Hace casi 24 horas describíamos acá lo difícil que iba a ser derrotar a Corea del Sur. Y efectivamente, así fue. Dentro de par de días, nuestra selección nacional de béisbol regresará eliminada en primera ronda del Premier 12.

Muchos fueron los vaticinios que terminaban con este resultado para los cubanos, en un grupo donde increíblemente el segundo clasificado a va ser Australia, para la mayoría el conjunto llamado a ser el patito feo de la llave C.

En cuanto a Cuba, ¿qué vamos a decir que no hayamos escrito ya en textos anteriores? Caeríamos en un remolino de redundancias que, la verdad, hasta a nosotros mismos nos cansa volver a plasmar en esta página.

Con muchas bases por bola, wild pitches y pelotazos; con  tres decenas de ponches atragantados en el gaznate y con una defensa que ha sido de lo mejor pero que aunque ayuda no anota carreras ni poncha hombres, el camino del último juego contribuyó a reforzar la imagen general que hay del equipo…y del béisbol en Cuba.

Varias personas comentaron a quien escribe que les daba la impresión de que el equipo estaba siendo mandado “a dedo” desde La Habana, porque no podían comprender cómo estando tan mal los bateadores, el manager Miguel Borroto no se atrevía a hacer cambios sustanciales en el line up. Era como si a las vacas sagradas, no se les pudiera tocar.

Saavedra no tuvo oportunidad de demostrar su potencial,y en la única que le dieron a Pavel Quesada, perdiendo por 7 en el noveno, dio hit. Los otros receptores, que pudieron tener algún chance (un inning, un turno al bate) también fueron al torneo a comer, ver juegos y dormir. Y no es que Alarcón haya estado bien, ni que no se hubiera podido ajustar la alineación para usar emergentes y dar juego a otros que, en un equipo que no batea, debieron tener el beneficio de la duda.

Yurisbel Gracial ha sido la más grande decepción del torneo, algo que no viene a ser nuevo, pero se repite. Afrontémoslo de una vez: Gracial no es el tercer bate del equipo Cuba. En más de una ocasión su rendimiento ha bajado cuando se pone la chamarra de las cuatro letras. Es de parecer que si se le va a convocar y queremos que juegue por ser el “MVP del Japón”, habrá que colarlo en otro hueco del orden al bate.

Y cuando se habla de Gracial, también podemos citar a Despaigne, aunque él, al menos, logró conectar de hit en más de una ocasión. De los “ japoneses” se va a salvar Moinelo, pues a pesar de su descontrol el primer día, tampoco se hizo una carrera que fuera medidor para achacarle la culpa de la derrota.

Cepeda estuvo muy mal, y cuando se tomó el quinto ponche el línea, debieron haberlo sentado. Ayala y Alarcón también pudieron ser alternados. El único que siempre se mantuvo y demostró que no podían moverlo a ningún sitio, fue Samón, el mejor de Cuba en el efímero torneo.

¿Que nos cuesta regalar boletos? Lo vimos, sobre todo primer y tercer día. No obstante, ya hemos repetido que la labor de ese cuerpo de tiradores poco profundo, fue tan buena que casi no se merece los palos que deberían caer sobre el equipo.

Cuando rueden las cabezas acá, si es algo que aún sucede pues ya perder es parte de la idiosincracia de nuestra pelota a nivel internacional, habrá que pensar en qué vamos a acabar de hacer, ya mirando a marzo, para afrontar la última oportunidad de llegar a Tokio.

Esta generación de peloteros lleva mucho tiempo perdiendo. A estas alturas ya hay que renovar y dejar de incluir nombres que por muy bien que estén en casa no están a la altura de enfrentar compromisos de este nivel.

Tenemos que pensar más en el desarrollo de nuestros peloteros y no en ese “championismo desmedido”, esas ganas de llevar super equipos a torneos que no lo ameritan con tal de recuperar una gloria inexistente, como sucedió en los Panamericanos y Centroamericanos, algo que estoy seguro hoy nos está pesando.

