Antes de llegar al judo, el deporte que en definitiva practica, Alejandro Menéndez (25 años) pasó de pequeño por el fútbol y también por el béisbol. En este último, no duró ni media hora, tiró el guante y, mascando chicle, se acercó a su padre para decirle: “This sucks” [esto no sirve].

En cambio, los deportes individuales y de mucha actividad fueron los que le resultaron atractivos y funcionales para un temperamento, casi hiperquinético, como el suyo. De hecho, en lucha, le ofrecieron becas, pero no las aceptó para quedarse, únicamente, con el judo.

“Era un niño muy activo, no podía controlarme y me puse en el judo desde los cuatro años para ver si podía estar un poquito más tranquilo, enfocado en eso, y empecé a entrenar muy fuerte y a ser muy bueno”, contó Alejandro Menéndez a Play-Off Magazine durante una noche de entrenamiento en el Falcon Judo Club de Miami, en Florida.

Sentado sobre una pelota quinésica, aún con el kimono sudado y descalzo sobre el tatami, dijo a modo de presentación en español, la lengua de sus abuelos: “básicamente, nací en un tatami”. Y agregó con esfuerzo: “En el judo he estado toda mi vida. Es mi segunda vida. Estuvo conmigo mientras yo iba creciendo”.

En esta disciplina, el joven de origen cubano nacido en Miami ha sido campeón nacional en Estados Unidos varias veces y en varias divisiones también. Ha transitado desde la división de los 48 kilos (en su niñez) a la de 55 (durante un par de años). Luego, llegaría a los 60, hasta consolidarse en la categoría de 66 kg.

“Llevo en 66 kg casi tres años, es una división muy fuerte, pero estoy ranqueado entre los primeros 200 del mundo”, dice Menéndez, quien ha viajado el mundo para competir, medirse con otros atletas y tratar de ganar puntos. Entre sus torneos más significativos, recuerda algunos en Santo Domingo y en Perú y, en especial, los de Japón, la cuna del judo.

En este punto de su carrera deportiva, está “peleando alrededor del mundo, tratando de ganar puntos en competencias grandes”, explica.

“Estuve dos semanas en Japón, donde practiqué mucho judo. Estuve en competencia la primera semana; la segunda fue en un campamento entrenando dos días durante la semana. El entrenamiento allá es completamente diferente al de aquí de Estados Unidos y, honestamente, me abrió los ojos, pues necesito trabajar más fuerte, más duro para llegar a la meta a la que quiero llegar, que son los Juegos Olímpicos”, cuenta.

Su padre y entrenador, Ricardo Menéndez, quien es fundador y está a cargo del Falcon Judo Club, bromea con que fue el primogénito, también llamado Ricardo, quien abrió el camino al equipo mundial para Alex. La broma sirve para confirmar algo: el judo ha estado omnipresente en la familia por décadas.

Los Menéndez y el judo, una historia familiar

En la familia del sensei (maestro), explica Alex, hay tradición con el deporte. “Mi hermano mayor, mi hermana y yo, los tres, practicamos judo desde los cinco años. Mi hermano lo hizo por más de 10 años y ella también. La única que no lo ha hecho es mi mamá”.

“Mi papá es mi entrenador y tanto mi hermano como yo, que soy el mediano, empezamos a practicar desde niños, pero todo inició con mi papá. El judo tiene una parte muy especial en mi corazón porque tuvo un papel importante en que mis padres se conocieran y ya han estado casados 39 años. El judo los juntó. Mi papá nunca se ha alejado de este deporte. Ya hace 50 años que lo está practicando”, enfatizó.

Alex Menéndez
«El judo tiene una parte muy especial en mi corazón». Foto:Pedro Rodríguez Uz

A su alrededor, las paredes del club de entrenamiento hablan igualmente de una tradición: un retrato de Kanō Jigorō, el padre del judo; caracteres japoneses, trofeos que ya forman parte del acervo de un espacio donde se han formado los hermanos Menéndez y otros jóvenes judocas.

La herencia del deporte para la familia viene de más atrás. Un tío paterno practicaba el atletismo en la modalidad de carreras con vallas. Cuando llegó de Cuba, junto a su esposa, en busca de “una vida mejor”, al decir de Alex, querían poner a Ricardo, su padre, en soccer (fútbol).

