Por emocionantes, por importantes, por históricos y porque los puedes encontrar en YouTube: hay algunos jonrones históricos de la pelota cubana, dentro y fuera de Cuba, que vale la pena recordar en estos días de cuarentena.

Con los aficionados avocados a la nostalgia por la escasez de acción deportiva, quizá llegó el momento de sentarse y repasar algunos vuelacercas que nos hicieron estremecer a nosotros, o a nuestros padres, quienes nos contaron sobre la situación del juego o el momento preciso en que la pelota sobrepasó la barda.

No es una lista definitiva. Repetimos, no es una lista definitiva, porque en el béisbol no hay opiniones concluyentes y cada uno hace su propia lista. Así que aquí va la nuestra.

Jonrón de Agustín Marquetti en 1986 a Rogelio García

Nos parece que todo se ha dicho ya sobre el mítico jonronazo al lanzador pinareño Rogelio García, con el cual Industriales dejó en el campo a Vegueros y se llevó la corona un 19 de enero de 1986.

El debut de lo que se considera como la primera postemporada oficial, nos trajo uno de los momentos más trascendentales del béisbol cubano en general. A diferencia de cómo se estipuló años más tarde, esta tuvo un formato de round robin que vio a dos equipos clásicos, Industriales y Vegueros, enfrentarse en el último día para definir el título.

Fue un partido épico que tuvo altibajos para ambos conjuntos, cuyo desenlace llegó cuando el veterano Agustín Marquetti mandó a volar uno de los envíos del diestro pinareño Rogelio García más allá de las cercas, con lo cual dejó al campo a los Vegueros, para que Industriales ganara el campeonato. La explosión de júbilo de la afición capitalina fue, sencillamente, extraordinaria.

En el imaginario popular quedó grabado el momento preciso en que Marquetti conecta la pelota, que después abandona el estadio más famoso de Cuba, ante una multitud enardecida.

Desde el televisor se escuchaba la voz de Eddy Martin, cuando dijo: ¡Jonrón de Agustín Marquetti, se acabó el campeonato!

Bambinazo de Lourdes Gurriel en 1988

Lourdes Gurriel, uno de los grandes peloteros cubanos de la historia, fue considerado también un jugador muy oportuno. Parecía hecho para los momentos definitorios, esos que pasan a la posteridad.

Si de bambinazos se trata, pues en la pelota cubana no se olvida aquel célebre jonrón que dio ante Estados Unidos en la Copa Mundial de Italia-1988, por la cual fue bautizado como el “Héroe de Parma”. No decidió el desafío, pero sin aquella conexión, Cuba hubiera sucumbido ante los estadounidenses.

También recordaremos la voz de Héctor Rodríguez como narrador, y su sentencia: “Gurriel, otra vez, en el momento clave, desaparece la pelota”.

Antonio Pacheco en 2001

El inolvidable capitán Antonio Pacheco le conectó un jonrón más memorable aún al rascacielos Pedro Luis Lazo, en una final entre Santiago de Cuba y Pinar del Río.

Aquejado de  sacrolumbalgia, el segunda base salió del banco para desaparecerle la pelota al pícher más ganador de la pelota cubana, y de esta manera sepultar las aspiraciones de los pativerdes. Aquel sería el último título de los tres consecutivos que Santiago hilvanó de 1999 a 2001.

Omar Linares en Winnipeg 1999

No había lucido bien Cuba en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, y en especial algunas de sus figuras importantes como Omar Linares. Pero “El Niño”, cuando se equipo más lo necesitaba, respondió.

Ni fue el clásico batazo que cierra el juego, pero si ocurrió en un momento decisivo, en semifinales, con el marcador en contra y ante Canadá, la novena anfitriona.

Con dos carreras por debajo, Linares despachó una pelota más allá de las cercas, con dos corredores en circulación, mientras el conocido comentarista Pacheco decía: “¡Bótala, Linares, ¡bótala mil veces!”.

De esa manera, Cuba obtuvo el pase a la final y el boleto a los Juegos Olímpicos de Sidney 2000.

Antonio Muñoz en 1980

Un bambinazo para rememorar y guardar, en un partido decidido por la mínima. Antonio Muñoz, uno de los grandes toleteros cubanos de todos los tiempos, se encargó de sentenciar el duelo ante los japones con su bate.

Desde la lomita, Braudilio Vinent maniató a lo rivales, pero el Gigante del Escambray puso su sello en un repleto estadio Tokio Dome. Cuba se llevó el triunfo una por cero, y con este el mundial de 1980.

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Imagen cortesía de Pedro Enriquez Rodríguez Uz
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