Desde la entrada del béisbol en Cuba y su conocida introducción por los hermanos Ernesto y Nemesio Guilló en el siglo XIX, la pelota se convirtió en un elemento de trascendente influencia en el proceso de conformación de la nacionalidad y la cultura cubanas. Los criollos encontraban en este deporte una herramienta muy adaptable, para crear elementos que le dieran un sello y una identidad al nuevo experimento liberal que se gestaba en la isla y que desembocó en la guerra de independencia.

Tras la intervención norteamericana y el nacimiento de la República de Cuba, la organización del béisbol tomó mejor forma. En este período, la Liga Cubana se consolidó mucho más. El desarrollo de torneos profesionales, semiprofesionales, de aficionados, de barrios, concretaron su expansión hacia el más recóndito rincón de la geografía nacional.

Al calor de las competencias a las que se hacía referencia, la lista de figuras se nutrió con nuevos nombres, actuaciones y estadísticas. Los jugadores cubanos se convirtieron en figuras influyentes y en ídolos, no solo nacionales, sino también internacionales, gracias a que su talento les llevó a brillar en torneos de países como República Dominicana, México, Puerto Rico, Venezuela y las Grandes Ligas de Estados Unidos.

Transformaciones en todas las esferas de la sociedad llegaron después de enero de 1959. El béisbol no fue la excepción. A raíz del conflicto político generado entre la Revolución cubana y los Estados Unidos, una serie de medidas y contramedidas en el ámbito deportivo terminaron con la salida de peloteros profesionales de Estados Unidos de la Liga Profesional Cubana. La sustitución del profesionalismo, por el aficionado -o amateur- no fue, ni por asomo, el hecho que decretó el fin del amor de la gente por este deporte.

Apareado con la naturaleza traumática del cambio, apareció la emigración cubana hacia los Estados Unidos, principalmente al sur de la Florida.

Por cada transformación que ejecutaba la administración emigraban más antillanos y así, con gran rapidez, el seno de la familia cubana fue dividido junto con el béisbol, pues muchos peloteros se vieron obligados a emigrar si querían seguir como profesionales.

En el caso de quienes permanecieron en la isla o vinculados a ella, terminaron como entrenadores de la Serie Nacional. Sabido es de sobra que sin su aporte técnico, táctico y maneras de entender el juego como se hacía al máximo nivel, quizás las Series Nacionales no hubieran tenido el brillo y espectacularidad que antaño poseían.

El tiempo fue pasando y el resultado del conflicto político fue la creación de una comunidad de exiliados en el sur de la Florida. Los nuevos ciudadanos cubanoamericanos traían consigo el dolor de la emigración, el repudio hacia la administración de Fidel Castro, pero también en aquel momento, la laboriosa y alegre cultura cubana, en donde el béisbol era un patrimonio de reafirmación.

El diferendo político destruyó muchas cosas, pero el culto del pueblo hacia el deporte de las bolas y los strikes no. En la isla nació la Serie Nacional y en los Estados Unidos continuaron jugando de manera profesional los peloteros emigrados, que se convirtieron en los nuevos héroes del exilio.

El nuevo asentamiento en la Florida fue creciendo y con ello la estabilidad. Muchas familias encontraron un nuevo lugar para vivir, educar a sus hijos y, claramente, jugar al béisbol. Así fue como miles de niños cubanos y otros nacidos en Estados Unidos, pero de padres cubanos, se insertaron pronto en los circuitos de entrenamiento en el norte de América. Todos ellos con un camino sin prohibiciones para jugar en las Grandes Ligas.

Mientras tanto, en la isla, el modo de gestionar la pelota cambió. Se eliminó el profesionalismo y la posibilidad de jugar en campeonatos extranjeros. Las nuevas instituciones deportivas crearon la Serie Nacional, un campeonato doméstico, solo con jugadores internos y todos amateurs.

El sistema de captación y desarrollo de talentos en todo el país era estrictamente monitoreado por el gobierno a través del Instituto Cubano de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER). Eliminar cualquier rastro de deporte rentado era prioridad del Estado.

Para el año 1961, la pelota era tan arraigada en la isla que el cambio drástico de sistema beisbolero, incluyendo transformaciones hasta en los nombres de las novenas, no afectó fuertemente a la fanaticada. Rápidamente, la sociedad se identificó con los nuevos equipos y sus protagonistas.

Nadie puede negar que las Series Nacionales fueron un éxito, no solo por la calidad de los jugadores, sino por la motivación con que la afición acogió a los equipos, los cuales representaban a las distintas regiones del país. Ese sentido de territorialidad generó una mayor identificación del público con los equipos, realidad que le dio mucha más fuerza al evento.

En la realidad internacional Cuba salía del circuito profesional de béisbol y se asociaba a los amateurs. La nueva gestión reinó hasta comienzos de los años 2000, en todos los torneos internacionales, con tres títulos Olímpicos y varias coronas mundiales.