“En un momento, empezó a practicar más judo que soccer y le gustó. Le gustaba más el judo, pero a mi abuela no y quería sacarlo de este. En una ocasión, peleando, mi papá se lesionó el dedo en un club y le dijo a mi abuela. Ella fue a reclamarle al coach y el profesor le contestó: ‘mira, aquí no acepto a gente flojita, que se vaya’. Pero ese día se quedó en el club. El judo es un deporte difícil y debe gustarte. No hay de otra”, indicó el joven, quien aseguró que te “prepara para la vida”.

El judo, un modo de vida

“La vida es difícil y el judo te enseña a cómo llevarla. A veces, se mezclan la vida y el judo y se vuelve difícil porque los dos son similares, los dos son duros y quieres ser bueno en ambos. Entonces, se pone difícil solo de pensar en entrenamiento, pero como atleta, necesitas saber cómo dividir el tiempo para entrenar y, a la vez, llevar una buena vida”, considera Alex.

Tanto el apoyo de su padre como el deporte, le han forjado el carácter. “Una de las razones por las que me gusta tanto es porque no es tan fácil llegar lejos. De modo que, da una lección de humildad al atleta, te enseña cómo ser mejor persona, no solamente para ti mismo, sino también para la gente alrededor tuyo. Te forma para llevar una vida buena, gracias a muchos factores: disciplina, respeto, amor, positividad. Estoy dispuesto a transmitir todos esos valores a la comunidad para generar un impacto positivo”, aseguró el joven, quien dice mantener la misma emoción desde que era chiquito al entrar al tatami, a pesar del alto costo físico del deporte.

Alex Menéndez
«Como atleta, necesitas saber cómo dividir el tiempo para entrenar y, a la vez, llevar una buena vida”. Foto: Pedro Rodríguez Uz.

“Ahora mismo estoy en fisioterapia porque me lesioné en Japón, me desgarré un ligamento aquí en el brazo derecho. Pero ya me estoy recuperando: en febrero, hay un entrenamiento en España y ya después de eso, van a empezar todas las competencias. Necesito ver cuáles son los eventos a los que voy a ir, porque como hay tantos, necesito escoger los que más chances me den para ganar y acumular puntos, que es el objetivo”, explica.

Entre las principales enseñanzas y valores que esta disciplina le ha dado para la vida, Alex señala el respeto, la disciplina y la confianza. “La cosa más importante que me enseñó el judo es a ayudar a la gente, no solamente aquí, sino también afuera, en la calle; dar ayuda a otros para abrir la puerta del cuerpo y de la mente, porque no solamente se trata de ganar y llegar a los Juegos Olímpicos, sino de ser una persona buena, es muy importante”, destacó el judoca, quien, además, comparte el tiempo del deporte con dos trabajos, uno de ellos de corte asistencial y humanitario.

“Trabajo con niños que tienen autismo o que están en silla de ruedas o que tienen una discapacidad mental o motora, ya sea que no puedan caminar o pierdan el balance. Varía mucho, no es un grupo específico, pero yo hago con ellos unas cuantas actividades. Algunas veces los sacamos en bote de kayak; otras veces camino con ellos y les enseño a cómo contestar el teléfono, a hablar con otras personas, a leer, andar en silla de ruedas”.

“Estudié esto en Florida International University, en la cual me gradué con honores y ahora tengo este trabajo que complemento con un negocio de venta de piezas de autos. Estoy entrenando mucho más ahora. Entreno en la mañana y por la tarde empiezo a las 5:30 p. m. y termino alrededor de las 8:30. Algunas veces, hago pesas y otras, trabajo con las técnicas Randori, que es pelea, y hay diferentes fases en el judo: estoy entrenando para mejorar”.

Menéndez resaltó que, en su trabajo con menores, se divierte y aprende mucho. “Tengo muchas oportunidades para retribuir a la sociedad, como me enseña el judo. No es una cosa de competir solamente, pues también te enseña a cómo ser mejor persona y esa fue una de las razones por las que cogí ese trabajo, para ayudar al máximo a personas que no tienen tanto como yo”.

