Mabel Gay Tamayo llegó al Campeonato Mundial de Atletismo de Berlín 2009 con la séptima mejor marca de ese año. Desde 1998 había acumulado experiencias en el triple salto que la llevaron a ser una de las grandes exponentes de la disciplina a nivel panamericano. Sin embargo, las citas internacionales eran su asignatura pendiente.

El 17 de agosto de 2009 marcó en el calendario uno de los grandes hitos de la historia del atletismo cubano y Mabel fue protagonista. Durante la final del triple salto, en la cuarta ronda del campeonato mundial de Berlín 2009, Gay tomó carrera en la pistilla y se lanzó más allá de sus límites. El resultado: 14,61 metros, válidos para ser la medallista plateada de la justa.

Ese día, icónico, dos banderas cubanas recorrieron al unísono el estadio Olímpico, pues Yargeris Savigne ganó el oro; a la vez, Mabel Gay permaneció atónita ante tal logro.

Aquella niña santiaguera, a quien no le gustaban las matemáticas y que había pasado por diferentes disciplinas antes de llegar al deporte rey, se había convertido en la segunda mejor triplista del mundo. Un camino largo y sinuoso, donde las lesiones causaron estragos y a las cuales se sobrepuso más de una vez.

Varios años después de su última competencia oficial, Mabel Gay recuerda los momentos tristes y felices que la convirtieron en medallista mundial, panamericana y finalista olímpica en un concurso sagrado para los cubanos.

Ya no vive en Cuba, sino en Bahamas, y nuestra conversación inició mediante mensajes de textos. Siempre amable, como el propio origen latino de su nombre lo indica, dulce, un poco tímida. “Puedes contar conmigo, pero sin preguntas problemáticas”, me dice.

A los nueve años de edad, en 1992, comenzó su captación en el deporte, aunque declara que inició en el tenis de campo. “Me apunté porque daba muchos repasos de matemáticas y vivía agobiada y aburrida de tanto estudio. Los maestros de la escuela autorizaron a practicar tenis en el horario de la tarde”.

Mabel Gay
Junto a Yargeris Savigne conformó uno de los grupos más talentosos de la historia de los saltos horizontales en la mayor de las Antillas

Todo marchó bien hasta que, semanas después, el entrenador comenzó a faltar y llegó otro buscando atletas para el voleibol. “Me anoté también allí. Entrenábamos en un terreno de baloncesto donde practicaban los muchachos de atletismo”.

“Un día, al finalizar la clase de voleibol, dijeron que debía incorporarme a las sesiones de atletismo. Sin preguntar ni cuestionar nada, acepté, lo mío era no ir a los repasos de matemáticas”, recuerda Mabel Gay.

“Inicié en el mundo del campo y pista con 10 años, aproximadamente. Salíamos de la escuela en el horario de la tarde para hacer topes en el estadio de béisbol Guillermo Moncada, en Santiago, con niñas de otros centros. Se me dieron muy bien aquellos concursos, viajé mucho dentro de la provincia para competir y gané bastantes eventos”.

Contrario a la mayoría de los niños captados para las Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE), quienes comenzaban los cursos en septiembre, a Mabel Gay la trasladaron a la Orestes Acosta, de Santiago de Cuba, en el mes de febrero, cuando transitaba aun el quinto grado de primaria.

Allí estuvo un año y medio, pues, por su rápida progresión, pasó a la Escuela de Especialización Deportiva (ESPA) de Santiago de Cuba.

“Pasé a la ESPA con la profesora Bárbara Ortiz, quien es la madre del campeón olímpico Anier García. Empecé a descubrir realmente mis potencialidades y no solo participé en eventos juveniles, pues durante la categoría 13-14 años recibí la invitación de la Federación Nacional a la Copa Cuba y al Memorial Barrientos, los dos grandes eventos de atletismo del país”.

Escuela cubana de 110 metros con vallas: tradición en crisis

¿Practicaste el triple salto en esa etapa o hubo otra modalidad?

“Siempre fui una atleta alta, y en la ESPA los entrenadores intentan explotar el físico al máximo. Aparte del triple salto también hacía salto de altura. De hecho, en lo personal, prefería más la altura, pero el triple se me daba mejor.

