No pudo tener un mejor final la Serie Nacional número 61 con la coronación de los Alazanes de Granma por segunda temporada consecutiva. Par de victorias en casa cuando estaban a una derrota de entregarles el título a sus rivales matanceros, no solo es una hazaña épica que enloqueció a sus fieles reunidos en el estadio Mártires de Barbados, sino que constituyó un récord para nuestros campeonatos domésticos.

Esta fue la cuarta ocasión que su manager Carlos Martí los encarama en lo más alto del podio (2017, 2018, 2021, 2022), para convertirse en el segundo director más laureado de la historia en campeonatos nacionales, igualado con el mítico Ramón Carneado de Industriales y el santiaguero Higinio Vélez, solos superado por el pinareño Jorge Fuentes con cinco galardones.

Fue el colofón de un clásico beisbolero que aunque dejó varios sinsabores, demostró una vez más que el béisbol está arraigado hasta los tuétanos en la humanidad de los cubanos, y que a pesar de los fantasmas que lo atacan desde hace años, sigue siendo el mayor espectáculo deportivo de este país.

Lo vivido en este playoff final fue una prueba irrefutable. Partidos desarrollados en horario laboral (2.00 p.m.) bajo un sol terrible no impidieron la asistencia de los aficionados en ninguna de las dos sedes, reunidos allí varias horas antes del inicio de los partidos y olvidando por un momento las carencias, los odiados apagones, y las vicisitudes que están sufriendo por estos días de graves crisis económicas.

La serie fue atípica por la fecha en que tuvo que realizarse, producto de la pandemia del coronavirus que acató fuerte al país el año pasado, y esto conspiró contra la calidad del certamen. Varias de las principales figuras de los equipos en pugna abandonaron la contienda para cumplir contratos profesionales en otras ligas, ausencias que se sumaron a las ya tradicionales por el tema migratorio.

Estos hechos dignificaron más el éxito de los dos conjuntos finalistas, obligados a sacar “conejos de la chistera” para mantenerse a flote. Atletas con muy poca participación en la temporada regular tuvieron que asumir protagonismos, demostrando una vez más que en Cuba, no obstante ser una isla muy pequeña, los peloteros se dan como la mala hierba en los caminos.

El gran sentido de pertenencia de los aficionados con sus equipos provinciales apuntalado por el regionalismo imperante desde épocas remotas, la ayuda de las redes sociales donde se desplegó una extensa propaganda del torneo con la creación de grupos afines, y el surgimiento de miles de “periodistas sin papeles” que emitían criterios diarios y avivaban polémicas; ayudaron a borrar las manchas que aún tiene nuestro torneo beisbolero.

No hay dudas que la Serie Nacional cumplió su objetivo, a pesar de los juegos diurnos, de las dobles carteleras a siete capítulos que estremecen las estadísticas, de las indisciplinas y protestas constantes, y sobre todo, de un arbitraje con fisuras que provocó muchas molestias a lo largo del campeonato y que dejó una mala imagen en el partido decisivo, con una decisión errónea que será recordada por mucho tiempo.

Ahora tendremos que esperar 15 meses hasta el inicio de la próxima campaña, y aunque varios peloteros integrarán las filas de los nuevos equipos para la Liga Élite prevista para iniciarse en el mes de octubre, la mayoría de ellos tendrán un largo y peligroso descanso que puede repercutir en su desarrollo.

Cierto es que todos tienen la esperanza de participar en las próximas series provinciales y los más jóvenes en el campeonato sub-23, pero hasta este momento ninguna de esos torneos está garantizado por la situación actual del país, aunque este último tiene fecha tentativa de comienzo el venidero 16 de julio. Nos vemos en el estadio.

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Imagen cortesía de CNC TV Granma