A Lázaro Martínez la vida le ha dado varias oportunidades. En su juventud fue considerado uno de los baluartes del triple salto cubano, pero debido a indisciplinas, lesiones y una pandemia mundial, su camino se desfiguró por un tiempo. Tanto, que hasta pensó en renunciar.

Quiso la vida que en un momento de crisis del atletismo cubano, el triple masculino se quedara sin figuras, y tras una llamada de la entonces comisionada nacional, Yipsi Moreno, todas las esperanzas fueran puestas en él, posiblemente por última vez.

Lázaro no decepcionó, y en la actualidad es uno de los mejores saltadores de la élite, como lo atestiguan su oro en el Mundial Bajo Techo de Belgrado 2022 y su plata en el Campeonato Mundial Budapest 2023.

Esta es la historia de Lázaro Martínez. Su dedicatoria a Maykel Massó, el gesto de Dayron Robles, las dificultades de un campeón cubano dentro de la isla a día de hoy y, sobre todo, uno de los regresos más impresionantes del deporte cubano en los últimos años.

Cuando nos preparamos para la entrevista nos reíamos, porque vives prácticamente en la esquina del estudio, aquí en el Vedado.

Sí, estoy vivendo aquí hace alrededor de un año aproximadamente. Parqueo la moto justo al lado.

¿Cómo fue la niñez en tu natal Guantánamo?

Fue muy buena. Ahí fueron mis inicios en el atletismo, prácticamente por embullo. Mi madre me quería sacar de la escuela donde estaba, y para eso habló con una profesora que estaba en la EIDE.

Ahí me pusieron en atletismo. No me gustaba para nada. Pasó el tiempo y me especialicé en triple y el salto largo. Entrené con Manuel Guilarte, y tuve unos resultados que me hiceron llegar hasta el equipo nacional.

¿Tu familia era deportiva, te incitaron a entrenar algún deporte?

Sí, mi hermana ya practicaba baloncesto. Antes de entrar a la EIDE yo también lo practicaba. Mi mamá en su tiempo también corrió 400 metros, pero llegó hasta los juveniles.

¿Cómo fue ese paso antes de llegar al equipo nacional?

Nosotros empezamos en sexto grado, que es donde se hacen los eventos combinados. Ya cuando pasas para la categoría escolar, es que te especializan en lo que vas a hacer o lo que mejor se te dé, que mi caso era el salto triple y de altura. Fui campeón nacional en las dos disciplinas en el mismo año.

En aquel tiempo eras considerado un talento. campeón mundial de cadetes y doble campeón mundial juvenil ¿Cómo vivías ese momento de esplendor en tu carrera tan joven?

Eso tiene su alta y su baja, porque a medida que tú vas ganando, ya sea fama, competencias y ciertas cosas materiales con tan poca edad, influye mucho.

Al final del camino tienes que tener una guía, porque termina pasando lo que me llegó a pasar a mí, que estuve un tiempo fuera.

Sentía mucha presión, porque como usted decía, era el baluarte de triple salto, un muchacho que venía en ascenso. Con tan poca edad saltando 17 metros.

Entonces la gente se adapta a ver ganar a las personas, y tenía que saber controlar ese compromiso, pero llegó el tiempo que no pude.

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A partir del año 2018 sales de los reflectores, ¿qué sucedió?

En el 2014 tenía apenas 16 años, que fue mi primera participación en la Liga del diamante, donde tuve buen desempeño, incluso llegando a saltar 17 metros y quedando entre los tres primeros lugares.

En el 2016 estuve seis meses sancionado en Guantánamo, y terminando, regresé y gané mi último Campeonato Mundial juvenil. En el 2017 vamos al mundial de Londres, que termino duodécimo, y ahí empezó el declive.

Fueron una serie de cosas que uno no compaginaba con el deporte. No tenía la experiencia, y como quiera que sea, uno se pierde a veces en el camino.

