El 8 de junio de 2018, el estadio Panamericano de la Habana devino escenario para el último salto en la carrera deportiva de Yargeris Savigne. Más allá del discreto resultado y el segundo lugar, el público rindió homenaje con su presencia a quien ha sido la más grande atleta femenina de saltos horizontales de Cuba.

A cuatro años de ese suceso, la otrora campeona mundial y medallista olímpica luce igual que cuando dominaba los cajones de saltos en eventos internacionales y era la reina del triple. Ahora, desde su puesto de entrenadora en el combinado deportivo Quintín Banderas de Guanabacoa, Yargeris transmite los conocimientos acumulados por más de 20 años a los más pequeños.

A sus 37 años, da la sensación estar activa en el deporte. Asiste temprano a su trabajo, incluso, es de las primeras en llegar: “Salgo antes de la casa porque vivo en Habana del Este. El transporte se pone malo para acá y detesto llegar tarde”. La puntualidad y compromiso son dos elementos adquiridos desde su etapa como atleta.

Pese a su presencia habitual en aquel lugar, a Yargeris la observan como a cualquier personaje famoso, como una estrella del atletismo cubano y mundial. Los ancianos practicantes de taichí pronuncian frases como “¡esa es la Savigne!” o “¡qué manera de saltar esa mujer!”. Otros, más jóvenes, terminan sus sesiones de carreras matutinas en la pista y le piden una foto.

“¡Me encanta que la gente me pida fotos! Significa que me recuerdan. Luego veo que la ponen en Facebook y colocan frases realmente lindas que uno como exatleta valora mucho”, comenta.

Parece alguien común, pero no es así. Viste con ropa atlética, como si después de la entrevista le esperara el entrenamiento. En sus piernas, carga una mochila pequeña de color rosado y unos dibujos animados que, en la parte inferior, mostraban un nombre escrito con lapicero. Sus triunfos y fracasos permanecen en la memoria. Se alegra cuando algún periodista le escribe para una entrevista, aunque admite que desde su retiro han disminuido las mismas.

Sentada frente a la pista de atletismo, aún mira la arena de saltos como si quisiera saltar a ella y pegar gritos al público. Aunque la mayoría asocia a Yargeris Savigne con la ciudad de Guantánamo, nació en un pequeño pueblo llamado Uveral, en el municipio Niceto Pérez de la más oriental provincia cubanas. La localidad, con pocos habitantes y a escasos kilómetros de la cabecera provincial, devino hogar para la niña que amaba el deporte y quien, años después, se convertiría en el orgullo local.

“De pequeña vi mucho deporte. Volvía loca a mi mamá en la casa porque quería ver a Ana Fidelia Quirot. No dejaba ver televisor a nadie en la casa para observar el deporte, en especial el atletismo”, cuenta.

Como una gran parte de los atletas en Cuba, la descubrieron profesores de deportes mediante la captación de talentos en las escuelas primarias y secundarias: «Hicieron pruebas de velocidad y les impresionó mi condición física, pues a pesar era bajita, tenía mucha potencia”.

Nunca olvida cuando le dio la noticia a su madre de que la habían seleccionado para unas pruebas atléticas en la ciudad deportiva de Guantánamo en 1994. “No recuerdo la razón, pero cuando llegué a aquella competencia en Guantánamo estaban algunos atletas del equipo nacional, Ana Fidelia Quirot, Anier García, entre otros. Entonces, hicieron una prueba de velocidad y al ver mis capacidades me pusieron a correr con Anier García para ver mi reacción. Imagínate, yo corrí con todo a ver si le ganaba y, aunque evidentemente no lo vencí, por ese desempeño entré en la EIDE de Guantánamo”.

Comenzaron, así, sus pasos deportivos en la EIDE Rafael Freyre. En ese entonces, la academia tenía su sede fuera de la ciudad, específicamente en la carretera conectora entre Guantánamo y Caimanera. La localización, cerca de Uveral, permitió a Yargeris una mejor adaptación a los ecosistemas deportivos de mencionadas instituciones.

Entonces, ¿te captaron para velocista y no para saltadora?

