El deporte que más se practica en Cuba, en cualquier formato, ha vuelto a pasar casi desapercibido. Se juega donde sea: en una calle, en un parque, en cuatro esquinas, en la Ciudad Deportiva, en canchas de básquet, en la playa, en el campo, en un placer, en tabloncillos. Organizado o no, no importa. Es fuente de entretenimiento y goza de popularidad. En esta ocasión hablamos de la variante del fútbol sala.

Hace unos días concluyó la XII edición del Campeonato Nacional de esta disciplina. Quizás se acaba de enterar o se perdió los resultados finales porque no hubo muchas posibilidades de seguir el torneo, o no se encontró mucha información al respecto. De residir fuera de la capital, seguro no supo de este evento si no era cercano a alguno de los competidores.

La Habana volvió a apoderarse del título, escoltada por Ciego de Ávila e Industriales (el otro conjunto capitalino), luego de imponerse en una final trepidante que llegó a estar ganando 6-1 y terminó ganando 6-4, con apuros.

Los Azules de nuestro fútsal tuvieron que ir a tiempo extra para arrebatarle el bronce a un equipo de Pinar que perdió los dos únicos juegos que no debía perder, y debió conformarse con regresar a casa con el diploma debajo del brazo y el sabor de haber terminado invictos en la fase de grupos.

Los capitalinos se llevaron casi todos los lauros, con Jorge Yasser Pérez como goleador, Roger Moratón como mejor jugador, Brennieth Suárez de mejor guardameta y Fidel Hernández como el seleccionador más destacado.

Más allá de todo esto y los siempre interesantes performances de Granma y Villa Clara, el torneo, una vez más, no trascendió. Y eso que se pensó para que fuera el colofón de una serie de eventos que comenzaron por la Copa Gelabert, pasando por el Campeonato Provincial de La Habana (y el resto de las provincias) y otros torneos que acogió la sala Kid Chocolate, hogar de este deporte en Cuba.

La cobertura mediática fue deficiente. La televisión hizo oídos sordos y no transmitió un solo juego, además de presentar escasos reportes de los resultados. La radio tuvo solo en la emisora COCO a perenne transmisor de los juegos de La Habana y en la actualización de los resultados, lo cual sirvió de apoyatura a otros que divulgaron ciertas cosas del torneo.

Con la prensa impresa tampoco fue distinto. El campeonato comenzó un domingo y el miércoles apareció una nota anunciando que el torneo había empezado. Todavía nos preguntamos por qué los chicos prefieren al Madrid y a Cristiano, a Messi y al Barcelona (quizás en unos días sigan más a la Juventus de Turín).

La Kid Chocolate, escenario perpetuo de estos clásicos del indoor football, nos volvió a recibir en penumbras, con una iluminación parpadeante, sin pizarra y, esta vez sin goteras, porque no llovió. La reparación que se le hizo para un Panamericano de balonmano pasado no durará para toda la vida, y quizás es hora de «pasarle la mano» nuevamente.

Además de la escasa divulgación, los horarios tampoco favorecieron la afluencia de público. Al contrario de los Campeonatos Provinciales -que comienzan su programa sobre las 4 de la tarde, dejando el juego estelar para alrededor de las 7 de la noche-, acá el último desafío se desarrollaba apenas a las 4:30 pm, un horario imposible para facilitar la asistencia del respetable. Tal parece que el Campeonato Provincial de La Habana es superior al Nacional de Cuba.

¿Hasta cuándo se seguirá soslayando este deporte? Esto es un claro ejemplo de no saber canalizar lo que se tiene. Cinco clasificaciones a Campeonatos Mundiales de este deporte dicen a las claras que, no importa lo que les tiren, el fútbol sala siempre va a batear de hit.