La historia de Albert Maher Guerra Núñez pudiera asemejarse a la de otros muchos deportistas jóvenes cubanos que, por diversas circunstancias, sienten sus vidas estancadas y sin un futuro promisorio dentro de su país.

Hace ocho meses, el bayamés de veintitrés años de edad decidió romper con el movimiento deportivo nacional, pese a ser uno de los principales exponentes del polo acuático cubano.

Fuera de la piscina, este es su diálogo con Play Off Magazine.

¿Por qué decidiste practicar polo acuático?

Desde que era muy pequeño, con solo ocho años, entré en la Academia Deportiva Vicente Quesada de mi provincia. Allí comencé a practicar clavados, pero no me gustó porque se me hacía muy aburrido.

En la misma piscina, en diferentes horarios, entrenaba el equipo de polo acuático de mayores y los juveniles de la provincia. Yo me sentaba a verlos y me parecía espectacular. Me llamó la atención lo intenso que era y seguramente también que se jugaba con pelota. Al poco tiempo, hablé con el profesor para que me aceptara y así comencé. En ese momento, estaba cursando el 7mo grado.

¿Qué tan fuerte o intenso calificarías a este deporte?

Es sencillamente brutal. Muchos lo comparan con el rugby o el fútbol americano. La mayoría de nuestros cuerpos permanecen bajo el agua de la piscina, por tanto, los árbitros se pierden buena parte de lo que ocurre. Por esa parte lo califico como un deporte sumamente sucio.

Por otro lado, es necesario tener una capacidad física óptima para poder rendir bien. Desde que comencé a jugar siempre me dijeron que lo principal es tener una buena base; o sea, fortaleza en las piernas, que son las que te dan estabilidad, agilidad y te mantienen flotando. El agua no es nuestro medio natural y nosotros luchamos contra ello. Por eso, es determinante estar en buen estado físico.

Albert Maher Guerra.
Foto: Adrián Cazán

¿Qué ocurre con un jóven de otra provincia cuando debe cambiar al equipo nacional y adaptarse a la vida en La Habana?

Los polistas de otras provincias tenemos un límite de edad para seguir dentro de la pirámide de formación provincial, que es hasta que terminas el 12vo grado. Entonces, recibí la invitación para venir a La Habana para hacer las pruebas del equipo Cuba junto a otros doce o quince muchachos del resto del país, para disputarnos una plaza en el equipo, y tuve la suerte de que esta fuera mía.

El cambio de la EIDE al equipo nacional fue muy brusco. El nivel competitivo que me encontré cuando llegue fue muy duro para mí; en verdad, pase mucho trabajo para poder adaptarme. Imagínate que llegue allí con muchas deficiencias técnicas: no tiraba bien y nadaba súper mal. Por suerte, me encontré con una serie de entrenadores como Tino Urguelles que me ayudaron mucho y supieron corregir todo lo que estaba haciendo mal. Otro factor fue el régimen de entrenamiento, ya que las cargas físicas que me ponían eran el triple de lo que hacía en Bayamo.

Además, solamente tenía 17 años y tuve que venir solo a vivir para La Habana en casa de una tía. Separarme de mi familia y de mis costumbres del hogar fue terrible, sumado a que la mentalidad de un adolescente de Bayamo dista mucho del ritmo de vida que se lleva en la capital. Aunque pasé trabajo pude adaptarme bastante rápido a todo. De hecho, en la primera semana de estar con el equipo nacional viajé por primera vez, y eso no lo había hecho nadie: tenía compañeros que se habían pasado diez años y no viajaban a ningún lugar.

De los eventos que pudiste disputar con el equipo Cuba: ¿Cuál te marcó más?

Diría que fueron los Juegos Panamericanos de Toronto en 2015. A pesar de la actuación del equipo, individualmente creo que lo hice bastante bien. Era el menor del equipo con apenas diecinueve años, y allí me encontré un nivel deportivo que no había visto nunca.