En el 2018 empiezo a entrenar con Yoelbi Quesada, que es mi actual entrenador. Con muy poco tiempo pude mejorar mi marca que tenía de cadete, un 17.24 m, y con él en dos meses salté 17.28 m.

Tenía buena motivación y me estaba preparando para los compromisos que teníamos, pero ahí vino entonces la lesión que tuve en la tibia. Tenía una fisura que no me permitía caminar incluso. Eso me llevó afuera dos años más.

¿Cómo fue para ti ver que te estabas quedando rezagado, mientras surgían nuevos talentos que tomaban tu lugar?

Era chocante, porque estaba conciente de las condiciones y cualidades físicas que tenía, pero había que entender también que los muchachos venían bien.

Tenían buena proyección, porque esto era un proceso. Al final llegaron a la estabilidad sobre los 17 metros y tenían buen talento. Ahí depende mucho de la persona, porque si no entrenas, las cosas no te van a salir, y otros te van a rebasar.

Pero aquí el que persevera triunfa. Era sentarme a analizar que estaba pasando y enfocarme en lo que tenía que hacer.

¿Cómo fue el regreso, cuando hiciste ese cambio de chip?

Te expliqué que en el 2018 empecé muy bien, pero me lesioné dos años más, y en eso viene la pandemia. Me mandaron para provincia, porque estabamos totalmente deshabilitados.

Cuando regresamos, estoy en Camagüey haciendo unos entrenamientos para los Juegos Olímpicos de Tokio que se celebrarían en el 2021, pero entre una cosa y otra me vuelven a sancionar. Ahí ya yo pienso, “coño, son cuatro años que estoy afuera, ya lo perdí todo”.

Pensaba en retirarme, porque también tenía muchas críticas encima. “Ya tú terminaste, ese no va a hacer nada”. No sabía qué pasaba conmigo. Me fui, en aquel tiempo yo vivía en Matanzas.

Lázaro Martínez, saltador cubano
Lázaro Martínez, saltador cubano

Entonces Jordan y Andy Díaz deciden irse de Cuba, y también estaba sancionado Cristian Nápoles. El triple se queda en stand bye. Recibo una llamada, me acuerdo, de la antes comisionada Yispi Moreno, y me dice, “prepárate, que tú eres el tipo”. Me preparé, me enfoqué.

Mira cuántas sanciones, cuántos problemas. En ese tiempo pasé una cantidad de cosas que eso fue candela.

Decidí enfocarme. Me puse una meta. En ese entonces estaba fuera de los planes estelares. Por cuatro años de no aparecer por ningún lado, a enfrentarme a un Campeonato Mundial Bajo Techo, que nunca había participado.

Volví a entrenar con Yoelbi Quesada, había perdido la confianza. Le dije: “voy a probarme en la primera competencia, si no salto bien, que me manden pa´ Cuba pa´ pedir la baja.” Bueno, todo fue magnífico. Campeón Mundial bajo techo.

Vino siendo como una oportunidad. El último tren, y la vida no da la misma oportunidad dos veces. Ahí pude centrarme y hacerlo bien. Fueron muy pocos los que apostaron por mi regreso, pero yo dije “voy a mí”. Mi entrenador también confió, y las cosas salieron.

Luego de ese regreso por todo lo alto, llega el Mundial de Oregón, donde estabas entre los favoritos, pero te vas en blanco. ¿Qué sucedió en esa competencia?

Teníamos una proyección espectacular y un gran enfoque. Así lo probaban las competencias de verano, Ligas del Diamantes, donde hubo buenos resultados con 17, 50 metros.

La cosa fue cuando regresamos a Cuba por el tema de las visas, que teníamos que estar aquí. Ese mes antes de ir para el Mundial fue chocante, porque es la vida de un deportista, que debe tener la concentración máxima para un evento fundamental como ese, pero también es una deportista que tiene familia. Ligar esas cosas. Subirse en una moto, ir de aquí para allá, no hay arroz, espera por el pollo.

