Con una victoria y un empate terminó la selección de Cuba en su periplo por tierras dominicanas, donde enfrentó en par de ocasiones al combinado nacional de la vecina nación caribeña. Lo mostrado por los pupilos de Pablo Elier Sánchez en estos dos encuentros deja elementos positivos y negativos que debemos analizar con todos sus matices.

En primer lugar, se logró lo más importante: jugar. Por muy conformista que parezca el hecho de celebrar algo tan básico como de tener partidos amistosos, para la selección cubana, no lo es. Pues, como en todo proceso futbolístico relativamente nuevo, la continuidad se convierte en un factor indispensable para consolidar el trabajo, afianzar automatismos, buscar o mantener una identidad de juego.

Los largos períodos de inactividad ya habían demostrado ser letales para el funcionamiento del equipo y —de no haber contado con estos dos encuentros— la selección habría llegado a los decisivos partidos de la Liga de Naciones en marzo próximo con nueve meses inacción.

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Si bien República Dominicana se presentó a estos partidos con un equipo que dista mucho del habitual, a nivel de resultado, sacar una victoria y un empate en condición de visitante siempre será positivo. Cuba mostró contundencia en ataque, rentabilizando de buena manera las oportunidades que generó. Muestra de ello es el hecho de haber conseguido marcar cinco goles en par de presentaciones.

El carácter amistoso de estos partidos permitió darle horas césped a varias figuras reciente incursión y a otros jugadores que, a pesar de estar establecidos en el equipo nacional, no acumulan demasiados minutos. Esto nos regaló sorpresas muy positivas como la irrupción del joven lateral derecho Greibel Palma y las garantías brindadas bajo los tres palos por el también debutante Raico Arrozarena.

Por otra parte, se vio un equipo demasiado dependiente de los titulares habituales. Se esperaba mucho de jugadores que ofrecieron poco y esto es preocupante. Pues como reza un viejo adagio futbolero, un equipo es tan grande como sus suplentes; y esta vez, hay que admitirlo, la diferencia entre los pesos pesados y la banca fue más visible que nunca. Esto quedó perfectamente patentado en el segundo partido.

La entrada de Pozo, Dairon, Maykel y Paradela cambiaron de forma radical el curso del encuentro. Y de no haber disparado al arco en toda la primera mitad, se pasó a controlar por completo las acciones, generar un gran volumen de llegadas y conseguir el empate definitivo.

A pesar de que queda mucho trabajo por delante, la selección cubana de fútbol cierra el 2022 dejando un balance positivo de cinco victorias, un empate y dos reveses. Marcando 17 goles y permitiendo 7 en los 8 encuentros disputados.

Los Leones del Caribe despedirán el año como primeros de su grupo en la Liga de Naciones de CONCACAF, a la cual regresarán en marzo próximo, donde bastará una victoria ante Barbados y en empate en casa ante Guadalupe para sellar su clasificación al Nivel A de esta competición y el esperado regreso a una Copa Oro.

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Imagen cortesía de AFC