Carlos Martí lo apostó todo a un solo caballo: el de la terquedad y el instinto. Alentado quizás por la corona que lleva en su cabeza desde la temporada pasada, y haciendo gala de su apellido ilustre, mostró coraje, se encerró en su sólido bunker —curtido por más de 20 series nacionales— y aceptó con dignidad piedras y palos verbales que, sabía, saldrían de la boca de los aficionados tras las polémicas decisiones de encaramar en el box a Alain Sánchez con solo tres días de descanso y mantener en la banca a Lázaro Cedeño, líder jonronero del campeonato.

Fue una moneda al aire, pero los dioses del béisbol le dieron la bendición y sus alazanes derrotaron convincentemente a los cocodrilos matanceros siete carreras por dos para inclinar la balanza de la postemporada a su favor (2-1) ante su afición reunida en el estadio Mártires de Barbados, en Bayamo.

El partido se decidió muy temprano, apenas en la primera entrada, cuando el terreno de béisbol se convirtió en un verdadero hipódromo por donde desfilaron un total de diez caballos salvajes y cinco de ellos pisaron la goma del home plate.

Sencillo de Roel Santos con robo incluido, cañonazo impulsor de Guillermo Avilés al centro del terreno, boleto a Despaigne y cohetes seguidos de Carlos Benítez y Raúl Gonzales, decretaron la rápida expulsión del abridor yumurino Dachel Duquesne. La guinda del pastel llegó después, cuando Geydi Soler, frente a los envíos del relevista Jonder Martínez, remolcó las últimas dos de la entrada con doblete a la pradera derecha.

Contrario a lo que podría esperarse Alain Sánchez, un lanzador que en la historia de los play offs había perdido más juegos que los que ganaba (3-4), que acumula más bases por bolas que ponches (23/18), que mostraba un alto promedio de carreras limpias (5.14), y que llegó sin el descanso necesario y bajo una lluvia de críticas, se plantó en el montículo y amarró fino a los cocodrilos. Espació seis indiscutibles en siete entradas de actuación y solo toleró dos anotaciones por el cuadrangular de Eduardo Blanco en el quinto capítulo, con un hombre en circulación.

El mejor bateador del encuentro fue Guillermo Avilés, con tres incogibles en cuatro turnos y una impulsada, aunque Carlos Benítez —con uno menos— empujó a tres compañeros para la goma.

Muchos están consternados y no se pueden explicar el silencio de los bates matanceros, inquietos y productivos durante toda la campaña regular; ni entienden cómo es posible que no se haga justicia al mejor cuerpo de lanzadores de la contienda. Pero en los play offs no valen las estadísticas, ni los pronósticos, ni los análisis bien fundados…

En estas instancias son el temple, la garra natural, la estirpe y el linaje que solo tienen los campeones, los que deciden al final y los que dictan las leyes sobre el terreno de juego. Los play offs no son tierra de milagros, ni campos vírgenes a donde llegan conquistadores de otros mundos a levantar ciudades exóticas. Eso ya lo sabemos.

Para Granma y Matanzas aún es temprano, las semifinales apenas han comenzado. Aunque la serie al mejor de siete se inclina ahora (2-1) hacia los orientales, todavía ambos equipos tienen tiempo para demostrar de qué material están hechos, y sus motores están calientes. Nos vemos en el estadio.

LO MEJOR DEL PARTIDO: El ímpetu de los alazanes

LO PEOR DEL PARTIDO: La ofensiva matancera

LO INEXPLICABLE: La labor de Alain Sánchez con solo tres días de descanso.

EL APLAUSO: Para Carlos Martí

Imagen cortesía de José Raúl Rodriguez Robleda.