No puede ser. Eso me chocó bastante, y en ese entonces no tenía una casa. La casa que tengo actualmente es gracias a Dayron Robles.

En ese entonces me dice en uno de sus hostales: “compadre, quédate aquí, no quiero que pases trabajo ni estés pensando en nada. Concéntrate en ese Mundial”.

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Gracias a eso pude tener un lugar donde quedarme, pero llegué al Mundial completamente ido, no estaba concentrado.

Pasó eso luego de haber sido campeón mundial bajo techo. Las personas alrededor volvieron con el pensamiento de que si había vuelto a lo mismo.

A la otra semana vamos a una Liga del Diamante en Polonia y salto 16.15 m, 16.14 m. Baff, muchacho, aquello fue… pero yo tranquilo. Yo sé que lo que tengo, y mi entrenador seguía confiando en mí.

En el deporte hay altos y bajos. A los 15 días pude saltar en Bélgica 17.50 m, a la otra semana 17. 49 m. Entonces es solamente confiar en uno mismo.

Hay veces que le cuento la vida de un deportista a la gente en la calle, y me dicen que es mentira, que no puede ser. Sí, sí puede ser, porque nosotros somos seres humanos también, como cualquier otra persona, pero fue un poco triste esa parte.

En el 2023 llega tu estabilidad, y muchos premios a tu carrera.

En el 2023 tuve alrededor de 10 competencias, y 8 fueron por encima de 17 metros. Empezamos por la temporada invernal, que hubo buenos resultados.

Después vino la temporada de verano y los Juegos Centroamericanos.  Llegué en muy buena forma, porque me preparé para eso. Hice 17, 51m, que hasta ahora es mi mejor salto oficial registrado.

Antes de eso también había saltado en la Liga del Diamante en Doha, Qatar, mi mejor salto, pero con viento a favor de 17,71m, y terminé en cuarto lugar. Era como decir saltar en casa, porque éramos Andy Díaz, Pedro Pablo Pichardo y yo. Nos conocíamos, y fue una competencia muy dura.

Después del Centroamericano me lesiono del tobillo en un salto. Quedaban un par de meses para el Mundial de Eugene. Obviamente, cuando uno tiene una lesión, se dificulta la manera de entrenar con la mayor exigencia posible.

Yo hacía lo mínimo, sin apoyar mucho ese pie, porque quería llegar bien al Mundial. Llegué con la molestia, y se pudo ver, casi me quedo fuera, por miedo a ese tobillo.

Saltador cubano Lázaro Martínez
Saltador cubano Lázaro Martínez

Al tener dos fault, me quedaba uno, y yo pensando que no podía ser, iba a vivir la misma experiencia del Mundial pasado. El pie no me daba para más, y en el último salto lo puse así mismo.

Que fuera a pasar lo que fuera a pasar. Eso fue criminal. Gracias al doctor Fidel Frías, uno de los mejores médicos deportivos que tiene Cuba, que me filtró y me dio unos anestésicos en la misma competencia. Te hablo de la clasificación.

Para la final me dijo, “te vamos a inyectar ya pegadito a entrar a la pista, para que te dure el efecto”. Yo me olvidé de todo, del ambiente, de las personas.

Estaba concentrado en ese Mundial. Hubiese querido obviamente saltar un poco más, pero hasta ahí fue donde pude. Esa medalla de plata fue con un solo pie.

Confirmando tu buen estado de forma, eres campeón Panamericano poco tiempo después…

Para el Panamericano fue el mismo entrenamiento, leve. Aquí en Cuba estábamos viendo la fecha del calendario, creo que me tocaba el día 2 competir, pero de momento lo cambian y toca el día de mi cumpleaños, el viernes 3.

Junto con el entrenador habíamos planificado hacer un solo salto, porque ya no podíamos más. Era la última bala que nos quedaba, y queríamos participar en un campeonato fundamental como ese.

Habíamos rechazado varias Ligas del Diamantes. Así fue, prepararme bien para un solo salto, que no fuera fault, y de ahí para allá ver cómo se comportaba la competencia.