“Mi primera experiencia internacional fue en 1997, cuando asistimos a un tope internacional contra los atletas sub 15 de España, en ese mismo país, y obtuve el oro en el salto alto. Las cosas de la vida”, comenta entre risas.

“Las etapas escolares de los atletas son fases muy didácticas y divertidas. Fui muy buena en salto triple y la altura, pero corrí 80 metros y 80 metros con vallas y aprendí mucho. También cuando concursamos contra otras provincias integré los relevos 4×100 metros y 4×400 metros”.

Poco a poco, se especializó en triple salto porque resultó más complicado obtener una medalla en salto de altura a nivel mundial: “Me gustaba mucho saltar triple, pero había elementos buenos y otros malos.

En 1998 se organizó la primera edición de los Juegos Mundiales de la Juventud con sede en Moscú, Rusia. Más de 7 500 atletas de 140 naciones participaron en el evento multideportivo.

Entre ellos, figuraba una Mabel Gay, quien con 15 años de edad se agenció la medalla de oro en triple salto con 13,41 metros. El desempeño le acreditó la entrada al equipo nacional cubano ese año, pero por problemas familiares no pudo incorporarse a la selección, sino hasta el año 2000.

“En aquel entonces mi papá enfermó y hubo un poco de crisis. Luego mi padre falleció y mi mamá no quiso que yo viajase para La Habana. Estuve en Santiago por dos años. En el año 2000, mi mamá decidió que comenzara los entrenamientos con el equipo nacional y me incorporé en el estadio Panamericano con el profesor de saltos horizontales Daniel Osorio”.

Antes de ingresar de manera oficial al equipo cubano, la santiaguera intervino en su primer campeonato mundial de cadetes (sub-18) en el año 1999. En Bydgoszcz, Polonia, logró el título mundial de triple salto con 13,82 metros.

“No sentí tanta presión en ese mundial. Tenía solo 16 años, pero ya había acumulado la experiencia internacional de los eventos en España y Rusia, por lo cual permanecí tranquila. Mi pronóstico era obtener la medalla de oro o plata y salí a por ello. Quise subir al podio como en los Juegos Mundiales de Moscú y al final lo hice con el mejor de los resultados”, rememora Mabel Gay.

¿Cómo transcurrió el paso de la ESPA a la selección nacional?

“Mientras estuve en la ESPA nos llevaban a muchas competencias en las provincias orientales de Guantánamo, Granma, Holguín, y si te destacabas ahí te invitaban a los eventos en La Habana, donde iban los mejores.

Gocé la posibilidad de ir en repetidas ocasiones a confrontaciones nacionales en la capital y pasaba ciclos de un mes y hasta dos meses conviviendo allí”.

Mientras los países desarrollados conforman programas de invierno para el atletismo bajo techo, en Cuba, por la ausencia de estas instalaciones, se organizan topes nacionales en el estadio Panamericano que comienzan en enero y culminan en marzo con la Copa Cuba.

“Debía albergarme en La Habana durante varias semanas, pues todos los fines había evento y no daba tiempo regresar a Santiago. Por eso, cuando entré al equipo nacional estaba casi adaptada y no dificultó el salto de nivel, aunque hubo cosas que sí me chocaron”, recuerda.

¿Cómo fueron los inicios en el equipo nacional?

“Llevar la inserción en la docencia con el entrenamiento representó lo más complicado. En Santiago yo entrenaba en las mañanas y por la tarde empezaba las clases del grado. Luego, como vivía en el propio Santiago, iba para mi casa hasta el día siguiente”.

“En La Habana me afectó un poco el hecho de que el entrenamiento matutino finalizaba minutos antes de iniciar el docente y debía alistarme rápido para no llegar tarde a clases”.

La inclusión en el equipo nacional le permitió observar las rutinas de los grandes campeones cubanos y aprender de ellos. Además, encontró en atletas como Yusmay Bicet, Yargeris Savigne, Yudelkis Fernández y Yariadmis Arguelles, compañeras de equipo que conformaron uno de los grupos más talentosos de la historia de los saltos horizontales en la mayor de las Antillas.

“Nosotras entrenábamos desde las ocho de la mañana hasta las diez y media, aproximadamente. Cuando no teníamos docente nos sentábamos en el borde de la pista y observábamos a las grandes estrellas del atletismo cubano”.

