Pese al olvido desde los medios oficiales hacia dos leyendas de nuestra pelota, en las calles cubanas, las peñas, los grupos de Facebook, o en una esquina cualquiera, los aficionados reivindican su orgullo por José Dariel Abreu, Jugador Más Valioso de la Liga Americana y por Antonio Pacheco, a quien quisieron borrar de la memoria del béisbol cubano.

Aunque se trata de dos acontecimientos trascendentales de nuestro pasatiempo nacional, desde la oficialidad se guardó un dañino silencio hacia sucesos que están relacionados con un deporte que es piedra angular de la cultura cubana.

La estrella de los White Sox, Abreu, entró en la historia al ser nombrado el Jugador Más Valioso (MVP) de la Liga Americana en MLB, para redondear una temporada fabulosa.

Del otro lado, Pacheco sufrió la enésima falta contra su persona por los decisores en la Isla, que fue criticada en redes sociales, de seguro en las casas de los seguidores, entre quienes tienen la perspectiva real -no la hueca, la de instrumento político-, de cuánto representa verdaderamente el pasatiempo nacional para los cubanos.

Pero el “olvido” no es más que una estrategia vana cuando quedan los diarios, las fotos, las cifras, los momentos legendarios, esos instantes que definieron a José Dariel Abreu y Antonio Pacheco, y sobre todo, cuando gozan del respeto de los aficionados.  

Pueden quemar los libros si quieren; pueden olvidar a Pacheco, a El Duque Hernández, Yulieski Gurriel, Aroldis Chapman o Pito Abreu; pueden dejar de hablar de Grandes Ligas y hasta no mencionar las hazañas de nuestros héroes allí; pero no pueden borrar algo mayor: la memoria y el cariño de los aficionados, el pasado de un juego que es patrimonio de una nación.

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