Pudiera pensarse que Yunidis Castillo (6 de junio de 1987) lo posee todo. No meramente en el plano deportivo, donde en una ocasión me atreví a bautizarla como la hija del viento, estableciendo un mítico paralelo con el estadounidense Carl Lewis, y sus piernas se encargaron de que el mote prendiera.

También en la vida, donde escaló el Olimpo de la maternidad y su pequeño Gabriel la inyecta de estamina para salir a devorar tramos, a desafiar cronómetros cada mañana a su nicho del Estadio Panamericano. Si para esculpir la imagen de una mujer cubana me hubiesen pedido una modelo en todo el diapasón de la palabra no me pensaría mencionarla entre mis primeras opciones, como a Yipsi. Porque su vida, al igual que las huellas de sus pinchos ha destilado épica, trascendencia, monumentales dosis de estirpe y entrega.

Allí, al Este de la capital, entre un asomo de salitre, el destierro al menor de los prejuicios y una elevada dosis de “desentrenamiento” tanto en las pistas como hacia las entrevistas nos sorprendió nuestra enésima plática. Eso sí, esta vez sin una pizca de reticencia, asomando su cautivadora sonrisa de primera intención, largando en el carril contiguo al mío en otro de tantos periplos por su vida:

¿Niñez 100% deportiva la de Yunidis?

“El deporte es algo que circula por mis venas. Si hay algo que disfruto totalmente es eso. En tiempos de juegos múltiples paso las horas delante del televisor. Claro, este año Gabriel no me dejará mucho… Mi niñez también fue propicia para ese acercamiento. Viví primero en el reparto Sueño en Santiago de cuba y allí comenzó mi inclinación hacia el deporte, en el Complejo Antonio Maceo.

Yunidis Castillo
«Antes de pactar esta alianza definitiva con el atletismo practiqué natación, taekwondo, judo y gimnasia rítmica». FOTO: Hansel Leyva

“Antes de pactar esta alianza definitiva con el atletismo practiqué natación, taekwondo, judo y gimnasia rítmica, y a todos les debo algo: la entrega, la capacidad de lucha y respuesta ante las adversidades y la flexibilidad. Ahora, el atletismo te aseguro que ha sido determinante en mi vida; sin embargo, mi tránsito por tantas disciplinas responde a que no me gustaba correr.

La familia… Miriam Ferrer

“Palabras sagradas ambas. Nunca me faltó amor; en mi casa siempre me consideraron la niña linda –lógico, siendo la menor de tres hermanos. Luego, con la distancia derivada de mi carrera deportiva en el alto rendimiento acá en La Habana su presencia ha sido determinante. Hubo temporadas de meses sin visitarlos, pero en casi 11 años, desde que entré en el equipo nacional en septiembre de 2004, no ha faltado una llamada por teléfono, una visita, el aliento y preocupación constantes. El vínculo es muy sólido.

“Miriam es sin temor alguno mi segunda mamá. Hoy día basta una mirada para saber ambas que necesitamos. Sostenemos una comunicación total desde el 2005, cuando comenzamos a trabajar juntas, pues mi primer año en la preselección, al ser captada por el área de saltos, Luis Bueno fue mi guía.

Dos ejemplos sencillos de mi relación con Miriam: es capaz de convencerme de realizar los tramos largos (400-500 metros) durante los entrenamientos. No son de mi agrado, pero resultan fundamentales para hallar mi ritmo de carrera y buscar luego potencia y remate en los cortos (200 o 150×200). El otro bien simple, sin su comprensión y flexibilidad este retorno tras la maternidad hubiese sido en extremo complicado.

Año 1998…

El año de mi resurrección. Regresaba de una competencia nacional escolar de judo en Camagüey y sufrí aquel trágico accidente que puso a prueba todas mis capacidades. Perdí el brazo, gané una vida, una gran pasión en el atletismo y la posibilidad de realizarme en las pistas. Fueron dos años muy duros, hasta que el destino me forzó a retomar el camino que había iniciado con el entrenador Jorge Alberto Gonce a los ocho años. Ese fue el verdadero disparo en una carrera de fondo.

─ Triple plusmarquista del orbe en 100, 200 y 400 metros de la categoría T-46, amparada en registros de 11.95; 24.46 y 55.72 segundos, respectivamente. ¿Busca Yunidis récords cuando calza los pinchos?

No, te confieso que soy en extremo competitiva, salgo a ganar. Ahí radica una de mis principales fortalezas, pues confieso que por momentos, ante la poca oposición del resto de las atletas de mi categoría, he tenido que desafiar al cronómetro. Los récords son expresión de constancia, excelente preparación, entrega y respeto a mi trabajo y el de todos los involucrados con mi trayectoria de éxitos. No se planifican, solo salen con la combinación de diversas variables. A veces uno dice: “hoy estoy para batir una marca” y sencillamente llueve, hay aire en contra o no te concentras ante el disparo del starter y toda esa potencia física o energía interior no te valen de mucho.

─ A propósito de éxito, ¿qué persigue Yunidis con su retorno? ¿No lo considera apresurado?

