“Tuve un accidente con quemaduras de segundo y tercer grado que requería más de 21 intervenciones quirúrgicas para restaurar la movilidad necesaria, no solo para hacer actividad física sino también para caminar”, recuerda la leyenda del atletismo cubano, Ana Fidelia Quirot.

“Lo que me mantuvo fue una combinación de factores. Primero, mi deseo innato de vivir y seguir compitiendo al más alto nivel. Además, la fortaleza física que me proporcionó el deporte fue clave”.

En la intensidad de la pista, donde la velocidad se entrelaza con la pasión y la táctica, emerge la figura imponente de Ana Fidelia Quirot, la «Tormenta del Caribe».

En la pista, esta atleta trascendió las expectativas, pero detrás de cada logro reluce la luz de una humildad auténtica. También conocida como «La Pille» ha demostrado que la grandeza no está en la ostentación, sino en la resiliencia y la voluntad de superar desafíos.

Ana, ¿cómo te encuentras?

¡Bastante bien, aunque con un poco de frío!

¿Estás en Italia en este momento?

Sí, actualmente estoy en Italia.

¿Cómo llevas el frío?

No me adapto al clima aquí. Imagínate, está haciendo entre -3 y -5 grados (Celsius), y yo estoy acostumbrada al cálido clima del Caribe.

Claro, además, naciste en Palma Soriano, donde el calor es casi imposible de superar, ¿verdad?, ¿cómo pasaste el fin de año por allá?»

Lo pasé tranquila. Aquí no se celebra tanto el 31; más bien, los días del 24 al 25, conocidos como Nochebuena. Nosotros en Cuba somos más de celebrar el 31 y el primero, aunque últimamente también festejamos el 24 como no se hacía en mucho tiempo

¿Prefieres la comida cubana o la italiana para esa fiesta?

Yo como cualquier cosa, pero prefiero mi puerquito asado en púa, mi arroz congrí, mi yuca, mi ensalada, lo típico del cubano, más que las pastas y esas cosas.

Bueno, Ana, cuéntame un poco sobre cómo eras de niña en Palma Soriano

Nací en Palma Soriano, uno de los municipios de Santiago de Cuba que más campeones ha aportado en diferentes deportes a los equipos nacionales. Se dice que Palma Soriano es una cuna de campeones.

En esa época, era una niña como cualquier otra, jugaba con muñecas y participaba en todo tipo de juegos tradicionales. Estos juegos, que hoy en día los niños no suelen practicar, eran parte de mi rutina diaria.

Siempre estaba en el barrio, jugando tanto con chicas como con chicos, y siempre estaba corriendo. Creo que esa experiencia fue fundamental para desarrollar mis habilidades en el deporte.

Participaba en muchos juegos tradicionales, siempre corriendo y saltando. Era una niña a la que le encantaba jugar con muñecas, con bolas, correr y hasta subirse a una mata de mango o guayaba.

Así fue mi infancia, llena de diversión y juegos que, sin duda, contribuyeron a forjar mis cualidades deportivas.

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¿Cómo prefieres que te llamen, la “Tormenta del Caribe” o “La Pille”?

Creo que en mi barrio todo el mundo me conoce como La Pille, y en mi casa, toda mi familia me llama así. Así que prefiero que me llamen La Pille. Quizás en el ámbito deportivo, el público me conoce más como la Tormenta del Caribe, pero las personas que me vieron crecer saben que cuando dicen La Pille, se refieren a mí.

¿De dónde viene el apodo «La Pille»?, ¿qué significa?

Antes los diminutivos y los sobrenombres eran muy comunes, aunque ahora se utilicen menos. En mi época, prácticamente todos en el barrio teníamos un sobrenombre.

Quizás se debía a que a la gente le costaba mucho trabajo pronunciar los nombres completos, y casi todos en mi familia teníamos uno. Mi hermana, mi hermano, mi primo, todos tenían su sobrenombre. En mi caso, me llamaban La Pille.

No estoy segura si era porque yo era muy astuta a la hora de jugar o hacía muchas picardías. No sé exactamente por qué me llamaban La Pille, pero así es como me conocían.

Ana, ¿cómo te descubrieron para el atletismo?