“Imagínate, la mayoría éramos de distintas provincias, y veíamos a Javier Sotomayor, Iván Pedroso, Ioamnet Quintero, Yamilé Aldama, Yoelbis Quesada, Osleidy Menéndez, para mí era lo máximo, sentía nervios hasta cuando ellos saludaban.

“Después resalté en el triple y estuve entre las mejores de Cuba y eso me abrió las puertas para incorporarme a las giras europeas, donde compartí con las grandes leyendas. Muchos terminaron siendo buenos, aunque nunca perdí la admiración por ninguno de ellos”.

Su primera decepción internacional ocurrió en el año 2000 durante el Campeonato Mundial sub 20 de Santiago de Chile: “Terminé en un cuarto lugar. Es una posición terrible porque saboreas la medalla”.

“Además, yo llegué con la experiencia de ser campeona mundial sub 18 y muchas de las rivales de Chile fueron las mismas de aquel campeonato. Me sentí muy triste y cuando aterricé en Cuba lo único que hice fue entrenar, pues en dos años había otro mundial sub 20”.

Con solo 19 años, en 2002, Mabel Gay participó en la gira de mayores, donde obtuvo el título iberoamericano de triple salto en Guatemala; a su vez, subió al podio de premiaciones en eventos realizados en Alemania, Turquía, Argelia, España y Barbados. Sin embargo, la mayor alegría de la temporada llegó cuando conquistó el Campeonato Mundial Sub 20 de Kingston, Jamaica, y que hacía dos años se le había resistido en Chile.

“¡Fue una revancha! Ganar ese mundial sub 20 ayudó a olvidar el mal sabor de boca de Chile, dos años antes. Mi compañera de equipo, Yarianna Martínez, obtuvo plata y estuvo a solo dos centímetros de mí, pues salté 13,76 metros y ella 13,74”.

“Hubo una batalla entre cubanas. En la última ronda cuando ella saltó y no superó la marca sentí alivio, pero feliz por el 1-2 de Cuba, tanto así que marqué 14,09 metros. Ese año me convertí en la número 20 del planeta con solo 19 años”.

Panamericanos de Santo Domingo 2003, tu primer título en un evento multideportivo de mayores ¿cómo viviste los Juegos?

“Significaron mis primeros Juegos Panamericanos y los disfruté como tal, pero, siendo sincera, tuve expectativas más altas con Santo Domingo. Terminé el concurso con 14,42 metros, una gran marca, pero yo pretendí más”.

“En la competencia fui la única atleta sobre los 14 metros, pues el segundo lugar, Yuliana Pérez, una cubana que competía por Estados Unidos, registró 13,99m, y Yusmay 13,90m. Lo malo de Santo Domingo fue que nunca nos pagaron las medallas”.

“Luego, asistí al mundial en París 2003. Una vez más, junto a Yusmay Bicet, pero ella no logró clasificar a la final. Representó un momento de alegría, viví un mundial con 20 años y, además, fui quinta con récord personal de 14,52 metros”.

Entre 2004 y 2007, se afianzó en la élite del triple salto con las participaciones en los mundiales bajo techo de Budapest 2004 y Moscú 2006, así como en el mundial al aire libre de Helsinki 2005. En ese período, Gay obtuvo el oro centroamericano en Cartagena de Indias 2006 y el bronce panamericano en Río de Janeiro 2007.

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El año 2008 devino decisivo para su carrera tras una serie de lesiones y malos resultados previos. “Durante la campaña clasifiqué para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, pero hice una pésima actuación”.

“Tuve una lesión en el pie, específicamente una fascitis plantar, y en la olimpiada quedé fuera de la final. Cuando regresé a Cuba me dieron como propuesta a baja. Yo entrenaba aún con Daniel Osorio”.

“Al enterarme de la propuesta de la baja el mundo se derrumbó, no lo creí. Uno nunca quiere dejar el deporte, siempre necesitamos una segunda oportunidad y la encontré en Milán Matos. Milán entrenaba a Yargeris Savigne en largo y triple, y un día nos dieron la noticia de que Osorio pasaría a cubrir el salto largo masculino, y Yarianna Martínez y yo iríamos con Milán. Él salvó mi carrera.

