Una nueva salida de otro talento muy joven del béisbol cubano para perseguir el sueño de llegar a MLB confirma que será cada vez más difícil que la pelota en la Isla pueda estabilizar un relevo de calidad si continúa perdiendo a sus prospectos.

La nueva pérdida es un talentoso lanzador de 14 años, el zurdo de Mayabeque Gerardo Venero, quien salió de Cuba legalmente en las últimas horas y perseguirá una firma profesional con alguna de las 30 organizaciones de Grandes Ligas, informa en CiberCuba el colega Francys Romero, especialista en la migración del béisbol de la Isla.

El peloterito es de Nueva Paz, fue uno de los mejores lanzadores de su categoría sub-15 dentro de la Isla y cumplirá los 15 años próximamente. Ahora, se encuentra en San Pedro de Macoris, República Dominicana.

De acuerdo con Romero, su velocidad se encuentra entre las 85-87 millas, pero se cree que pudiera sobrepasar las 90 millas y más, una vez alcance el desarrollo indicado. 

Los números son una estocada profunda para el pasatiempo nacional de la Isla. Según Francys Romero en Diario de Cuba, en 2019 abandonaron Cuba unos 106 peloteros -de acuerdo con su cuenta personal- como muestra de que el éxodo de talento es indetenible, por más que se hayan roto los acuerdos con MLB establecidos en 2018, y que presagiaban un futuro feliz.

Pero quizás uno de los elementos más preocupantes, es la edad con la cual deciden emprender la aventura los prospectos del béisbol cubano: el promedio de este poco más de un centenar fue de 17.8 años.

¿Qué significa esto? Que cada vez se van a menor edad, y muchos sin apenas debutar en la Serie Nacional. De esta manera, la máxima categoría ve cómo se pierde la cantera que debería nutrirla con sangra joven, y como terminan escalando, en repetidas ocasiones, otros con menos calidad.

En muchos casos, se marchan sin jugar en la Serie, aunque unos 28, el 26.4 por ciento, actuaron al menos una temporada, y no llegan a madurar en el otro poderoso campeonato de la Isla.

El caso del talentoso lanzador de 14 años Gerardo Venero es un perfecto ejemplo de esta realidad que hoy afecta a nuestra pelota, que no plantea un futuro nada atractivo para sus prospectos.

En 2015, por ejemplo, se fueron nombres prometedores, entre los 16 a 18 años, como Adrián Morejón, Lázaro Armenteros, Miguel Vargas, Omar Estévez y Yusniel Díaz. Solo seis jugadores rebasaban la edad de los 30 años entonces.

Una gran parte de la nueva hornada prefiere pulirse en el exterior, ponerse en manos de otros preparadores, y no miran a la Serie Nacional como el lugar soñado para demostrar su valía y hacer méritos para vestir el uniforme de las cuatro letras.

Hay preguntas que no tienen respuestas todavía: ¿quién detiene el éxodo?, ¿cómo convertir otros destinos en apetecibles?, ¿cómo garantizar suficientes contratos para los peloteros en otras ligas?

Para la pelota cubana parece un partido imposible de remontar. La emigración no se detendrá en las condiciones actuales, porque además de la libertad para decidir su destino, ninguna de las competencias a las cuales pueden acceder los atletas bajo el amparo de la federación tiene el brillo, renombre y calidad que aquella con que sueñan todos estos jóvenes, donde se juega el mejor béisbol del mundo: Grandes Ligas.

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