Bueno, mi inicio en el atletismo está vinculado al trabajo que se ha fomentado en Cuba a través de la educación física. Un día, un profesor de la escuela Primero de Mayo, donde cursaba la primaria, nos llevó a un grupo de niñas y niños al centro deportivo CBD Cauto, ahora llamado “José Martí” en Palma Soriano.

A pesar de eso, yo participaba en todos los eventos entre escuelas, una práctica que se ha perdido un poco en Cuba. Jugaba voleibol y también participaba en carreras. En la educación física, siempre destacaba, ya fuera en carreras de relevos o en otros aspectos.

Luego, el profesor Héctor nos llevó al deportivo, donde hicieron una prueba de eficiencia física. Mi primer entrenador, Juan Heredia Salazar, más conocido como Guanchi en Palma, estaba allí y le pidió a un compañero que tomara mi tiempo en una carrera de 20 metros. Después de ver mi desempeño, me preguntaron si me gustaba el atletismo, y así empezó todo.

Mi primer deporte no fue el atletismo, sino el baloncesto, ya que mi hermana María Morel jugaba baloncesto. Sin embargo, cuando me preguntaron si me gustaba el atletismo, comencé a ir al deportivo a partir de las 4 de la tarde.

Poco a poco fui enamorándome del deporte, a pesar de que inicialmente no asistía con frecuencia.

El entrenador me regalaba muchas cosas, como pelotas de ping pong, para motivarme a seguir yendo al deportivo. Incluso iba a hablar con mi mamá después de salir para convencerla de que me permitiera seguir. Con solo 12 años, comencé a participar en competencias regionales y destacaba frente a compañeras mayores.

Finalmente, en 1975, fui seleccionada para representar a Cuba en un evento internacional en Hungría, donde obtuve una medalla.

Después de regresar, fui seleccionada para la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar en Santiago de Cuba, bajo la dirección del capitán Orestes Acosta.»

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¿Cuándo te especializaste en los 400 y 800 metros?

Bueno, inicialmente transitaba por los eventos de velocidad, ya que mi entrenador prefería que explotara lo que tenía mejor, que era la velocidad. Comencé corriendo en los 100 y 200 metros.

Sin embargo, al no tener buena reacción en la arrancada, en 1985, en los Juegos Escolares, comencé a correr en los 400 metros.

En el año 1977 y 1978, participé en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Medellín, y en 1979, en los Juegos Panamericanos de San Juan, Puerto Rico, a los 15 años.

En ese momento, aún no tenía grandes resultados para competir individualmente, pero obtuvimos la medalla de oro en el relevo.»

Mi carrera transitaba principalmente por el 400, pero en 1985, durante los controles médico-pedagógicos mensuales para evaluar cómo asimilaba la carga de entrenamiento, corrí muy bien en el 1000 metro, venciendo a corredoras de 1000 y 800 metros. Entonces mi entrenador decidió que seguiría corriendo en los 400, 800 y 200 metros.

Varias veces corrí el 800 y seguía ganando a corredoras especializadas en esa distancia, rompiendo récords nacionales. A partir de ahí, comencé a prepararme en el 800, una carrera que inicialmente no me gustaba por la distancia aeróbica requerida.

Sin embargo, con el tiempo, me fui enamorando de esa disciplina, ya que combinaba la potencia de la velocidad con la resistencia y los aspectos aeróbicos. La evolución en los 800 fue rápida y significativa.

Ana Fidelia Quirot, leyenda del atletismo cubano
Ana Fidelia Quirot, leyenda del atletismo cubano

En 1987 iniciaste una hegemonía de cuatro años en los 800 metros planos, es decir, estuviste ese período sin perder. En tan solo par de años te convertiste en la mejor en los 800 metros planos.

Sí, fue una progresión bastante rápida. En aquel momento mi entrenador no se limitaba a la especialidad de los atletas en 100 o 200 metros.

Él diseñaba una preparación que permitía a cualquier corredora, ya fuera de 100 o 200 metros, competir en los 400 metros. La clave estaba en una sólida preparación en cuanto al trabajo de resistencia.

