«93… mal en adaptación al medio escolar, prácticas de higiene, perseverancia en el esfuerzo, expresión manual, musical, gráfica y física.

»94… bajo tutela de Mónica Dómina. Mal en adaptación al medio escolar, creatividad y perseverancia en el esfuerzo…

»95… ocho años… progresión espectacular… Muy bien en Matemáticas. Muy bien en expresión escrita, bien en expresión oral. Ni un mal. Cintia le echó una buena mano. “Una extensión de él mismo, siempre juntos”, como dice Dómina. Diez en Educación física, conducta muy buena.»

Extracto del libro Leo Messi. El tesoro del Barça, de Toni Frieros.

La narración rompe la monotonía, el tedio del momento. La emoción se refleja en el rostro de todos en la sala, en cada bar, cafetería, cada rincón donde se disfrute del partido: es el clásico. Siempre el clásico genera morbo, polémica, todo alrededor de un Madrid-Barça es pasión.

Messi toma la pelota, se lleva uno, a dos, se perfila, dispara… ¡Goooolazooo! El Barça con diez, toma ventaja. Messi, siempre Messi, a sus treinta mejor que nunca. Messi pichichi, genio.

La vida de Messi es la del hombre perseverante, el tozudo que enfrenta todo y con testarudez, con extrema testarudez que raya en lo sobrehumano, triunfa, triunfa siempre aún en los momentos que nadie cree. La evolución de la que nos habla Frieros en su libro, la misma que cuenta al detalle Guillermo Balague en su perfil, es la evolución de un “monstruo” del fútbol de todos los tiempos. Tal vez esa imagen lo evoque todo, Messi al centro con Maradona y Di Stefano a los costados. Sí, Messi el centro, el alma, el corazón del Barça y de Argentina.

El clásico pasó, Messi brilló, ya la Liga estaba en sus manos, un nuevo título. Ahora el Mundial, solo queda el Mundial en la mira. En Brasil se estuvo cerca, en Rusia puede, debe estar la última parada. El clásico fue Messi, Messi brillando, aunque Keylor le destruyó un par de buenas oportunidades.

 

«…el 21 de marzo de 1994, sin tener todavía siete años, tuvo su primera ficha como jugador, con su nombre escrito de puño y letra y firmada por sus padres… Un Leo de metro veintidós llegaba al Newells, donde tres meses antes Diego Armando Maradona, que se preparaba para el Mundial de ese mismo año, había jugado un último partido en su efímero paso por el club rosarino.»

Extracto del libro Messi de Guillem Balagué

La Copa número treinta, la de Su Majestad el Rey, marcó para Leo un nuevo récord: igualó con el mítico Telmo Sarra, el del Atlhetic, la hazaña de marcar en cinco finales seguidas de ese torneo.

Fue una vez Ecuador, otra Boateng y el Bayer Múnich, tantas el Real Madrid, que el Sevilla, escuálido rival que juega con altos y bajos en su rendimiento puso al gaucho de nuevo en su “salsa” y pareciera poca cosa, pero no. Messi repartió asistencias y marcó para la obtención del primer título de temporada para los culés.

Messi, Messi una vez más es paño de lágrimas, es el hombro donde lloran Bartomeu y Valverde. Messi hace olvidar que la Roma, un equipo que les topa las rodillas a los catalanes, los eliminara de la Champions.

Se mueven sentimientos, esperanza y frustración. Y se aprende de fútbol, sí, pero sobre todo se ganan amigos, se entiende en qué consiste la colectividad, se crean narrativas de vida que perduran para siempre. Argentina crea su imaginario social en torno al balón. Se juegan la vida: aunque nunca sea de verdad, ésa es la sensación que queda. Se juega para ganar y eso les hace mejores.

El fútbol es puro, antiguo, auténtico e irrepetible, aunque desde hace años amenacen las leyes mercantiles, aunque los formadores legendarios no hacen futbolistas para vender, sino personas que juegan al balompié.

Messi se vuelve el producto más fiel, el supremo ejemplo de que el fútbol es la esencia, parte del aire que respiramos.

No embadurnaré cuartillas en comparaciones sutiles ni referencias malsanas y baratas —que si Cristiano, que si Messi…—. No. El fútbol es más que eso, es una forma de existir y ello es algo que trasciende a estos dos grandes. Ahora Messi será Bota de Oro de la temporada, tiene dos nuevos títulos en su haber y pudiera llegar a cuatro —si suma Mundial y Supercopa de España—. El homenaje, la honra, el honor al pibe, a aquel chiquito que Griffa descubrió allá a inicios de los ‘90 queda por sentado.