A pesar de las grandes victorias en la arena internacional amateur y de poseer un campeonato interno de altísimo nivel, la afición de la Mayor de las Antillas siempre se preguntó qué calidad tendrían los peloteros cubanos si pudieran insertarse en las Grandes Ligas. Este cuestionamiento fue una espina clavada en el interior de la sociedad cubana hasta que sus primeros héroes beisboleros comenzaron a emigrar hacia los años 1980.

Aunque desde esa etapa comenzaron a emigrar varios atletas, el fracaso económico que se generó a raíz del derrumbe del Socialismo en Europa del este y la denigración de la sociedad cubana, sobre todo tras el inicio del llamado Período Especial, trajeron como resultado que los peloteros también entraran en las grandes oleadas migratorias hacia el norte. Estos jugadores eran diferentes a los que decidieron permanecer en Estados Unidos por los años 1960 y, al abandonar el país, esto traía como resultado el repudio de diversas capas de una sociedad dividida y con ello la negativa de regresar por un período de tiempo determinado por las autoridades gubernamentales.

Con estos términos aclarados, estos hombres comenzaron su camino migratorio, donde muchas veces los retos del cambio no solo es acomodarse al nuevo contexto profesional, sino también, a otra cultura, otro idioma y, sobre todo, la ausencia de la familia. Proceso psicológico este que los atletas nacidos en los Estados Unidos no tienen por qué conocer.

Desde los años 1980 hasta la actualidad, la lista de peloteros que han abandonado Cuba para incorporarse a las Grandes Ligas es extensa. La sociedad cubana se ha quitado su espina y ya el aficionado pudo comprobar que sus héroes sí son capaces, no solo de jugar al máximo nivel, sino de convertirse en verdaderas estrellas.

Cada año llegan más y a pesar de las carencias económicas de siempre y no hay dudas de que el sistema de formación de peloteros cubanos es un éxito, pues sus entrenadores de base no dejan de nutrir a los equipos de la Gran Carpa. La mala noticia es que trabajan sin cobrar como deberían.

Estrellas a ambos lados del estrecho de la Florida

Nacidos o formados en Estados Unidos, han sido varios los peloteros con un paso espectacular dentro de las Grandes Ligas. Sin embargo, aquellos procedentes de las Series Nacionales no han sido menos. Más allá del nivel de la liga o las posibilidades de entrenar sin las condiciones idóneas, los cubanos se han impuesto a ese nivel, algunos de ellos con carreras que presagian futuras inclusiones en el Salón de la Fama de Cooperstown, como es el caso de José “Pito” Abreu.

Comparar nunca ha sido un acto justo, aunque sí muy efectivo en materia de pelota. Es por ello que desde Play-Off Magazine nos lanzamos a la aventura de descubrir quiénes han lucido mejor en la Gran Carpa, si “los de allá” o “los de aquí”. Quizás, llamen la atención varios nombres, pero la inclusión en este listado responde al resultado de una rigurosa investigación y consulta a varias fuentes, donde se dejan claros los antecedentes cubanos de todos ellos.

A continuación, publicamos los números de los diez mejores peloteros cubanos formados en Estados Unidos y los comparamos con las estadísticas de los diez mejores peloteros desarrollados en la isla. Vale destacar que los registros no contemplan los resultados de la temporada en curso, solo se han recogido hasta la campaña 2021 de las Grandes Ligas.

Desde el punto de vista estadístico se tuvieron en cuenta aquellos beisbolistas con más de dos mil comparecencias al bate, en el caso de los bateadores, y más de mil entradas lanzadas, por parte de los lanzadores. En ambos casos, el criterio para definirse por unos u otros se basó en el WAR, parámetro aplicado por la sabermetría que contempla las victorias que da un jugador por encima de su remplazo, lo más importante en el béisbol.

La definición oficial, establece que el WAR “intenta medir la contribución total de un jugador — bateo, fildeo, corrido de bases, picheo — a su equipo. Se expresa en términos de victorias por encima del valor percibido de un jugador de nivel reemplazo en cada posición”. Es por ello que para llevar a cabo la investigación nos decidimos por definir posiciones teniendo en cuenta el WAR de por vida de estos jugadores.

No obstante, teniendo en cuenta el reducido número de lanzadores cubanoamericanos, se decidió incluir en el Top a Néstor Cortés Jr.; Carlos Rodón y Lance McCullers Jr. Además, en los bateadores se incluyó a Rafael Palmeiro y José Canseco debido que su formación como peloteros transcurrió en su mayoría en los Estados Unidos.