“Al principio me eligieron por los números en la rapidez, pero en las EIDE todos los niños de atletismo deben pasar cursos combinados de velocidad, lanzamientos y saltos. En los dos primeros años fue así, pero destaqué más en la velocidad”.

Luego de ello, trasladaron la sede de la EIDE Rafael Freyre para la ciudad de Guantánamo, un hecho que sumó experiencias a su insipiente desarrollo atlético.

“Ya la escuela no quedaba tan cerca de la casa, pero al estar en la ciudad de Guantánamo había muchas más posibilidades de competencias como los Juegos Escolares”, recuerda.

¿Cómo llegaste a la especialización de los saltos horizontales?

“A los saltos horizontales llegué mediante el entrenador Eduardo Grant, uno de los antiguos alumnos del profe Milán Matos. Grant observó una práctica en la pista y habló con la dirección para subir de categoría y comenzar en el salto largo. En ese evento dependes mucho de la velocidad en la carrera de impulso y era mi principal herramienta, tanto así que gané los Juegos Escolares con casi seis metros”.

Poco a poco, el enfoque en el salto largo de la mano de Grant le abrió las puertas para la entrada a la ESPA provincial de Guantánamo. Allí, con Arnaldo Charadán como nuevo entrenador, conquistó el Campeonato Nacional Juvenil de Atletismo del año 2000, pero por razones ajenas, y no obstante los resultados, no accedió a la Escuela Nacional de Atletismo en La Habana.

“Gané el juvenil en una competencia contra Yudelkis Fernández, quien era la atleta inscrita la Escuela Nacional, con Daniel Osorio. Salté 6,24 metros (m) en la clasificación y 6,16 m en la final; sin embargo, no ingresé en el equipo nacional porque no hubo capacidad. Muchas personas cuestionaron la decisión, pues le gané a la principal atleta joven de Cuba, independientemente de poseer el registro para entrar”.

¿Por qué no competías en el triple salto en esa primera etapa de tu carrera?

“Mi fuerte era el largo por la velocidad, pero en la ESPA, Charadán ponía sesiones de triple en algunas ocasiones y yo estaba adaptada a la técnica del largo, donde se salta con la punta del pie. Sin embargo, para el triple debes colocar toda la planta en el suelo e impulsarte con ella. Esa diferencia técnica impidió tener buenas marcas en el triple en ese momento y decidimos continuar en el largo unas temporadas más”.

Para 2001, Yargeris Savigne ascendió al equipo nacional en La Habana y empezó a concursar en las confrontaciones con resultados destacados para su edad: “Saltaba más de 6,30 m con regularidad y ya con esas marcas puedes representar a Cuba en eventos internacionales”.

Por dicha razón, clasificó para los Centroamericanos Juveniles de Barbados y el Mundial Juvenil de Kingston, Jamaica, ambos en 2002. “En esa campaña tuve un problema de crecimiento en las rodillas y se llenaron de líquido. Afortunadamente, competí bien en Barbados y gané la medalla de oro, pero ya en el mundial de Jamaica me dolió mucho cuando despegaba y el entrenador ordenó dejarlo ahí porque pude lesionarme de gravedad”.

Con un salto de 6,54 m y de la mano de su nuevo entrenador, Daniel Osorio, logró un puesto en el equipo de mayores participantes en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003. A esos juegos múltiples solo asistieron dos atletas: Yariadmis Arguelles, en el salto alto, y la propia Yargeris Savigne, en el largo.

“A pesar de ser el debut internacional en un equipo de mayores, obtuve la medalla de bronce con 6,40 m en Santo Domingo. Si bien mi entrenador era Daniel Osorio, recibía bastantes consejos de Milán Matos, el coach de Iván Pedroso y Yoelbis Quesada. En esa competencia, Milán gritaba desde las gradas: «Negrita, negrita, tú corre duro y ya, corre duro y despega». Logré un bronce, el cual cambió todo”, explica.

“En Cuba, existe la siguiente tradición: el atleta con buenos resultados internacionales come en otro comedor y no con el resto de los muchachos. Entonces, debía sentarme ahí, con las figuras más sobresalientes del país. Para mí, siendo juvenil aún, representó algo maravilloso el hecho de compartir mesa junto a las leyendas del atletismo”, recuerda.

