En el verano de 1992 tuvo lugar uno de los sucesos que marcaron la historia del deporte y el baloncesto cubano formó parte de ello. El 28 de junio de ese año como preámbulo de los Juegos Olímpicos, Estados Unidos reunió a su «Dream Team” para enfrentar el Torneo de las Américas en el que chocó con la selección de la isla.

Desde el comienzo del partido quedó claro que el talento y la superioridad del equipo estadounidense eran inigualables. El «Dream Team» llevó a cabo una exhibición de habilidades, destrezas y una intensidad que dejó sin aliento a los espectadores.

El juego rápido, los pases precisos y los tiros imparables dejaron perplejos a los jugadores cubanos. El juego terminó con pizarra de 136-57.

«Si hablamos honestamente», le dijo el entrenador de Cuba, Miguel Calderón Gómez, al Washington Post, «para vencerlos necesitas otro equipo de la NBA. En Cuba, tenemos un dicho: ‘No se puede tapar el sol con el dedo’. »

«Definitivamente, son mejores», dijo el centro cubano Félix Morales al medio. «Solo verlos en vivo fue una gran impresión para nosotros. Estábamos jugando contra ellos, contra los mejores. En cuanto a mí, fue un honor. Vimos el marcador y fue un resultado lógico, pero lo hicimos lo mejor que pudimos».

Ese día, Ángel Caballero tuvo que marcar al considerado como el mejor jugador de baloncesto de la historia, Michael Jordan, un reto mayúsculo para el cubano. Así y todo, fue pecho a pecho contra Jordan durante dos o tres minutos, en la segunda mitad.

La actuación de Caballero mereció los elogios del jugador de los Chicago Bulls. «Me gustó eso», dijo Jordan en ese entonces al Post. «Lo tomé como un desafío durante esos pocos minutos. No duró mucho. El juego faltaba un poco. Parecían muy tentativos, pero él era un poco agresivo. Eso fue un pequeño cambio», reseñó Rhiannon Walker.

Aunque el marcador final reflejó una abrumadora victoria para Estados Unidos, lo más destacado de ese juego fue la trascendencia del «Dream Team». Ese equipo no solo dominó el baloncesto en los Juegos Olímpicos de Barcelona, sino que también cambió la forma en que el mundo veía este deporte.

Su estilo de juego innovador, su talento inigualable y su impacto cultural hicieron del baloncesto un deporte global.

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Imagen cortesía de Collage