Cristian Hidalgo fue uno de esos niños que a diario acuden a los terrenos de béisbol a lo largo de esta isla para practicar este deporte que nos corre por las venas. Uno más entre los miles que en medio de carencias y obstáculos vivió su infancia ofreciendo sacrificios a los dioses beisboleros, y uno de los pocos que a sus 23 años ha podido ir tachando objetivos cumplidos en su listado de sueños, hasta el punto de convertirse uno de los talentos de este deporte en Cuba.

Nade pudo predecir que ese pequeño de siete años nacido en el barrio del Wajay al oeste de la capital cubana, que apareció un día en el terreno de Santiago de Las Vegas con su hermano mayor y un brillo inusual en sus ojos, estaba bendecido para triunfar en este juego.

Ni siquiera sus padres pudieron imaginar aquella tarde, al verlo tirar pelotas en una esquina del césped reservada para su categoría, que ese inquieto muchacho vestiría alguna vez el mítico uniforme de los Industriales y más tarde usaría la gloriosa chamarreta del equipo Cuba en un Campeonato Mundial.

“Yo juego pelota gracias a mis padres, sin el apoyo de ellos eso hubiera sido imposible. Desde pequeño, me han apoyado en el deporte. Era algo muy difícil por el tema de comprar todos los implementos, de llevarnos todos los días. Mi papá siempre estaba corriendo para soltarme a mí por un lado y a mi hermano por otro”, cuenta.

“Estuve en la EIDE de La Habana y mi hermano en la de Mayabeque. Imagínate todo lo que tenía que hacer mi padre moviéndose de una provincia a otra. Te puedo decir que gracias a que él tenía un carro nosotros pudimos convertirnos en peloteros. Él trabajaba, pero el mayor trabajo que tenía era con nosotros, al igual que mi mamá. Ella se encargaba de la comida, de buscar todas las cosas que necesitábamos. Todo ha sido gracias a ellos”, agrega.

Para cumplir las metas personales en el deporte no basta con las habilidades físicas: se necesitan una serie de herramientas mentales, de determinados rasgos de la personalidad que sirvan de escudo ante las tormentas que desata la vida, del entorno que te rodea, y aunque algunos no estén de acuerdo, de la suerte.

“El tema del béisbol es complejo. En todos estos años he estado varias veces a punto de dejar mi carrera. Llega el momento en que no tienes ningún objetivo, que no perteneces a ningún equipo y no es secreto que la vida está un poco difícil. Desde pequeño siempre he peleado en los equipos que estado, he jugado regular y me he destacado, pero llegó el momento donde estuve a punto de dejar el béisbol”, confiesa Cristian Hidalgo.

“El deporte es sacrificio y siempre lo tuve presente. Mis amistades salían a fiestas y se divertían mientras yo entrenaba y jugaba los fines de semana y estaba en los campeonatos nacionales. Pero eso es algo que me gusta y mientras haces lo que te gusta lo otro no importa mucho. Lo que yo quería era jugar béisbol”, dice.

A su regreso de Taiwán, donde participó con el equipo nacional en el Campeonato Mundial para peloteros menores de 23 años, este muchacho alegre a quien le gusta mucho hacer ejercicios, escuchar a Bad Bunny y la música “repartera”, manejar, y pasar el tiempo libre con su novia, sus amigos, y la familia, accedió a contarnos su historia.

¿Cómo logras entrar en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE)?

El profesor Roberto Rodriguez fue el que me captó para la EIDE. Es un gran profesor y gran parte de mi desarrollo como atleta se lo debo a él.

Toda mi familia pensaba que yo iba a durar una semana en la beca, pero fueron pasando los días y allí estuve cuatro años. Fue una etapa superlinda aunque todos los años pensaba en dejarla porque me gustaba mucho estar en la calle, pero en ningún lugar iba a entrenar tanto y a desarrollarme como allí. En la EIDE, aunque no tenga las mejores condiciones, siempre se hace algo todos los días y estás con tus compañeros, te ríes, bailas, gozas, y se disfruta mucho también. 

¿Cómo llegas a aquel equipo sub-23 de 2018?

He jugado tres campeonatos sub-23, en ese primero tuve la posibilidad de jugar por primera vez con mi hermano en el mismo equipo. Yo la tenía difícil porque acababa de salir de los juveniles y él si estaba establecido allí como cuarto bate, y el día que dieron a conocer la nómina final eso fue una inmensa felicidad para los dos.

¿Qué pasó con la carrera de tu hermano Dayron, a quien luego de aquel campeonato no hemos visto más?

Mi hermano es muy buen pelotero con muchas condiciones, pero en la pelota el factor suerte es muy importante. Son cosas de la vida que pasan y no podemos detenerlas.

