Cuando han transcurrido 13 jornadas de LaLiga en España y el sorprendente Girona es líder, ronda la pregunta: ¿es un “nuevo caso” Leicester City, aquel campeón inesperado que tuvo la Liga Premier?   

A los aficionados del fútbol poco nos reconforta más que el hecho de que un equipo chico construya una historia inesperada. Nos inspiran las narrativas que nos devuelven la ilusión de que nada es imposible. Sucesos que dependen de la alineación de muchos astros para que los milagros vean la luz, pero nos permiten soñar con que en nuestras normales vidas también pueden suceder. 

El Leicester City de la temporada 2015-2016 fue el último David que tomó las tierras de Goliat cuando ganó la Premier League. Cada vez que aparece un underdog en cualquier liga nos remontamos al recuerdo de esos fantásticos “Foxes”. 

Recuerdo muy bien aquella temporada. Por aquel entonces, solía ver la Premier League en un lugar de La Habana que llevaba el nombre de la Bombonera. Además del nombre del mítico estadio bonaerense, lo único igual al templo de Boca que tenía ese apartamento es que no temblaba, sino que latía puro deporte.  

Sostenido por dos columnas de madera, sin un rastro de pintura, ni una losa en su piso, aquella casa parecía inhabitable, pero tenía algo que el resto de los mortales no poseíamos: una antena parabólica desde la cual se podía ver deportes de todos lados del mundo en un plasma de 50 pulgadas que no tenía nada que ver con la decoración del resto del inmueble. 

Allí disfrute del Leicester campeón, equipo que en agosto de 2015 casi ni conocía y del cual, ya en noviembre de ese mismo año, podía recitar su alineación de memoria. Un equipo que viajó en solo dos años desde la segunda división inglesa hasta la cima de la Premier. Un club con un carisma especial, comenzando por su fallecido dueño malayo Aiyawatt Srivaddhanaprabha y pasando por su septuagenario entrenador Claudio Ranieri de extensa carrera por varios de los mejores clubes del mundo sin un título de liga.  

Eran jugadores semidesconocidos como N’Golo Kanté que había recién llegado de la segunda de Francia junto con Mahrez, Vardy que había pasado de batirse a puñetazos en los pub de Sheffield a goleador de la Premier o incluso, tenían un jugador que la traducción de su apellido era tomar agua( Drinkwater). 

Eran una pandilla que antes de arrancar la temporada estaban valorados en solo 70 millones de euros, muchísimos menos que el City o el United. Las casas de apuestas pagaban 5000 a 1 la victoria en la Premier del Leicester, por eso en el imaginario popular son tan recordados. 

Este año, 9 campañas más tarde parece que puede haber otra historia similar, encarnada por un club pequeñísimo de Catalunya. Girona está situada a 100 km de la gran Barcelona. Como el Leicester, ascendieron hace dos temporadas cuando no se esperaban que lo hicieran, pues cuando su actual entrenador los toma en segunda división estaban en puestos de descenso. Ahora, son líderes de LaLiga por delante del Real Madrid, Atlético de Madrid y Barcelona, y son el equipo más goleador de la campaña en España.  

El Girona suma ya 11 victorias en este curso y está solo a dos de igualar la cantidad lograda un año antes, cuando terminaron décimos con 49 puntos: ahora tienen 34. Solo un empate ante la Real Sociedad de visita y una derrota ante el Real Madrid tienen como mancha en su recorrido liguero, y han ganado siete encuentros a domicilio de manera consecutiva, hito solo al alcance de merengues y culés. 

El Girona y el Leicester comparten la heroicidad de competirle a equipos que los doblan o triplican en presupuesto, pero no en las formas en la que luchan contra ellos. 

La primera gran diferencia es que el Leicester City no tenía un hermano mayor que les proporcionará ayuda. El Girona sí, pertenecen al City Group, encabezados por el Manchester City y que tienen clubes en todos los continentes. Esto les permite a los catalanes poder acceder a un mercado a coste cero que los foxes no tuvieron. Pero la gran diferencia es la manera en la que juegan. 

Los ingleses eran un equipo reactivo. Su primer objetivo era la puerta a cero. Tanto así que Ranieri invitó al equipo a comer pizza cuando consiguieron su primer clean sheet en la temporada. No olvidemos que la primera pretensión en el 2016 del Leicester era mantenerse en Premier. Por eso eran un equipo armado para contener más que atacar. Solo recibieron 35 goles ese año, marcaron 68, la cifra más baja de un campeón en este siglo. No buscaban tener la pelota, ni jugar en campo rival, sino contraatacar y salir rápido con Mahrez, Vardy, Okazaki o Albrigthon. Entregaban la posesión para atacar el espacio, promediaron solo el 42.7% de tenencia de balón durante sus partidos. 

El Girona es todo lo contrario, pues quieren la pelota, como lo demuestra el 56.6% de posición de balón por partido, el cuarto de la Liga. Su entrenador Michel se vio en el inicio de la temporada durante un cooling break arengado a sus jugadores a dar más de dos toques por intervención: les pide que sean valientes con la pelota. El Girona tiene 11.76 segundos como promedio de secuencias de balón antes de perderla o finalizar una jugada y son el tercero del torneo solo superado por Madrid y Barcelona, mientras es el sexto con más recuperaciones en campo rival que terminan en disparo. 

Un equipo construido desde el balón que piensa en la portería rival, por eso tiene 30 goles está temporada y su gran problema es que han recibido 16. El Leicester camino al título solo encajó 36, menos de uno por partido. 

Para suerte de los catalanes, han mostrado capacidad ante la adversidad al remontar varios partidos que comenzaron perdiendo: Osasuna, Almería son dos ejemplos. El Leicester también tuvo esa fortaleza cuando sufrió una plaga de lesiones en el tramo final de la temporada: varios suplentes encabezados por el Ulloa dieron el do de pecho para mantenerlos en carrera. 

¿Puede el Girona emular al Leicester? 

Los Foxes además de hacer una temporada impresionante contaron con una Premier League de un nivel bajísimo por varios de sus protagonistas. Ganó con “solo” 81 puntos, la segunda menor cantidad de unidades en lo que va de siglo. Tenían al City de Pellegrini en el final de su proyecto, el Chelsea en guerra con Mou, el United en plena reconstrucción y el Tottenham siendo el Tottenham. 

A priori, el Girona no va a tener esa suerte. Madrid, Barca y Atlético parecen ser capaces de sumar en todas las jornadas y llevar LaLiga al terreno de los 90 puntos, lo que exigiría a los de Michel a seguir sumando con la regularidad que lo vienen haciendo. Además, para cerrar la primera vuelta de la campaña, los catalanes todavía tienen que pasar varias pruebas importantes, comenzando por el Athletic de Bilbao y cuando se regrese del parón, Atlético de Madrid o Barcelona.  

Soñar no cuesta nada. Nueve años después ya no tengo que trasladarme hasta la bombonera para ver jugar a un David en tierras de Goliat y ahora lo veo en casa desde una plataforma. A veces, hasta de forma diferida. Tengo una camiseta de ellos, pero me despiertan la misma ilusión que los zorros ingleses. Lo tienen difícil y lo normal es que terminen cuartos, pero ¿y si lo consiguen? Por ahora, hagámosles caso a los chinos y disfrutemos el camino ante de llegar a la meta. 

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Imagen cortesía de / @GIRONAFC