Iván Felipe Silva vive para el judo y con una carrera meritoria, entendió hace mucho tiempo que las victorias y las derrotas son parte del proceso, que solo queda levantarse y aprender.
Este subcampeón del mundo nació en Colón, Matanzas y dice que su inclinación por el deporte viene casi desde la cuna, al nacer en el seno de una familia deportiva. No obstante, no descarta, tras el retiro, estudiar carreras que indaguen en el pasado, como la historia.
Silva persigue un sueño que no lo abandona pese a las dificultades, sobre todo, después de que no le fuera como deseaba en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio 2020. El traspié fue doloroso, pero no pierde la esperanza de alcanzar, en París, la tan añorada medalla bajo los cinco aros que consagre, finalmente, su carrera.
En Play-Off Tv conversamos con este medallista de plata en el mundial de Bakú 2018 y campeón en los Panamericanos de esta disciplina en 2014 y 2020, quien fue, además, uno de nuestros representantes en Tokio.
De sus esperanzas, su apoyo más allá del área de combate y los obstáculos que enfrenta el judo cubano contó, en exclusiva, Iván Felipe Silva.
¿Cómo era Iván Silva de niño?
Era bastante hiperactivo, con una niñez de mucha actividad. Como me venía el deporte muy de cerca, por mi papá, mi mamá y varios primos, eso hizo que me acercara al área deportiva de Colón. Estuve en varios deportes, pero al final elegí el judo.
¿Influyó en la decisión tu primo Yordanis Fernández, judoca paralímpico?
Sí, fue él quien me llevó hacia este deporte junto con los entrenadores que me veían somatotipo para realizar esta disciplina.
¿Cómo fue tu crecimiento en la práctica?
Comencé con Alain Noda, hijo de Justo Noda, pero él se fue a la EIDE provincial y cambié de entrenador, aunque este se fue de misión y en ese periodo dejé por un tiempo el judo y jugué un poco de béisbol con mi primo, José Miguel Fernández, hasta que regresó el entrenador.
Cuando vuelvo, ganó dos campeonatos escolares y eso me lleva a la EIDE. Seguí cosechando medallas en los torneos escolares. Al equipo nacional entré en el 2012 sin pasar por la ESPA nacional, tras quedar en tercer lugar en el campeonato internacional Juan Ramon Rodríguez.
¿Qué crees que hubieras sido, en caso de no ser deportista?
Siempre me gustó mucho la geografía, la historia general, la mitología. Seguramente, habría estudiado algo sobre alguno de estos temas.
Llegas en 81 kg y tienes que ganarte el derecho a ser la primera figura ¿Cómo lo recuerdas?
Siempre fui muy positivo, creía en mí. También tuve mucha suerte porque la primera figura, Osmay Cruz, decidió dejar el equipo y la división quedó abierta. Siendo tan joven, tuve la oportunidad de competir a nivel internacional, incluso, de participar en el Grand Slam de París. Fue una buena disputa, sobre todo, con Jorge Martínez.
En el 2014 asististe a los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud en Nanjing, tus primeros eventos multideportivos
Había competido mucho entre mayores y eso me vino muy bien. La expectativa era alcanzar una medalla y se logró. Quedé en bronce y cumplimos el objetivo.
En el 2015, en los Juegos Panamericanos de Toronto, quedas en plata en una división de mucho nivel en el área ¿Es el estadounidense tu rival más complicado?
Sí, Travis Stevens era el rival más complejo que tenía en los 81kg. No sé si era su maestría deportiva o su intensidad, pero se me hacía muy difícil. En los Panamericanos estuve muy bien, le gané al canadiense y el brasileño que habían dominado la división y alcanzo la medalla de plata en una buena actuación.
¿Qué significaron, en lo personal, los Juegos de Río?
Significó muchísimo convivir con los mejores atletas del mundo en la Villa Olímpica, fue espectacular. Con los basquetbolistas, con Usain Bolt, Shelly-Ann Fraser-Pryce, Roger Federer. Fue una experiencia única.
Pero en lo deportivo no te fue bien
Perdí en la primera pelea. Yo me sentía fuerte, pero el pareo no me ayudó. En el primer combate me tocó el número uno del mundo y no lo pude vencer.
En el 2017 decides cambiar de división. ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?
Subí a los 90 kg. Estaba en etapa de desarrollo y ya no tenía como mantener el peso. Hice todas las pruebas médicas para intentar quedarme en 81, pero era imposible. En 90 kg estaba Asley González, subcampeón olímpico, campeón del mundo.
¿Cómo te mentalizaste para semejante competencia?
Lo primero es que teníamos una gran relación. Lo segundo es que corría más, entrenaba más, me esforcé el doble. Las primeras peleas las perdí y eso me impulsó, me hizo crecer, no solo en lo deportivo, sino en lo psicológico también. Eran entrenamientos de clase mundial que exigían al máximo.
¿Cómo recuerdas la plata del Mundial de Bakú 2018?
