Cuando a sus 19 años Juan Miguel Echevarría pisó la remodelada Pista de Atletismo Rafael Fortún Chacón, en su Camagüey natal, para competir en el más reciente torneo nacional organizado por la Federación Cubana, ya cargaba sobre sus hombros el pesado cartel de la fama.

Su salto de 8.46 metros en Birmingham, en el Campeonato Mundial bajo techo de la IAAF, más allá de otorgarle el título de la competición, marcaría un nuevo rumbo para alguien que, a decir de su entrenador, Daniel Osorio, “solo necesitaba enfocar su pensamiento competitivo”.

Quizás por eso en Camagüey, antes de lanzarse al cajón con arena, Juan Miguel apareció disfrazado con una capucha gris, espejuelos y audífonos: buscaba concentración. Parecía intuir que establecería, una hora más tarde, la marca más importante de este año al aire libre: 8.40 metros. Un mensaje, alto y claro, para toda la competencia del salto de largo.

“Me siento muy contento de la manera que estoy progresando. Esta es mi mejor marca al aire libre, y qué mejor lugar que en Camagüey, la tierra que me vio nacer”, dijo Juan Miguel una vez terminada la competencia.

Tu entrenador comentó cuánto has avanzado desde el punto de vista psicológico y competitivo. ¿Cómo te preparaste para Birmingham, para superar tu mejor marca establecida en Madrid con 8.28 metros?

“Tuve un gran tratamiento psicológico, y aunque no teníamos calendariado este torneo como objetivo importante, salió el resultado.

“Antes no tenía control de mi ansiedad, y eso era otro rival. De hecho, mi peor rival. Pude haber cumplido antes mis metas en cuanto a registros. Pero no me podían salir este tipo de resultados porque no estaba apto mentalmente. Ya ves cómo me enfrento a la competencia, con el nivel de concentración requerido”.

¿Solo te basas en tu potencial físico para lograr grandes marcas?

“Confío en él, pero me falta aún para estabilizar grandes registros.  A lo que más tengo que ponerle es el aspecto psicológico. Pienso que es lo fundamental. La técnica también la perfecciono cada día”.

Hablando del aspecto psicológico, ¿sientes presión cuando te comparan con Iván Pedroso? ¿Cómo lo llevas?

“Si me comparan con Iván Pedroso, mejor, no tengo presión. Sé que él fue un extraordinario saltador. Es mi ídolo, pero eso no me presiona”.

¿Has tenido la oportunidad de dialogar con él? ¿Qué consejos te ha dado?

“Mi entrenador es extraordinario, confío en lo que me dice, pero claro, si tienes la oportunidad de que Pedroso se acerque y te dé consejos, mejor, siempre son bienvenidos. Él me ha dado varios. Cree que tengo las condiciones para llegar a su récord nacional o tener una excelente carrera. Me siento contento y orgulloso de que piense así”.

Entonces, ¿se ha convertido Iván Pedroso en otra especie de entrenador?

En mi preparación, incluso en giras extranjeras y competencias hemos hablado varias veces. El año pasado en Londres estuvimos intercambiando mucho. Me explicó varias cosas, incluso errores que tuve en esa propia competencia. Eso me ha ayudado mucho”.

Juan Miguel, durante la competencia nacional celebrada en Camagüey en marzo de 2018. FOTO: Ricardo López Hevia.

Eres campeón del mundo. Con el título, ¿cómo ves tu participación a partir de ahora en eventos como la Liga del Diamante o, tal vez, en una posible inclusión en clubes?

“Ya llevo dos campeonatos del mundo de mayores. Soy el actual campeón mundial bajo techo. Siempre saldré a defender mi título. Daré lo mejor en cualquier competencia que se presente. Ya tengo el nivel y lo enfrentaré disfrutando cada salto. Y si es por Cuba, mucho mejor”.

En tu camino a Tokio 2020, primero están los Centroamericanos de Barranquilla…

“Nos hemos alistado muy bien, ese es mi competencia del año, los Centroamericanos. No teníamos pensado el Mundial bajo techo, pero salió. En Barranquilla no creo que tenga muchos rivales. Solo Maikel Massó mi compañero de equipo. No pienso tener muchas dificultades para acceder al podio. Sin confianza, claro.

“Quisiera llegar a Tokio con tres coronas: el año que viene está el Mundial al aire libre en Doha, luego el Mundial bajo techo en el 2020. Quiero esas coronas para sentirme un atleta de primer nivel mundial que representa a Cuba, con expectativas grandes para los Juegos Olímpicos”.

¿Qué me dices de esta pista moderna en Camagüey? ¿Crees que puede incidir en mejores resultados y marcas?

“Mira, ya he estado en varias pistas de nivel, y esta es muy buena. Te confieso que no tiene mucho que envidiarle a otras del mundo. Alcancé gran marca en Birmingham, y creo que cuando estás listo lo logras en cualquier pista con el mínimo de condiciones”.

De vuelta a Camagüey, ¿cómo ha sido saltar frente a tu gente?

“Esta es mi tierra. Quería disfrutar, que la gente sintiera que soy de acá, su campeón. Somos pocos atletas y vinimos a dar lo mejor en esta competencia. Soy el primer titular mundial del barrio de la Guernica. Mi familia es linda y me apoya. Eso es vital”.

Juan Miguel, celebrando su medalla de otro en Campeonato Mundial bajo techo en Birmingham, Inglaterra. FOTO: Michael Steele / Tomada de Getty Images.

Acabas de llegar a los 8.40, lo mejor del año en todo el planeta. Llevas una proyección impresionante. Incluso, hubo un salto de foul que los jueces registraron 8.85. ¡Una barbaridad! ¿Buscarás el récord nacional de Pedroso de 8.71 centímetros?

“No tengo mucho apuro. Con el aspecto psicológico cumplido, te digo que de a poco se logran los objetivos. Concentración, inteligencia. El resultado sale solo”.

A Juan Miguel Echavarría le custodia de cerca el principal preparador del área, Daniel Osorio, quien confiesa que el potencial del chico jamás fue un secreto.

“Sabíamos que si se calmaba y no se desesperaba todo saldría. Es muy fuerte y aunque, por ejemplo, no resultó campeón mundial en la categoría de cadetes como Maikel Massó, o el propio Maikel Vidal, siempre contó con potencial extraordinario.

“Ahora vamos paso a paso. Vinimos a Camagüey para rondar la marca de 8.30, y lo superó en 10 centímetros. Son registros de podio mundial y en la élite. Con este atleta tendremos saltador para rato. Pero nada nos apura, el principal objetivo es llegar a Tokio sin prisa”.

Imágenes cortesía de Ricardo López Hevia y Michael Steele