Durante esos años, pude soportar la carga y la preparación que mi entrenador me proporcionó. Esto me permitió destacar tanto en los 400 como en los 800 metros a nivel mundial.

A pesar de tener un índice de resistencia considerable, yo era rápida y fuerte. Esta combinación se alineaba con el conocimiento deportivo que señala que los 800 metros es mitad anaeróbico y mitad aeróbico.

Además, mi disciplina como atleta fue fundamental. Seguí al pie de la letra las indicaciones de mis entrenadores.

Cuando llegas a la élite internacional y quieres mantenerte, debes sacrificarte, a veces sufrir dolores, enfrentar la ausencia de la familia, seguir una dieta e involucrarte en diversas limitaciones. Como deportista de alto rendimiento, estas restricciones son necesarias para obtener resultados.

Mencionabas que inicialmente venías de la velocidad y luego te adentraste en los 800 metros. Tenías la parte física, es decir, velocidad y resistencia, pero también hay una parte mental y estratégica en los 800 metros. Supongo que tuviste que aprender a gestionar esas fuerzas, ya que, al principio, tal vez salías sin reparar en la estrategia, te faltaban fuerzas a mitad de camino y te veías agotada… ¿Fue así?

Definitivamente 800 es una carrera que implica inteligencia y táctica. En aquel momento, comencé a aprender, y si ves algunos videos, notarás que, debido a mi resistencia y velocidad, no me importaba seguir a las liebres.

Salía adelante y había que esforzarse al máximo para alcanzarme en la meta, vulgarmente hablando.

Con el tiempo, aprendí a correr de manera más táctica. Al envejecer, perdí velocidad y me dediqué exclusivamente al 800.

Aprendí a buscar mi ubicación entre el dos y el tres, evitando que me encerraran para poder salir con fuerza cuando fuera necesario. A veces sucedía que me encerraban, pero con inteligencia sabía cómo manejar la situación, salir por fuera sin desgastarme.

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Observo ahora a corredoras nuestras de 800 metros que, aunque estén bien preparadas físicamente, a veces no utilizan bien la táctica. Es importante ir a una escuela táctica para optimizar la fuerza que poseen.

Puedes estar físicamente preparada y tener buenos resultados, pero si no sigues tácticamente las indicaciones de tus entrenadores, al final de la carrera puede pasar factura.

Puedo tener un tiempo de 54 segundos, pero si tácticamente lo hago de manera desastrosa, al final me faltará la fuerza. Eso es lo que he aprendido: cuando el ácido láctico te alcanza en los últimos metros, no hay otra opción.

Entre 1987 y 1991 estuviste invicta, pero Cuba no participó en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988, ¿entendiste la decisión?, ¿cómo te sentiste al no poder participar en los Juegos de Seúl en 1988?

Sí, entendí la decisión. En ese momento, uno es joven y comprende decisiones que, a veces, al final de la contienda, cuando pasan los años y no has obtenido lo que realmente querías, piensas que ese era tu año.

Cuba no fue por solidaridad, y una golondrina no compone si todo el equipo cubano de todos los deportes no va. Fue una decisión que tomamos todos a conciencia, sabiendo que quizá en el próximo ciclo no podríamos participar por diversas razones, como lesiones o el declive en la carrera deportiva. Al final, eso te pasa factura.

Tuve que retirarme sin haber logrado lo que quería después de ser la mejor corredora de 800 a nivel mundial durante muchos años. No obtuve una medalla de oro, como sucedió en 1996, pero fue lo único que logré después de eso.

Me retiré de la pista 15 días después de los Juegos. Fui al Grand Prix y le gané a Master Cova, pero al final, lo que cuenta son los Juegos Olímpicos.

Estaba en forma, pero tácticamente no cumplí con lo que habíamos planificado. Me encerraron, no supe cómo salir, y cuando pude, ya era demasiado tarde para alcanzar a Master Cova.

Indudablemente, el año mío era el de Seúl. Podía asegurarte con los ojos cerrados que la medalla de oro en 800 en Seúl era mía. Incluso, si el horario competitivo lo permitía, también podía alcanzar una medalla en 400 metros.

