jugué ocho o nueve años con el equipo nacional y nunca me dieron una casa. Me dieron un lada en el año 98, choqué el lada en el 2000 y me dieron un Peugeot 0 millas, bello el carro.

Yo vivía en un motel deportivo y Lazo vivía arriba. Me dijeron que me mudara ahí para arreglarme una casa y ya en el 2002 dije, caramba, parece que no me van a arreglar la casa y no había dinero para darle mantenimiento al carro y me mandaron a coger botella de la Ciudad Deportiva hacia la ciudad de Pinar del Río. Yo le digo Albertico, porque tú no me llevas en el carro tuyo. “Es que es para trabajar, para resolver problemas”, me responde. Y yo no soy un problema, yo puedo coger botella ahora para Pinar a las dos de la tarde y le dije “mírame bien la cara que no vengo más aquí”. Él me dijo “que tú quieres decir con eso” y ahí le di para atrás al casete. “Yo no vengo a pedirte más favores, aquí mañana si sale una yegua para Haití me voy en la yegua”, y ahí fue donde yo tomé la decisión y fue lo mejor que me pasó.

Si me hubieran dado mantenimiento al carro, una casa en Pinar del Rio, yo estuviera dando clases en la EIDE. Esa fue la gota que llenó la copa para que yo saliera de Cuba y te repito, Dios es grande y por eso si me hubieran dado la casa, el mantenimiento que era 420 dólares, no hubiera estado aquí.

Yo recuerdo que un fanático me dice “la gente sale en lancha de aquí para Miami y en balsa en lo que se pueda ir y tú vas todos los días para Miami y no te quedas, tu casa no está aquí no busques más casas, tu casa está en Miami”. A mí nunca se me olvida eso. Salí, fui a México y aquí estamos, hace 17 años.

Tu carrera empezó un poco tarde, pero a la vez fue muy longeva. ¿Crees que el hecho de empezar tarde ayuda a veces para recuperar el tiempo perdido y durar más o empezar más niño es mejor?

Yo comencé casi a los 18, pero uno empieza tarde y creo que los músculos, los ligamentos están mucho más formados y corres menos riesgo de lesión. Hay alguien que tiene que hacer un estudio sobre eso y yo hablo mucho con la gente. En Pinar del Río, en mi etapa, ninguno de los muchachos que pasaba por la EIDE y por la ESPA llegaron al equipo nacional.

Esos tipos eran animales, la gente hablaba de ellos y temblaba. Esos muchachos se quedaron en la carretera y sin embargo, a los muchachos que Jesús Guerra salió a buscar en el campo, que llegaron tarde a la academia, incluso fuera de Pinar del Río, como Vera, Alexis Rodríguez, Tamayo, esos muchachos duraron un poco más y la carrera de Vera fue larga.

A Lazo y a Pita lo botaron de la EIDE y Guerra los rescató para la academia. Recuerdo que lo botaron de la EIDE porque los cogieron robándose una libra de pan y llamaron y le dijeron: “Guerra, esos negros son unos ladrones, se robaron un pan”. “Esos muchachos lo que tienen es hambre, lo que hay que darle es comida”, les dijo.  

Rubén Pita se lastimó el brazo, le pasó desgraciadamente un accidente, pero ahí está Lazo, el mejor pícher de Cuba de todos los tiempos y creo que cuando empiezan tarde, incluso el niño mío tiene 12 años y ha pichado como 22 innings en 3 años. No lo dejo tirar más de 30 picheos y trabajo la mecánica, las ligas. Y tú ves a los niños de 11 haciendo pesas, yo creo que eso es una locura. No estudié cultura física, pero tuve la oportunidad de trabajar con Jesús Guerra, máster del béisbol; tuve la oportunidad de trabajar con Cortina y con Pedrito Pero, una persona que admiro como hombre, persona, sabio.

De todos ellos agarro un poquito y es lo que hago con mi hijo. Ahora el mismo programa de trabajo que tenía con el equipo Pinar, el equipo nacional, lo hacía aquí con los Yanquis, lo hice con Chicago White Sox y es lo que trato de hacer con los niños en Chicago como asistente de gerente y es lo que trato de mostrar, lo que me dio resultado, lo que no, lo eché para el lado. No podía experimentarlo con otros niños porque a mí no me ayudó.

