Yasmani Copello piensa en Cuba incluso en sus momentos de mayor felicidad. Aquella vez en el podio, cuando se coronó campeón europeo, recordó los malos ratos que le hicieron pasar. Hacía apenas unos años le habían dado de baja del equipo nacional de Cuba, y ahora era el mejor de Europa.

No le bastó. Sentía que, con cada carrera, cada tiempo que mejoraba, era un golpe devuelto a los que no confiaron en él. Se hizo de un bronce olímpico y una plata mundial, y decidió no dedicarle ni un trozo de ellas a Cuba.

A pesar de ello, sabe que los cubanos le quieren. Incluso, la gente se alegra, pero a él no lo satisface, porque a pesar de todo el rencor -de que su carrera se haya convertido en poner a mucha gente en su lugar- reconoce que lo podía haber logrado en la isla, con su gente.

Esta es la historia de Yasmani Copello, otro cubano que triunfa lejos de casa, a quienes nos privaron de sentir más como nuestros sus triunfos.

¿Cómo llegas al atletismo?

Debuté con 12 años. Antes había practicado boxeo y taekwondo por motivación de los chicos del barrio. Cuando estuve en la primaria tenía un profesor de Educación Física que me decía que dejara la bobería del boxeo, que yo era muy rápido y debía practicar atletismo.

El profesor tenía pensado irse a EEUU, y me dijo que me iba a buscar un buen entrenador antes de partir. Fue a mil sitios, hasta que me llevó a la Ciudad Deportiva y me presentó a Omar Demistocle, quien ahora se encuentra en España trabajando en clubes con niños. Estuve con él desde los 12 años hasta los 17, que subí al equipo nacional.

¿Tuviste algunos problemas de crecimiento durante ese período?

Estuve mucho tiempo pensando en dejar de entrenar. Cuando me encontraba en mi mejor forma me dolían las rodillas. Todos mis compañeros de la EIDE eran fuertes y más altos que yo. Me entraban bajones y decía que no iba a entrenar más por esos motivos. Había algo que me impedía crecer.

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Cuando llegan las vacaciones, con 16 años, me fui un día a la casa y me empecé a colgar todos los días de un palmo. Al otro año, cuando comenzó la temporada, había dado tremendo estirón. Mis compañeros estaban sorprendidos.

Mi familia siempre me apoyó, diciéndome que debía seguir intentándolo.

¿Cómo te especializas en las vallas?

Hacen el combinado con 12 y 13 años, hasta que te van especializando en uno. Hacía 80 metros con vallas y otro de 300 metros.

Luego hice 110 con vallas, pero la distancia corta por problemas en la rodilla no pude hacerlo, y mi entrenador fue el que vio que tenía aptitudes para carreras más largas. Entonces comencé ya mayor a hacer 400 metros con vallas.

¿Cuán importante fue ese primer entrenador, Omar Demistocle, en tu carrera deportiva?

Nos llevamos muy bien, tenemos una buena relación. El año pasado estuve entrenando en España y nos vimos ahí. Se alegró de volver a verme. Mucho de lo que tengo hoy, como la disciplina, se lo voy a agradecer siempre. Así como todo el proyecto juntos y como creyó en mí, incluso mi medalla olímpica.

Él me decía que iba a ser olímpico estando en Cuba y no me lo creía, hasta que años después, cuando gané la medalla, empezó a llorar, y me dijo: te lo dije.

Nos llevamos bien, tenemos una relación cercana.

¿Cómo te seleccionan para el equipo nacional?

Hicimos un campeonato juvenil en Santiago de Cuba donde quedé Campeón Nacional en los 400 con vallas, y en los 400 planos entro segundo, que era un evento que hacía de manera secundaria. Hubo muchos entrenadores interesados en mí, hasta que el entrenador de la Habana, Ricardo Molina, me entró al equipo nacional con 17 años.

Estaba muy feliz, ese era el sueño de prácticamente todos los chicos de la calle, de la ESPA, de la EIDE. Así era antes, no sé ahora cómo lo están gestionando.

«Disfruté lo que hacía, pero no me sentía libre de hacer lo que quería».

¿Cómo fue tu paso una vez dentro de la selección?

