En un juego donde se le cayó el maquillaje al beisbol cubano, los caballos orientales de Granma derrotaron 12 carreras por 11 a los cocodrilos matanceros en su propio ruedo para empatar la serie semifinal y, de paso, recoger la bandera de la confianza que dormía en el fango desde la noche anterior.

Increíble. Esa es la única palabra que se me ocurre para resumir un partido donde ha quedado al desnudo las deficiencias de nuestro pasatiempo nacional. Una friolera de bases por bolas (10) en un juego de play off, donde batallan equipos reforzados y recontra reforzados; errores que pululan en el terreno y desfiles interminables de lanzadores por el montículo, alimentan la vergüenza de los aficionados y las dudas sobre aspiraciones futuras en contiendas internacionales.

Granma se llevó la victoria y se desangró en el terreno. Carlos Martí, en acto desesperado, no tuvo más remedio que traer a su tercer abridor (Alain Sánchez) para sofocar una rebelión de cocodrilos en la sexta entrada donde marcaron la cantidad (increíble) de nueve carreras.

En la primera parte del partido una estampida de caballos salvajes se desbocó sobre los envíos del lanzador abridor Roy Hernández (líder en promedio de carreras limpias de la serie con 1.69), quien perdió la pugna con sus presiones internas y no pudo con su pre-arranque de competencia, aceptando 5 carreras en 3 entradas y un tercio de labor.

A la altura del sexto capítulo, los alazanes parecían que aplastarían sin piedad a los cocodrilos. La pizarra marcaba un 11×2 a su favor, el público se marchaba en retirada por los pasillos y el montículo local era una pasarela donde habían desfilado —sin suerte alguna— un total de seis relevistas matanceros.

Pero, al cierre de ese episodio, la debacle del pitcheo oriental fue notoria. Ulfrido García, abridor por los alazanes, inestable y descontrolado desde el comienzo, explotó con ruido después de otorgar su cuarto boleto de la noche y tolerar tres indiscutibles seguidos. Luego vendrían Yosver Zulueta, Raidel Martínez y más tarde Sánchez, quien apagó finalmente el fuego. Pero ya el daño estaba hecho: Mtanzas había marcado nueve veces en el episodio y el marcador se igualaba a once anotaciones.

La puntilla al ataúd de los matanceros llegaría en la entrada de la suerte, luego de un sencillo del mascara Yulexis La Rosa (de 5-4 y 2 impulsadas), sacrificio de Raico Santos, hit de Roel y pass ball de Ariel Martínez.

Los caballos conectaron un total de 17 indiscutibles (increíble) y exceptuando a Geydi Soler (casi convertido en el villano del choque con su error de tres carreras en la sexta entrada), todos los regulares se fueron con al menos uno; con destaque para Roel Santos con 4 y Guillermo Avilés con par de cuadrangulares.

Por los matanceros, Yorbis Borroto (jonrón y tres impulsadas) y Yasiel Santoya (3 imparables), fueron los más destacados.

La victoria granmense supuestamente los coloca en una buena posición. Un empate en tierras foráneas es un buen resultado. Sin embargo, la pérdida del abridor reservado para el domingo rompe estrategias, levanta dudas y puede ponerle el cartelito de ¨victoria pírrica¨ a lo ocurrido este viernes en el terreno de juego. Quizás Carlos Martí, ahora mismo, esté anhelando viajar en el tiempo para escoger un lanzador abridor en la ronda de los refuerzos, pero la verdad es que el béisbol es un deporte impredecible y siempre nos depara sorpresas. Nos vemos en el estadio.

LO MEJOR DEL PARTIDO: La ofensiva de Granma.

LO PEOR DEL PATIDO: El descontrol de los lanzadores granmenses.

LO INEXPLICABLE: La asistencia del público matancero (casi la mitad del primer día)

EL APLAUSO: Para la combatividad de los cocodrilos.