Yo le digo a los niños que sus padres son el mejor coach que van a tener porque no saben nada de picheo, pero tiene que aprender, porque ese es quien va a estar al lado tuyo 24 horas, va a estar ahí para que no te abras el hombro. Quiero lo mejor para ti como coach, como amante del béisbol, pero él quiere lo mejor para ti como sangre, ese es tu papá.

¿Qué es Jesús Guerra para José Ariel Contreras?

Es mi segundo padre. No solo para mí, para mi familia era como mi papá. Lo conocí jugando tercera, cogí una bola y tiré a primera y él entró y me dijo: “Usted no es tercera base, usted es pícher”. Le dije “yo nunca en mi vida he picheado, quiero jugar tercera base”. Me dijo, “mira, para jugar tercera base no en el equipo nacional, aquí en Pinar del Río, tienes que ir a darle un tiro a un señor que se llama Omar Linares”. Los muchachos me convencieron.

Yo estudié Veterinaria, esa fue la carrera que me gustaba y me gustan los animales y un muchacho me dice, “Contreras, tú no vas a ser pícher, pelotero, claro que no, pero vete a la academia estudia cultura física y así te quitas la peste a vaca que tienes todo el tiempo arriba”. Ahí fue que dije, caramba, yo puedo ir ahí a la academia y me pueden ver jugando voleibol que era la vida mí, me puedo cambiar y estudio cultura física.

Me fui a la academia, no jugué voleibol, no estudié cultura física y gracias a dios pude jugar en Pinar del Río y con el equipo nacional y eso cambió mi vida y la de mi familia. Olvídate de los consejos que Guerra me dio como pícher, sino los consejos que Guerra me dio como ser humano.

Yo llegué a la academia y los muchachos se rían de mí porque no sabía comer con cubiertos, yo sabía comer con cuchara allá en el campo. Llegué a la academia con un pantalón, Guerra me dio otro pantalón.

Todas las cosas que me aconsejaba las llevo todavía en la vida y me ha dado resultados dentro del béisbol, y fuera y ahora, soy padre de familia, tengo tres nietos tengo seis muchachos. Es lo que trato de llevarle a mi familia y a todo el que pueda ayudar.

¿Cuál es el secreto de mantenerse tan bien en forma?

Los años no pasan por gusto. Yo trabajaba en el campo. Aquí la gente es fácil trabajar en el campo, aquí hay maquinas. Ojalá los campesinos en Cuba puedan tener esas maquinarias. Allá era una yunta de buey, con la cual, yo con seis años araba la tierra, y ahora yo veo al niño mío con un machete y le digo “cuidado”. Yo hacía hornos con seis o siete años. Con mi papá, guataca, pico, pala, todo el mundo usó eso, y eso me formó a mí, me formó mi cuerpo. Yo sé lo que es trabajar en el campo y un día lo tuve que hacer para vivir, ojalá no tenga que hacerlo de nuevo para vivir, porque yo sé lo que es trabajar ocho horas en el campo, es duro.

Yo trabajaba cuatro horas y cuatro horas para la escuela y mucha gente sabe lo que es hacer eso y todo el cubano que era campesino, lo hacía, pero si tengo que hacerlo lo hago. No nací siendo pelotero, yo empecé a pichear a los 18 años. Yo no nací con un guante, yo nací con un machete en la mano, con una guataca en la mano.

Es duro y lo siento, yo sé lo que es llegar a este país y muchos han llegado. Aquí emigran hasta los japoneses porque este es el mejor país. Disfruté el campo y ahora lo hago por hobby y me distrae. Creo que ese trabajo me formó mentalmente y mi cuerpo. Llegué a la academia y tenía 3 % de grasa, y la muchacha me midió la grasa me dijo “este negro tiene que tomarse un poco de aceite está seco completo”. Llegué aquí a meterme en el aire acondicionado, hacer ejercicio con esas máquinas yo dije que, estás loco chico, aquí yo picheo hasta que me muera imagínate tú. Creo que es la razón por la que duro un poco más.