Estuvo bien, pero muy frustrante. Desde el entrenamiento hasta que llegas a la competencia estás en una tensión muy grande, constantemente. Tienes que estar pensando que la figura que está por delante de ti tienes que ganarle, y no permitir que el que vaya detrás te gane. Además de entrenar siempre por encima de las posibilidades.

Disfruté lo que hacía, pero no me sentía libre de hacer lo que quería. Exigían demasiado para lo que había, presionado todo el tiempo. Cuando salí de ahí y estuve viviendo en Europa, todo cambió en mi carrera.

¿Todo esto fue con otro entrenador?

Sí, porque me había formado Omar en la calle, pero al llegar al equipo nacional me pusieron con otro y listo, como siempre ha sido. Un entrenador te toma desde cero, pasa al muchacho al equipo nacional, el muchacho coge medalla, y el mérito se lo lleva el entrenador nuevo que no ha hecho nada.

Con 23 años te dan baja del equipo nacional ¿Fue un duro golpe?

Sí claro. Vivo y muero por mi trabajo. Me gusta mucho el atletismo, soy muy exigente. Para entonces no tenía nada que hacer.

Mi entrenador y Omar Cisneros, que era la primera figura, se habían ido a una gira de verano donde habían tenido buenos resultados. Estábamos en dos mundos completamente distintos. Como la primera figura estaba afuera y yo era la segunda, gané el Barrientos y otras competencias en Cuba, como se esperaba. Había ganado el nacional ese año con 49.70 seg.

De momento estoy muy tranquilo y comienzan a decir que iban a hacer recortes. Yo era campeón nacional, el único que me ganaba era Cisneros y estaba afuera de gira, no perdía con los de aquí. Efectivamente, mi entrenador vino de allá y me dijo que tenía que hacer un recorte y que no podía seguir. Le habían dicho de arriba que yo no tenía nivel para estar en el equipo.

Me dijo que me daba una facilidad por ser de la Habana, y que podía ir por fuera, pero que con mi baja tenía que captar a otro atleta, menor que yo.

Ir todos los días desde la Habana Vieja a entrenar no era la condición que yo quería. No fui a pelear por mi derecho a quedarme, como hacen varios atletas. Me quedé tranquilo, pensando en demostrar lo que tenía adentro, y me fui a entrenar por mis medios.

¿Cómo hiciste para entrenar todo ese tiempo sólo y no perder el nivel?

Entrené en el Marrero, en la avenida 222, en Guanabo, en la arena, siempre con la rabia de demostrarles a ellos de que se habían equivocado. Pasé mil trabajos, hasta que fuimos a Camagüey, al Rafael Fortún. Esa era mi oportunidad, no tenía nada que perder.

Gané los 400 metros con vallas, y además quise hacer el 200, donde terminé con bronce con 20.96 segundos. Mis mejores tiempos los hice ahí. Hubo diferentes entrenadores que me querían de nuevo para el equipo nacional, y cuando vi eso, fue la muestra de que se habían equivocado.

¿Fuiste tú entonces quien decidió no regresar al equipo nacional?

Pensé que regresar al equipo nacional iba a ser esperar a que se cansaran de mí, para volverme a botar.

Con 23 años se había interesado en mí un club de España, el Castellón, donde trabajaba el entrenador Omar, y me dijo que iba a hacer todo lo posible por sacarme, hacer todos los papeles.

Fue un riesgo haber rechazado las ofertas del equipo nacional, porque no había nada seguro desde España. Al final se dio y me fui.

¿Cómo fue salir de Cuba y enfrentarte a un mundo completamente distinto al que conocías?

A nivel de clubes tienes la facilidad de andar libre, te llaman una semana antes para saber cómo estás y conocer tus condiciones para competir en cierta competencia y darle puntos al club.

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Es más tranquilo, porque las Federaciones te dicen que, si haces la mínima marca para un evento, vas. No como en Cuba que, si no ganas o no eres finalista, no vas. En Turquía si son 50 atletas, van, porque se ganaron el boleto de ir al evento. Se premia el sacrificio.

¿Se habló en algún momento en España de nacionalizarte?