En el caso de Canseco y Yasmani Grandal, al igual que Cortés, salieron de Cuba de niños y su paso por el béisbol transcurrió en ese país norteño a nivel colegial, primero, y en el sistema de la pelota profesional después. Caso similar al de Palmeiro, quien se convirtió en el cuarto pelotero en conectar 500 o más cuadrangulares de por vida.

Un aparte merece el desaparecido lanzador José Fernández, de quien se esperaba una gran carrera desde el montículo, pero una muerte precoz se encargó de cortarla. Debido a este motivo, las estadísticas que dejó el cubano resultan escasas y no tienen valor comparativo en estas líneas. No obstante, no caben dudas de que hubiera encabezado cualquier tabla de haber continuado en este mundo.

Bateadores de origen cubano o formados en Estados Unidos, en Grandes Ligas
Bateadores de origen cubano o formados en Estados Unidos, en Grandes Ligas.
Bateadores cubanos en Grandes Ligas.
Bateadores cubanos en Grandes Ligas.

Leyenda: WAR: Victorias por encima del remplazo / AB: Veces al bate/ H: Hits/ HR: Cuadrangulares/ BA: Average de bateo/ R: Carreras anotadas/ RBI: Carreras impulsadas/ SB: Bases robadas/ CS: Cogido robando/ OBP: Promedio de embasado/ SLG: Promedio de Slugging/ OPS: OBP + SLG/ OPS +: OPS ponderado.

En las gráficas se aprecia una superioridad notable de los cubanoamericanos, todos por encima de 15, en cuanto a WAR se refiere. Importante también la producción de hits, remolques y carreras impulsadas. Sin embargo, esto no demerita en lo más mínimo la actuación de los cubanos educados en la isla. 

Esto se explica por dos motivos: el primero, de los salidos de la Serie Nacional la mayoría aún permanecen en activo y, aunque cumplen con los criterios comparativos, es lógico que en los registros de por vida se queden rezagados. Si nos fijamos detenidamente, prácticamente en la frecuencia de hits se nota cierta paridad. Es por ello que resulta necesario aplicar parámetros que midan las frecuencias de estos bateadores para clarificar de una manera más justa su desempeño.

Bateadores de origen cubano o formados en Estados Unidos, en Grandes Ligas. Frecuencia
Bateadores de origen cubano o formados en Estados Unidos, en Grandes Ligas. Frecuencia
Bateadores cubanos en Grandes Ligas Frecuencias.
Bateadores cubanos en Grandes Ligas Frecuencias.

Leyenda: F-HR: Frecuencia de jonrones/ CPR: Carreras producidas/ CCR: Carreras creadas/ F-BB: Frecuencia de bases por bolas/ F-SO: Frecuencia de ponches/ BB-SO: Bases por bolas por cada ponche/ BR%: Porciento de bases por bolas/ BABIP: Promedio de Pelotas puestas en juego/ GDP%: Porciento de bateo para doble play/ ISO: Poder aislado/ BPO: Promedio de Base por Out.

Algo que llama la atención de estos números es una fuerza al bate superior por parte de los cubanoamericanos. La mayoría de quienes figuran en la tabla sobrepasan los .200, un promedio destacado a ese nivel. No así con quienes ingresaron al béisbol en las Series Nacionales, pues los únicos con más de dos decenas decimales resultan José Abreu y la “Potencia” Yoenis Céspedes. Aunque el ex Grandes Ligas, Yasiel Puig, se quedó cerca de estos registros de por vida.

Otro elemento en el que sobresalen los formados en el sistema deportivo de Estados Unidos es en la frecuencia de jonrones, con un aparte para José Canseco. Si bien Canseco siempre estará señalado por el escándalo por el uso de esteroides, el fornido jugador de los años 80 y 90 del pasado siglo bateaba un cuadrangular cada 15.27 visitas oficiales al rectángulo ofensivo.

En este guarismo, el mejor posicionado por quienes crecieron en la escuela cubana de béisbol resulta Pito Abreu, sin dudas el más destacado pelotero que ha dado la isla en los últimos años. El natural de Cienfuegos (19.09) y Céspedes (19.34) resultan los únicos, también, con una frecuencia por debajo de 20. 

Al apreciar con detenimiento los números, se puede apreciar que la legión de antillanos salidos del campeonato cubano y su correspondiente sistema de formación deportiva amparado por el INDER, si bien evidencian una menor fuerza al bate, son peloteros de muy buenos promedios de pelotas puestas en juego (BABIP), un parámetro que indica la probabilidad de que una pelota, que no sea cuadrangular, consiga convertirse en hit.

El mejor, en cuanto a BABIP se refiere, es el jugador de cuadro de los Medias Blancas de Chicago, Yoan Moncada, dueño de un promedio de .360, el más alto de quienes figuran en ambas listas. Además, el cienfueguero es el de menor tasa de bateo para doble play, con apenas .006 de por vida. 