Esa es la diferencia de hacer ejercicio en Pinar del Río, que teníamos un disco de 20 libras para todo el mundo con una barra en un gimnasio, a aquí, con toda esta pila de máquinas y creo que eso fue lo que me formó a mí, mentalmente y físicamente. Cuando llegué a la academia me dijeron que tenía que correr 20 minutos. Yo corría una hora.

Cuando viré al otro fin de semana mi papá me dijo, “¿te gustó la academia?”. “Sí, pero yo no voy más, eso no es lo mío”. Me dice, “está bien, agarra la guataca y vamos para allí para el surco, ponte a guataquear un puesto de boniato”. A la media hora, de estar guataqueando le dije, “papá, me voy el lunes para la academia, es mejor pichear que guataquear boniatos”.

Tres años después debutas en Series Nacionales, incluso estuviste en ligas de desarrollo antes

Estuve primero en el equipo Vegueros. La gente no se acuerda, era el último año de Vegueros. Tiré 25 y 2 tercios, y al otro año me ponen en la Liga de Desarrollo. Para mí eso fue ¡caramba! Yo estaba en el equipo grande y ahora iba a estar en una Liga de Desarrollo. Incluso Urquiola me dijo “aquí tú te vas a hacer hombre y te vas a hacer pícher.  Y definitivamente, lo mejor que me paso a mí fue llegar a la Liga de Desarrollo. Ahí aprendí a pichear. Ya al otro año vine al equipo Pinar del Río, empecé a poner mejores números y ahí comienza ya mi carrera.

¿El José Ariel Contreras que vimos en el año 93-94 ya tenía todo su repertorio completo o lo completaste durante las series nacionales?

Ya mi repertorio, claro, después lo fui perfeccionando y uno va aprendiendo y mejorando, pero ese fue ya mi reportorio en la serie 93-94. Recuerdo que, en la Súper Selectiva, yo le lancé a Centrales y a Lourdes Gourriel y le tiré un tenedor y yo no tenía el tenedor muy perfeccionado, y él se fue adelante y lo ponché. En el otro turno lo vuelvo a ponchar y cuando termina el juego, él iba en la guagua de Artemisa. Me dice, “ven acá y eso que tú me tiraste qué es”. Le dije, “un tenedorcito ahí que estoy aprendiendo”. Y él me dice, “ese es tu picheo, eso no se batea”.

La gente piensa que quien me enseñó a tirar el tenedor a mí fue Rogelio García. Claro, es uno de los mejores peloteros que yo he visto, pero quien me enseñó a tirar el tenedor a mí fue Maximiliano Gutiérrez, un caballo.

La primera vez que yo fui a Cuba, en el hotel Pinar del Río en la piscina y tú sabes, la gente acercándose y conversando y mucha gente. Y yo veo que hay alguien así entre unas palmitas y cuando miro Maximiliano y yo me paro y le digo “Maximito pero que tú haces, echa para acá compadre” y él vino con una pena. “Compadre no joda, vamos a compartir coño”, lo abrazo, lo saludo, le brindo una cerveza, y él me dice “coño, yo no sabía que tú te ibas a acordar de mí”. Yo le dije a todo el mundo, “miren para acá, él me hizo persona”. Empezó a llorar, me dijo “gracias por acordarte de mí”. Yo siempre que voy a Pinar lo busco y compartimos porque él y Guerra jugaron juntos y eran amigos y Guerra es mi padre.

Mejores momentos dentro del béisbol cubano

Cuando entro al equipo nacional en el año 95, yo me acuerdo de que Jorge me dice que estaba en la preselección y yo no le creía y luego, me llama a la casa. Hago el equipo nacional en el año 95 en la Copa de La Habana.

Me toca pichearle a España y en el cuarto inning, tenía 10 ponches en el 4to inning y me sacaron. Eso fue un escándalo porque no me habían dado hit. Fe mi primer año en el equipo nacional y ya en el año 97, cuando ganamos la Serie Nacional con Pinar del Río, que creo que es lo más grande.