Pudiera parecerlo, pues cuatro meses después de dar a luz regresé a las pistas, pero no. Ya dejé de amamantar a Gabriel, el yogourt lo cautivó y solo se despierta cuando tiene hambre. Además cuento con el apoyo incondicional de mi mamá Elena Castillo Zayas, y mi tía Edith, cruciales en la materialización de mi regreso. Confieso que solo tres noches antes del regreso fue que me dejó dormir con mayor tranquilidad.

─ ¿Cambios en tu rutina de entrenamiento?

Gracias a Dios mi organismo es sumamente agradecido. De hecho, el primer día le di tres vueltas a la pista sin asomo de cansancio, no corrí más para no maltratarme, pero en ese sentido fui yo una de las más sorprendidas. En las sesiones iniciales entraba sobre las 9:30-10:00 de la mañana y le dedicaba casi tres horas al entrenamiento, con énfasis en el fortalecimiento de los cuádriceps y las extremidades. Fui incorporando los ejercicios de estiramiento en el gimnasio, fuerza, priorizando el abdomen, pues fui cesárea. Pese a ello, prácticamente ya desapareció la barriga.

La planificación minuciosa de Luis Bueno y mi fisioterapeuta Alayna han contribuido de forma exitosa en la progresión. Ya me encuentro alternando tramos largos (300, 400 y 500 metros) y cortos (100, 150 y 200). Los primeros sabes que no me gustan, pero Miriam siempre busca algún elemento para no caer en la monotonía.

¿Distancia predilecta?

Yunidis Castillo
FOTO: Hansel Leyva

Los 100 metros son mis favoritos, esencialmente porque en cuestiones de segundos termina la tensión. En el caso de los 400 es una carrera técnicamente compleja, de intensidad progresiva. Y los 200 los considero la más difícil para mí, por la arrancada en curva, la coordinación de piernas con el braceo, y sostener la velocidad luego en la recta.

─ Necesitas reinsertarte en el ranking, competir, recobrar esa seguridad de la Yunidis ocho veces as del orbe y cinco paralímpica…

Mis resultados son un indicador de ttal exigencia. No me queda más opción que preservarlos. Entiéndase revalidar los oros parapanamericanos en Toronto y luego intentar reeditar mis tres cetros paralímpicos en Río de Janero 2016. Sí sería bueno competir para ir adquiriendo roce, puntos para el ranking y kilometraje real. Teníamos planificado inscribirnos en mítines en Colombia y el Caixa de Brasil. Incluso, ante la posibilidad de contratarnos o representar a un club a raíz de la nueva política del INDER, existe el interés de varios clubes de contratarme, entre ellos el propio Caixa, pero he estado un año y medio alejada, y la que domina esas cuestiones mejor que yo es Miriam.

─ Gabriel, tu mejor registro.

Nació pesando 7,4 libras acá en La Habana. Luego decidí llevarlo a Santiago por el tema del sol, el calor, sabes que a los niños pequeños es recomendable pasearlos y que reciban la acción de los rayos solares. Además conoció y convivió con la mayor parte de la familia. A los dos meses regresamos para acá, para el apartamento, y no se me adaptaba al horario, parece que por el entorno un poco más sombrío. Eso sí, entre tres y tres y media de la madrugada se despierta como un reloj, pidiendo su yogurt.

─ ¿Atleta como su mami?

Si dependiera de mí, la instrucción y los estudios serían una prioridad. Me gustaría que fuera músico, modelo -pues es largo-… Que aprenda idiomas. En definitiva, escogerá el camino que él considere indicado, fiel a sus pasiones. Aún es muy pronto para pensar en su futuro. Por ahora me deleito viéndolo al despertar, me arranca una sonrisa, lo beso en la frente y salgo a entrenar con el tanque lleno de combustible, de sueños.

─ Maternidad, entrenamientos, el Parlamento… ¿Demasiadas responsabilidades?

Yunidis Castillo
FOTO: Hansel Leyva

Nada sobrenatural. Basta mirar a cualquier mujer cubana. Firmeza, amor y voluntad para crecernos son nuestras divisas. Intento equilibrar mi tiempo, con Gabrielito como mayor prioridad. Contar con apoyo familiar y de mi equipo técnico contribuyen enormemente.

El Parlamento ha sido para mí una escuela. Estoy agradecida pues me ha preparado. Hoy sin miedos puedo hablar de la realidad cubana en distintos escenarios del mundo, de sus atletas, su gente. Cuba es una nación de enorme potencial, no solo en lo deportivo, también en lo cultural, social o político.

─ Una mujer plena, ¿paradigmas y compensaciones?

Mi ídolo indiscutible es Ana Fidelia Quirot. La admiro de siempre, su historia tiene cierto paralelo con la mía, esa fuerza inmensa para reponerse y conquistar la vida. El jamaicano Usain Bolt es un fenómeno, nadie corre como él. Cierra la lista la estadounidense Allyson Felix: es muy potente y pareja, y hasta tenemos similitudes físicas. De haber sido atleta convencional, me hubiese gustado emular sus potencialidades en los 100, 200 y 400 metros.

Disfruto muchísimo de las baladas románticas. Solía asistir a la iglesia apostólica miércoles y domingos antes de la maternidad, puedo pasar horas con mis amistades íntimas y mi familia. Pero la mayor parte del tiempo se la he dedicado con placer al atletismo. Eso hasta que Gabriel iluminó completamente mi camino.