Le gané a Olga Brína, la rusa, en julio con 50.51 en un Grand Prix. No corrió más hasta los Juegos Olímpicos y apareció con 4 minutos 48 segundos y algo. Podía haber alcanzado una medalla en 400 metros también.

Ana, leí que en los Juegos Olímpicos, la carrera donde te sentiste más cerca fue en Atlanta 96, ya que en Barcelona 92 llegaste con falta de entrenamiento y algunas lesiones que padeciste antes de los juegos, ¿es así?

Sí, tuve la mala fortuna de que mi entrenador ya estaba enfermo con una enfermedad crónica, y no pudo acompañarme como solía hacerlo en las competiciones por el periplo de Europa.

Estaba acostumbrada a competir de 10 a 15 veces antes de un evento de esa magnitud para ir entrando en forma. Lamentablemente, no pude competir mucho. Llegué a los Juegos Olímpicos con solo dos carreras de preparación, una en Salamanca y otra en España.

En el entrenamiento de altura, sufrí una lesión en el músculo, lo cual no me permitió fortalecer mi punto fuerte, que era la velocidad. Así que solo pude trabajar en resistencia, tanto para el 800 como para el 400.

Esa situación también limitó mi volumen de competencia, ya que no pude seguir el patrón al que estaba acostumbrada. A pesar de no ser lo que deseaba y de la lesión que tuve, no fue malo.

Corrí 1:56.88 en la final y en la semifinal también obtuve un buen resultado, fueron los mejores resultados de ese año. Llegué a los Juegos Olímpicos con solo dos competiciones previas, y las tres carreras de los JJOO, la eliminatoria, los cuartos de final y la final.

Ana Fidelia Quirot, leyenda del atletismo cubano
Ana Fidelia Quirot, leyenda del atletismo cubano

Ana, me mencionabas que en Atlanta ganó Master Cova, quien antes y después no tuvo grandes resultados. En los Juegos de Atlanta, quizás te sorprendió un poco, ¿verdad?

No, no, no. Yo sí la tenía como rival, a ella, a Fanjaya, a Mutola, a Kelly Holmes, la inglesa. También a Leticia Burde. Pero recuerda que yo era la única. Todas las corredoras iban a por Master Cova.

Ella tenía una ventaja, ya que las alemanas democráticas corrían en equipo. Podían ser cuatro y te hacían la carrera para la que tenía más posibilidad de ganar medallas. Eso fue lo que hizo Fanjaya en la curva, prácticamente iba con ella sabiendo que no tenía posibilidad de medalla. La carrera de equipo estaba hecha para que Master Cova tuviera la posibilidad de la medalla.

En los últimos 150 metros, se me une Kelly Holmes, y casi me veo en quinto lugar sin posibilidad de medalla. En ese momento, decidí salir y prácticamente corrí por el carril número tres.

No todas las corredoras pueden hacer eso, abrirse, porque estás regalando más distancia, más metros. La que se abre está corriendo más que la que va por los carriles internos, y yo tenía la fuerza para hacerlo. Había que tener fuerza.

 ¿Cuán cerca crees que estuviste del récord mundial?

Te digo que sí. A mí nunca me prepararon para un récord mundial, quizás por ser cubana. Pero creo que sí tenía la posibilidad de hacerlo, buscando una buena liebre y pasando bien los parciales.

En Barcelona, en el 89, cuando corrí 54.44, mi entrenador me dijo que hiciera mi carrera, porque la alemana pensaría que yo estaba adelantada. Salí pasando unos parciales que eran para récord del mundo, 55.07 en el 400 y 1:26 y pico en el 600.

Después tuve fuerza para rematar, pero también la euforia de la alegría cuando vi el reloj medio me afectó. Aunque estuve cerca.

Mencionaste a Maria Mutola, ¿cómo describirías tu relación con ella?, ¿la consideras tu mayor rival?

La considero mi rival más fuerte en mi carrera deportiva. Mantuvimos una relación fuera del ámbito deportivo después de competir, como todas las corredoras que, a pesar de ser contrarias en la pista, podíamos tener relaciones interpersonales.

Recuerdo que hicimos entrenamiento de altura en México y conversábamos. No había distancia. Pero cuando llegaba la hora de la competencia, todo el mundo se concentraba en lo suyo y se aislaba un poco.