Una serie de indisciplinas por mal comportamiento bajo la tutela de Osorio, trajeron, quizás, la mejor consecuencia para su carrera, pues inició entrenamientos con Milán Matos. Rápidamente, la diferencia se hizo notar. Los 6,63 m de récord personal se convirtieron en 6,77 m en el 2005, con lo cual, logró la clasificación para el Campeonato Mundial de Helsinki, Finlandia.

“Un año antes del mundial, en 2004, no pude ir a los Juegos Olímpicos de Atenas porque en las competencias locales perdí ante Yudelkis Fernández, quien saltó 6,74 m. Lloré muchísimo. Esa derrota determinó la preparación del 2005, pues quise mostrar todas mis cualidades, además de que inicié con Milán desde cero y los cambios técnicos fueron notables. Por ejemplo, alargué la carrera de impulso y llegaba con la velocidad máxima a la tablilla. “Era muy regular sobre los 6,50 m y, antes del mundial, ocupé una plaza en la gira europea. No tenía idea de cómo eran esos viajes porque te llevan a varias competiciones en diferentes países y en un corto período de tiempo, es decir, viajabas cantidad. Milán tenía en esas cosas, pues ya él había salido con Ibrahim Camejo, Iván Pedroso y Wilfredo Martínez”, detalla.

“Cuando llegué a España, una de las sedes, se acercó Gabino Arzola, entrenador de pruebas múltiples de Cuba, y me notificó: «Milán viajó para Bilbao y no va a estar en la competencia. Dice que te olvidaras del largo, hoy toca triple. Coge nueve pasos de carrera y salta». Me aturdí, pues, a pesar de practicar triple de vez en cuando, mi fuerte era el largo”, dice.

“Horas antes del evento, le comuniqué de la decisión a Osorio, quien asistió con Mabel Gay y Yudelkis Fernández. Osorio sabía de mi deficiencia técnica de saltar con la punta del pie en el triple, pero advirtió que como yo era rápida y con la carrera corta de nueve pasos, seguro salía un salto aceptable”, añade.

En Alcalá de Henares, un 18 de junio de 2005, Yargeris Savigne debutó oficialmente en el triple salto con 14,12 m y un segundo puesto. “Todo el mundo quedó asombrado. Las muchachas del triple no se lo creyeron. Osorio se dirigía a Mabel y le gritaba: «Salta duro, no te puedes dejar ganar por Yargeris», porque, al final, yo era de salto largo”.

Al enterarse Milán de esa marca, le puso un plan de entrenamiento con once pasos. Desde ese día, el triple salto se convirtió en una de sus dos pruebas principales hasta desplazar, paulatinamente, al largo a una segunda función de relevancia.

“Cuando Milán regresó de Bilbao, indicó la preparación para saltar triple en Zaragoza, nuevamente, cinco días después de Alcalá de Henares. Él estaba en las gradas y decía: «Negrita, tú corre y salta. Olvídate de la técnica, después arreglamos eso». En el salto inicial hice 14,56 m y Milán y yo nos pusimos las manos en la cabeza. Concursé una ronda más y decidimos parar por miedo a una lesión”. Para ese tiempo, ella clasificó en el salto largo al Campeonato Mundial de Helsinki 2005. No obstante, fue Santiago Antúnez, entrenador cubano las vallas, el encargado de notificarle que también saltaría triple en la justa del orbe, pues ya tenía lograda la marca de inscripción.

“La reacción fue negarlo. No me gustaba el triple. Te lo juro, en esos inicios odiaba el triple porque estaba adaptada al largo, donde era un salto y ya. Antúnez me aconsejó: «Si Dios te dio esa estrella, aprovéchala». Al final decidí concursar en ambos eventos”, dice.

Mabel Gay, un retiro anticipado: “veía los eventos y sentía la sensación de poder lograr esas marcas”

Tu primer mundial y dos medallas. ¿Qué particularidades tuvo esa cita en Helsinki?

