Francia es esa alarma que cuando mejor estas durmiendo te recuerda que tienes que regresar a la realidad. Estas teniendo un sueño con la chica que te gusta y llega Francia con ese sonido tan estridente e inesperado para darte un golpe de realidad.

Desde el 2018, se ha convertido en el despertador del Mundial. Todos y cada uno de los rivales que enfrentó llegaban en pleno trance de un sueño profundo; imaginaban que levantaban la Copa después de ganar el séptimo partido, pero La Marsellesa los despertó y los mandó de regreso a la triste realidad.

Argentina, Uruguay, Bélgica, Croacia, Polonia, Inglaterra y finalmente Marruecos, todos, levantados de la cama por el despertador francés.

Es Francia un asesino a sueldo. Tiene como encargo cada selección que aspire a ganar la Copa del Mundo. Pero a Le Blues no le gusta generar masacres, incluso le gusta dar esperanzas de vida. Te avisa que va a terminar con tu vida, pero realiza el ejercicio con sigilo. Es un equipo rápido, efectivo, pragmático, sin armar baños de sangre. Una corrida de Mbappé, una asistencia de Griezmann, una salvada de Lloris: poco necesita el equipo de Deschamps para terminar con tu vida.

Marruecos llegó con toda la esperanza a las semifinales de la Copa del Mundo. Con la grada repleta de compatriotas y con todo un continente alentándolos. La historia ya estaba hecha, pero podían seguir agrandándola. Aferrados a su capacidad defensiva aspiraban a destronar a Francia.

Regragui decidió jugar con 5 defensas, cambiando su sistema a un 5-4-1. La idea seguramente tenía que ver con hacer que Hakimi no estuviera solo contra Mbappé, siempre un hombre extra para controlar al crack francés.

Pero la medida naufragó porque al tener un hombre menos en el medio expuso más a sus centrales y le dio más libertad a Griezmann. Por eso a los cinco ya estaba perdiendo. Griezmann se le escondió a El Yamiq lo hizo salir, medir mal y dejar un espacio tremendo para poder atacar. La jugada terminó con una pirueta de Theo que fue el primer gol que recibía Marruecos en la Copa del Mundo de un jugador rival.

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A los pocos minutos, a Regragui se le complicó todavía más la noche. Su capitán Roman Saiss tenía que salir. El central había estirado al máximo para poder jugar a pesar de la lesión que arrastraba, pero no pudo más. Al final el cambio les vino bien a los magrebíes, pues volvieron al 4-1-4-1 y ganaron con la entrada de ese hombre extra en el medio.

Marruecos, si de algo no se murió, fue de miedo. Por primera vez ante la necesidad de remar con la marea en contra lo hicieron con todo. Ouhani, Amrabat, Ziyeh, Hakimi y Buaffal empezaron a combinar, a moverse, pasaron de ser un equipo conservador a uno que se movió en un futbol líquido haciendo sufrir a Francia. Estaban amenazados por la capacidad de los galos de transitar, pero iban a todas. Hubo un balón al palo de Giroud, una chilena a la madera de El Yamiq. Un partido que comenzó con Francia dominando y poco a poco se convirtió en un asedio marroquí.

En el segundo tiempo, los africanos fueron a por todas. Subieron el volumen por fuera. Por la derecha con la movilidad de Ziyech, Ounahi y Hakimi. Siempre bien complementados para atacar a un Theo que se veía e inferioridad numérica, pues Mbappé siempre se quedaba descolgado. En la izquierda, Boffual se las arreglaba para que su cintura armará lío.

Francia resistía con Lloris bajo palos, Konaté defendiendo el área más dos colosales Griezmann y Tchouaméni. El del Atlético de Madrid hizo de todo. Retuvo el balón, inició, prolongó transiciones, defendió su área, parecía había más de un Antoine en el campo. Una actuación de hemeroteca. También estuvo imperial el mediocentro del Madrid, lanzando contragolpes y ganando siempre en la frontal o dentro de su propia área.

Mereció en algún momento el empate Marruecos, pero con el paso de los minutos se le empezó a agotar el combustible. Los cambios franceses le vinieron bien a la campeona del Mundo. Deschamps, viendo la sangría en la izquierda, decidió sacar a Giruod, que Mbappé fuera a la punta del ataque y que Thuram jugará en banda. Así, no perdía amenaza en la espalda de Hakimi y tenía un jugador para ayudar al desbordado Theo.

Apretó y apretó Marruecos con la grada volcada en su favor, pero el que remató el partido fue Francia. Kolo Muani terminó una gran acción de Mbappé para hacer sonar el despertador marroquí. Se acabó el sueño africano, aunque todavía les queda uno más pequeño: ser tercer lugar.

Francia de nuevo esta en la final, la próxima alarma le toca a Argentina. La albiceleste tiene a Messi, el hombre que a sus 35 ha detenido el tiempo, le tocará ahora silenciar al despertador francés para despertar a la hora que quiera y que el sueño de ser campeón del mundo se transforme en realidad. Si no, serán los galos otra vez los dueños del fútbol mundial.

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Imagen cortesía de Los jugadores franceses celebran la clasificación para su segunda final consecutiva de un Mundial Martin Meissner