Las películas suelen vendernos cierta imagen de los surfistas. Generalmente son tipos peludos, tatuados o con piercings, fanáticos a consumir alcohol y llevan su vida de manera alocada. En caso de que el protagonista no sea así, tiene un amigo o pariente que sí lo es.

No obstante, Lorena González Casuso está a punto de demostrarnos lo contrario. Graduada de Biología en la Universidad de La Habana, esta muchacha de 28 años ha volcado su pasión por el mar en general y el surf en particular.

Hija de un salvavidas y una amante del mar, Lorena, que también es salvavidas-socorrista certificada, siempre ha vivido cerca de la costa y hoy, más allá de su profesión, se plantea nuevos retos.

¿Su objetivo?: dar a conocer este deporte en busca de apoyo, y formar a los que podrían ser los profesionales del surf cubano del mañana, pero con un enfoque muy distinto a lo que podría ser “lo habitual”.

Esta disciplina es bastante desconocida en Cuba, desde el punto de vista de su práctica. Cuéntanos en qué momento se haya la práctica del surf aquí y cómo se hace para conseguir los implementos necesarios…

Como ahora el surf es un deporte olímpico, las autoridades del INDER se están interesando un poco más en crear una Federación que nos agrupe, pues reconocen que hay posibilidades de sacar buenos atletas olímpicos, pero su práctica está casi naciendo y muy pocas personas lo conocen.

En cuanto a los implementos pues inicialmente las tablas las hacían los mismos surfistas. Esto no lo lo viví gracias a los amigos que me han ayudado con el equipamiento,  pero sí he visto tablas hechas de casi cualquier cosa, lo mismo una mesa de escuela vieja, un trozo de buena madera o de resina. Y así hay quienes las siguen haciendo.

La realidad es que el equipamiento necesario para la práctica de surf es muy costoso, no solo para los cubanos, imagino que en otros países son cosas caras en general. Una tabla de aprendizaje puede costar entre 200 y 300 dólares, y esa es la básica, para empezar. Una profesional estaría entre los 800 y los mil dólares, en dependencia de la marca y el tipo de tabla.

Por suerte, amigos de otros países y practicantes de surf que han venido nos han dejado las tablas para los niños o para nosotros, y a veces cuando no dejan la tabla pues dejan la resina o el grillete. Cualquier ayuda siempre es bienvenida.

surf cubano
Foto: Hansel Leyva.

Además surfear, la actividad de Lorena con el surf va más allá. Ella, junto a su novio, están llevando las riendas de una “escuelita”, como prefieren llamarle, que entre otras cosas, mantiene a los muchachos alejados del invento en las calles y complementa su educación.

Aún reconociendo que a veces tiene que luchar con familias que son reacias a que sus hijos se dediquen a esto, la actividad educativa, más allá de lo meramente deportivo, le aporta un plus a esta experiencia.

Cada mes hacemos una limpieza de las playas donde tratamos de enseñar a los niños a ser respetuosos con el medio ambiente, y no solo a ellos, sino a cualquiera que se interese. No obstante hacemos hincapié en ellos porque por supuesto es más difícil reeducar a un adulto en estas cuestiones, y educando desde la base, los niños tienen mayores capacidades para aprender esto.

No es solo hacer surf para mantener a los niños fuera de las calles o para que aprendan un nuevo deporte, sino que sirve también para educarlos, que ganen conciencia y respeto por el océano, que al final es el medio donde se van a desempeñar los que sean surfistas.

También tenemos charlas sobre temas relacionados con el mar, donde les enseñamos cosas que deberían conocer, especies en peligro, cuidado de la naturaleza. Es la mejor manera de educar, desde más chicos.

¿Cómo es la relación de interacción de ustedes y las familias de los muchachos?

Realmente algunas familias no están muy interesados en que los niños y niñas aprendan a surfear, pues como no conocen el deporte no están enamorados de él. Pero hay niños que los padres los apoyan mucho e incluso participan de las limpiezas y charlas con ellos.

Ayudan también cuando hace falta transportación para alguna actividad, buscar sacos para la basura, etc. O sea, muchas familias sí están identificadas con el proyecto y a la vanguardia del mismo.

Asimismo, los padres tienen que informarnos de las notas de los niños en la escuela. Una de las condiciones que tenemos es que tienen que ir a la escuela, tener buenas notas y recibir la educación que les corresponda, porque lo que realmente deseo es que sean personas educadas. Puedo decir que el surf ha ayudado a que muchos se concentren más en la escuela, porque saben que si no tienen buenas calificaciones, no los llevo a surfear.

Como nos dijiste, este deporte apenas se está dando a conocer en Cuba, y cuando sea reconocido en nuestro país, quizás ya no puedas represenatr a Cuba en ninguna competencia. ¿Qué harías para seguir apoyando su desarrollo?