Después de jugar el torneo nacional sub-23 en 2019 te perdimos la pista y de pronto apareces en la preselección de Industriales para la Serie Nacional 61. ¿Cómo llegaste ahí?

Aquel torneo no fue un buen campeonato para mí. Ese año entrené bastante pero no me salieron las cosas. En el béisbol es así, tienes años buenos y años malos. 

Cuando terminé estaba haciendo ejercicios y me salió una hernia. Luego me operé y cuando estaba haciendo el reposo llegó la COVID al país y con todas esas cosas juntas, sin equipo, pensé que no jugaba más.

Cuando me recuperé solo pensaba que hacer. No pertenecía a ningún equipo, no había ninguna liga que jugar, estaba fuera de todo y había pasado más de un año sin pisar un terreno de pelota.

Mis amigos me apoyaban y me llamaban para jugar, pero llega el momento que no tienes objetivo y se te hace difícil continuar, pero siempre pensé que tenía que hacer lo que me gusta y tenía miedo dejarlo y después estar arrepentido toda la vida.  

Siempre tuve presente que tenía que esforzarme más, que tenía que darle otra oportunidad al deporte, y empecé a entrenar y entrenar, a hacer ejercicios, y me mantuve enfocado sin ningún objetivo.

Mi hermano y yo tuvimos la intención de irnos a jugar para otra provincia, pero por la COVID todo estaba cerrado.

Un día decidimos hablar con Carlos Fernández, un joven muy amigo de nosotros y estudioso del béisbol moderno que se estaba graduando, para que nos entrenara y nos ayudara brindándonos todos esos conocimientos que él estaba adquiriendo, y él estuvo de acuerdo.

Hablamos con Gabriel, una persona que vive cerca de la casa, y allí comenzamos a entrenar todos los días con su permiso. Éramos un pequeño grupo donde además de su hijo también estaba mi hermano y Manuel Sánchez, un buen pelotero que me motivaba mucho a entrenar todos los días.  

Mi mayor virtud siempre ha sido el bateo pero tenía muchos errores en el swing y Carlos me los corrigió. Una de las mejores cosas que me han pasado fue entrenar con él porque nos metió adentro del béisbol moderno y aprendimos muchísimo. Lo mismo puedo decir del sabermétrico Alfredo Ríos, quien también se nos acercó en muchas ocasiones para trabajar con nosotros.

Allí estuve casi dos meses, a veces parando porque la pandemia aumentaba y teníamos que quedarnos en casa, hasta que comenzamos a jugar un torneo en el Ciénaga, donde lucí muy bien.

Por esos días estaba la preselección del equipo Cuba sub-23 entrenando en el Latino y me llaman porque estaban convocando a jugadores de esa edad de la capital para topar con ellos. Yo me sentía bien, pero la verdad es que había estado mucho tiempo fuera, pero lo hice bien en ese partido.

Hubo un momento en que Alain Álvarez, el director del equipo de Cienfuegos, quería que yo me trasladara a esa provincia, pero había muchos factores complicados como el tema de los papeles y la pandemia y al final no se concretó nada. Eso me dolió porque aquí no podía jugar y aquella era una oportunidad para mí, y una vez más me fui para la casa sin objetivo.

Luego hubo otro partido con el Cuba sub-23 y me vuelven a llamar. Ahí bateo de 3-2 y Guillermo Carmona conversa conmigo y me lleva de invitado a la preselección de Industriales.

Yo sabía que allí mis oportunidades eran mínimas, que tenía que hacerlo todo superbien, pero las cosas salieron y el resultado de todo el trabajo de esos dos meses entrenando salió y gracias a Dios me fue bien.

Estar en la nómina final del equipo Industriales fue una sorpresa, pero ya no era el mismo de unos años atrás, había mejorado mucho el swing, la paciencia en el home, etc, y todos los días le doy las gracias al Licenciado Carlos Fernández por ese desarrollo.

prospecto béisbol cubano Cristian Hidalgo
Beisbolista cubano Cristian Hidalgo.

¿Cómo es la vida de un novato en Industriales?

La vida de un novato en Industriales es difícil. Yo venía de jugar regular en todos los equipos donde había estado, imagínate. Al llegar ahí ya no tienes esas oportunidades porque hay que ganárselas, y el nivel sube. No es lo mismo la Serie Nacional que el torneo sub-23.

Cada oportunidad que me daban, que eran pocas, trataba de aprovecharla. Peleaba mi turno al bate, me sacaban a defender y aunque era poco yo estaba muy contento. De no estar en ningún lugar a ser parte de los Industriales, para mí todo era una felicidad.

Por otra parte no me gusta estar en el banco sentado y yo quería jugar todos los días, pero el tiempo fuera de los partidos lo supe aprovechar. Ahí tengo que agradecerles mucho a Alexander Malleta y a Rolando Verde que trabajaron duro con nosotros.