Prácticamente el triple salto mundial está en familia, entre cubanos. Andy y Jordan Díaz, Pichardo, Nápoles ¿Cómo es la relación en una competencia con ellos?

Tenemos muy buena relación, todos, muy buena comunicación. Lo que pasa es que, como quiera que sea, en una competencia siempre hay su rivalidad.

Eso te motiva más, en el sentido de que nos sentimos como en casa. Cuando se termina la competencia nos saludamos, y compartimos, pero en el momento de la competencia es fuego, como decimos nosotros.

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También tienes una muy buena relación con Maykel Massó, quien tuvo una fuerte lesión en los Centroamericanos, y le hiciste una dedicatoria emotiva

Aquello fue candela. Fíjate que yo me erizo. Fue muy doloroso, porque es un muchacho que entrena muchísimo. Él si es dedicado, puesto para su deporte, y es doloroso también cuando ves tantas cosas que le pasan a uno en la vida. Ver ese momento de su lesión fue muy impactante.

Imagínate tú que en aquel estadio hubo una un silencio total. Eso fue criminal. Yo me imagino que es lo que pudo haber estado pasando por su mente en ese preciso momento.

La parte del dolor, la parte del, coño, que yo quisiera avanzar, porque me pasa esto a mí. Pero bueno, aquí no hay mal que por bien no venga, y por algo pasan las cosas.

A veces la vida se encarga de eso. Mi medalla también fue un compromiso para él. Le hice una dedicatoria que puse: “Maykel, esto va por ti y por mí” y cuando viene, le regalé mi medalla en el Frank País. Ese es como si fuera mi hermano.

¿Cómo es tu vida cuando estás en Cuba?

Es un poco agitada. Ando en motico, en ciclo bus. Vivo aquí en el Vedado con mi mamá, que la traje para acá, y con mi esposa. Buscando comida y demás, pero mi prioridad siempre es el deporte, el entrenamiento.

¿Aspiras en algún momento llegar a los 18 metros, lo ves como un objetivo posible y cercano para ti?

Sí, independientemente de las condiciones. Favorece mucho al atleta la tranquilidad, el descanso, la buena alimentación, eso influye mucho.

Recientemente decía que nosotros somos “Voltus 5”, porque tenemos las condiciones, pero no igual. Entonces cuando uno se enfoca, y tiene todas las cosas que tiene en Europa, es como que te dispara.

Mi objetivo es ese, porque ya hemos consolidado con dos medallas mundiales, resultados estables. Es la hora o el momento de pasar a otro nivel, porque la barrera de los 18 metros no es imposible.

Todo está en la mente y en el entrenamiento, la dedicación. No hay que hacer nada del otro mundo, ni cargar más pesa que nadie.

Ahora mismo con el nivel que hay, para aspirar a una medalla olímpica hay que saltar pegado a los 18 metros.

Como se está comportando el triple masculino, posiblemente en los Juegos Olímpicos, los tres primeros salten más de 18 metros. Creo que Jordan se incorporaría para los JJOO, ya podría competir por España, Andy creo que también (Italia), Pichardo, está el jamaicano, está Fabrice Zango. Son 5 que tienen más de 17.80 m.

Viendo esto, las características de todos esos saltadores con un excelente nivel, es obligatorio, sí o sí, ir por arriba de los 18 metros.

En tus redes sociales hay una frase que repites contantemente, y es que “El tiempo de Dios es perfecto”, ¿qué ha significado esa frase en tu carrera?

Como te decía anteriormente, aquí no hay mal que por bien no venga. Allá arriba hay un dios que lo está viendo todo, y al final todas estas cosas que yo pasé, esos cuatro años que me pasé fuera, todas las sanciones que tuve, yo digo que fueron una enseñanza para yo poder llegar a donde estoy hoy. Así lo quizo Dios. No es cuando nosotros queramos, es cuando las cosas suceden.

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Imágenes cortesía de Chris Erland y Chris Earland