Entrenar con Asley hizo que llegáramos ambos en gran forma. En realidad, el 2018 fue un gran año, me sentía muy fuerte. Tuve el día, mientras iba avanzando me sentía mejor. En la final comencé ganando, pero el español Nico me empata y en regla de oro termina ganando.
En Lima 2019 lograste ganar los Juegos Panamericanos
Seguía fuerte, además, tenía la confianza de dominar el área. Era prácticamente ir a ganar y lo conseguí. Después, fui al mundial y terminé séptimo.
¿Cómo te fue durante la pandemia?
En el 2020 estaba muy bien. Había competido mucho y con buenos resultados, con una gira por Europa y Asia, en la que coseché resultados positivos que me daban esperanza de alcanzar la medalla. Cuando regresamos a Cuba pensábamos que regresaríamos pronto, pero estuvimos siete u ocho meses sin entrenar prácticamente.
¿Qué hiciste en ese tiempo?
Corría, hacía un poco de liga, aprovechaba el espacio que tenía. Nos afectó mucho. Al principio no estuvo tan mal porque llevaba mucho tiempo lejos de la familia, pero después de los primeros tres meses, la ansiedad era tremenda, incluso, subí un poco de peso. Y se nota, me costó un poco el regreso, bajar de peso fue duro.
Ya estabas clasificados a Tokio ¿Cuál fue la diferencia con respecto a Río?
Nosotros participamos mucho en torneos en Japón y conocemos la disciplina de los japoneses. Con respecto a Río, fue muy diferente, producto de la pandemia, pues tuvimos menos socialización.
En lo deportivo, no fue la mejor competencia, ni en lo individual, ni en lo colectivo. Fue duro, todavía me levanto y pienso en eso. Fueron cinco años que se disiparon rápido. Entonces, una solo pelea y, por lo que trabajé tanto, se escapó. Pero bueno, hay que seguir. Que esto sea una motivación más para el futuro.
Durante los juegos tu provincia, Matanzas, estaba con un pico pandémico alto, ¿te afectó?
Logro separar bien cuando el entrenamiento o la competencia de lo personal y por eso no creo que me afectara. Pero en general, sí tenía mucha tensión. Mi mamá estaba en Matanzas y eso me preocupaba. Pero por suerte, me logro aislar bastante cuando compito.
¿Qué te enseñó la derrota en los Juegos Olímpicos, cuando no pudiste alcanzar tu sueño?
Dolió mucho, pero siempre se aprende algo y, sobre todo, hay que aprender a saber sobreponerse para tener mejor ciclo olímpico.
¿En quién te apoyas tras esos duros momentos?
En mi mamá. Ella, es mi mayor motivación, es la que me da la fuerza, la inspiración y el apoyo incondicional. Por ella, siempre doy algo más, no me rindo. Como ella dice, yo soy su «Obi Wan Kenobi».
¿Ella ve tus peleas?
Generalmente, sí. Se pone muy nerviosa, les pide a todos los santos, a dios, a todo, pero sí las ve. Aguanta la presión.
¿Por qué cree Iván Silva que se han obtenido más triunfos en el judo femenino que en el masculino?
Es indiscutible que las muchachas han tenido más resultados, aunque la primera medalla olímpica fue de Héctor Rodríguez. Pero ya, desde la época de los 90, ellas han ganado mucho. El porqué no lo sé, nunca lo he pensado, pero sería interesante hacer una tesis sobre el tema.
¿Cuáles son las principales dificultades del judo cubano en la actualidad?
La principal dificultad, como la de todo el deporte cubano, es la falta de roce internacional. No podemos hacer lo que hacen nuestros rivales. Los demás hacen campos de entrenamiento, compiten en 10 torneos y nosotros en dos y el competir es lo que te hace mejorar. Es cierto lo de la realidad económica, pero eso nos aleja de los mejores.
¿Es este deporte atractivo para las nuevas generaciones en el país, como para garantizar un relevo?
Creo que sí, pero en general han ido cambiando mucho los gustos. Incluso, el béisbol y el boxeo han perdido en comparación con otros eventos. Creo que el fútbol y cosas que estén relacionadas con la tecnología lo son más.
Háblame del futuro, de la deseada medalla que podrías obtener en París
No solo París, sino que están también los mundiales antes de llegar a la cita gala. Trataré de ganar los Juegos Panamericanos y Centroamericanos y cuanta competencia vaya. Volverme mejor judoca es el principal objetivo.
¿Ya se ha preparado Iván Silva para el momento del retiro o todavía no piensa en eso?
Sí, aunque todavía no lo pienso mucho ya me estoy preparando. Ya casi termino la licenciatura en deporte. Cuando cuelgue el yudogui, quizás más adelante, pueda estudiar otra carrera que me atraiga más y que ocupe mi tiempo. ¡Quién sabe si historia o geografía!
¿Te sientes feliz y realizado con tu carrera?
Feliz sí, porque al final hago lo que me gusta y paso mucho tiempo con mis compañeros, que son casi mi familia. Realizado no, porque pienso que tengo mucho todavía que conseguir y alcanzar. Ya llevo muchos años de carrera, pero si la salud y las lesiones me lo permiten, todavía tengo mucho por hacer.
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