¿De qué manera te superas ahí si apenas juegas? Además, al desarrollarse por las tardes los partidos, estos dejaban poco espacio para los entrenamientos.

Los que no éramos regulares entrenábamos antes para tener más espacio y esas cosas me fueron mejorando. No estaba por gusto allí. Como vi que jugaba poco invertí mucho tiempo en el gimnasio, miraba para el lado y veía a todos grandes y fuertes y me dijo a mí mismo que yo tenía que estar así, que la bola tenía que caminar cuando yo le pegara.

El tema está en tener interés, es algo difícil. No es mentira que te levantas por la mañana y ya tienes que ir a entrenar, que estas en el banco y luego del partido hay que ir para el hotel. Pero yo me levantaba más temprano para entrenar con Alexander Malleta porque esa era la parte del día más importante para mí, así como la parte final después del juego cuando hacíamos los ejercicios. Esas dos cosas para mí eran muy importantes y no me podían fallar.

¿Después de tener un buen campeonato sub-23 este año te sorprendió cuando te llamaron a la preselección del equipo Cuba de la categoría?

Los resultados de esos entrenamientos salieron en ese torneo. Promediar para 400 y quedar como líder de los bateadores fue para mí una gran felicidad. Yo entrené muy duro y algo dentro de mí me decía que las cosas tenían que salir. Ese sacrificio, ese entrenamiento, tenían que darme un resultado. El terreno te cobra cuando le debes, pero cuando haces las cosas bien te lo da todo.

Cuando comenzó el torneo, además del objetivo de ganar con mi equipo porque lo más lindo que hay es eso, era integrar la preselección del equipo Cuba. Este era mi último año en esa categoría y era mi última bala. Ya había cumplido el sueño de estar en Industriales y eso no se me podía ir de las manos.

Yo me sentía bien y me dije que esa oportunidad no se me podía escapar. Todo me fluyó, las cosas salieron. Conecté tres jonrones y si tú le hubieras dicho a mi hermano, que es el jonronero de la familia, que yo iba a hacer eso en 15 juegos, él hubiera dicho que eso es mentira.

¿Cómo te enteras de que estás en la nómina final del equipo para el Campeonato Mundial en Taiwán? ¿Lo esperabas?

Aunque esperaba de algún modo estar en la preselección nacional, escuchar tu nombre siempre te sorprende. Hasta que no ves tu nombre ahí no tienes esa seguridad. Yo había entrenado para eso, los resultados que tuve eran para eso, y siempre pensé positivo.

El día que dijeron los jugadores que integrarían el equipo Cuba estábamos desayunando y nos convocaron a una reunión. Nos dijeron que ya había que entregar el listado a la Confederación Mundial de Béisbol y Softball (WBSC) y yo estaba muy nervioso. En todos los partidos había estado de regular, me habían puesto de segundo o tercer bate, pero igual quedan los nervios porque es lo más importante de tu carrera y eso se iba a decidir en ese momento.

Cuando escuché el nombre de Cristian Hidalgo aquello fue una felicidad que no se puede describir. Saliendo de allí llamé rápido a la casa y hablé con mi madre que no se lo podía creer, con mi padre, mi hermano y mi novia, y todos muy contentos dándome felicitaciones. Eso fue un momento increíble. El entrenamiento de ese día lo hice con la sonrisa de lado a lado, fue el día más feliz de mi vida porque es un sueño hacer el equipo Cuba.

Representar al país en eventos internacionales es lo más grande que puede tener un atleta en este país.

¿Nunca habías montado un avión?

Nunca había viajado fuera de Cuba y solo había montado un avión de Holguín a La Habana, y ahí fueron más de 20 horas de viaje. Para no lucir perdido allá adentro me iba guiando por las otras personas. Desde que pasé por el pasillo, desde que entré al avión, todo era increíble, todo estaba lindo.

Hicimos escala en Francia y luego en Corea y yo encantado con todo, imagínate, nunca había visto esas cosas y me quedé impresionado.

¿Por qué crees que el equipo llegó en tan malas condiciones a ese torneo y perdió los tres primeros partidos?

Pienso que no hacemos base de entrenamiento en el país donde vamos a jugar. En esos equipos muchos nunca han viajado ni han jugado fuera. En este caso era en Taiwán y muchos no habían jugado a ese nivel. Si hubiéramos topado varias veces a ese nivel las cosas serían diferentes porque no estábamos adaptados.

Hay cosas que te sorprenden allí, por ejemplo un pitcher submarino te sorprende, y allí los que jugaban con nosotros tenían calidad y casi todos estaban firmados por equipos profesionales y organizaciones de Grandes Ligas.

