Del aeropuerto a la ciudad, por la avenida Boyeros, en la intersección con Vía Blanca, hay una rotonda y una gran fuente, conocida como “El Bidé de Paulina”. En su esquina noroeste se levanta una edificación, poco visible: el Instituto de Medicina Legal.  En una de sus oficinas suena el teléfono. El antropólogo forense, Dr. Machado Mendoza es llamado a trabajar. Su tarea es identificar los restos de los fallecidos en un accidente. Tras veinte años de trabajo, reúne experiencia suficiente para asumir la responsabilidad. En el país solo hay tres personas con esa categoría, y él es uno de ellos.

Sin embargo, menos conocido es el trabajo de Machado en la identificación de los restos de Cristóbal Torriente, el legendario pelotero muerto en 1938, y exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown, New York.

En febrero de 2018, le llaman a la oficina amantes del beisbol. Tienen datos que niegan la tesis del enterramiento de Torriente en un cementerio de Estados Unidos. Allá, hay una lápida con su nombre.

La investigación sobre la presencia de restos de peloteros cubanos en la Necrópolis de Colón la comienza el Dr. Oscar Fernández Flores, en 2016. Su intención se salda con el descubrimiento de los nombres de 154 deportistas, entre ellos Cristóbal Torriente, pero hay dudas.  De manera expedita, sepultureros y funcionarios señalan al Dr. Machado Mendoza como el hombre idóneo para resolver el enigma.

Fernández Flores busca los restos de Cristóbal Torriente.  Durante la investigación, encuentra en el panteón de la Asociación Cristiana de Players, Umpires y Manager de Baseball profesional, un osario con el nombre Cristóbal Torriente, con fecha de muerte del 11 de abril de 1938.  A partir de la duda surge una pregunta: ¿dónde está reportado que lo trajeran a Cuba, si los restos parecen sepultados en Estados Unidos? Ante la duda, la única solución era estudiar los despojos.

Es el momento en que el Dr. Machado es contactado. Para el antropólogo forense, la investigación sobre una gloria del beisbol es un estímulo. De niño le apasiona y solo espera el momento de cooperar en su redención, que llega con la propuesta.

Investiga los restos con profundidad. Clasifica y recoge los datos existentes.

http://playoffmagazine.com/esteban-bellan-la-busqueda-del-pelotero-perdido/

Para fortuna de los investigadores, en un diario republicano guardado por un fanático, de esos que archivan datos y hechos históricos, se dice que los restos de Torriente están en Cuba. Llegaron en la década del 50. Lo publica el periódico Hoy. Los restos fueron trasladados desde Estados Unidos, gracias a colecta popular encabezada por Martín Dihigo, otra gloria del deporte. 

Una investigación antropológica forense tiene varios protocolos de trabajo, explica Machado. En Torriente, los restos de una persona están solas en una caja. O sea, luego de comprobar esto, y no varios, como con José de la Caridad Méndez. En el caso de Torriente, todo corresponde anatómicamente. Eso es lo primero a comprobar. ¿Cuántos restos hay en la sepultura que revisas?  Un investigador establece parámetros, en este caso, sexo, estatura, edad calculada y raza.  En raza, cuando se dice negro, molesta a ciertas personas. Pero es una diferencia en lo forense. 

Esos cuatro elementos te orientan. Por ejemplo, si las conclusiones indican un individuo blanco, se acabó. Ese no es. Entonces vas con esas cuatro herramientas a ver si coinciden y después, a la identificación total, a ver si es quién crees.

Para eso hacen falta datos de Torriente. Si no conoces a Torriente y no hay foto; si nadie describe cómo era, entonces se complica el caso. Es como investigar los restos de Hatuey. ¿Alguien sabe cómo fue Hatuey? ¿Grande, chiquito, cabezón o cabecita? Afortunadamente, hay fotos de Torriente. Machado refiere una, parado, con un bate en la mano, y otra apoyado en los bates. A partir de ahí, calcula estatura. 

La leyenda habla de un individuo de seis pies de estatura. Error. Torriente midió 170 centímetros.  En otras fotografías, al compararlo de pie al lado de sus compañeros, no era el más alto. Nadie sabe de dónde sale el mito de las estaturas de los grandes hombres de la historia, deportistas, militares, o políticos.  Un ejemplo: Antonio Maceo midió 172 centímetros, y también dicen que midió seis pies.

Se identifica a Cristóbal Torriente. Los parámetros coincidían. Estatura, raza, años aproximado de vida. Hay fotos. Se hizo un montaje de cráneo foto. Teníamos los restos de una sola persona en una caja. Y se concluye: es él. Los restos de esta gloria deportiva descansan en su patria.

Pero, no siempre es así. Ese fue un caso sencillo. Sin embargo, ¿qué sucede cuando hay varios cadáveres en una caja como con Esteban Bellán? ¿O cuando están en una fosa común, como José de la Caridad Méndez?

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