Competir contra Maria era difícil porque tenía un estilo incómodo. A pesar de ser fuerte y rápida, no considero que utilizara una buena táctica en las competencias.

Podría haber alcanzado tiempos superiores a su marca personal de 55.19. Aunque ella tiene más victorias sobre mí, en eventos importantes, como campeonatos mundiales y Juegos Olímpicos, yo le he ganado en varias ocasiones.

En semifinales, no hemos competido en mundiales ni en Juegos Olímpicos, pero en las finales siempre la he vencido.

En el Mundial del 95, después de mi accidente, mucha gente dice que gané porque Maria fue descalificada por invadir el carril interno, pero confirmé que no fue así en el 97 en Atenas.

Si María hubiera estado en el 95, creo que me hubiera hecho un gran favor, ya que corrí saliendo de mi situación de accidente con un tiempo de 1:56.1, compitiendo principalmente en eventos de bajo nivel para ganar confianza antes de enfrentarme a corredoras de la talla de María en Montecarlo el 25 de julio.

En esa competencia, María ganó con un tiempo de 57.40, y yo hice 57.50, lo que me permitió ser inscrita en los 800 m planos en el Mundial de Gotemburgo en 1995.

El 22 de enero de 1993, como todos saben, sufriste un grave accidente que resultó en quemaduras de segundo y tercer grado, requiriendo más de 21 intervenciones quirúrgicas para recuperar la movilidad necesaria, ¿qué te mantuvo con vida y qué te dio la fuerza para superar ese difícil momento?

Bueno, como todos saben en Cuba y mis seguidores, tuve un accidente con quemaduras de segundo y tercer grado que requería más de 21 intervenciones quirúrgicas para restaurar la movilidad necesaria, no solo para hacer actividad física sino también para caminar. Lo que me mantuvo fue una combinación de factores:

Primero, mi deseo innato de vivir y seguir compitiendo al más alto nivel. Además, la fortaleza física que me proporcionó el deporte fue clave. Todas las personas que me apoyaron, desde niños que me escribían cartas hasta el apoyo incondicional de mi pueblo y nuestro Comandante en Jefe (Fidel Castro), contribuyeron significativamente a mi recuperación.

Fue una motivación intrínseca, y las muestras de solidaridad y preocupación de Cuba y otras partes del mundo fueron un impulso crucial. Las cartas de niños de primaria las conservo con cariño.

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La medicina cubana y el apoyo incondicional del hermano Samame Jeira, también jugaron un papel fundamental en mi recuperación. Incluso hubo comentarios negativos de personas que dudaban de mi regreso al deporte, pero tenía la confianza de que podía demostrar lo contrario.»

Quería quedar bien con mi pueblo, demostrar que se podía superar un grave accidente y regresar a la alta competición. Después de mi accidente, los triunfos y mejores resultados llegaron.

Corrí en 1989 en 1:54.44 y, después del accidente, en 1997, volví a correr en 1:54.84, casi acercándome a mi mejor resultado. Esos años fueron los mejores de mi vida, demostrando que con apoyo emocional, institucional y externo, junto con la fortaleza interna, se pueden lograr cosas grandes.

Conseguí dos medallas en campeonatos mundiales después del accidente, mejorando incluso el color de la medalla en los Juegos Olímpicos. Para mí, es un logro increíble y no puedo pedir más a la vida.

Quiero preguntarte algo más personal, más allá del ámbito deportivo. En el momento del accidente, tenías alrededor de 30 años, eras una mujer joven y atractiva, ¿cómo fue aprender a vivir con las marcas del accidente y aceptar tu nuevo cuerpo?

En primer lugar, quiero destacar la valiosa ayuda de los psicólogos que me acompañaron, tanto el psicólogo deportivo como los profesionales del hospital. Fueron diferentes expertos que trabajaron conmigo. También recibí apoyo de psicólogos durante mi entrenamiento en Topes de Collantes.

Para mí, lo crucial no era la apariencia externa, sino valorar la vida y superar la dificultad. Aunque era un personaje público y modelaba en televisión, pude sobrellevar la situación gracias a la ayuda de estos profesionales.