Aparte de todo ese tiempo que estuve en el quipo Cuba sin perder hasta el año 97, que perdimos la Copa en Barcelona, pero tuve la oportunidad de pichear varios juegos con el equipo nacional, especialmente en el año 2001, que casi picheé 11 innings, contra el equipo japonés en Taiwán. El juego en Winnipeg fue de los juegos más grandes y la situación de pichear con un día de descanso contra Estados Unidos, pichear ocho innings. Creo que ese fue uno de los mejores momentos de mi vida.

Y para el mundo, aunque ya eras famoso, en los juegos de los Orioles de Baltimore

Definitivamente, es que fueron ocho años en el equipo Cuba, pero intensos. Yo picheaba uno, dos, a veces tres juegos, de los 10 del equipo. Las cosas me salieron bien, y pichear ocho innings contra Baltimore, con 10 ponches, 2 hits, dos bases por bola. Eso fue también lo que me abrió el bichito. Espérate, si yo puedo pichearle a esta gente, yo puedo ir para el otro lado y pichear también. Influyó en que yo tomara la decisión.

No fue fácil

Es que, para mí, lo más importante es mi familia, mi papá estaba viejito y yo sabía que yo saliendo de Cuba mi papá iba a morir y así fue. No estar en el velorio de mi papá eso es una cosa que yo llevo. No estar en el entierro de mi papá, faltar en mi casa por once años, no ver a mi mamá, la vi a los siete años después, un año y medio sin ver a mis hijas, esas son cosas que la gente no entiende, pero no lo repara nada, y esa fue la razón por la que yo no salía antes.

¿Qué hay de cierto en que no te hubieras quedado si no es por Miguel Valdés? ¿Qué de bueno ha tenido Miguel Valdés y qué negativo ha tenido para ti en este proceso o después?

Si no hubiera sido por Miguel Valdés yo no estuviera en este país.  Él me abrió los ojos y me dijo “tu casa está en Miami no está aquí”. Claro que él quería venir conmigo y después hacer lo que hizo, lo que bueno, eso son otras cosas y yo estoy aquí y le agradezco.

A principios creía que era una trampa, que era de la seguridad. Cuando llego a México le digo, “oye, búscame un agente que yo no viro para Cuba”, y me dice, “espérate, que yo me voy contigo”. Y ahí fue que cruzamos la frontera y vinimos para acá y vino su hijo también.

¿Fue esa separación familiar la que te llevó a no tener buenos comienzos aquí con los Yankees, o fue también el cambio de nivel?

El cambio de nivel. Te voy a decir algo, la parte más difícil para trabajar con un atleta es la parte mental y gracias a Dios, yo mentalmente con la ayuda de Jesús Guerra desde la academia yo podía estar picheando y podían estar cayendo truenos, railes de punta, que no no tenía nada que ver con eso.

Cuando yo me enfocaba, voy para el juego, y me olvidaba de la familia, del mundo entero. No tuvo nada que ver la parte familiar en que no me fuera bien en los Yankees. Fue el cambio de nivel, cambio de la zona strike mucho más pequeña, un noveno bate aquí te da 20 jonrones; en Cuba, sin faltarle el respeto a ningún bateador, yo apretaba con el tercer y cuarto bate y quinto, aquí del primero al noveno tienes que meterle.

Tiraba mi recta, swing al aire, tenedor, slider, bola, tuve que hacer ajustes en ese sentido. La parte familiar no tuvo nada que ver, tuve que hacer ajustes con el idioma, la cultura, esperar los periodistas, salir a manejar en una autopista de 8 vías, cuando en Pinar del Río era una y estaba vacía.

Todo el cubano, el inmigrante llega aquí y choca. Los primeros dos años de cualquier emigrante no son buenos en tu trabajo, en tu casa, en definitiva, ya cuando tienes la familia definitivamente ayuda, pero eso no fue lo que me afectó a mí, lo que choca a todo inmigrante que llega a este país.

Con el paso a Chicago White Sox vino el boom tuyo y al fin vimos al Contreras que todos conocíamos y todos queríamos ver. ¿Ocurrió porque era un cambio de organización o por otros factores?