Da risa como se dice que existe un equipo “sabermétrico” trabajando con la Federación Cubana y la Serie Nacional, cuando se ve a las claras que no se juega ni se dirige guiándose por números ningunos, más allá de los averages, victorias o ponches propinados. Hay que abrir los ojos y evolucionar, porque seguimos jugando pelota como hace 30 años, mientras el mundo se ha movido adelante.

Seguidor de Cuba desconsolado en las gradas del Gocheok Sky Dome, de Seúl. Foto tomada de Prensa Latina.

Según la descripción oficial, traer peloteros de otros lugares no es toda la solución (entiéndase en el comentario “otros lugares” como MLB). Quizás no, como vimos también con los legionarios, pero seguramente nos habría ido muy bien el poder incorporar a otros que tienen el oficio de los mejores, aprendido del país cuna de este hermoso deporte…que no es Cuba.

Escudarse en el bloqueo y en la última medida que anuló el acuerdo Federación-Grandes Ligas para rebajar la intensidad de las negociaciones entre ambas partes, no es la solución. Si bien ahora mismo no podríamos incorporar libre y legalmente nuevos jugadores al sistema de la Gran Carpa, bien podríamos al menos bajar la cabeza y expresar la voluntad de que aquellos que se fueron y aún puedan/ deseen servirnos, lo hagan. Al final, es un enorme talento que no va a poder jugar con plena satisfacción jamás por ninguna otra selección nacional.

Las transformaciones no solo deberían llegar a nivel de plantillas, sino también de los entrenadores y sus métodos. Se sigue creyendo que el manager, por su experiencia, es el que tiene la última palabra. Pero si el “librito” del DT está obsoleto, no vamos a ningún lado. Y me parece que más allá del plan de los directores, el libro obsoleto es el de la manera de jugar béisbol aquí en su conjunto, y necesitamos ayuda.

Como una vez fuimos nosotros quienes enviamos técnicos a América, Europa y Asia a enseñar a jugar béisbol, hoy es hora de que pensemos un poco más allá del orgullo nacional y aceptemos que necesitamos un empujón de aquellos que han demostrado que, para su bien, transformaron todas las enseñanzas nuestras. ¿Más claro? Sí, comparto la opinión de que Cuba clama por entrenadores extranjeros.

Igualmente, ese cambia-cambia de directores tiene que acabar. A los managers debería contratarseles por un tiempo determinado, para que puedan trabajar con los equipos. Cuba es el país beisbolero que más cambios por concepto de mandamás hace en el año. Y eso no ayuda a los peloteros, que no encuentran método de trabajo fijo, ni afinidad con nadie. El manager del Cuba no puede salir por ser el mejor de la Serie doméstica y si eso pasa, tiene que quedarse al menos por año y medio o dos, en dependencia del calendario internacional del deporte.

Y como necesitamos nuevos jugadores y nuevos entrenadores, porqué no, también necesitamos nueva directiva. Basta ya de hacer cambios superficiales en una estructura de mando beisbolera en casa. Hace falta una nueva mentalidad, acorde a los nuevos tiempos, no seguir con el mismo pensamiento que rige y lastra a la Federación Cubana hace más de diez años. Me parece que para marzo, si no se consigue la clasificación a los Juegos Olímpicos, Higinio Vélez tiene que hacerse a un lado.

Es penoso que le haya tocado a Miguel Borroto decir que regresarían con la clasificación olímpica. Un hombre como él, buen director como se le ha visto en sus diferentes oportunidades con los camagüeyanos, no debió dejar que el patriotismo lo cegara para dejar escapar semejante aseveración, que lo perseguirá un buen tiempo como ha otros que han querido inflar más ese globo moribundo que es la pelota cubana.

Hasta entonces, hasta marzo.

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