«Me voy con la inconformidad de haber visto aquí el peor estadio de Cuba». Despedida textual del mandamás de la pelota cubana, Higinio Vélez cuando el pasado mes de julio una comitiva liderada por el propio Presidente de la Federación transitaba todo el archipélago para alistar la 57 Serie Nacional.

Nómina en mano y análisis de perspectivas futuras, cada manager daba a conocer su estrategia para camuflar los baches y ausencias de peloteros, siempre con la propuesta de una versión mejorada del pasatiempo nacional.

A su paso por Camagüey para el chequeo del acontecimiento socio-cultural más importante de este país, un detalle no cuadró la caja: su estadio Cándido González, testigo de los más enconados lamentos y alegrías deportivas de la ciudad.

Sin reparar en las caras largas de los administrativos de la instalación camagüeyana, el comisionado Yosvani Aragón se sumó a la inconformidad a causa del estado físico del local, y demandó de respuestas urgentes.

Terreno del estadio Cándido González
Terreno del estadio Cándido González

Ante semejantes truenos los responsables del Cándido González llevan varios días de intensa labor con algunas acciones entre las que se incluyen vertimiento de arena en varias zonas importantes, afectadas por las lluvias de los últimos días, limpieza de las franjas de seguridad, rehabilitación de los dogouts y los locales de los equipos.

Con el imperativo de mejorar el confort a los atletas y propiciar el disfrute de un espectáculo más digno, los trabajos de mantenimiento se extienden en una cancha que en la década de los 90 acogió simultáneamente el Campeonato Nacional de Fútbol y la propia Serie; incluso tiene en su haber la celebración de torneos de boxeo Giraldo Córdova Cardín, en 1974 y 1986.

El administrador de la instalación Pedro Varona Pache, aseguró que la siembra de pasto en la media luna es la tarea de mayor prioridad. «En ese espacio prestamos especial interés pues ahí se desarrollan la mayor parte de las acciones del juego.

Pedro Varona Pache, administrador de la instalación
Agustín Varona Solís,  pizarrero de la instalación

Los atletas locales y visitantes tienen desde el comienzo las mínimas condiciones aseguradas, como el agua fría, aire acondicionado y televisor; prevemos para un futuro inmediato instalar las taquillas individuales».

El propio Varona apuntó además en reciente entrevista para Play-Off que, «muchos de los señalamientos de inicio de temporada ya han sido solucionados, y otros pudieran encontrar respuestas en 2018, pues la provincia tiene la intención de emprender una inversión grande en el estadio por la importancia vital que tiene para el pueblo, y su cultura».

Los máximos responsables de la instalación dijeron que para los meses venideros se espera la entrada de un tractor y diversos útiles para el mantenimiento del terreno.

Dogout del Cándido González
Dogout del Cándido González

Por el momento las mejorías son palpables. Las diversas acciones de juego en los enfrentamientos más recientes fluyen de forma aceptable, sin contratiempos.

La instalación con capacidad para 7 mil 200 personas, ubicada en los predios de la Avenida 26 de julio de esta urbe patrimonial, es desde 1965 el recinto sagrado del deporte.

Glorias lejanas quedan en la memoria del Cándido; sin embargo el estadio lideró el índice de promedio de asistencia de público entre sus homólogos de todo el país en la Serie 56. El play-off entre Camagüey y Las Tunas por el puesto de comodín para la segunda fase del evento, se convirtió en claro medidor.

 La última de las pizarras mecánicas

La pizarra mecánica del estadio Cándido González es lo más parecido al Monstruo Verde del Fenway Park de los Medias Rojas de Boston, en materia de significación histórica para los aficionados de Camagüey; aunque la diferencia de vivencias y acontecimientos entre una y otra instalación dista mucho en trascendencia.

Última de las sobrevivientes de su tipo en los estadios de cabecera en Cuba, atestiguó el box score del primer enfrentamiento de los equipos Industriales y Granjeros en 1965. Protagonista de aquel choque resultó Agustín Varona Solís, quien operó el gran amasijo de concreto y metal, que lleva como tatuajes mutantes las bolas, strikes, carreras , out y errores.

Interior de la pizarra
Interior de la pizarra

Nacido en 1929, dejó de encaramarse en la pizarra en 2011.«Esta es la mejor pizarra de Cuba y del mundo. Ha aguantado la lluvia, el sol y el sereno y sigue intacta. Siempre se ve. La gente quiere una electrónica, pero yo no soy eléctrico, y esta se ve desde cualquier ángulo, aunque la luz le pegue de frente».

Así comentaba en una entrevista hace ya varios años este señor que en su juventud jugaba también a la pelota y siempre soñaba antes de la inauguración del Cándido en ser su pizarrero.

«Hay que saber de pelota, estar bien atento. Además saber sumar, y que los números siempre te lleguen con claridad a la mente. Desde aquí vi grandes batazos, pero el más descomunal fue uno de los cuatro que dio Leonel Moa aquel día en un solo juego. Ese récord llevó incluido el planazo más largo que he presenciado aquí. Ojalá la pizarra dure muchos años más. Siempre desde acá habrá historias que contar».

FOTOS: Otilio Rivero, Orlando Durán y Raúl del Pino

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