Considero que lo más importante es sentirse atractivo para uno mismo. A pesar de las marcas del accidente, no dejo de ser una mujer atractiva. La aceptación de mi cuerpo se fortaleció con el tiempo, y el deporte, junto con la cirugía plástica cubana, contribuyó a la regeneración de mi piel.

En cuanto a la salud mental, después de esta experiencia, valoro enormemente su importancia. En estos días, parece haber un aumento en los problemas de salud mental, y existe un tabú en torno a la consulta con psicólogos, ¿cuánto te aportó ir a estas consultas y cómo pudo haber evitado problemas como la depresión o la ansiedad?

Ir al psicólogo no significa estar desequilibrado mentalmente. Hay psicólogos que ayudan en diversas situaciones, desde problemas matrimoniales hasta depresión. Personalmente, me benefició enormemente.

En el ámbito deportivo, trabajar con psicólogos es común, y esa base previa facilitó la colaboración con ellos. Creo que, sin su ayuda, no hubiera llegado tan lejos ni me hubiera recuperado.

Recomiendo a todos, en cualquier situación de la vida, buscar ayuda psicológica. No solo en casos de accidentes, también en situaciones cotidianas. Pueden ayudarte a enfocar tu vida y resolver problemas específicos.

Incluso en situaciones como el insomnio post-COVID, la ayuda de un psicólogo marcó la diferencia para mí, permitiéndome dormir mejor sin depender de medicamentos.

Regresaste a la competición después de 10 meses, ¿cómo fue ese retorno?, ¿tenías el alta médica para competir?

Sí, los médicos me dieron el alta médica. En Cuba, tenemos el Instituto de Medicina Deportiva que controla los entrenamientos de los deportistas para determinar si están listos para competencias importantes.

Me cuidaron médicos, fisiatras y psicólogos durante mi entrenamiento, y aunque la escuela no era mi prioridad, valoraba estar viva y seguir adelante. A pesar de ser una figura pública, logré superar la situación y continuar con mi vida normal.

Después de esta experiencia, ¿cuánto valoras el tema de la salud mental?, ¿cómo te ha ayudado a enfrentar situaciones difíciles?

La ayuda de los psicólogos fue fundamental. Muchas personas piensan que ir al psicólogo significa estar mentalmente desequilibrado, pero hay psicólogos para diversas situaciones.

En mi caso, trabajar con psicólogos fue esencial para sobrellevar las secuelas del accidente. Recomiendo a todos que busquen ayuda psicológica en cualquier situación de la vida.

En tu retorno a la competición, ¿cómo lidiaste con el dolor y la adaptación a tu nuevo cuerpo?

Fue un momento difícil, ya que tenía limitaciones físicas debido a las cicatrices. Tuve que esperar un año para realizar cirugías y mejorar mi movilidad. El deporte y la ayuda de fisioterapeutas fueron clave para mi recuperación.

Aunque fue doloroso, la perseverancia y el trabajo constante en mi rehabilitación hicieron que ganara flexibilidad y elasticidad.

Después de 10 meses, regresaste a la competición y lograste destacar, ¿cómo te sentiste al volver a correr?

Volver a correr fue un punto de referencia para seguir preparándome. Sentí la emoción de la competición y la satisfacción de superar las dificultades. Fue un logro significativo que marcó mi regreso y me motivó a seguir adelante.

Realizaste 21 operaciones plásticas para recuperarte, ¿cómo fue ese proceso y cómo influyó en tu carrera?

Sí, me sometí a 21 intervenciones quirúrgicas, incluyendo trasplantes de piel. Fue un proceso necesario para recuperar la movilidad y la funcionalidad. Aunque las operaciones eran complejas, decidí someterme a ellas para poder competir nuevamente.

El deporte y la cirugía plástica contribuyeron a mi recuperación. A pesar de las dificultades, el enfoque en la salud mental y física fue clave para superar este período.

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Después de tu regreso, participaste en los Mundiales de Atenas y Göteborg, ¿cómo viviste esos eventos y qué significaron para ti?