El primer partido fue contra Estados Unidos, posteriormente campeón, y perdimos 21 a 4: simplemente, nos pasaron por arriba. El otro juego en el cual definíamos la posibilidad de quedar entre los cuatro primeros fue con Argentina y empatamos a 7 tantos. En definitiva, no logramos clasificarnos por diferencia de goles a favor y en contra. Creo que pudimos haber clasificado, pero imagínate, nos faltan tantas cosas que pienso que perdimos antes de lanzarnos a la piscina.

¿Que le falta al polo acuático cubano para obtener resultados a nivel internacional?

Aquí nos falta todo. Por ejemplo, no tenemos todos los implementos deportivos necesarios para entrenar como debería ser y las piscinas están vacías. Recuerdo que empezamos por la Ciudad Deportiva, después fuimos al complejo Baraguá cuando lo arreglaron, pero pasaron a los nadadores para allí y prácticamente nos botaron.

Terminamos en la piscina de la escuela Giraldo Córdova Cardín, la cual arreglaron pero no sirve, porque es muy vieja y ni siquiera bota el agua. El alojamiento carece de las condiciones mínimas, ya que hay de seis a ocho atletas durmiendo en el mismo cuarto, situación que, como es lógico, no te deja descansar como es debido. Hay un baño para todo el equipo, en el cual sirven solamente una o dos duchas y las tazas no se descargan.

Una de las grandes experiencias de mi vida es haber viajado con el equipo a una base de entrenamiento en Croacia, una de las principales potencias de este deporte a nivel mundial. Allí me encontré cosas muy bonitas que me marcaron mucho, como el hecho de que todo el mundo sabía de polo, desde un niño, hasta un viejo o una mujer. Las instalaciones tenían dos piscinas en las cuales constantemente se estaba practicando, desde niños muy pequeños de cinco años hasta ancianos de ochenta años poniéndose un gorro y tirándose para jugar. Es algo asombroso de ver desde la perspectiva de un cubano. ¿Que nos falta?: todo lo que tienen ellos.

¿Recibiste alguna oferta de contrataciones a través del movimiento deportivo cubano?

Tengo entendido que algunos de mis excompañeros están contratados en España y otros van en camino de hacerlo. Al parecer, ha habido algunos avances pero como estoy fuera no puedo decirte mucho.

En mi caso, solamente tuve una oferta y fue a través de un amigo que me vio jugar en México: el INDER no tuvo nada que ver. Él jugaba en Francia y contactó conmigo para que fuera para allá: eso fue antes de Toronto. Hablé con mi entrenador y este me dijo que averiguara bien y avanzara sin problemas. Era un club de segunda división, me daban alojamiento y derecho a estudiar en la universidad, pero no me pagaban y tenía que trabajar para pagar mis estudios, además de jugar polo. Lo pensé mucho, tanto que saqué mis papeles y mi pasaporte, pero al final me arrepentí porque era muy joven para tener que enfrentarme a esa vida y existían demasiadas trabas para poder viajar tranquilo.

polo acuático cubano
Albert Maher Guerra, polista cubano que rompió con el movimiento deportivo nacional.

¿Por qué dejaste el polo acuático?

Fue una decisión muy personal. En primer lugar, me casé con mi actual esposa, quien reside en el exterior, y tenemos planes de tener una vida juntos fuera de Cuba.

Por otra parte, me cansé de realizar la misma rutina diaria, el mismo entrenamiento, y tener al entrenador todos los días arriba de ti, machacándote, y tú dando lo mejor con lo poco que hay. No podía más. Lo consulte con mi esposa y ella me dijo que hiciera lo que creyera mejor para mí. Así que decidí salir del equipo nacional e irme del país en cuanto pueda.

¿Que tendría que cambiar para que revirtieras tu decisión?

Tendría que cambiar todo, empezando por el sistema de gestión del deporte que implementa el INDER. Eso no creo que ocurra inmediatamente y, por tanto, no creo que yo regrese.

¿Sueños y aspiraciones de cara al futuro?

Me gustaría volver a jugar polo acuático, porque en definitiva es lo que soy y lo que siempre he sido. Voy a intentar obtener un contrato para jugar en un club fuera del país: esa es mi principal meta.

Imagen cortesía de LUIS M.GELL