Este jueves vivimos una de las mayores sorpresas del Mundial de Rusia 2018. Argentina llegaba a Nizhni Novgorod para enfrentar a Croacia en un duelo que presagiaba malos augurios desde el mismo himno donde Lionel Messi se puso la mano en la frente como el que sabe que algo malo va a pasar.

Vamos a descubrir las cuatro razones que justifican el decepcionante desempeño de la Selección dirigida por Jorge Sampaoli.

  1. Lionel Messi, desencajado y solitario

El crack argentino no acaba de encajar en la selección. Han pasado 5 o 6 entrenadores y ninguno pudo encontrar la fórmula secreta para acompañar a Lionel Messi en el combinado nacional. Jorge Sampaoli ha sido quizás el peor de todos los ensayos.

Messi tiene que salirse de su zona efectiva muchas veces porque, o no le llegan balones, o no encuentra con quién asociarse en el borde del área rival. Esto le obliga a hacer recorridos contrarios a la portería donde él representa el mayor peligro y, por consiguiente, alivia la presión sicológica de la defensa contraria que le ve alejarse de su área.

Un dato que dice mucho de la “soledad” de Messi es que, en el juego frente a Croacia, solo tocó 49 veces el balón, fue el que menos lo hizo de los jugadores de campo en Argentina.

  1. Los ausentes y los suplentes

Ya sé que hablar de los que no están es muy fácil ahora que no está funcionando el equipo. Pero no puedo dejar de pensar en lo insólito que resulta dejar fuera a Mauro Icardi siendo el capocannoniere de la Serie A. Su ausencia parece más insólita si comprobamos que Argentina ha marcado un solitario gol en 180 minutos. Inexplicable.

Dejar fuera al futbolista argentino que más goles convirtió, después de Messi, es dejar sin compañero a este último.

Otros ausentes me vienen a la cabeza como Ángel Correa o Diego Perotti, ambos con más experiencia que Pavón y Meza y, con total seguridad, con mejores opciones y recursos.

Pero, dejando a un lado a los que no están, me centro en los que él mismo Sampaoli eligió y no le ha dado protagonismo. Ejemplos: Ever Banega y Paulo Dybala, ambos con temporadas espectaculares en sus respectivos clubes y con sobrada capacidad para ser regulares en Argentina.

Frente a Croacia, el técnico dejó a Ángel Di María en el banco cuando había sido pieza fija durante varios años en la Selección.

  1. La indecisión obstinada de Jorge Sampaoli

Jorge Sampaoli jamás transmitió tranquilidad táctica y posicional a la selección. Cambió formaciones, estrategias y nombres varias veces durante todo el año y en el propio Mundial ya lo hizo cuando este jueves pasó a la línea de cinco defensas luego de varios partidos jugando con cuatro.

El caso Enzo Pérez también es una prueba fehaciente de que Sampaoli no sabe lo que quiere. Primero no le convoca entre los 23 a Rusia, luego entra a última hora, por la lesión de Lanzini, y en un partido decisivo como el de Croacia, le mete como acompañante de Mascherano en el doble cinco. Eso es como el niño que quiere todos los juguetes porque no sabe escoger ninguno.

En cada alineación del entrenador argentino pareciera que siempre falta algo, alguien…

A esta selección argentina le falta compenetración y trabajo de equipo y eso le ha pasado factura en un torneo que no perdona la duda y el experimento.

  1. Inseguridad defensiva y escasez de gol. Combinación fatal

La defensa de Argentina ha hecho aguas en este Mundial. Tanto Islandia como Croacia  crearon varias oportunidades claras de gol ante y, si además sumamos el hecho de no tener garantías en la portería (si no miren el horror de Caballero en el primer gol de Croacia), podemos concluir que la zona zaguera albiceleste ha estado realmente floja y falta de coordinación.

Es increíble que Federico Fazio no acompañe a Nicolás Otamendi en la dupla de centrales, además es sabido el problema de los laterales, posición en la que constantemente el técnico ha tenido que improvisar. Todo esto suma y, cuando se combina con la extraña escasez goleadora de un equipo que tienen grandes delanteros, obtienes un resultado tétrico y apocalíptico.

Inconsistencia defensiva y nervios en la definición, es una combinación que aniquila cualquier esperanza de hacer un torneo decente.

Pero Argentina todavía respira, moribunda, pero respira…

¡Seguimos cubriendo el Mundial!