“En la clasificación del triple hice el mejor salto con 14,47 m y avancé junto a Yusmay Bicet. La final significó una batalla. Concursó la jamaicana Trecia Smith, la líder mundial, pero si ella no se pone dura hubiera ganado yo.

“En el tercer intento, metí 14,82 m y ni yo misma lo creí. Lideré toda la prueba hasta el último salto de la jamaicana Smith, de 15,11 m. Para nada quedé triste, al contrario, tuve una felicidad enorme tras alcanzar una medalla de plata mundialista en un evento en el cual llevaba tan solo unos meses de entrenamiento. Dos días después, participé en el salto largo. Clasifiqué sin problemas a la final con 6,57 m, pero culminé a las puertas del bronce, al menos en ese instante, con 6,69 m y un cuarto lugar”.

Años después, la justicia cumplió su función y el Tribunal Antidopaje suspendió por el uso de sustancias prohibidas para el mejoramiento físico a la rusa Tatyana Kotova, quien había alcanzado la presea de plata en el salto largo de Helsinki. De esta manera, en 2013, se confirmó el bronce para Yargeris Savigne, aunque como ella misma afirma, nunca será lo mismo: “Actualmente, soy bronce mundial en salto largo por dopaje de mi contrincante ¿Puedes creer eso? Me enteré hace poco y es un resultado más a mi carrera, pero pesa el no haberlo podido celebrar allí”.

¿Cómo dosificabas los entrenamientos de ambas modalidades, triple y largo?

“A partir de Helsinki, Milán propuso llevar las sesiones de triple y largo a la par y los compaginé con éxito. Existen semejanzas entre ellos y solo debía pulir algunas deficiencias técnicas en el triple. En esa época, tenía una carrera de impulso de once pasos para los dos, ya después con la experiencia le aumenté dos pasos a la del triple. Lejos de restarme, sumó calidad porque en los eventos donde no había triple hacía largo, y viceversa. Por esa razón, participaba en todas las paradas de las giras europeas”.

El 2006 devino año sabático en el atletismo por la ausencia de Juegos Olímpicos o campeonatos mundiales. Pese a ello, la temporada bajo techo tuvo como su principal evento al Campeonato Mundial de Pista Cubierta Moscú 2006, del cual tomó parte Yargeris Savigne.

“Nunca había saltado bajo techo. Ya te puedes imaginar. El pie tambaleaba cuando pisaba debido al montaje de la pistilla, como una tarima, muy diferente las originales de los estadios al aire libre. En cada intento mostraba buena velocidad, pero siempre fallaba el salto y se corría el paso. Al final terminé quinta en ambos eventos y a Milán le encantó, pues nunca había competido en pista cubierta. Ese año también tenía los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Cartagena de Indias, Colombia, pero no asistí por una enfermedad. Al finalizar algunos certámenes en Europa, noté dolores en las articulaciones, y a los días tenía los tobillos, rodillas y muñecas hinchados con líquido. Regresé a Cuba y durante el vuelo vine dormida producto a la acupuntura recibida por un doctor del equipo nacional”, recuerda.

“Al llegar, me hicieron varias pruebas y diagnosticaron una especie de intoxicación. Pudo haber sido una carne en mal estado que comí. No obstante, en una semana recuperé las fuerzas y caminé con normalidad. El equipo viajó Cartagena y yo permanecí en Cuba. Después de eso, Milán indicó tomar vacaciones para volver en 2007”, añade.

Ese 2007 fue de las mejores temporadas individuales de la historia del atletismo. ¿Cómo lo recuerdas?

“Al principio, costó entrar en ritmo porque llegué con meses de inactividad. Milán me puso a correr en la arena de la playa y a subir lomas, era un profesor muy responsable con el físico, pues es la base de los resultados. Así entrené unas cuantas semanas antes de competir. En los Juegos del ALBA, de Caracas 2007, salté 14,99 m en el triple, en apenas mi segunda competencia del año. En las gradas, escuché al público gritarle al árbitro que oficializara los 15,00 m en jodedera. Al mes, comencé la gira internacional y participé en las reuniones de Torino, Algiers y Atenas.

