En la madrugada de este domingo, 25 de julio, recordé porque los Juegos Olímpicos son especiales. Justo a las 12 de la noche, hora de Cuba, una de la tarde en Japón, comenzó una extenuante carrera que me mantuvo despierto, a pesar de vivir una agotadora jornada, durante alrededor de cuatro horas.

El ciclismo de ruta de los Juegos Olímpicos provocó mi atención constante. Por supuesto, el eje central de esta historia es la granmense Arlenys Sierra, quien se aventuró a pedalear 137 km sin un equipo que la apoyara, sola, pero con el coraje suficiente para mantenerse en el grupo de élite por más de tres horas.

Sí, la cubana, aunque entró en el 34, un tanto rezagada, peleó contra las “duras”, por más de una ocasión pude verla pedalazo a pedalazo con una holandesa, o cualquiera de las otras “favoritas”, que tenían un equipo, pero le faltaba lo que le sobró a la cubana: un corazón que no le cupo en el pecho.

Después de un inicio tranquilo, en el que Japón enseñó al mundo las maravillas de su ciudad, y por fin el público pudo disfrutar de una competencia olímpica, los que estábamos en Cuba, expectantes, tuvimos que enfrentar los inquietantes cambios de deportes que ofrecía Tele Rebelde, primero al Vóley de Playa y luego al Clavado. Mientras, los nervios exigían revisar las frías estadísticas que ofrece la página oficial.

Durante uno de esos “oportunos pases”, la transmisión regaló un primer plano de Arlenys Sierra. En ese momento se había descolgado del pelotón, pedaleaba junto a una americana, y como si supiese que en Cuba la estaban viendo, respiró, se olvidó del sofocante calor y encaró la loma con una fuerza brutal. Tal vez, fue el empujón de miles de cubanos que la quieren bien, que confían, y saben que ese resultado está bañado en un sudor dorado.

Los organizadores no la pusieron fácil. El recorrido tuvo una complejidad alta, con cinco ascensos a elevaciones impresionantes. La primera de ella fue Doshi Road, con una altura sobre el nivel del mar de 1121 metros. El segundo pico fue en Kagosaka Pass, con 1111 metros. En el tercer tramo de escalada estuvo la mayor elevación con una altura de 1451 metros, eso ocurrió en Fuji Sanroku. Las dos últimas fueron en Mikuni Pass y Kagosaka Pass, con alturas de 1171 m y 1111 m, respectivamente.

Arlenys Sierra registró tiempo de 3:59:47, arribando a la línea de meta siete minutos y dos segundos después de que lo hiciera la campeona. La ejecución del tramo final, con una soberbia vergüenza deportiva, pedaleando como si discutiera una medalla, dejó una imagen de campeona, de luchadora incansable.

En una increíble escapada, que le permitió dominar la competencia de principio a fin, la austriaca Anna Kiesenhofer, contra todo pronóstico, consiguió entrar en la primera posición, para convertirse en la campeona del ciclismo de ruta olímpico, relegando a la favorita, Annemiek van Vleuten a la segunda posición, mientras la italiana, Elisa Longo, completó el podio.

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Imagen cortesía de Hansel Leyva