Definitivamente, ya era un año y medio, ya uno estaba más fuerte con todas las cosas. Incluso, cuando me cambiaron ya tenía 8 ganados con los Yankees, pero llegar a Chicago, con José Guillen, un loco, un hermano mío, una gente que yo respeto y admiro muchísimo, que habla español y no es lo mismo con el traductor que con José, que me decía, “oye negro, esto es lo que hay y vamos para arriba del lío”.

Es diferente porque José es así y había más latinos en el equipo y me había adaptado al sistema de juego, a la zona de strike, ya conocía mejor a los bateadores. Creo que si me hubiese quedado en Nueva York hubiese hecho lo mismo que hice en Chicago, quién sabe tal vez hubiéramos ganado la Serie Mundial del 2004 cuando Boston ganó. Solo dios sabe, definitivamente, yo estaba listo en ese tiempo, al otro año no empecé muy bien. Gané 17 juegos en línea 2005 -2006, ganamos la Serie y ya el rendimiento mío fue otra cosa. Claro que El Duque tuvo que ver mucho al otro año, en 2005.

Bateadores más difíciles en Cuba

En Cuba me enfrenté a muchos bateadores buenos en esa etapa de los 90 y principios del 2000.  Muchos peloteros buenos en Cuba. El bateador que menos tú te imaginas es el que viene y te da un palo, pero el que más me dio a mí, que dios lo tenga en la gloria, es Miguel Caldés.

Durante la segunda mitad de 2005 y primera mitad de 2006 fuiste el mejor pícher de Grandes Ligas y estuviste a punto de romper el récord de grandes como Santana, Clemens. ¿Qué pasó después de eso? ¿Fueron los años, el desgaste?

En verdad, el año 2007 fue el peor año de mi carrera. Te dije anteriormente que la parte sentimental no tiene nada que ver con los rendimientos de uno porque uno tiene que ser más fuerte que eso. En el año 2007 me divorcié, una separación muy fuerte cualquiera que sea la razón y eso fue en el sprint training. Ese fue el peor año de mi carrera. Una separación de 19 años de matrimonio, me casé a los 16 y ella tenía 15 y decidimos separarnos.

En el 2008 tenía 5 ganados, 3 perdidos estaba picheando para 3.15, se me rompe el tendón de Aquiles. Ese fue el año de novato de Alexei Ramírez y en el 2009 me cambian para los colorados y ahí empieza una etapa nueva para mí en el bullpen, y gracias a dios me fue muy bien. Terminamos, nos metimos en play off, me me cambian a Filadelfia como relevo largo, y terminé siendo cerrador.

En 2012, comienzo cerrando y viene la primera lesión a mi codo. Yo tiré durante 27 años contando esos 13, estamos hablando de 25 años en la loma y ya no le puedes pedir más.

¿Qué me decías de El Duque?

El Duque, lo respeto muchísimo, me aconsejó, jugamos juntos en la selección nacional juntos en los Yankees, juntos en Chicago. Hay mucha gente que no tiene que ver con pelota a quien él ha ayudado y ha sacado la cara, ha ayudado a mucha gente.

Tengo que agradecerle mucho, no solo yo, sino los cubanos que estamos comiendo del béisbol de Grandes Ligas. Primero, gracias a toda la constelación de estrellas que pasaron antes, Miñoso, Tony Oliva, todos esos caballos que pasaron. Después Liván gana la World Serie en el 97. Y en el tiempo de Tony Oliva todo el mundo sabía que la calidad del béisbol cubano era buena, pero ya nadie vino.

En el 80 vino Barbarito Garbey, metió mano, ganó con Detroit. Pero pasaron 11 años, sin ningún cubano aparecer en las Grandes Ligas. Viene Arocha, Arrojo, Liván gana la World Serie en el 97, y viene El Duque, con 32 años, gana con los Yankees y vuelve a ganar y gana una más y ahí es donde yo digo que vino mi contrato, todos los contratos grandes en comparación con los bateadores.