Cuando dijeron la noticia me puse feliz, pero a la vez preocupada por las dudas cuando vas con un técnico nuevo”.

Te emocionas al hablar de Milán Matos, ¿por qué?

“Le doy gracias a la vida por poner a Milán en el camino porque me estabilizó a nivel mundial. Los entrenamientos eran diferentes a los de Osorio, dinámicos e intensos”.

“Gracias a eso, progresé en corto tiempo, tanto así que tuve la mejor temporada de mi vida en el año 2009. También recibí mucha ayuda de Yoelbis Quesada, pues, cuando Milán viajaba con Yargeris a Europa, él se quedaba como segundo entrenador”.

“Con Milán logré grandes resultados, no solo en Berlín 2009, sino el bronce en el mundial bajo techo de Estambul 2012, el bronce panamericano en Guadalajara 2011, así como decenas de resultados en Ligas del Diamantes y giras europeas. Disfruté al máximo mi ciclo con él”.

“Era muy contento, compartía mucho con los atletas, bailaba con nosotros, era como un padre a pesar de ser un entrenador exigente”.

¿Cómo recuerdas, específicamente, el Campeonato Mundial de Berlín 2009?

“Lo máximo en mi carrera y el mayor resultado. El 2009 estuvo cargado de incógnitas porque yo regresé de una lesión bastante difícil. Pasaron los meses y me establecí sin problemas sobre los 14,40 metros.

Sin embargo, cuando la Federación Nacional lanzó los pronósticos individuales de cada atleta para el mundial, el mío fue incluirme entre las 12 primeras, ni siquiera entre las ocho finalistas”.

¿Te subestimaron?

“No creo. Ese año hubo una serie de atletas por encima de mí en el ránking: la propia Yargeris, la kazaja Olga Rypakova y las muchachas de Rusia, que siempre eran rivales fuertes”.

Mabel Gay
Ese día, icónico, dos banderas cubanas recorrieron al unísono el estadio Olímpico, pues Yargeris Savigne ganó el oro; a la vez, Mabel Gay permaneció atónita ante tal logro.

“Quizá pronosticaron los lugares a partir de la lista. Cada vez que salía a competir daba el extra y a Berlín llegué mentalizada para saltar duro porque sería un concurso de gran nivel”.

“Durante la clasificación no tuve problemas. Salté 14,53 metros y avancé a la final como segunda del grupo. Cumplí las expectativas de estar entre las 12 mejores, pero yo quise más, no me conformé.

“Cuando llegó la final hice la competencia y desde las rondas iniciales me vi entre las ocho primeras. De momento, estuve en la lucha por las medallas y saqué una fuerza interna y unas esperanzas que no soy capaz de explicar. Pasaron los intentos y yo seguí en segundo lugar detrás de Yargeris. No lo creí”.

“¡Quería gritar, correr, llorar cuando se confirmó la plata! Además, Yargeris alcanzó el oro e hicimos el 1-2. Quise hacer tantas cosas que al final no hice nada, estuve un rato parada sin saber cómo lidiar con todas las sensaciones”.

“Hubo un instante en el cual se acercó Yargeris y expresó «¡Oye, vamos a darle la vuelta a la pista!» yo le dije que no lo creía, a lo cual respondió: «¡Sí, eres subcampeona mundial!».

“Ella sabía cómo actuar porque ya era campeona y medallista en este tipo de eventos, pero yo permanecí en shock. Al día siguiente asimilé que era plata en un Campeonato Mundial de Atletismo”.

La ocasión significó la segunda en la historia de los Campeonatos Mundiales de Atletismo donde un mismo país ganaba oro y plata en el triple femenino. Yargeris Savigne y Mabel Gay emularon a las rusas Anna Biryukova e Iolanda Chen, quienes lograron el mérito en Stuttgart 1993.

En el ámbito nacional, igualaron a Ioamnet Quintero y Silvia Costa, cuando hicieron el 1-2 en el salto de altura de Stuttgart 1993.

Ioamnet Quintero y una hazaña irrepetible del atletismo cubano

Luego de ese momento, recibió invitaciones de distintos tipos de eventos, uno de ellos: la final mundial de la Federación Internacional de Atletismo Amateur (IAAF) en Thessaloniki, Grecia, donde ganó con 14,62 metros y optimizó por un centímetro la marca realizada en Berlín.

