Sentido de la ubicación, velocidad en el desplazamiento y notable seguridad. Quienes degustaron de su calidad en el jardín central describen estas características en Rigoberto Rosique Gía, una estrella del béisbol cubano de su tiempo. Cuentan que casi siempre jugaba lo más adelantado posible, y que por esa “graciecita” frustó más de un imparable rival. Pero, ¿no corría el riesgo de ser montado por una conexión de largo metraje? No, para nada. Su rapidez le respaldaba.
De igual modo, sobresalen sus 535 boletos de por vida. Un 17% de sus comparecencias en máximos circuitos cubanos las resolvió por esa vía. Rosique encabezó las bases por bolas en su temporada de novato en 1964, con 45; y colideró el apartado en el campeonato siguiente con 38. Por tal motivo, no sorprende su OBP de .415 en 3412 presencias en el rectángulo ofensivo.
“Para alcanzar la maestría en los jardines tuve que hacer muchas repeticiones, lo mismo hacia atrás que hacia delante, o con roletazos. Entre más repeticiones, más destreza. Lo mismo pasaba para los boletos, había que batear mucho y ver todo tipo de bolas, además de tener concentración. En el bateo, lo fundamental es pensar más que el lanzador”, dice sobre estas particulares dotes atléticas.
De sus tiempos como pelotero, los equipos nacionales y su experiencia en la guerra, como soldado, cuenta Rigoberto Rosique para Play-Off Magazine.
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Natural de Pueblo Nuevo, provincia Matanzas, ostenta el privilegio de compartir dicho origen con otras estrellas del béisbol cubano como los grandesligas Edmundo Amorós y Dagoberto Campanería, además de su inseparable amigo Félix Isasi.
¿Cómo recuerda Rigoberto Rosique su niñez en la barriada de Pueblo Nuevo?
Recuerdo que allí empecé a jugar béisbol. Allí nací, en la barriada de Pueblo Nuevo. Crecí en la Calle San Francisco. Vengo de una familia humilde y pobre. Al igual que Félix Isasi, ese hermano que me dio la vida, soñaba con un futuro vinculado al béisbol.
Usted nació en 1944 ¿Se identificaba con algún pelotero de la antigua Liga Profesional Cubana?
Simpaticé mucho con Orestes Miñoso, Dagoberto Campanería y José Cardenal, que eran de Matanzas. De niño les daba seguimiento. A Campanería y a Cardenal los veía a cada rato, al igual que a Edmundo Amorós. Ellos tres eran de Pueblo Nuevo e iban al Estadio Palmar de Junco, que allá fue donde comenzaron como atletas. Sentía gran admiración por todos ellos. Al igual que yo, eran de familia pobre. Pero veía el cambio de vida que daban en lo social y económico por medio del béisbol. Isasi y yo hablábamos de eso.
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Deporte como medio para salir de la pobreza y subir de estatus social. Dicho precepto no cambia a través del tiempo. Motivó a las primeras estrellas del béisbol cubano y motiva a prospectos de hoy cuando buscan otros caminos fuera de la Isla. Ya sea para bien o para mal, Rigoberto Rosique decidió hacer su carrera en Cuba. Fueron 13 temporadas como jugador, y otras más como mánager.
¿Cómo llegó a las Series Nacionales?
Para llegar a las Series Nacionales, jugué distintas categorías hasta llegar a las series provinciales. De ahí hacían una preselección del equipo Occidentales. Llegué a ese equipo junto con Félix Isasi, y seguimos juntos hasta el equipo Cuba.
Cuando debuta en el Occidentales de la III Serie Nacional a los 17 años junto a Félix Isasi, habían luminarias en esa plantilla como Pedro Chávez, Erwin Walters, Tomás Soto, entre otras. ¿Qué tal fue la acogida por parte de esas figuras?
También estaba Fidel Linares, que era center field y me tocó sustituirlo. Yo al principio no era regular, pero en aquellos tiempos se jugaba mucho entre los equipos para entrenar y cuando Gilberto ‘Jibarito’ Torres, vio que Isasi y yo estábamos aptos para esa pelota a pesar de nuestra juventud, no dudó en darnos la oportunidad. Todos nos ayudaron mucho, sobretodo Walters y Soto que eran de Matanzas.
Durante una era de la pelota cubana dominada por los lanzadores, Rosique pegó para .302 de por vida tras 2802 turnos oficiales. Lideró a los bateadores en la décima Serie Nacional con promedio de .352 (de 193-68), y repitió el champion bat en la décimo tercera edición del evento con un .347 (de 219-76). Tampoco le faltaron alegrías colectivas. Fue fundamental en el título de Henequeneros en 1970. Completan sus números domésticos 147 extrabases, 406 anotadas, 280 remolques y 114 bases robadas en 214 intentos.