No, nunca se acercaron a decirme nada porque en ese momento había un español que hacía tiempos parecidos a mí, y no hacía falta. Cuando hago la final del Mundial del 2015, se me acercaron periodistas españoles preguntándome que porqué si entrenaba y lo hacía todo en España, no lo había hecho.

Con el tiempo sé que les picó dejarme, pero yo tampoco presenté papeles, y simplemente no se dio.

¿Cómo entonces termina tu paso por España?

Como tenían en el club un corredor español que hacíamos los tiempos iguales, el club me comenzó a echar de lado. Si este chico corre igual que Copello, no tenemos por qué pagarle a un extranjero, pensaban. Tenía 25 años cuando aquello.

Empezaron a hacer recortes salariales, Copello fuera. Fue algo parecido a lo que me sucedió en Cuba. La pasé muy mal de nuevo, otro bajón deportivo. Me pasaban cosas malas, pero iba a seguir echando para adelante.

Incluso quería regresar a Cuba, ya que estaba pasando trabajo en España con el deporte, y no estaba ganando dinero y ni podía mantenerme haciendo lo que me gustaba. Para eso me voy a Cuba y estoy con mi madre.

Sobre tu llegada a Turquía…

En julio le explico mi situación a un mánager de Bulgaria, el cual me llama al tiempo y me dice que tenía un club en Turquía que estaba interesado en mí, pero con una condición. Tenía que llegar y hacer todos los eventos. Dije que sí, si en Cuba hacía lo mismo.

Fui a una reunión y me dijeron que necesitaban que hiciera 110 con vallas, 400 con vallas, todo lo que hacía falta para sumar los puntos para el club. Comencé a entrenar, volvieron los dolores, como hacía tiempo que no competía para 110 metros.

Cuando hago esas competiciones, los jefes vieron que tenía talento, y me sentaron ese mismo día por la noche y me preguntaron si quería que me hicieran turco, y les dije que claro.

¿Tenías muchas ganas de competir a nivel internacional?

A mí me servía cualquier nacionalidad, porque necesitaba explotar lo que tenía dentro. Me pasaba todo el tiempo entrenando y sentado en casa viendo los campeonatos europeos y mundiales, a pesar de mis buenos resultados.

Así fue como me nacionalicé turco. El mánager me envió a Fenerbache, Estambul, y hasta el sol de hoy estoy muy agradecido con él por haberme llevado a Turquía para competir.

Tengo entendido que cambiaste de entrenador

Sí, tuvimos problemas, no personales, pero ya no nos entendíamos deportivamente. Siempre que llegaba a las competiciones llegaba cargado, estaba explotado. Cuando entrenaba, los tiempos salían bien, pero en la competencia no salían.

Luego conozco a un entrenador por mi compañera de equipo de Cuba, Yadisleidis Pedroso, que estaba casada con un italiano que era su entrenador. Empezó a tener muchos resultados, a bajar segundos en sus marcas, hasta llegar a hacer el récord de Italia, 54,54 segundos.

Siempre le decía que entrenaba muy poco, y ella lo contrario, que me exigía mucho en los entrenamientos. Me dijo que fuese a su equipo, y quise intentarlo. Entonces fui a Salerno, porque no entendía porqué no me salían los tiempos

Conozco entonces a Máximo Matrone, que hasta el sol de hoy es el que ha estado dándome esa sombra.

¿Te cambió un poco la carrera deportiva?

Sí, gracias a él ganamos muchas cosas, en técnica, en fuerza. Me cambió mi forma de correr, me fortaleció el cuerpo.

¿Qué supuso emigrar y el choque cultural con Turquía?

Con mi madre no me costó mucho adaptarla, porque cuando estaba en el equipo nacional ya viajaba, y cuando venía estaba un mes, 15 días.

Yo le decía que se hiciese la idea de que estaba en Turquía de misión, 6 meses y luego regreso a verla. Siempre lo hago, pase lo que pase. Ella se adaptó a ese sistema. Después que comencé a ganar medallas se puso muy feliz.

En Turquía me han brindado muchísimo cariño desde que estoy ahí, hasta este último año que se han presentado problemas, pero eso no quita el amor que me dieron los primeros 6 años.

