Aylén y Dayron son deportistas singulares. Son los únicos practicantes de una modalidad casi desconocida en el país y que no tiene Federación nacional. Pero sobre cualquier obstáculo o incomprensión, gracias a su decisión de triunfar, Cuba tiene hoy una dupla campeona panamericana de Cheerdance.

Esa disciplina -derivada del cheerleading o porrismo, muy popular en Estados Unidos- tiene como objetivo animar al público y transmitirle alegría y cada rutina tiene un mensaje de entusiasmo representado mediante ejercicios gimnásticos de diversos niveles de complejidad, y por supuesto, el baile.

Sin imaginar que en algún punto Aylén Fernández tendría algo que ver con el mundo del “cheer”, con apenas 4 años, su familia la apuntó en las clases de ballet de Pro Danza. A los 7, comenzó en gimnasia e incursionó en las variedades de rítmica, artística y aerobia. Después de este camino recorrido, hoy es licenciada en cultura física y campeona nacional tres veces en solo femenino y dúo de gimnasia aerobia.

Pero Dayron Manuel Mejía representa la resistencia. Estudió Turismo en la Universidad de La Habana porque era la carrera que sus padres querían para él, pero nunca pudo cultivar su talento natural para el baile ni explotar su físico en la gimnasia, por la negativa familiar debido al temor de que “saliera flojito”.

Cheerdancers en Cuba.
Cheerdancers en Cuba. Foto: Hansel Leyva

El hombre y los pompones

“Cuando salgo de la oficina es como un cambio de rol. Desde las 8 a las 5 soy el comercial, después de esa hora soy el cheerdancer”, dice Dayron, trabajador del Hotel Panorama en La Habana.

 “Desde pequeño fui flexible, y me incliné hacia el arte, pero mi familia no me apoyó. Cuando empecé en la universidad, mi facultad estaba al lado de la escuela nacional de ballet, y desde el balcón miraba las clases y en mi casa repetía lo que veía. Ahí aprendí a hacerlos giros y todo. Tenía 19 años.

“Desde la facultad de Turismo me incorporé al movimiento de artistas aficionados de la FEU, a los Juegos Caribe, y empecé a participar en todas las competencias. Ahí conocí a Aylén, y luego a nuestro entrenador Michel Maikel Torres que nos guía en el mundo del cheer competitivo”, relata.

Para su compañera, no hay nadie que represente mejor el sacrificio en el deporte que Dayron. “Una persona que trabaja, sale de la oficina y va a entrenar, para llegar después a su casa a las 10 y pico de la noche, y cuidado. Para levantarse temprano al otro día y volver al trabajo: eso es algo de admirar”, reafirma Aylén.

El cheerleading y el Cheerdance tienen sus diferencias, explica la joven. Si bien el primero consiste en cargadas, acrobacias y otros elementos gimnásticos, el segundo se concentra más en el baile, con giros y saltos, se utilizan pompones, pero no se hacen cargadas en las coreografías.

En este caso, los elementos de dificultad son los giros, patadas altas, leaps (saltos que empiezan desde un pie, en el aire se hace un Split y se termina en el otro pie) además de la limpieza en los elementos danzarios. Por eso, escoger este camino implica mucho sacrificio. De otra manera, sería imposible combinar la vida diaria con la exigencia física y la ejercitación pasada la jornada laboral.

Cheerdancers en Cuba.
Cheerdancers en Cuba. Foto: Hansel Leyva

Cheerdancers en Cuba: campeones en soledad y ante los prejuicios

Sin Federación, ni una práctica extendida, ellos son los únicos atletas cubanos en una modalidad con poco tiempo de presencia en la Isla.

“En 2014, se celebró el Panamericano de Cheerdance en la Ciudad Deportiva y a partir de ahí se escogió el equipo de gimnasia aerobia de La Habana para armar el equipo. Cuba participó posteriormente en otros eventos Mundiales y Regionales. Dayron y yo somos campeones individuales de las competencias de Universidades Nacionales de Gimnasia Aerobia y nos dieron la tarea en 2018 de unirnos para los Panamericanos de Cheerleading en Perú, donde ganamos la medalla de oro”, recuerda Aylén.

Actualmente, nos preparamos con vistas al mundial de Cheerleading y Cheerdance, en Takasaki, Japón, los días 23 y 24 de noviembre, evento al cual clasificamos en los Panamericanos del año pasado. Y vamos a buscar el oro”, añade la deportista.   

¿Cómo ha reaccionado Cuba a un hombre cheerdancer?