Durante esas primeras Series Nacionales, se vio un picheo muy por encima del bateo ¿A qué se debió?
Había un picheo con mucha calidad. Y esa calidad se concentraba más porque habían menos equipos. Si habían solo cuatro equipo, era común encontrarse con lanzadores de resultados. No habían esos entrenadores de picheo que hay ahora, pero los pícheres pensaban más. Ellos mismos se preocupaban por alcanzar alguna habilidad o experiencia.
Lanzador que se le hizo más difícil en aquella etapa.
A mí, Braudilio Vinent. Pero cuando uno está bien al bate, se la da a cualquiera. Y cuando estás mal, cualquier rival se te torna complicado.
La segunda Serie de las Estrellas desarrollada en 1969, agrupó a los mejores peloteros dentro del país distribuidos en los representativos de Occidenales y Orientales. Tras nueve partidos, la escuadra oriental prevaleció con cinco triunfos. En dicho evento, donde destacaron figuras de la talla de Miguel Cuevas, Felipe Sarduy y Rolando Macías, Rigo Rosique lideró el average (.389), los hits (14) y las impulsadas (9). Quizá ningún otro certamen refleje con mayor precisión el nivel que llegó a mostrar en Cuba el estelar guardabosques matancero.
Félix Isasi, Wilfredo Sánchez y usted fueron bautizados como ‘Los Tres Mosqueteros’ por su relevancia en los equipos representativos de Matanzas. ¿Cómo describe la relación con ellos?
Nos ayudábamos mucho en el terreno de pelota. Cuando teníamos una dificultad técnica, siempre nos corregíamos y nos exigíamos mutuamente. Y en la vida social, nos veíamos cada vez que podíamos. Isasi era mi hermano, sus problemas eran los míos, y mis problemas también eran los de él. Nos consultábamos en cada situación de la vida. Y en los Equipos Cuba, coincidíamos siempre en la habitación.
¿Cómo era Isasi en esa convivencia?
Félix era una gente especial. Muy cariñoso y ecuánime. Cuando te veía disgustado por algo, trataba de aplacarte. Venía siendo como el padre de uno, a pesar de que yo era mayor que él. En cada problema, te tranquilizaba. Si uno estaba enfermo, siempre estaba pendiente. Todo el mundo lo quería, a decir verdad.
El conjunto Henequeneros salió campeón en la IX Serie Nacional, de 1970. ¿Qué fortalezas destaca de ese plantel?
Destaco su combatividad. Ese equipo no tenía para ganar el campeonato, y sin embargo, lo consiguió. Se trató de unir a todo el mundo, y eso fue lo que nos dio la posibilidad.
Con tan solo 31 años, Rigo Rosique se retiró como jugador activo después de la campaña 1975 ¿Por qué?
¡Para estudiar! Tenía un nivel escolar muy bajo. Apenas había pasado el quinto grado. Quizá mis números no fueron buenos en mi última temporada porque ya tenía en planes retirarme. Después empecé a superarme hasta llegar a la Facultad del Goicuría, entrando allí es que me mandan a cumplir misión en la guerra de Angola.
¿Cómo impactó en usted el ir a Angola? ¿Le chocó luego de haber sido pelotero destacado por tantos años?
Bueno en ese momento no solo me tocó a mí en ese llamado especial, también a muchos más. A lo mejor pensaron que iban a hacerme un daño, pero para mí fue un estímulo. Allá fui de la seguridad en el aeropuerto de Luena. Pasaron dos o tres meses desde que me retiré hasta que me fui a Angola. Antes, me había tocado estar en la Invasión a Girón con 15 años, y en la lucha del Escambray.
De su etapa en Girón, en el Escambay o en Angola: ¿algún momento le marcó en particular?
Me marcó el sacrificio tan grande que se hace cuando se está en esos lugares. Te ves arriesgando la vida, y eso te estresa.
¿Qué recuerda Rosique de su etapa como mánager del representativo de Las Tunas en la Serie Nacional?
Llegué a la provincia por relaciones sentimentales a finales de la década de 1980. Fue una compañera que conocí en Angola, y cuando regresé a Cuba, me fui a Las Tunas. Tuve tres Series Nacionales al frente del equipo, pero cuando empezamos a levantar, parece que había alguien que no me quería allí. Empezaron los celos y la envidia. Yo me dediqué a captar atletas desde los municipios. Así surgieron muchas figuras.