“Luego, recibí una invitación a Alcalá de Henares, donde dos años antes había debutado en el triple. Allí logré 15,09 m, mi primer evento sobre los 15 m. Los españoles se volvieron locos y Milán se puso a dar gritos y a correr en las gradas. En mi casa tengo, las fotos de ese día, lo recuerdo como si fuera hoy.

“En agosto, antes del mundial, vivía una forma deportiva brutal, envidiable en el triple salto. En el largo saltaba bien, pero el triple pasó a ser mi principal evento. Imagínate, yo hacía quíntuple (salto con cinco pasos) y rozaba los 16 m. Eso te da la medida de que a Osaka llegué en óptimas condiciones. Además, venía de ganar el oro en los panamericanos de Río de Janeiro 2007.

“El día de la final del mundial significó el mejor de mi vida, te lo juro. Fui la última en saltar. Pedí aplausos y arranqué. Mientras corría no escuché aplausos ni gritos, hubo un silencio total en mi cabeza, solo veía la arena y la pistilla. Parecía como si todo el mundo se hubiese ido del estadio y existiese sola allí. Caí en la arena y me paré rápido, pensé que había cometido falta. Cuando miré para las gradas, Milán y Pedro Pérez Dueñas brincaban como dos locos porque salté 15,28 m. ¡Increíble!

“La griega y las rusas no lo creyeron, psicológicamente representó un palo. Seguí saltando porque quise, pues no saltaría mucho más. Es complicado perfeccionar una gran marca cuando se hace en la ronda de apertura. La felicidad no permitió la concentración, pero estuve preparada para saltar más de 15,28 m si la competencia lo requería.

“Después de ser campeona mundial se dio un cambio radical en el evento. Casi siempre ganaban la rusa Tatyana Lebedeva y la griega Chrysopigi Devetzi, pero a partir de Osaka les costó derrotarme. Se ponían nerviosas cuando concursaba junto a ellas”, recuerda.

Al iniciar el ciclo de preparación en 2008, Yargeris Savigne sufrió unas contracturas musculares y el comisionado de la época, Esteban Brice, decidió alejarla de las competencias por precaución. Sin embargo, continuó entrenando a escondidas.

“Milán y yo nos fugábamos de Pérez Dueñas, el médico de aquel tiempo, e íbamos a entrenar de noche para no ser vistos. Deseaba ir al mundial bajo techo, pero la comisión quería enviarme a Cuba para cuidar la lesión. Aquello era hasta gracioso. Cuando Pérez Dueña caminaba para el comedor, Milán me llamaba para ir al gimnasio. Como mi lesión era muscular, no trabajábamos la carrera, sino enfocábamos las sesiones en la explosividad. Entonces, Milán consiguió una prueba delante de la comisión y si saltaba bien podía ir al mundial bajo techo. En conclusión, marqué 14,80 m en el test y permitieron competir en Valencia 2008.

“En el mundial bajo techo, avancé a la final. Milán ordenó saltar duro, sin miedo a una lesión, porque vivía preocupada con eso. Durante la competencia, ganaba la griega Devetzi con 15 m exactos y a mí solo me salían intentos de 14,70 m y 14,80 m. Cuando restaba una ronda, pasó exactamente lo mismo de Osaka. Sentí una gran concentración en la carrera y salté 15,05 m. Gané el título mundial bajo techo en la última ronda por cinco centímetros. La griega se señaló el muslo y le preguntó a las demás, en inglés, cómo era posible si yo salté lesionada”.

En 2008, competiste en los juegos olímpicos y estuviste en una de las finales más impresionantes de todos los tiempos. ¿Qué recuerdas de ese día y, posteriormente, la oficialización de tu medalla por dos casos de dopaje?

“Antes de Beijing, yo había saltado en tres ocasiones sobre los 15 m y era muy estable. Como tres semanas antes de viajar para China, recibí la invitación a una competencia en Retino, un lugar turístico de Grecia. Nos alojaron en un hotel lujoso y todo. En esa fecha se intensificó la molestia muscular arrastrada del bajo techo y me di masajes con la crema cosmética al no tener fisioterapeuta en el hotel.