“En el porrismo se ve al hombre que hace de base, pero el cheerdance es diferente porque ahí ves al hombre con los pompones, bailando, haciendo otro tipo de movimientos. Desde que lo vi me interesó y me gustó la idea”, cuenta Dayron.

“En una entrevista en el programa Mediodía en TV, luego de los Panamericanos, es que la gente más empezó a preguntarnos por los pompones y cosas relacionadas con nuestro trabajo, pero no sentí ningún prejuicio. Nadie en esta carrera, ni por mi deporte ni por mi orientación sexual, me ha hecho un comentario negativo, ni bulling”, agrega.

Para Aylén, “como el deporte es poco conocido y difundido en Cuba, la gente no lo ve. Entonces no hacen preguntas ni comentarios. Por eso, en todo caso, los que se acercan a él son amigos y familiares que admiran lo que hizo. Sin embargo, el cheerdance si es un deporte permeado por los tabúes, pues no se ven mucho las duplas mixtas. En este deporte no pueden competir dos hombres, pero si pueden hacerlo dos mujeres o una pareja mixta. Y en este último caso el hombre le aporta a la coreografía otro sentido, más energía, más fuerza y más intensidad”.

“Ahora, aunque no se ha incluido como deporte olímpico, ya hay gimnasia rítmica de hombres. Pero es poco a poco, en algún momento se debe incluir. Pienso que son los tabúes los que frenan la diversidad en la gimnasia. Hoy es común ver mujeres haciendo deportes que se consideraban de hombres, o deportes rudos, Sin embargo, un hombre no puede bailar o no puede hacer gimnasia, porque desde la infancia le tienen inculcado el temor a la homosexualidad, desde la misma familia”, dice.

Cheerdancers en Cuba. Foto: Hansel Leyva

¿Ustedes viven de su deporte?

“Vivimos para él, pero no de él”, sentencia Aylén, licenciada en cultura física, que trabaja dando clases a los niños de primaria y secundaria de gimnasia aerobia y cheerdance.

“Nosotros no recibimos ninguna remuneración. Esto es como un hobby pero con responsabilidad y trabajo fuerte”, responde Dayron.

Aunque no tiene Federación, el INDER los representa, como institución que rige todos los deportes en Cuba.

“Pero el cheer no  pertenece al deporte de alto rendimiento, aunque es bien difícil y necesita entrenamiento. Nuestra rama pertenece al área de cultura física y por tanto, el apoyo que le dan al deporte es solo en el momento de la competencia, con el uniforme, el aseguramiento, pero hasta ahí”, explica Aylén.

“Nosotros debemos conseguir el lugar de entrenamiento, y garantizar nuestras propias condiciones para entrenar, especialmente nuestro entrenador Michel Maikel Torres, quien es reconocido hace años por sus logros en la gimnasia en Cuba y tiene muchos contactos. Cuando los Panamericanos, el hospedaje y la comida fue cubierta por la federación panamericana, y en el caso del mundial los gastos los cubrirá la federación internacional”.

Cheerdancers en Cuba. Foto: Hansel Leyva

¿Qué precisan del INDER?

“Primero, un apoyo en cuanto a nuestro lugar de entrenamiento. Si ellos, como organismo, no hacen siquiera la gestión, estamos desprotegidos. No es que necesitemos las mejores condiciones, porque sabemos que el país no se encuentra en su mejor momento, pero al menos un local donde entrenar que tenga agua y un baño”, comenta Aylén.

“A veces, de cierta forma menosprecian lo que uno hace y no saben cuánto entrenamiento hay detrás del “brinquito y el bailecito” que tan fácil parece. Nosotros lo mismo entrenamos en un portal o donde tengamos espacio y esté limpio, pero ellos como organismo ellos deberían garantizarnos ciertas condiciones porque al final los resultados son para Cuba”, explica la cheerdancer.

Dayron, por su parte, señala otras deficiencias, como la carencia de ayuda con el aseguramiento y el vestuario especialmente a la hora de las competencias internacionales.

“Para los Panamericanos, por mediación de nuestro entrenador, los diseñadores del programa Bailando en Cuba nos hicieron el vestuario y nos lo regalaron. Sin embargo, el INDER apenas nos da el vestuario representativo del equipo Cuba, cosa que sí hace con todos los atletas que van a competir a otros países.

“Nosotros no vamos a los eventos según nuestra voluntad, participamos según los intereses del INDER, y representados a esa entidad, al deporte cubano y a todas las personas de nuestro país, lo más justo es que nos traten como al resto de los deportistas y tengamos las mismas garantías”, dice.