Cuando esto suceda va a ser muy difícil que yo pueda participar en algún tipo de evento olímpico o panamericano, sobre todo por una cuestión de edad. El surf es un deporte que para llegar a esos niveles, hay que hacerlo joven.

Pero lo más importante es que necesitamos una Federación en Cuba, equipamiento y entrenamiento. Ahora mismo no tenemos el equipamiento necesario para pensar en ir a un evento de este calibre: las tablas que tenemos son viejas, no tenemos el entrenamiento suficiente para llegar a este nivel. Eso lleva mucha dedicación, porque tenemos que trabajar también.

En mi caso yo soy bióloga. Trabajo cinco días a la semana, jornada de ocho horas. En el tiempo que eso me deja es que me dedico a surfear yo, o a la escuelita. Y así, en esas condiciones, hay muchas personas que se dedican al surf.

Pero lo más importante es que no hay una Federación que nos agrupe, y sin una Federación, Cuba nunca va a poder participar en una Olimpiada o algún evento internacional de esta índole. No obstante, a mi no me interesa ir a una Olimpiada. No quiero ni tengo el nivel  y la juventud suficiente. Este es un deporte para jóvenes. He visto volar en las tablas a muchachos de 16 años, mientras acá hay quienes tienen 35 y no son capaces de hacer la mitad de las cosas que hacen ellos.

Lo que deseo es que estos niños puedan ir, y por eso estoy dedicando mi vida a su futuro. Ellos tienen la disposición y la juventud. Aquí tengo niños hasta de cuatro años. Esos son los que tienen todo un futuro por delante. Y si de aquí a diez años ya hay una Federación, ellos serán los atletas del mañana, y habré podido participar de eso como entrenadora. En esa función si quiero llegar a lo más alto. Para eso dedico todos los días de mi vida.

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Foto: Hansel Leyva.

Para lograr esto, hace falta una Federación, como hemos venido hablando. ¿Hoy día son solo ustedes los que luchan por esto o hay otros grupos de surfistas que se les han unido o están haciendo gestiones por su cuenta para acelerar el acercamiento y reconocimiento del INDER?

En Cuba la comunidad de surfistas es grande, pero desgraciadamente no estamos unidos en este empeño. Hay mucha necesidad y muchas carencias en cuanto a equipamiento, pero también carencias espirituales.

Este deporte está demasiado separado, cada quien por su lado. Y hasta que eso no se arregle, no vamos a resolver nada. Yo podría ocuparme de Miramar, pero tiene que haber alguien que se ocupe de Santa Fe y alguien que haga este trabajo en Baracoa y trabajar en conjunto, crear un programa para desarrollar el surf, cosa que no existe.

Hay muchas personas que nos ayudan, pero hay otras que también hacen lo contrario, nos quitan. Son personas que al parecer les molesta que nosotros estemos tan enfocados en el desarrollo a mediano y largo plazo, personas que quizás piensan que con más de 30 años pueden llegar a lo más alto y ser surfistas profesionales, y esa es prácticamente una edad de retiro. No entienden que esos niños tienen más posibilidades que ellos.

Hasta que esas carencias no se eliminen, no lograremos nada. Mientras seamos más de cien personas luchando por una tabla, nunca estaremos unidos. Y aún cuando lo estemos, temo que siempre aparecerá alguien que instigue a la discordia.

Esta escuelita no es la primera vez que está abierta. Hace varios años estuvo abierta pero por cuestiones internas y falta de personal calificado, transparente y de confianza tuvo que cerrar temporalmente, hasta que el creador inicial me conoció y retomamos la iniciativa.

Por eso es que este núcleo fuerte, donde no solo estamos mi novio y yo, sino otros amigos acá en Cuba y en el extranjero que viajan periódicamente y nos resuelven las tablas, la resina, etc., este núcleo no puede abrirse a cualquiera, pues debemos estar bien seguros de que no nos vayan a traicionar luego. Hay que estar muy seguro de quien está cerca de ti, porque hay muchas cosas en juego. No puedo permitir que llegue alguien a enriquecerse o romper este proyecto.

Aquí aspiramos a lograr esa unidad. A veces hacemos acampadas con los niños y, en ese grupo heterogéneo, donde están chicos que tienen mejores posibilidades que otros pero que quizás no son tan buenos en el agua como los menos favorecidos económicamente, hemos logrado que estén unidos y se ayuden entre ellos.

Sé que nosotros, a nuestra edad, nunca vamos a llegar a esa unidad. Pero si logramos que esos niños crezcan con esa visión de ser unidos sin importar clase o raza, dedicados al surf, entonces sabré que lo logramos.

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