Hay rutinas discursivas que agobian en el deporte cubano y en muchas ocasiones la prensa peca de cómplice al reproducirlas. Repasemos. Está aquello de: «Este año nos hemos preparado bien y confiamos que se puede dar el gran salto». ¡Complejo de rana! La otra es más simplona y una mentirilla piadosa con la que contentar a fanáticos: «Este año sí somos los campeones». Lo peor es que quien lo dice lo hace convencido de que no tiene nada mejor que expresar.

Pero al menos esas son espontáneas, o lo parecen. Otras escenas se arman más complejas e incluyen todo el andamiaje de una obra teatral. Lo principal es que el resto de los presentes se crea que «Fulano» tiene algo importante que aportar a un debate y sobre todo, quiere hacerlo por voluntad propia. Entonces surge el: «A ver Fulano que nos dices al respecto».

Esto es tan típico que ahora mismo usted que lee tiene retratado en la mente la expresión facial de Fulano. Este se pone de pie y repite una frase que se aprendió de memoria, algo que no deje demasiadas sospechas de un coeficiente elevado, eso no es necesario. Por lo general la primera frase es algo indescifrable para el oído humano ya que hay tendencia al nerviosismo, lo siguiente es el ABC…«Vamos a luchar y el terreno dirá la última palabra».

Ingenuo “terreno” ya le pasaron la bola y tiene que dar las conclusiones. Por estos días constaté como son adaptables a las diferentes disciplinas, como “la piscina dirá la última palabra”, “el césped”…y la más simpática que he oído a propósito de una entrevista de ping pong, pues “la mesa dirá la última palabra”.

Increíble como los objetos inanimados tendrán que hablar en la próxima asamblea. Es normal que en las declaraciones también prime el triunfalismo y el acercamiento a las masas. Una común: «Queremos darle ese alegrón al pueblo que tanto se lo merece». Si en los Guinnes se registraran como récord las frases hechas, está estaría en el top 10. ¡Qué manera de escucharla! Ni hablar de los agradecimientos.

Todos empiezan y terminan igual. Claro de esto tiene mucha responsabilidad el interrogador, y escribo interrogador porque eso parece, cuando una y otra vez evaden—cómo si no tuvieran nada que preguntarle al atleta o el dichoso agradecimiento fuera el único fin de la entrevista—preguntas más interesantes. Eso es más fashion en la televisión y radio, mucho menos en la prensa escrita, pero igual las vemos.

Otro síntoma habitual es arremeter contra la prensa. He escuchado entrenadores que arengan a los suyos con sinsentidos como «tenemos que ganar para callar a tal periodista» o «el rendimiento ha bajado porque la prensa nos ataca». Hay directores que merecen otra campaña de alfabetización con énfasis en clases de interpretación de refranes tan manidos (y sabios) como: «Zapatero a sus zapatos». Siempre he dicho que las mejores entrevistas los deportistas las dan off the record. Quizás algún día cuando se encienda la grabadora se les apague el discurso aprendido de memoria y sean más ellos. Ese día habrá mejor periodismo y «terreno» no tendrá tanta responsabilidad oral.

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