En mayo de 2015 el diario Granma ponderaba al joven lanzador avileño Yennier Cano. Por entonces tenía 22 años, y una recta que alcanzaba sin mucho esfuerzo las 95 millas. El diario sugería, desde el titular, una comparación con el pinareño Pedro Luis Lazo.

Cuando Cano dio esas declaraciones al diario cubano, llevaba dos temporadas probándose como lanzador en la Serie Nacional cubana, pero tenía otras ideas en mente. Aunque, obvio, no lo comentó en la entrevista de Granma. Sin embargo, a más de una promesa juvenil en la Isla se le hizo la boca agua tras el choque con los Rays de Tampa. Cano, uno de ellos.

Un año después, en mayo de 2016, una circular de la Comisión Nacional de Béisbol, que firmaba el defenestrado Heriberto Suárez, anunciaba que el cerrador de los Tigres de Ciego de Ávila, había sido separado del béisbol cubano, por voluntad personal. Cano quería desentenderse de la pelota cubana y así estuvo un tiempo, en la nada, mientras esperaba por permisos de salida, y acuerdos de palabra, fuera de Cuba.

Se presumía entonces, por declaraciones previas de los mandamases de la pelota en este país, que Cano esperó por algún contrato desde Japón o Corea, y este nunca llegó. Sin intenciones de seguir esperando, pidió la liberación.

Para entonces, acumulaba 3 series, con 20 victorias y seis derrotas, más un promedio de carreras limpias de 2.11. Los contrarios le bateaban para .222 y había repartido 102 ponches. Además de la recta, que con entrenamiento podía alcanzar más velocidad, dominaba el slider y el split-finger. “Estoy aprendiendo a utilizar el cambio, que no es fácil, porque cuando tienes velocidad piensas, erróneamente, que siempre vas a cruzar a los bateadores y no es así, porque ellos se preparan y ahí es donde viene el batazo”, decía Cano, tres años atrás.

Casi dos años después de aquella decisión, el espigado lanzador avileño ha vuelto a Cuba, sin otra cosa en sus manos que el talento que antes lo puso en la palestra pública y lo convirtió en uno de los principales prospectos del béisbol nacional. Ha vuelto, como lo han hecho otros jóvenes que probaron suerte y esta les dio la espalda. Aunque nada oficial ha salido de la Comisión Provincial, se cree que lo regresaron de México, por alguna ilegalidad con su pasaporte. Por entonces, los aficionados pidieron a gritos que se le permitiera ingresar a los Tigres.

“Es como para preguntarse si Antonio Becali, presidente del INDER, conoce del caso de Yenier Cano, un lanzador de Ciego de Ávila que tuvo la honestidad de pedir la baja del béisbol cubano — días antes de una gira internacional que haría con el equipo Cuba— pues manifestó que deseaba jugar en el béisbol de Grandes Ligas. Él pudo no decir nada y, como hicieron otros, abandonar la escuadra nacional en el extranjero. El optó por no mentir. Y ahora, cuando por motivos que desconozco, regresó a Cuba y pidió incluirse en los Tigres le dicen que no. Es extraño, a otros, que incluso lograron jugar en otras tierras, sí le han admitido. ¿Será que lo castigaron por honesto?», decía en octubre pasado, un usuario del sitio web Béisbol en Cuba, en el foro sobre el tema.

Ahora desde Ciego me aseguran que las autoridades provinciales ya le permitieron jugar, incluso para la Serie Sub 23, pero que ha sido el propio Cano quien ha postergado su regreso al box.

¿Frustrado? Seguramente, pero de la mano del talento vienen las segundas y terceras oportunidades. A veces. Dejar marchitar su propio futuro no es la respuesta a los planes que se le escaparon. El periódico avileño Invasor anunciaba esta semana que se preveía su aparición para el inicio de la Serie Provincial, pactada en aquella geografía, para el 17 de marzo.

¿Superará Cano, la presión extra de regresar con las manos vacías de una vez y por todas? ¿Podrá centrarse en sus funciones, cuando arrastra el lastre de una baja y la marca permanente de alguien que se fue? Seguramente estas son algunas de las interrogantes que este veinteañero todavía se hace.