Respeto mucho a los turcos, mucho talento. Se parecen mucho a los cubanos, de sangre caliente. Tienen un temperamento fuerte, como mismo se ve en las novelas. Estoy encantado, igual que con la familia que tengo allá.

"En Turquía me han brindado muchísimo cariño desde que estoy ahí".
«En Turquía me han brindado muchísimo cariño desde que estoy ahí». Foto: Hansel Leyva

¿Y cómo te sientes ahora, luego de varios años, el idioma, la ciudad?

Hablo más o menos el turco. Mi esposa está empujándome. Es turca, pero habla español, estudió en España.

Vivo en Ankara. Me mudé de Estambul porque vivir ahí era una locura. Son 16 millones de personas, y el estadio para entrenar me quedaba a 20 minutos en coche, pero por el tráfico llegaba a la hora y media, y para regresar 2 horas. Todos los días. Nos fuimos a una ciudad más tranquila.

En el año 2015 llegas a tu primera final Mundial, ya compitiendo por Turquía ¿Cómo fue el transcurso para llegar hasta ahí?

Hice alrededor de 10 carreras buscando la mínima marca para el Mundial y no salía. Corría 49.70, 49.80, y pedían 49.40 para el Mundial de Beijing 2015. Incluso fui en un viaje de 22 horas hasta Grecia, llegué e hice 49.54. Nada, para atrás.

Mi entrenador me decía que ya no sabía que más hacer, me había entrenado a tope. Me quedaban pocas oportunidades. En 7 días cerraba el plazo. Hablé con el club y les dije que necesitaba una carrera urgente, algo nacional, pero que necesitaba competir. Entonces hago 49.39.

¿Y una vez en el Mundial?

Se libera todo mi cuerpo. No tenía nada que perder, iba a disfrutar. Primera carrera 48.92, luego 48.64, y 48. 44 en la final. No entendía. Ya luego he estado en otras tres finales mundiales seguidas. Me falló este año por problemas físicos, pero seguimos peleando.

Pero los mejores resultados estaban por venir…

Soy campeón de Europa en Ámsterdam 2016, que es el recuerdo más grande que tengo. Es cuando rompo algo grande en mi carrera. Cuando gano la medalla comencé a llorar como un niño, estaba feliz de haber logrado algo grande luego de todo el trabajo que había hecho.

En el podio recordé todos los problemas que pasé en Cuba y en todos lados. Empecé a llorar. Me preguntaban qué me pasaba. No podía.

Esa es mi mejor medalla, voy por los Juegos Olímpicos a disfrutar. Si alguien me ganaba tenía que ser fuera de Europa, y efectivamente, cogí bronce detrás de un norteamericano y un kenyano, pero de Europa nadie.

¿Cómo manejas la presión durante esos eventos de máximo nivel?

Cuando sacas el chip de Cuba es todo relajado. Había un entrenador de velocidad cubano que me vio en Río, mientras estaba calentando para la final de los 400 con vallas. Me dijo que me había visto bien, y me preguntó que cuándo tenía la final; le dije que en 40 minutos. Se sorprendió porque no estaba nervioso, estaba muy relajado. Era el entrenador de Lester Lescay. Me decía que cómo iba a una final olímpica y estaba como si fuese a competir en el Barrientos.

Ha sido una adaptación. Estoy fuera de Cuba desde el 2014, y la Federación de Turquía me quiere muchísimo.

En el 2017 eres plata mundial, otro gran resultado en tu carrera deportiva

Mucho frío recuerdo en la final, me dolían las manos. Llovió ese día. Hice la carrera por la calle 8, y al ser un estadio cerrado mi carril estaba seco, no tenía una gota de agua. Pierdo sólo con el noruego Karsten Warholm.

En Doha llego a otra final, que gracias a dios fue en septiembre, porque tuve un año malísimo de lesiones, pero pude salvar el Mundial. Hubiera hecho una medalla también si en la 10ma valla le hubiese llegado mejor. Era bajar de ahí y correr 40 metros, pero las cosas pasan por algo y ya está.

¿Cómo viviste la pandemia?

La pandemia me toma en Tenerife, estaba muy preparado para las Olimpiadas. Pero bueno, luego vino lo que todos sabemos. Estuve trabajando en la casa. Psicológicamente fue duro, porque se intentó normalizar, pero no podía ver a la gente toser, tenía miedo. Entonces me relajé y me tomé unas vacaciones.