Dirigió a Matanzas en dos etapas. De 1994 a 1997, y de 2006 a 2008. ¿Cómo caracteriza esa época como timonel yumurino?
No tuve resultados. Trabajé duro y forjé varios talentos, porque siempre me gustó dar oportunidad a los jóvenes. A veces me pedían resultados, pero ¿Cómo los iba a tener si los muchachos eran nuevos? Había que dar tiempo a la madurez de los muchachos.
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Siete títulos avalan el paso ganador de Rigo Rosique por el Equipo Cuba. Obtuvo cinco coronas en Series Mundiales Amateurs entre 1969 y 1973. Además, se consagró como monarca Panamericano en Cali 1971, y titular Centroamericano y del Caribe en Santo Domingo 1974.
No obstante, su actuación internacional más recordada fue en la cita del orbe de 1969 celebrada en República Dominicana. No solo compiló para .357 en el torneo con cinco inatrapables y par de anotaciones, una de sus cuatro impulsadas en la justa valió el oro para Cuba en el último desafío del calendario ante Estados Unidos.
Su primer evento internacional con el Cuba fue el Mundial de Santo Domingo, República Dominicana, en 1969. ¿Alguna memoria en especial sobre esa competencia?
Fue un torneo muy fuerte. Se decidió a última hora con Gaspar ‘El Curro’ Pérez como Héroe de Quisqueya. Hizo tremendo cierre El Curro en el noveno inning por el oro ante los americanos, y había dado el hit del empate en el octavo. También en la penúltima entrada, yo di el hit del triunfo. En ese campeonato, casi siempre salía de emergente por Agustín Marqueti hasta que me gané la regularidad.
¿Ese fue el evento internacional que más disfrutó?
Sí. Aunque Servio Borges me la puso difícil allí porque no jugaba al principio, y luego, me puso de regular. En la final, cuando El Curro trae el empate en la octava entrada, queda en primera con un out. Ahí Servio mandó a Isasi a tocar bola, y puso el inning en dos outs para que yo decidiera ante el zurdo Larry Osborne.
Ese fue un turno de notable responsabilidad.
Yo tenía una característica, y es que bateaba mucho avisado porque estudiaba a los lanzadores. Y desde que ese tremendo zurdo empezó a calentar, me di cuenta de cuándo iba a tirar curva o recta. Para la recta casi no levantaba el pie derecho, y para la curva, lo levantaba más. Aún así, bateándole avisado, costaba trabajo. En ese octavo inning, vi que levantó mucho el pie y le di duro entre primera y segunda, tan duro que se le cayó al jardinero allá atrás. Fue cuando aprovechó El Curro para anotar el 2 por 1 definitivo.
Otras actuaciones destacadas de nuestro entrevistado en la arena foránea tuvieron lugar en Colombia. En la Serie Mundial Amateur de 1971 pegó para .323 (de 31-10) con ocho anotadas y cuatro estafas. Y en la mencionada lid panamericana de Cali, registró un soberbio .455 (de 22-10) con cinco anotaciones, igual cantidad de boletos y cuatro traídos al plato.
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Conmocionado por la reciente partida física del intermedista Félix Isasi, Rigoberto Rosique insistió en dedicarle esta entrevista a ese otro gran matancero que inspiró a pasadas y nuevas generaciones.
Rigo, conserva la humildad con la que le criaron. A sus ocho décadas, se le ve ágil. Es difícil que pase inadvertido en la localidad de Peñas Altas, donde reside desde hace buen tiempo. Es un símbolo por lo que representa para la pelota en Matanzas, pero también por su espontaneidad a la hora de proyectarse.
Después de tanto tiempo desvinculado del béisbol, ¿cómo caracteriza sus días actuales?
Mi vida en la actualidad es bastante normal. Una de las cosas que tengo, es que soy muy casero, aunque nunca pierdo la relación con las personas. Tengo cuatro hijos que son mi orgullo. Ninguno se dedicó al deporte. Todos son profesionales universitarios. Fuera de la pelota, disfruto mucho mi tranquilidad.
¿Siente que le han dado su lugar como gloria deportiva desde su retiro deportivo?
Creo que en ese aspecto, hay un poco de distancia. Uno no percibe un acercamiento a las glorias del deporte cubano. Los dirigentes deberían preocuparse por eso.
¿Ve el béisbol cubano actual?
No mucho, porque ha perdido calidad. Hemos tenido muchos altibajos. Selecciono algún juego que me guste y lo veo, pero no le doy el seguimiento de antes.
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