Para 2010, lo más trascendental para la subcampeona del orbe ocurrió en el Campeonato Mundial Bajo Techo de Doha, Qatar, donde ocupó el quinto puesto logrado

“En el año 2011 regresé al campeonato Mundial de Daegu, Corea del Sur, con el estatus de subcampeona, pero culminé en la cuarta posición. Estuve en bronce durante un breve tiempo y me desplazaron. A pesar de todo, hice el mejor triple de mi carrera con 14,67 metros.

“Daegu 2011 fue una competencia difícil y exigente. Muchas personas no lo saben porque soy reservada, pero pasé la mayor parte de mi vida combatiendo las lesiones. Tengo un defecto en mis pies y el apoyo constante de este en los entrenamientos y competencias generaron fascitis plantar y esguinces”.

“Además, mis pies son planos y en ocasiones los pinchos (zapatillas de saltos), lejos de ayudarme, me lastimaron. De cierta manera, me acostumbré a saltar con dolor, a veces era insoportable”.

¿Pudiste saltar más en Daegu?

“Pienso que sí. No es justificación, pero si no hubiese tenido la molestia en el pie habría alcanzado otra medalla mundial”.

Las lesiones, lejos de desaparecer con tratamientos y fisioterapia, permanecieron por el alto cúmulo de entrenamientos y eventos competitivos. Razón por la cual llegó aquejada al Campeonato Mundial Bajo Techo de Estambul 2012, Turquía, donde la suerte, ligada al talento, le sonrío una vez más.

“La vida tiene cosas inexplicables. En Estambul hice una marca de 14,29 metros, muy inferior al 14,67 de Daegu; sin embargo, obtuve bronce por detrás de Yamilé Aldama, quien en ese instante ya competía por Gran Bretaña, y de la kazaja Olga Rypakova. Son oportunidades únicas y no puedes desaprovecharlas. Ya ves, con el mejor salto no subí al podio; en cambio, con un resultado normalito fui bronce mundial”.

Rara vez se sintió desmotivada por una mala actuación, elemento clave en la longevidad y estabilidad de su trayectoria.

“Hubo pocas las competencias en las que salté mal. Siempre pensaba en la próxima y en que me repondría del fracaso. Así enfoqué toda mi carrera deportiva porque no fui una atleta de grandes resultados, ni siquiera estuve cerca de los 15 metros.

“Por eso, cuando miro hacia atrás, soy afortunada de lo que gocé, de tener ese don. Siempre estuve entre las finalistas de un mundial o en las citas internacionales y es un gran logro”.

En 2014 todavía saltabas más de 14,50 metros, ¿por qué la decisión de dejar el deporte activo en 2015?

“Mi plan era retirarme después de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, en Brasil. Por desgracia, en 2014, caí haciendo saltos sobre vallas en una base de entrenamiento en México y me fracturé el acetábulo, una articulación de la cadera”.

“Recuerdo un dolor inmenso, el más fuerte en mi vida producto a varias fracturas. Permanecí más de un mes ingresada en México, pues para regresar al país no podía estar parada ni sentada, solo acostada”.

“Cuando llegué a Cuba me trasladaron al hospital Frank País, en La Habana. Allí los doctores discutieron sobre mi estado y decidieron no operarme, pero estuve siete meses acostada en una cama para que la fractura, la cual por fortuna no se desplazó, sellara. Posteriormente, empecé poco a poco a caminar con muletas durante tres meses y a realizar la rehabilitación. Psicológicamente dejó un trauma muy grande del cual nunca logré recuperarme”.

“Regresé a los entrenamientos y lo intenté, pero pensaba que volvería a caerme. El lado de la fractura fue el derecho y era mi pierna de despegue. Te imaginas, en cada salto paraba por el miedo. Nunca lo superé. Practicaba muchas cosas y las hacía bien; sin embargo, a la hora de hacer saltos sobre vallas no podía”.

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Para saltar triple, cuenta Mabel, se necesita un alto grado de concentración y confianza propia, algo que ella perdió luego de su accidente y significó la principal causa para su solicitud de baja del equipo nacional.