Por otra parte, juegan al año 100 o 200 partidos porque en esas ligas si se juega pelota y nosotros teníamos algunos partidos de la Serie Nacional y los 15 partidos del sub-23. Yo, por ejemplo, fui con 18 veces al bate en la serie más los jugados en mi categoría.

Pienso que tenemos que desarrollar más, que jugar más, tanto nacional como internacional. Tenemos la calidad y el talento pero nos falta eso que es lo más importante.

Después de un momento tan feliz, llega quizás el más triste de tu carrera cuando caes en un slump ofensivo. Cuéntame de eso.

No me espera ese slump. Créeme, cuando tú te preparas esperas que todo te salgan bien y las cosas estaban fluyendo, pero caí en un slump donde no me pude recuperar. Llegaba todos los días al terreno a hacer mis cosas para mejorar el swing y reaccionar bien pero no, las cosas no salieron.

¿Crees que es algo mental?

No era tanto mental, no sé. Es que también yo me ponía a pensar y me preguntaba que pasaba porque había estado todo el año bateando. El slump en un pelotero puede suceder y me pasó a mí en ese momento.

Me di cuenta de que tenía el punto de contacto muy adelantado, pero como son pocos juegos no me dio tiempo ajustarlo. Los pitcher son de calidad y eso se hacía más difícil. Lamenté mucho no poder ayudar más al equipo aunque ganamos los últimos cinco juegos.

¿Trabajaron el psicólogo y el equipo técnico contigo en esos momentos?

Ellos siempre me dieron su apoyo, se me acercaban y me pedían tranquilidad, me recordaban que yo era un buen bateador y que las cosas iban a salir, pero no salieron. Los técnicos saben que esas cosas pasan, me felicitaron por lo que había logrado, y me motivaron a seguir entrenando. Eso es lo que estoy haciendo para mejorar cada día.

Siempre pienso en lo que me pasó, me pongo a analizar los videos y la verdad que estaba un poco descoordinado al bate, pero no pude ajustarme.

Después de toda la felicidad por estar ahí me sentí muy triste porque quería lucir bien, ayudar al equipo, tener buenos resultados. La tristeza llega a tu cuerpo y comienzas a sentirte mal. Llegaba al hotel, me acostaba, hablaba con mi familia, pero siempre estaba pensando en eso. Me preguntaba que iba a hacer para salir de ese mal momento. Trabajé pero no pude.

Lo que mantuvo contento fueron las victorias de mi equipo, al final lo más importante es eso. Por dentro estaba triste porque no podía influir en los últimos triunfos, pero estaba feliz porque el objetivo era ganar aunque no eran en los partidos que no hacían falta. Al final terminamos con balance positivo de 5-3, es cierto que por el formato del campeonato concluimos en el décimo lugar, pero con balance positivo y le ganamos a buenos equipos.

¿Quiénes son las personas que más han influido en tu carrera deportiva?

Mi familia son los que más han influido en mi carrera deportiva. Son los que siempre me apoyan y están arriba de mí y los que me ayudan en cualquier cosa que necesite. Tengo que mencionar a los profesores que han influido en mi desarrollo como atleta porque todos han puesto su granito de arena. Cada opinión, cada error que te corrijan, es lo que te lleva a la excelencia y hay que tenerlos presentes.

¿Qué directores te han marcado más?

Siempre he tenido buenos directores que me han dado la confianza. Me gustó mucho el año que estuve con Lázaro de la Torre en el sub-23, los años con Roberto Rodríguez, me sentí muy bien en el equipo Cuba con los directivos, y la verdad que todos han influido mucho en mí.

Talentoso beisbolista cubano Cristian Hidalgo
Beisbolista cubano Cristian Hidalgo, talento del deporte en la isla.

¿Cuál es tu mayor cualidad?

Mi mayor cualidad es ser una buena persona, buen amigo, buen novio, buen hermano, y buen hijo.

¿El mayor defecto?

No sé si es un defecto, pero me enfoco mucho en las cosas y eso me puede limitar para mirar a mí alrededor

¿Cuál es el pelotero que más admiras en Cuba y en las Grandes Ligas?

De los que juegan en la Serie Nacional Erisbel Arruebarrena, y Yulieski Gurriel en la MLB: ese siempre ha sido mi pelotero desde que jugaba en Cuba.

¿Cuál es el mayor sueño que tiene ahora Cristian Hidalgo?

Mi mayor sueño es integrar algún día el equipo Cuba de mayores y firmar un contrato profesional bajo la Federación Cubana para poder sustentar a mi familia, porque otro de mis sueños es que ellos tengan mucha salud y ser un orgullo para todos los que me quieren, que vean que todos esos años de sacrificio y entrega han valido la pena.

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Imagen cortesía de Hansel Leyva