Lanzadores de origen cubano en Grandes Ligas
Lanzadores de origen cubano o formados en Estados Unidos, en Grandes Ligas
Lanzadores cubanos en Grandes Ligas
Lanzadores cubanos en Grandes Ligas

Leyenda: W: Juegos ganados/ L: Juegos perdidos/W-L%: Promedio de ganados y perdidos/ ERA: Promedio de carreras limpias/ G: Juegos lanzados/ GS: Aperturas/ GF: Juegos finalizados/ CG: Juegos completos/ SHO: Lechadas/ SV: Juegos Salvados/ IP: Entradas lanzadas.

Con los lanzadores sucede algo similar, aunque en menor medida y dado el caso de que cubanoamericanos no llegan a diez, hemos decidido comparar solo nueve jugadores, en busca de mayor equidad. La diferencia no es tan notable, pero vuelven a imponerse los cubanoamericanos, ligeramente, en WAR y en victorias, pues en WHIP y ponches no distan mucho unos de otros.

En el caso de los cubanos solo uno, Liván Hernández, sobrepasó las 100 victorias, aunque en el listado figuran también dos pícheres cerradores: Aroldis Chapman y Raisel Iglesias.

Uno de los lanzadores más seguidos de la Serie Nacional durante el tiempo que jugó en Cuba fue Orlando “El Duque” Hernández, quien afirmó en el documental Fuera de Liga, del realizador cubano Ian Padrón, haber tenido la posibilidad de jugar con los dos mejores equipos del mundo: Industriales y los Yankees de Nueva York. Precisamente, con los Bombarderos se convirtió en pieza fundamental de su staff, al punto de que ganó tres anillos de Serie Mundial.

Por los cubanoamericanos, Carlos Rodón, hijo de padres cubanos, concretó la pasada campaña un juego sin hits ni carreras. Rodón visitó Cuba durante un tope entre un equipo universitario de Estados Unidos y la selección nacional antillana en el año 2013.

Aunque históricamente, al menos desde 1980 en adelante, el picheo cubano en Las Mayores se ha quedado a deber, en comparación con el largo listado de bateadores o jugadores de posición. No obstante, los promedios de carreras limpias de ambos grupos destacan por su efectividad, con cierta inclinación hacia los cubanoamericanos.

Lanzadores de origen cubano o formados en Estados Unidos,en Grandes Ligas
Lanzadores de origen cubano o formados en Estados Unidos,en Grandes Ligas
Lanzadores cubanos en Grandes Ligas. Frecuencias
Lanzadores cubanos en Grandes Ligas. Frecuencias

Leyenda: ERA+: Promedio de carreras limpias ponderado / FIP: Picheo independiente del fildeo/ WHIP: Promedio de corredores embasados por entrada/ H9: Hits por cada 9 entradas/ HR9: Jonrones por cada 9 entradas/ BB9: Base por bolas por cada 9 entradas/ SO9: Ponche por cada 9 entradas/ SO-BB: Ponche propinado por cada base por bolas.

A la hora de comparar las frecuencias, el foco de atención recae en Aroldis Chapman, el lanzador de mejor WHIP (promedio de corredores embasados por entrada) entre todos, con 1.05 antes de comenzar el 2022. En este sentido, el otro antillano con un WHIP valioso resulta el pinero Raisel Iglesias, con 1.09. Ambos, en el rol de cerradores.

En cuanto a cuadrangulares permitidos, hits, bases por bolas y ponches propinados en promedio por cada nueve entradas, el resultado de la comparación arrojó nuevamente cierta similitud en los guarismos, lo que demuestra que, a pesar de ser Estados Unidos una cantera de grandes lanzadores, los cubanos no se quedan atrás debido a su gran talento.

Precisamente, el gran talento de los jugadores nacidos en la isla mayor de las Antillas para jugar béisbol es lo que provoca que, a pesar de las dificultades para debutar al máximo nivel, cada año lleguen más peloteros. Historias escritas, otras por conocer, de eso se trata el béisbol.

Más allá de comparaciones frívolas, la pelota para los cubanos significa mucho más que un deporte. Da igual la escaza alimentación que en la isla reciben o los pocos implementos deportivos utilizados. Por años, los profesores de béisbol en Cuba se han encargado de pulir el talento de miles de niños que llegan al campo a cumplir sus sueños.

A pesar de las restricciones y del siempre duro proceso migratorio, los riesgos, la lejanía con la familia, la patria, sus raíces, la imposibilidad de regresar -en algunos casos- los cubanos tienen el talento y la capacidad suficiente para imponerse entre los mejores del mundo. Más allá de una cuestión deportiva, se trata de una cuestión de genética básica de la calle: los cubanos llevan la pelota en la sangre, no importa de qué lado del estrecho de la Florida hayan nacido.

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Imagen cortesía de Play-Off Magazine