Como un moribundo que se aferra a su última bocanada de aire, Yoel Romero, a sus 42 años, se niega a aceptar que hayan pasado sus mejores años en la Artes Marciales Mixtas (MMA por sus siglas en inglés), y enfrenta una pelea de vida o muerte por un título mundial.

Acostumbrado a rebelarse contra las injusticias y el paso del tiempo, el veterano cubano se mantiene en pie, luchando lejos del país en que fraguó una victoriosa carrera deportiva, con medalla olímpica incluida. Por el camino, ha enfrentado acusaciones de dopaje, polémicos resultados adversos, y ha caído, para siempre levantarse de nuevo, con sus más de 40 años encima.

El oriundo de Pinar del Río, conocido por sus lauros al más alto nivel en la lucha libre, dejó Cuba en el 2007 en busca de mejor suerte y tras años de anonimato regresó como un depurado luchador de MMA, y se estableció dentro de la élite de los pesos medianos en la UFC.

La historia del “Soldado de Dios’’, como se le apoda en el universo MMA, es digna de toda una telenovela, pero en esta ocasión solo me limitaré a las circunstancias recientes que lo han traído a este momento, a pelear por el título mundial de los pesos medianos de la UFC el próximo 7 de marzo contra el campeón de la división, el nigeriano Israel Adesanya.

Yoel se instauró en la élite del UFC con una edad cercana a los 40 años, lo cual no fue impedimento para que se llevara victorias ante hombres de sobrada calidad como Ronaldo “Jacaré” Souza y Lyoto Machida, hechos que lo llevaron a ser el máximo aspirante para enfrentar al campeón de aquellos tiempos, el estadounidense Luke Rockhold.

Sin embargo, un análisis antidoping realizado por la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA) arrojó resultados positivos por Ibutamoren, lo que devino en una suspensión por seis meses que frustró la pelea por el título.

Humillado y desacreditado, Romero siempre defendió su inocencia, la cual se comprobó recientemente y que le benefició con una indemnización de 27,45 millones de dólares por parte la empresa Gold Star Performance Products, que le suministraba sus suplementos médicos.

A su regreso a los octágonos llegó la pelea contra un excampeón de la división, Chris Weidman, a quien derrotó de manera aplastante. Yoel aprovechó la ocasión para retar, esa misma noche, al campeón reinante en ese momento, el británico Michael Bisping, quien hizo caso omiso.

Después, Romero pelearía contra el neozelandés Robert Whittaker por el título interino, pero fue derrotado. Esta caída, sumada a su edad, ponía en entredicho su continuidad, pero llegaría otra oportunidad en 2018, ante un Rockhold favorito para reclamar una oportunidad por la corona que una vez tuvo y perdió.

Cuando muchos no lo preveían, Rockhold fue noqueado de manera espectacular por Romero, quien aun así no pudo ser nombrado campeón al no haber dado el peso un día antes de la pelea, aunque estaba claro que esta victoria le daría el chance por el título absoluto en una pelea que enfrentaría otra vez a Whittaker, pero que se vio empañada, nuevamente, por dificultades del cubano para mantener el peso.

El combate se efectuó, pero sin la faja en disputa, para decepción de Soldado de Dios, que veía alejarse su sueño. Tras cinco asaltos, los jueces le dieron la victoria al neozelandés por decisión dividida, en un veredicto sumamente polémico, porque muchos de los entendidos vieron ganar a Yoel.

Tras sufrir una derrota como esa, Romero buscaba una victoria contundente al brasileño Paulo Costa. Pero los jueces volvieron a hacer de las suyas y le dieron la victoria a Costa por una decisión unánime que nuevamente dejó muchos inconformes.

Luego de dos derrotas y con 42 años, muchos pensarían que era cuestión de tiempo que “Soldado de Dios” anunciara su retiro. Sin embargo, se le ha dado la oportunidad de pelear por el título absoluto de los pesos medianos (185 lbs) el próximo 7 de marzo ante Adesanya.

Quizás esto se deba a que la UFC quiera compensarle por las decisiones de los jueces en las dos últimas peleas o quizás porque Whittaker y Costa no están en las condiciones físicas adecuadas para enfrentar al nigeriano, en gran parte por el castigo que recibieron a manos del mismo Romero; o quizás porque Dana White, mandamás de la UFC, considera que aún es un luchador atractivo para un combate por el cinturón.

El cubano llega a esta pelea con 42 años. Todavía mantiene la lucha que lo llevó a ser subcampeón olímpico y tiene un boxeo digno de admirar, que lo ha llevado a protagonizar varios de los nocauts más espectaculares que se recuerden, como aquellos a Chris Weidman o Luke Rockhold.

Pero su condición física siente el paso del tiempo, pues, aunque mantiene su condición atlética y una musculatura envidiable que lo dotan de grandes dosis de velocidad y fuerza, su falta de resistencia merma su ritmo de pelea cuando tiene que superar el tercer asalto, algo preocupante tomando en cuenta que las peleas por el título son a cinco episodios.

Enfrenta tendrá a Israel Adesanya, quien a sus 30 años de edad llegó a ser campeón mundial sin haber sufrido derrotas en 18 peleas profesionales, con una solidez física infinita y un kickboxing poco visto en el UFC; con una mezcla de técnica y agresividad que le ha permitido pasar por encima de rivales de categoría como el brasileño Anderson Silva, toda una leyenda de este deporte -quien se mantuvo como campeón de la división durante más de una década-, y más reciente, la pelea por el título contra Whittaker, en la que terminó noqueando de manera contundente a su rival.

El nigeriano sale como favorito por edad y por físico, pero en más de una ocasión Romero ha sorprendido al mundo de grata manera, por lo que hay muchos motivos para pensar que veremos una buena pelea el próximo 7 de marzo.

Yoel Romero se apresta a la que puede ser su última oportunidad de alcanzar la gloria, la mayor prueba de su carrera, en un viaje que nunca ha estado exento de obstáculos. Soldado de Dios lucha por toda Cuba.

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Imagen cortesía de MMA