“Cuando llegué al estadio de la ciudad para competir, se acercó el organizador del evento y explicó que el alojamiento en el hotel lujoso fue porque yo rompería el récord del mundo en Retino. Salté 15,20 m ese día y en solo tres intentos. Tuve miedo lesionarme con los Juegos Olímpicos a la vuelta de la esquina.

“En Beijing estuve muy nerviosa. Además de ser mis primeros Juegos Olímpicos, cuando miré para el lado, tenía de rivales a la camerunesa Etone, quien sin zapatos saltaba 14,80 m, a Devetzi, la griega, que ese año era muy constante, a Lebedeva, una leyenda, y atletas consagradas como la kazaja, Olga Rypakova, y la ucraniana, Olga Saladuha. Estuvo todo el mundo. Tengo una foto de ese día con ellas y salgo yo pequeñita en el medio, no parecía ni del mismo evento.

“En la clasificación registré 14,99 m y salí como favorita en la final, pero esa fue otra historia. Los saltos no salieron y comenzó el nerviosismo. Encima, todas empezaron a saltar durísimo: Etone con 15,39 m, Lebedeva con 15,32 m, Devetzi con 15,23 y Rypakova con 15,11. Imagínate, yo con 15,05 m terminé quinta. Eso se cuenta y no se cree. Yo la llamé la feria de los 15.

“Nueve años después, Lebedeva y Devetzi fueron suspendidas por dopaje y pasé a ser bronce olímpico. Hubiese preferido disfrutar el logro en plena competencia, no enterarme casi diez años más tarde en 2017. Al final, lo asimilé y estoy muy contenta por ello, pero sentí dolor cuando terminé quinta en Beijing. No era justo”.

En 2009, reeditó su título mundial en triple salto en Berlín. Acompañada de Mabel Gay en el podio de premiaciones, Yargeris Savigne se convirtió, en ese momento, en la segunda atleta capaz de lograr tal hazaña y en la dueña absoluta de la prueba. “En Berlín, el nivel bajó un poco. No compitió la camerunesa Etone, y la rusa Lebedeva y la kazaja Rypakova no tuvieron buena temporada. Cuando terminé de saltar, corrí hacia Mabel a felicitarla. Ella tenía las dos banderas de Cuba y cogí una para darle la vuelta a la pista juntas.

Oro y plata, el día que Yargeris y Mabel dominaron un podio mundial

¿Cómo fue tener a otra cubana, compañera de equipo y amiga (Mabel Gay) de principal oponente?

“No confié, pues Mabel podía dar un salto fuerte, quizá no de 15 m, pero sí 14,70 m o 14,80 m. En ese instante, era mi rival, la veía como una atleta a vencer. Así transcurrió toda la competencia hasta el instante cuando tomamos las banderas y nos relajamos. En competencia no era amiga de nadie, pero fuera de la pista sí.

“Al año siguiente traté de revalidar mi título mundial bajo techo en Doha, pero terminé en plata. Hice el salto de la clasificación; sin embargo, en la final perdí con la ucraniana Olga Rypakova, quien rompió el récord de Asia con 15,11 m. Yo había marcado 14,86m”.

En 2010, la IAAF (Federación Internacional de Atletismo) decidió agrupar a las 15 reuniones de atletismo más importantes del mundo en la edición inicial de la Liga del Diamante. El talento y dominio de la bicampeona mundial cubana se hizo notar en la nueva competencia. Cuatro victorias de siete posibles y un acumulado de 22 puntos le otorgaron a Yargeris Savigne el primer Diamante en el triple femenino de la historia. Esa misma temporada tuvo una bonita experiencia al ser incluida en el equipo de América para la Copa Intercontinental de Atletismo de Split, Croacia: “Participé tanto en largo como en triple. En largo obtuve plata con 6,63 m y en triple culminé bronce con 14,63 m”.

A pesar de ello, el equipo de América no pudo batir a Europa y culminó en un segundo puesto general. La búsqueda de su tercera corona del orbe de manera consecutiva en Daegu, Corea del Sur, en 2011, se frustró a causa de una lesión muscular en pleno evento.

