Más allá de sus cifras y de su histórica  ‘The Catch’, Willie Mays Mays era el referente de grandeza en el diamante. En las décadas de 1950 y 1960, cualquier jugador emergente era comparado con él con la frase: “pero no es Willie Mays”.

El mundo del béisbol está de luto tras la muerte de una de las figuras más emblemáticas y queridas del deporte, a los 93 años. Su familia y los Gigantes de San Francisco confirmaron que el célebre jardinero central falleció el martes por la tarde.

Mays era el miembro más longevo del Salón de la Fama aún con vida, y su carrera estuvo marcada por una combinación única de talento, carisma y entusiasmo que lo hizo destacar en la historia del béisbol.

La habilidad de Mays para atrapar la pelota y sus dinámicas carreras por las bases, con su gorra volando, simbolizaban su alegría y pasión por el juego. Una de sus jugadas más memorables fue su atrapada por encima del hombro durante la Serie Mundial de 1954, una de las hazañas defensivas más icónicas en el béisbol.

El fallecimiento de Mays ocurrió dos días antes de un juego entre los Gigantes y los Cardenales de San Luis, donde se planeaba honrar a las Ligas Negras en el Rickwood Field de Birmingham, Alabama.

“Todo el béisbol de las Grandes Ligas está de luto hoy, cuando nos preparamos para reunirnos en el mismo parque donde comenzó una carrera y un legado como ningún otro”, declaró el comisionado Rob Manfred. “Willie Mays llevó su brillantez en todos los aspectos desde los Black Barons de la Liga Negra Americana hasta la histórica franquicia de los Gigantes, de costa a costa en Nueva York y San Francisco.

“Willie inspiró a generaciones enteras de peloteros y fanáticos a medida que este deporte creció y se ganó de verdad su lugar como nuestro Pasatiempo Nacional… Sus logros y estadísticas increíbles apenas sirven para comenzar a describir la maravilla que era verlo dominar el béisbol en cada forma imaginable. Nunca olvidaremos a este verdadero Gigante, dentro y fuera del terreno”.

Durante sus 22 temporadas, principalmente con los Gigantes de Nueva York y San Francisco, Mays registró impresionantes estadísticas: un promedio de bateo de .302, 660 jonrones, 3,283 hits, más de 2,000 carreras anotadas y 12 Guantes de Oro.

Más allá de sus cifras, Mays era el referente de grandeza en el diamante. En las décadas de 1950 y 1960, cualquier jugador emergente era comparado con él con la frase: “pero no es Willie Mays”.

En una ocasión, Mays confesó que siempre contó con la ayuda de su torpedero y luego manager Alvin Dark, quien le daba señales por la espalda sobre los lanzamientos.

“Mostraba un dedo cuando el lanzamiento era una recta… dos cuando era rompiente”, recordó Mays. “Así podía adelantarme a la pelota”.

Cuando le preguntaron su secreto para ser un buen bateador, Mays respondió: “Lo aprendí observando a (Joe) DiMaggio. Siempre lo imité”.

Mays fue el Novato del Año de la Liga Nacional en 1951 y Jugador Más Valioso en 1954 y 1965. Además, es uno de los pocos jugadores que conectaron más de 50 cuadrangulares en más de una temporada y uno de los 16 que lograron cuatro jonrones en un mismo partido, hazaña que consiguió el 30 de mayo de 1961 en Milwaukee.

“Nunca traté de batear un jonrón a propósito”, dijo una vez. “Si lo intentara, probablemente saldría un elevado de out”.

El legado de Mays no solo está en sus estadísticas, sino en la espectacularidad con la que jugó. Su atrapada en la Serie Mundial de 1954, que ayudó a los Gigantes a ganar el primer partido, es una de las jugadas defensivas más recordadas en la historia del béisbol.

Los Gigantes y los Indios de Cleveland estaban empatados 2-2 en la octava entrada en el Polo Grounds de Nueva York, cuando Vic Wertz conectó un batazo de 400 pies al jardín central. Mays corrió hacia el muro, de espaldas al plato, y atrapó la pelota por encima del hombro, manteniendo el empate. Luego, Dusty Rhodes conectó un jonrón para ganar el partido 5-2 en 10 innings, y los Gigantes barrieron la serie en cuatro juegos.

Mays demostró su talento desde el inicio de su carrera. Después de batear .477 con Minneapolis en la Asociación Americana, fue ascendido a las mayores en mayo de 1951. Aunque no conectó hits en sus primeros 12 turnos, pronto se destacó con un cuadrangular contra Warren Spahn, miembro del Salón de la Fama, ante los Bravos de Boston.

“Me dijo que temía que lo mandara de vuelta (a las menores)”, recordó su entonces manager Leo Durocher. “Dijo con su vocecita, ‘señor Leo, no puedo jugar aquí’. Le respondí, ‘Willie, mientras yo sea el manager, tú eres mi jardinero central’”.

Y así fue durante dos décadas. Después de siete años en Nueva York, Mays y los Gigantes se mudaron a San Francisco tras la temporada de 1957. Luego regresó a Nueva York para terminar su carrera con los Mets en 1972-73.

Al retirarse, Mays estaba entre los líderes históricos en varias categorías: quinto en carreras (2,062), sexto en turnos al bate (10,881), sexto en partidos jugados (2,992), séptimo en remolcadas (1,903), noveno en hits (3,253) y décimo en slugging (.577).

Mays, quien bateó .302 de por vida, ganó el título de bateo de la Liga Nacional en 1954 con un promedio de .345. Su nombre apareció 21 veces en la cima de las categorías importantes de bateo.

El legado de Willie Mays es innegable, y su presencia será eternamente extrañada en el mundo del béisbol.

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Imagen cortesía de Foto: MLB

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