Sin embargo, el nieto de inmigrantes cubanos que dejaron todo atrás para encontrar refugio en Florida, ha tomado el riesgo del judo contando únicamente con los recursos financieros familiares.

Alex Menéndez
«Estudié en la Florida International University, en la cual me gradué con honores». Foto: Pedro Rodríguez Uz.

Un impulso en su carrera deportiva

Las limitaciones de presupuesto para un deporte que requiere de fuerte inversión motivaron a la familia a crear una cuenta en la plataforma GoFundMe, para conseguir una especie de mecenazgo que le permita impulsar su carrera en el deporte al que ha dedicado su vida.

“Esta página tiene dos botones. Uno dice share (compartir) y otro dice donar. Se puede donar un dólar o 10, como quieras. Cualquier dinero que me puedan donar, por poquito que parezca, me va a ayudar para llegar más lejos”, dijo Menéndez y precisó: “y si no pueden donar, con el otro botón (compartir) pueden mandar el contenido a diferentes personas para que más gente pueda verlo. Quisiera que esta recaudación llegue a toda la gente posible para ver si pueden me pueden ayudar”.

Explicó que esto se traduciría en fondos para viajar y obtener más recursos para entrenar. “Es muy duro saber la historia completa detrás de una competencia. El deportista debe hacer muchas cosas para llegar a esta: lograr el peso estipulado, pagar el boleto del vuelo, el hotel y toda la comida en esos días. Algunas veces, hacen un examen que el atleta también necesita pagar”.

“No solamente se trata de entrenar y viajar. Esa es la parte que no se ve. Todo el mundo ve las medallas, la felicidad, pero no las horas que tú pones en la preparación, el sacrificio, el sudor, el dinero que gastas en todo eso para llegar a tu meta. Estamos compitiendo, es un deporte muy duro, pero al final del día necesitamos dinero para seguir viajando; para seguir buscando esa oportunidad para llegar lejos y conseguir ir a los Juegos Olímpicos”, afirma.

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No obstante, reconoció el valor de las alianzas que se tejen en el judo y que permiten el intercambio entre practicantes de distintos países. “En este momento, hay aquí en el club judocas de Rusia y de Chile. Se crea una familia muy, muy grande. Vienes aquí y te ayudo, pero es lo mismo si yo voy a Japón. Es un lenguaje universal. No cambia, se hace muy fácil hacer amigos, no importa si ganas o pierdes. Tengo muchos amigos en todos los países donde he competido: Chile, Colombia, España, Japón…

Cuba, el retorno

Aunque sus abuelos jamás regresaron a Cuba, Alex tiene previsto un “regreso” al lugar del que le hablaban con nostalgia sus antepasados. La peculiaridad es que será un retorno propiciado por el judo mismo.

“Iré a una competencia que va a ser muy grande. Es la primera vez que abren las puertas para hacer una competencia en Varadero. Mi objetivo es ganar, salir con oro, pero también visitar a mi familia. Honestamente, no solamente quiero ganar, sino ver y entender de dónde vino mi familia. Quiero entender cómo vivieron ellos, el sacrificio que hicieron. Sé que es un sacrificio que nunca voy a entender, pero quiero empezar a entender lo que hicieron por nosotros para venir aquí y tener una vida buena, porque si no lo hubieran hecho, probablemente, yo no estaría aquí ni tendríamos este lugar para entrenar”, dice.

Alex solo imagina lo que encontrará en Cuba y lo que podría significar este viaje para su vida. Resume en una palabra la diferencia entre el judo en Cuba y el judo de “aquí”: “hambre”.

“Simplemente, que tienen más hambre’, no sé cómo explicar ‘hambre’. Tienen 20 judocas, pero cinco trajes y los comparten entre todos y entrenan más duro que nosotros. Aquí tenemos luz, aquí tenemos comida, aquí tenemos de todo y no entrenamos ni el 50 por ciento de lo duro que lo hacen ellos, a pesar de que tienen tan poquitas cosas. Pero tienen una actitud muy positiva y la llevan muy lejos”, concluye.

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Imagen cortesía de Pedro Rodríguez Uz
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