“Desde la clasificación me molestó la pierna y se lo comuniqué al médico. Al principio pensábamos que era producto del calor y comencé a tomar mucha agua y sales de rehidratación, pero nada, ya el músculo se encontraba lastimado. En la final no salté bien. Cuando tomé impulso para correr, el músculo tiró y, a seis pasos de la tablilla, quebró la pierna. Aun así, terminé ese salto con 14,46 m. Yo era fortísima de carácter y no renuncié a la competencia, aun lesionada. Entonces, bajó el doctor del equipo, Manuel Medina, me infiltró para el dolor y colocó una venda elástica en la zona afectada. Cuando pretendí saltar de nuevo ya no pude, terminé llorando en el suelo y salí en una camilla de la instalación. Si no me hubiese lesionado, ganaba ese mundial con más de 15,20 m”, cuenta.

“Regresé a Cuba y Pedro Pérez Dueñas quiso operarme porque se hincharon las piernas por el líquido, pero no quise. Ahora lo pienso y si me hubiese operado, aún hoy saltaría. Todo el mundo señala eso. Fíjate que, después, fui plata en los Panamericanos de Guadalajara, México, con una lesión y la muslera puesta”, afirma.

Una lesión cambió el destino

La carrera de Yargeris Savigne giró a raíz de ese suceso.

“Cuando cicatrizó la pierna izquierda, quedé con un defecto técnico. Para protegerla, no la levantaba mucho y tampoco corría duro”, añade.

En 2012, culminó cuarta en el Campeonato Mundial bajo techo de Estambul y alcanzó un boleto para los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde finalizó en la octava posición.

“Ese año, después de Estambul, Turquía, casi ni competí. Persistían los dolores en las piernas y Milán decidió residir aquí en Cuba por un tiempo antes de los Juegos Olímpicos. Solo participé en un evento en Francia y otro en Nueva York. En Londres, no pude luchar por un lugar en el podio, salté con mucho miedo. Pero bueno, la vida es una gráfica, a veces arriba, a veces abajo”.

Tras Londres 2012, Milán Matos, quien hasta esa etapa era el guía de Yargeris Savigne, tomó la decisión de retirarse como entrenador del equipo Cuba. Ante tal situación, ella resolvió seguir un año más con el nuevo entrenador Yoelbis Quesada, aunque sin resultados notables.

“Comencé a entrenar de nuevo y me sentí muy mal, emocionalmente. Yoelbis es un gran entrenador, pero sufrí la ausencia de Milán por estar adaptada a sus métodos”, afirma.

Es imposible hablar de Yargeris Savigne sin hablar de Milán Matos. ¿Qué representó en tu vida?

“Como un padre. Teníamos confianza, uno de los elementos fundamentales entre atleta y entrenador. Éramos tan unidos que nada más verme, él sabía si yo estaba bien o mal. A veces, cuando íbamos a torneos en Europa, él se quedaba en el hotel descansando e iba sola para la competencia. En cada recuerdo alegre de mi carrera está Milán”.

Las restantes temporadas con bajos resultados marcaron el declive atlético de Yargeris y condicionaron su retiro en el año 2016. Intentó volver a los cajones de saltos en 2018, pero las constantes molestias en sus piernas y los meses de inactividad sentenciaron, finalmente, su etapa activa en el atletismo.

Mabel Gay
En 2009, en el campeonato mundial, dos banderas cubanas recorrieron al unísono el estadio Olímpico, pues Yargeris Savigne ganó el oro; a la vez, Mabel Gay permaneció atónita ante tal logro.

¿Cómo lidió Yargeris Savigne con el retiro definitivo?

“Al principio, como a todos, fue incómodo volver a la calle, es decir, alejarme de los entrenamientos. Viví para competir. Por los mismos eventos y giras internacionales pasé más tiempo en el extranjero. Enfrentarme al mundo y a su realidad, simbolizó una tarea difícil. A los 29 o 30 años, parecía una adolescente, sin saber nada de la vida, y di tropezones.

“Desde los 13 años, cumplí un reglamento como deportista. No podía ir a discotecas, no podía beber alcohol, entre otras cosas. Mi vida antes era anormal, como en una burbuja. Ahora, en cambio, es normal. Mi vida es esta, la de la lucha diaria, la de la pelea, la de trabajar.