“En el curso del 2015 busqué relanzar mi carrera para clasificar a los juegos olímpicos y no me salieron las cosas. Entrené con Yoelbis Quesada porque Milán pidió la baja. Un día hablé con ‘El Chispa’ (Yoelbis Quesada) y le dije que no podía seguir y pediría mi retiro”.

Para alguien que hacía un año competía en la élite, ¿cómo fue alejarse del deporte por un problema de salud?

“Triste porque en 2014 salté 14,53 metros y fui la sexta del mundo como tú mencionaste. Al principio, observé los eventos y sentí la sensación de que podía lograr las marcas que las muchachas hacían, pero nada, era la mente, no mi cuerpo. “Para no desligarme del deporte, ayudé a Yoelbis Quesada en los entrenamientos de mis propias compañeras. Entonces, cuando él pasó de manera oficial como primer entrenador de triple, le pidió a la Comisión Nacional que yo trabajase su segunda entrenadora. Ahí estuve hasta 2021”.

“Formamos un grupo de muchachos jóvenes muy talentosos entre los que descollaron Lázaro Martínez, Liadagmis Povea, Davisleydi Velazco, Andy Díaz y Leyanis Pérez. Yo soy licenciada en Cultura Física y especialista en saltos horizontales y entrenar a los muchachos, ser parte de su crecimiento, simbolizó una experiencia profesional muy enriquecedora”.

“Incluso, más allá de lo teórico-práctico, aprendí a tratar a los atletas desde el punto de vista de un entrenador, a hablarles y explicarles las cosas, a ser parte de su vida”.

Como integrante de ella, ¿qué valoración le otorgas a la Escuela Cubana de Saltos Horizontales en la actualidad?

“Los saltos horizontales en Cuba son lo mejor del atletismo nacional a través de la historia. Ahora, desde hace tres años hemos bajado el nivel. Los muchachos siempre estuvieron un poquito por encima del femenino en cuanto a calidad general porque yo recuerdo que siempre había alrededor de 10 atletas por encima de los 17 metros, en el caso del triple”.

“Ahora solo hay cinco, y tres de ellos decidieron salir del equipo Cuba por diversas cuestiones. Afortunadamente, todavía nos queda Lázaro Martínez, quien es campeón mundial bajo techo, pero de ahí en fuera no tenemos población en los saltos para pronosticar otro medallista mundial u olímpico por Cuba”.

“En el caso de las mujeres, las esperanzas están con Liadagmis Povea y Leyanis Pérez, una jovencita con muchísimo talento. Esperemos pueda dar el alegrón en el futuro. Te pones a analizar y después de ellas, no hay más ninguna, ni joven ni término medio, no hay triplistas”.

“Eso preocupa y pienso en el futuro más cercano, en las Olimpiadas de 2024, en París, Francia: ¿Tendremos representantes cubanos en triple masculino y femenino? ¿Podemos obtener medallas como años atrás? Creo que está en duda y sufro la realidad.

“No suelo hablar mucho del tema, pero la Escuela Cubana de Saltos Horizontales se está destruyendo. La Comisión Nacional no ha sabido trabajar bien el asunto y los atletas se desaniman. Sé que la situación de Cuba es difícil, pero no se le puede echar toda la culpa, pues antes tampoco teníamos condiciones y salían los campeones”.

“En mi época de entrenadora me quejé sobre la poca población, específicamente de triplistas, y planteé la necesidad encontrar atletas para desarrollar y trabajar, pero la excusa era la falta de condiciones en la escuela y que no se podían traer a los atletas de provincia”.

“Es un tópico de mucho análisis. La Comisión Nacional debería sentarse y retomar la búsqueda de talentos en los municipios y provincias y propiciar la llegada de estos a la Escuela Nacional de Atletismo con sus condiciones indispensables para la vida deportiva-estudiantil. Si no se hace así, no veremos levantar los saltos horizontales ni el atletismo en general”.

“A pocas semanas de nuestra conversación, recibí la noticia de que Mabel había logrado su mayor triunfo en la vida: dar luz a su primera hija, a quien llamó Allyson. En aquella sala de un hospital de Nassau dice su esposo, Oneysi Portorreal Pons: “Mabel se comportó como una campeona, pidió una oportunidad y resolvió en tres intentos”.

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Imagen cortesía de Getty Images
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