En los Mundiales de Göteborg, fui sin pronóstico y logré una medalla que pocos esperaban. Fue un momento emocionante para Cuba, y enfrenté la presión de cumplir con las expectativas.

En Atenas 97, fui con pronóstico y gané la medalla de oro, enfrentando la presión y la responsabilidad como atleta establecida. Ambos eventos fueron significativos y marcaron mi carrera.

Después de tu carrera deportiva, ¿cómo fue el proceso de retirarte y qué hiciste posteriormente?

Me retiré después de cierta presión para continuar un año más, a pesar de enfrentar problemas de salud. Aunque me hubiera gustado retirarme con una medalla en los Juegos de Maracaibo, acepté que era el momento de decir adiós.

Después del retiro, me dediqué a mis hijos y colaboré en la Federación de Atletismo. Organizo eventos en homenaje a mi entrenador y estoy involucrada en actividades para fomentar el talento en la velocidad.

¿Desarrollaste algún emprendimiento o actividad fuera del deporte después del retiro?

Después del retiro, obtuve mi Maestría en Psicología del deporte y realicé cursos de superación. Además, me dediqué a mis hijos, apoyándolos en sus carreras y actividades. También disfruto de las manualidades, como tejer, como una forma de relajarme.

Hablamos sobre un posible proyecto de película sobre tu vida, ¿en qué etapa se encuentra y qué se necesita para concretarlo?

Estamos trabajando en un proyecto de película en colaboración con el INDER y otros aliados. Buscamos apoyo financiero y recursos para garantizar que la película sea de alta calidad y pueda inspirar a las generaciones futuras.

Hablaste sobre la situación actual del atletismo cubano y mencionaste la falta de motivación en los atletas, ¿cómo ves el futuro del atletismo en Cuba y qué cambios crees que se necesitan?

Creo que el talento está presente, pero se necesita más motivación y trabajo tanto de los atletas como de los entrenadores. Es esencial buscar superación y apoyarse en la ciencia del deporte.

Además, se debe evaluar la gestión y dirección del atletismo en el país para identificar áreas de mejora. La situación actual requiere cambios y un enfoque renovado para revitalizar el atletismo cubano.

¿Sigues corriendo?

«¡Claro que sí! Yo sigo corriendo, es algo que no puedo dejar de hacer. Esté donde esté, siempre dedico al menos 40 minutos a la resistencia. Además, asisto regularmente a un gimnasio y practico pilates para mantenerme en buena forma. Creo firmemente que el deporte es clave para la salud.

Observo a compañeros de mi edad que lamentablemente han fallecido prematuramente. Muchos de ellos abandonaron la actividad física, y eso me preocupa.

Considero que el deporte es vital, y veo cómo algunos de mi edad dejan de practicarlo, poniendo en riesgo su salud. Es esencial seguir las recomendaciones médicas y mantenerse activo. Lamentablemente, muchos no lo hacen, y eso puede tener consecuencias negativas.

Tú mismo iniciaste en el deporte por gusto, sin que nadie te obligara. Ahora, ¿por qué dejarlo solo porque tu carrera deportiva concluyó? Los médicos pueden aconsejarte, pero no pueden obligarte.

Es responsabilidad personal seguir haciendo ejercicio, especialmente porque los deportistas tienen un corazón diferente al de una persona normal. Si no sigues entrenando, puedes estar poniendo en riesgo tu propia vida.

En mi caso, aunque ya no entreno con la misma intensidad y volumen que en mi época de deportista profesional, continúo haciéndolo. Es importante ser consecuente y querer cuidar de uno mismo.

La salud es lo primero, y seguir practicando deporte, aunque sea adaptando el ritmo, es fundamental para mantenerse en forma y saludable.»

¿Te consideras feliz con tu carrera deportiva y los logros alcanzados?

A pesar de no haber obtenido una medalla de oro olímpica, me considero feliz y satisfecha con mi carrera. Permanecer entre las mejores corredoras del mundo durante más de 15 años es un logro significativo y me llena de orgullo. Aprecio los resultados y las experiencias vividas durante mi carrera.

Yaseen Pérez, el entrenador cubano de la campeona Marileidy Paulino 

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Imágenes cortesía de y Getty Images