Kendrys, recuerdo, vino y metió mano en las menores, lo subieron no estuvo tan bien y lo respeto, es mi hermano, y es un caballo, pero el que puso a comer a los cubanos aquí en las Grandes Ligas se llama Alexei Ramírez. Vino metió mano, y metió jonrón con bases llenas, batió 310 y, vino el contrato de Céspedes, Viciedo, toda esa gente. Creo que Alexei es el papá de los bateadores y El Duque el papá de nosotros (lanzadores) en el sentido que nos abrió las puertas, como Liván, quien ganó la World Series. Con El Duque jugué y en lo personal, me ayudó muchísimo como profesional y soy testigo no solo de los peloteros, sino la gente en Miami, de la comunidad cubana latina, y soy testigo de que ha ayudado a mucha gente.

Bateadores más difíciles en Grandes Ligas

Mani Ramírez, hasta de espalda me bateaba. Todos los bateadores tienen un hueco, Mani no tiene hueco, no tiene conteo, creo que es uno de los swings más grandes que he visto en mi vida.

¿Algo que hubieras podido lograr y que no pudiste?

Ir al Clásico Mundial. Mira que yo aguanté y aguanté. Ese es el único título mundial que me falta, Centroamericano, Panamericano, World Series, yo creo que una de las razones por las que yo aguanté tanto era para ver si abrían, pero hay que retirarse porque no van a abrir.

¿Abrir Cuba?

Sí, para que los peloteros tuvieran la oportunidad de ir y jugar con el equipo nacional de Cuba. Yo puse una cláusula en mi contrato con los Yankees que si yo iba a un evento internacional con Estados Unidos o Nicaragua yo no picheaba contra el equipo Cuba, la gente decía que yo era comunista. Yo no voy a pichear por Nicaragua en contra de Lazo en el equipo Cuba, no voy y no quiero y si se me da la oportunidad, con Estados Unidos, con Nicaragua a jugar o con Brasil, no picheo a Cuba.

¿Pero sí competirías con Estados Unidos, aunque no lanzaras a Cuba?

Definitivamente, mi niño jugó los Panamericanos el año pasado con el equipo de Brasil y fui el coach de picheo en Brasil. Quería aclararte algo, sobre la casa, mi esposa me dice que me dieron una casa y es verdad, en el año 2000.

Viro de la olimpiada y le digo a Jorge que no iba a jugar ese año voy. Me fui para Sandino, para mi campo, me dieron un terreno y yo iba a construir mi casa ahí, pero Jorge pensaba que yo estaba bromeando, y a la semana de estar me pregunta cuando iba a reportarme.

A las dos horas me llaman de La Habana, del Consejo de Estado para que fuera a Pinar del Río, al gobierno. Cuando llego al gobierno, el presidente del gobierno me dice, “aquí está la llave de tu casa”.

Cuando voy a la casa, aquello estaba desbaratado, y me dicen que la iban a arreglar. Yo vivía en Sandino, en un albergue de los médicos con mis dos niñas y la esposa y entonces me mudo a un motel deportivo en Pinar del Río.

Yo vivía frente al restaurante y Lazo arriba. En 2002 me dije, “parece que no me van a arreglar la casa” y arranqué para acá. Ahí fue donde decidí salir por lo que pasó con el carro.

Después de eso, le dieron casa a Luis Giraldo Casanova, el mejor pelotero que yo he visto en mi vida, mejor que Linares. En el 2013, yo ayudé a Casanova a echar la placa del segundo cuarto, él se mudó a la casa que me dieron a mí en el 2013. Quiere decir que, si a Casanova se la arreglaron en el 2013, a mí me la iban a arreglar en el 2035.

Te voy a decir algo, es el mejor pelotero y de las mejores personas que he conocido en mi vida. Cuando Casanova estaba en el equipo, fue mi primer año y el último del año de él, el caballo del equipo Pinar del Río era Luis Giraldo Casanova.

Mejores amigos en la pelota

Lazo fui compañero de cuarto doce años.

Ese es tu hermano, te pregunto después de Lazo

Aquí en Chicago tuve buenos compañeros de equipo, el mejor compañero de equipo, Dereck Jeter. Amigo, en la pelota tengo muchos compañeros, es diferente compañero de equipo que amigos. Tengo un amigo en Miami que se crió conmigo de niño, Daniel Pérez, ese es mi hermano, su familia es mi familia, cruzaba el callejón y ahora él vive en Miami, uno de los mejores amigos de mi vida.

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