El béisbol cubano perdió a un jugador histórico, Miguel Cuevas, uno de los ídolos de aquellos primeros años de las Series Nacionales.

Su nombre desprende respeto y admiración entre sus contemporáneos que lo han venerado como uno de los mejores hijos de su época. No es para menos, pues era uno de los sobrevivientes de una etapa romántica de la pelota de la isla, a la cual el imaginario popular le achaca un matiz casi mitológico.

Algunos lo conocían por “Don Miguel” o “El Tambor Mayor”, ambos epítetos popularizados por el genial Bobby Salamanca y que reflejan cuán temible era en el terreno.

Miguel Cuevas: el béisbol siempre ha sido un negocio y eso no podemos seguir negándolo

Miguel Cuevas nació en Santa Cruz del Sur en el año 1935, aunque al poco tiempo su familia se trasladó a Florida buscando mejores oportunidades de trabajo. Fue el menor de nueve hermanos y su nombre fue motivo de disputa entre sus padrinos, lo que conllevó a que lo bautizaran como Sol Miguel para quedar bien con ambos de manera salomónica.

El expelotero jugó durante 13 Series Nacionales, en las cuales, acumuló más de 3000 veces al bate y pegó 888 hits.

Después del retiro, fungió como entrenador, dirigió Camagüey en las Series 78–79 y 80–81. Según nos confesó en una entrevista, no le gustó hacerlo, pero que quizás, una de las cosas que le quedó por hacer en la vida fue dirigir por más años.

Al morir, tenía 89 años, y deja huella en el béisbol cubano.

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Imagen cortesía de Foto: María Caridad Lamela

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