“Posterior al retiro, emprendí a trabajar en un combinado deportivo para obtener experiencia como entrenadora. Conversé mucho con Javier Sotomayor en esa época y me comentó de un curso para entrenadores de la Federación Internacional en Panamá. Llamé al presidente de la Federación de Panamá, Irving Saladino, campeón olímpico de salto largo en 2008, y gestionamos los papeles para iniciar esa pasantía con el Comité Olímpico de esa nación.

“El curso lo pasé con una de las principales notas. Realicé exámenes teóricos y prácticos iguales a cuando era atleta. Al graduarme, el Comité Olímpico de Panamá decidió ofrecerme un contrato de trabajo para prestar servicios allí. Constituyó una experiencia muy bonita porque entrené a niños desde cero y pude enseñarles todos los conocimientos adquiridos”.

Los cierres de instituciones deportivas y sociales a causa de la pandemia del Covid-19 determinaron el regreso de Yargeris Savigne a Cuba. A la espera de una nueva oportunidad de trabajo, realiza sesiones de entrenamientos con niños y niñas en el combinado deportivo Quintín Banderas, de Guanabacoa.

“Iría a Panamá de nuevo, pero quiero adquirir otra experiencia. Sin embargo, muchos países no solicitan mujeres de entrenadoras. Por ejemplo, la India y Qatar piden técnicos a Cuba, pero solo hombres. Soy licenciada en Cultura Física, tengo certificado de la Federación Mundial como entrenadora y experiencia en el atletismo. Tarde o temprano llegará un contrato”.

¿Crees que podías haber roto el récord mundial?

“Por supuesto. Y te digo algo, creí que lo iba a romper en Osaka, no en otro lado. Mostraba una condición física excelente. Si las rivales hubiesen hecho más presión saltaba sobre 15,50 m”.

¿Cuáles son las claves para que Cuba sea potencia en los saltos horizontales?

“Cuba siempre ha sido un país de saltadores. Hemos tenido años en los cuales hay diez muchachos por encima de 17 m en el triple y de 8 m en el largo, así como temporadas con seis o siete mujeres de 14 m. Las condiciones físicas ayudan mucho. Aquí hay buen somatotipo para los saltos y los resultados salen por la combinación con el trabajo técnico.

“Los entrenadores son responsables de una gran parte de estos triunfos. En Cuba hay muy buenos técnicos y eso se infravalora bastante. A cada rato oyes la noticia de que un saltador abandonó la delegación o decidió salir del equipo Cuba; a esos también los formaron los entrenadores cubanos desde niños. Puedes tener todo el talento del mundo, pero si no tienes a alguien a tu lado enseñándote bien las cosas, serás uno más”.

El nombre escrito a lapicero en la mochila de colores es el de su hijo Fabio Stefano, a quien dio luz el 24 de mayo de 2017.

“Fabio es mi vida”, expresa cuando le pregunto por él y agrega: “Quiere ser deportista como yo porque no se cansa de correr. Ahí está, creciendo, día por día. Da igual si es cantante, médico, deportista. Él quiere entrenar atletismo, pero todavía es muy chiquito. Ahora cuando empiece la escuela, lo apuntaré en fútbol y después, si sigue con la idea, lo pasaré para atletismo”.

De la mochila sacó el teléfono y mostró fotos de cuando era la reina del triple. Sus triunfos en Osaka y Berlín, las fotos con Mabel, con Milán, con Iván, las entrevistas en los medios de aquellas épocas y sus constantes cambios de looks en cada competencia y confiesa: “Disfruté mi talento hasta que pude”.

Fue imposible no sentirla nostálgica. Resulta complicado resumir casi 15 años de carrera con títulos mundiales, de viajes y experiencias, en una sola palabra. Su paso inadvertido por la sociedad no es paralelo a sus logros y posición dentro del deporte cubano. Piensa unos instantes, incómodos para ella y para mí. Vuelve a pensar y responde con total seguridad sobre ese tiempo vivido: “Espectacular”.

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Imagen cortesía de Getty Images
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