Fue un año que se perdió, donde no se compitió, pero también era un año que necesitábamos. Tanto tiempo dándole caña al entrenamiento, ese fue un año de respiro. Fíjate que en el 2021 se rompió el récord de los 400 metros con vallas. Yo hice marca personal y récord de Turquía otra vez.

"Todos los que me dieron la espalda los dejé en su lugar".
«Todos los que me dieron la espalda los dejé en su lugar». Foto: Hansel Leyva

Luego de los JJOO de Río dijiste que la medalla era para ti y para tu nuevo país ¿No hay nada de Cuba en esa medalla?

No, prácticamente no hay nada porque cuando pasas de un entrenador a otro, lo que hace el nuevo en dos años te borra lo que hizo el otro. De Cuba me llevo muy malas sensaciones, porque no reconocieron mi trabajo, y fue lo que me dolió, a pesar de lo disciplinado que era. No puedo decir que la medalla se la puedo dedicar ni un pedacito a Cuba, porque no creyeron en mí.

Es para mí, mi familia y los que creyeron en mí. Todos los que me dieron la espalda los dejé en su lugar.

La gente cuando me ve en la calle me dice que menos mal que me fui. No me gusta eso, porque lo podía haber logrado también aquí, si se hubiese puesto ese granito de arena.

Es verdad que aquí aprendí, pero no te puedo agradecer toda una vida que me enseñaste a subir un escalón, porque todo lo demás lo echaste a perder cuando me echaste y me dijiste que ya no servía para nada.

Fue un no rotundo, que fue lo que me dolió. Nadie fue a mi casa a explicarme. Ni mis compañeros de equipo o amigos que pensé que tenía. No intercedieron.

Soy muy feliz ahora, y la gente que me conoce sabe que estoy dando respuesta a lo que me hicieron.

¿Cómo te encuentras actualmente, y cuáles son tus planes a futuro?

Estoy en una etapa en la que me divierto con lo que hago. Sigo entrenando fuerte, pues para competir en el primer nivel no puede ser de otra manera. Intentando regresar a los 8 mejores del mundo, que salí por problemas físicos. Estoy entrenando con mi esposa que es entrenadora.

Quiero volver a ser finalista en un Mundial, y participar en los Juegos Olímpicos, cerrando mi carrera tras haber participado en cuatro.

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Tengo pensado terminar en París. Ahora mismo el nivel del evento es muy fuerte. Yo me considero fuerte, pero hay que sufrir muchísimo para mantenerlo. Competir las Ligas del Diamante y disfrutar.

¿Como es enfrentar a los tres grandes, Karsten Warholm, Alison Dos Santos y Rai Benjamin, quienes tienen las mejores marcas de todos los tiempos?

Casi nunca coinciden los tres juntos, pero cuando compito con uno de ellos, trato de hacer sus carreras, y como no entreno como ellos, me aviento y no llego. Por eso ahora intento concentrarme en mi carrera y en mi ritmo, y ya está.

¿Quién ves que puede romper el actual récord?

El año pasado Alison Dos Santos, está rompiendo la barrera realmente de los 400 con vallas. Tiene muy buena estatura. Pero bajar el récord de 45.94 cualquiera de los tres un día lo pueden romper, por lo bien que están. Ya todos corren 47 segundos. No se respetan los tiempos.

¿Y en el femenino, el fenómeno Sydney McLaughlin?

Yo no soy entrenador, pero la veo que va a rebajar los 50 segundos, por la forma que corre. Ese récord está más duro que el de hombres, porque hay 3 que lo pueden hacer. En el femenino está ella sola.

¿Qué harás cuando te retires?

No tengo pensado ser entrenador, porque es muy frustrante. Como atleta se pasa trabajo, pero no quiero que nadie me diga lo que puedo y no puedo hacer.

No tengo nada pensado, disfruto del día a día. Cuando me retire quiero estar unos meses sin hacer nada, relajarme y salir del deporte. Pero cualquier cosa se puede hacer.

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Imagen cortesía de Hansel Leyva
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