Además de su grandeza y su mística, el béisbol cubano guarda también historias lamentables, como la de aquellas sanciones que sobrevinieron por una llamada de un pelotero emigrado, Rolando Arrojo, a sus compañeros que todavía permanecían en Cuba. Cuando han pasado más de 25 años de los hechos, quienes lo sufrieron en carne propia no pueden olvidar la injusticia.
“Casi todo el mundo me dio la espalda, el INDER, la provincia y el gobierno: nosotros éramos como un polvo, como unos niños que no sabíamos hacer nada”, recordó el exbeisbolista cubano Eduardo Paret, radicado en la actualidad en Miami.
Rolando Arrojo era una estrella de las famosas selecciones nacionales cubanas, un lanzador probado que al momento de su partida tenía récord de 154-98 y efectividad de 3.50, en cuya mente estaba labrarse un futuro, junto a su familia, en otro país.
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Conocido como El Tifón, el lanzador había abandonado una delegación cubana en el exterior en 1996 y cualquier pelotero cubano todavía radicado en la isla que entrase en contacto con él podía sufrir serias consecuencias. Incluso, como ocurrió entonces, la injusticia recayó sobre jugadores que nunca atendieron al teléfono aquel día.
“No puedo olvidar las sanciones que se produjeron cuando fui director del equipo de Villa Clara en la década de los 90. Dijeron que entró una llamada telefónica de Rolando Arrojo [lanzador de Villa Clara que llegó a actuar en Grandes Ligas] y que nosotros la habíamos recibido, pero eso no fue así. Decían que esa llamada la había tomado Osmany García y que estábamos todos nosotros”, contó Pedro Jova.
Jova fue otra de las figuras importantes de aquella historia, un gran atleta devenido exitoso entrenador, pues hizo historia con un equipo Villa Clara que constituyó una dinastía y ganó tres títulos consecutivos en la década de los 90 (1992-1993, 1993-1994, 1994-1995) en los fuertes campeonatos del béisbol cubano.
El desenlace inesperado ocurrió después de la llamada, durante un entrenamiento de la preselección nacional en julio de 1997 para la Copa Intercontinental de Barcelona. Entonces, llegó un Decreto del Instituto Nacional de Cultura Física y Recreación, Inder, que tronchó carreras en apogeo y congeló, por un tiempo, las vidas de varias personas.
“Entonces, sancionaron a Jorge Luis Toca, Eduardo Paret, Osmany García, Ángel López, Jorge Díaz, a los entrenadores Orlando Chinea y Luis Enrique González, y a mí. Nos separaron definitivamente del béisbol y solo podíamos trabajar en el terreno del 26 de julio”, contó Jova.
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“Nos dijeron que habíamos hablado con Rolando Arrojo, eso nunca fue así: el día que eso sucedió yo no estaba en ese lugar, incluso, Arrojo lo ha dicho en entrevistas que le han hecho, que se fue injusto. No nos dieron explicaciones. Éramos unos muchachos que no pensábamos en desertar ni nada de eso. Aquello fue muy molesto para mí y otros más, además de para el pueblo”, recuerda Eduardo Paret.
Una simple llamada de Rolando Arrojo derivó en sanciones draconianas que involucraron a personas que, ni siquiera, estaba aquella vez presentes. De estrellas, se convirtieron en marginados y fueron apartado de lo que era su vida, el béisbol.
“Estuvimos como ocho meses sin hacer nada, pero después, por nuestra actitud, Raúl Castro mandó una carta al gobierno para reincorporarnos. Estaba decepcionado, hasta que Humberto Rodríguez, como presidente del INDER, me envió para Italia y estuve 17 años allá”, narra Pedro Jova.
“Qué tendrá que ver un saludo o una conversación que nada tenía que ver con terrorismo, o no sé qué. Fueron cosas absurdas y malas que jamás olvidaré. Fue una mierda lo que nos hicieron”, contó, con dolor, Paret.
Pocos de aquellos sancionados volvieron a jugar en Cuba después de la sanción. Según Fernando Rodríguez Álvarez, solo Paret y Jorge “La Araña” Díaz, aunque el primero fue el único que terminó su carrera en Cuba.
Pero antes de que Eduardo Paret volviera a pisar los terrenos y continuara una carrera gloriosa que lo convirtió en leyenda del béisbol cubano, vivió algunos de los más duros momentos que recuerde.
Eduardo Paret: “después de la sanción me hice más fuerte, mejor persona y más hombre”
“Eso condujo a que nos vieran como lo más malo que había en la vida. Casi todo el mundo me dio la espalda, el INDER, la provincia y el gobierno, nosotros éramos como un polvo, como unos niños que no sabíamos hacer nada. Pasé momentos malos que yo solo sé. Quien tiene un hijo sabe lo que repercute que te lo boten de algún lugar,” dice.
Paret volvió a la pelota en la temporada 1998-1999, pero lo mantuvieron alejado del equipo Cuba hasta 2001, como si una mano invisible mantuviera la sanción sobre él.
“En el 2000 también tuve rendimientos, me bajaron del avión como aquel que dice y no me llevaron a los Juegos Olímpicos. Tengo entendido que Fidel fue quien intercedió para que yo volviera al béisbol cubano al preguntar por mí. No soy rencoroso, le di una galleta sin manos a mucha gente. Sé quiénes fueron los que siempre estuvieron ahí y me apoyaron, sobre todo mi familia y otras amistades”, confiesa el mítico jugador de la isla.
Tantos años después, Paret tiene claro lo que aprendió de una medida arbitraria e injusta que le marcó para siempre.
“Todo lo llevo en mi corazón porque, posiblemente, los que están molestos sean ellos porque los que querían verme hecho tierra no me vieron. Si los veo por ahí, ellos por allá y yo por acá. Gracias a Dios después de la sanción me hice más fuerte, mejor persona y más hombre”, concluyó.
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