El regreso a su rutina cotidiana marca el cierre de la epopeya que protagonizó Yandy Núñez Martínez, el cubano que más alto ha llegado por sus pies: de coronar el monte Everest a desandar los glaciares de Islandia, donde se gana la vida como guía, ahora con un valor agregado…
O sea, si ya era bastante exótico un habanero mostrando los espectaculares parajes nórdicos, que además fuera la primera persona de su país natal en conquistar el techo del mundo, eso ya es otro nivel.
Así lo mostró Yandy en redes sociales, llevando a un grupo de clientes hasta la imponente cascada Skógafoss, esa donde Jon Snow se dejó seducir por su tía Daenerys en otro capítulo incestuoso de Juego de Tronos. Sobre la nieve renegrida por la ceniza volcánica, Yandy está a su aire, con motivos de sobra para sentirse bien arriba.
Su mérito no fue solo subir el Everest, sino bajarlo. Este mismo año, solo unas horas después de que el habanero hiciera cumbre y entrara en la historia, la montaña reclamó la vida del malasio Hawari Bin Hashim. No fue un año fácil: el Chomolungma vivió su primavera más trágica desde 2015, con 11 muertes.
Hace solo dos años el propio Yandy creyó que sus días acabarían en las laderas de la “Madre del Universo”, por eso la trató con el respeto y la veneración que impone: mucho rigor, un sherpa del calibre de Pasang Tenzing, un equipamiento de calidad, una buena dosis de suerte y la protección de los suyos.
No en balde le dedicó la victoria a su abuela, víctima del cáncer, cuya presencia espiritual lo acompañó en los tramos más desafiantes. También tenía un poderoso motivo para cuidarse: en Reikiavik lo esperaba su hijo, al que se abrazó con fuerzas no más volvió al país donde construyó su hogar.
“No se compara la felicidad. Al fin en casa. Tu eres mi mayor cumbre mi niño”, escribió Yandy en sus redes, junto al video de su arribo. Resulta curioso como otros viajeros pasaban a su lado, conmovidos quizás por el reencuentro padre-hijo, sin adivinar quizás la magnitud de la hazaña conseguida por el cubano.
Poco le importaba, la verdad. Estaba abrazando a su hijo…
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Otra protagonista de su proeza, así lo confesó Yandy, fue su esposa, Halldora Bjarkadottir. A ella le agradece el haberlo sacado de Cuba, darle lo que más ama (su hijo) y haberle servido de guía ante las muchas puertas que comenzaron a abrírsele al salir de su patria.
“Al conquistar y alcanzar mi sueño ella también tiene que estar presente. En este día mágico y lleno de gloria para mí, el que logré llegar a obtener el mayor sueño de mi vida. Esa persona (mi esposa) será para siempre recordada en la cima del mundo”, escribió el cubano.
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Con esta nota cierra la Bitácora al Cielo con la que Playoff Magazine acompañó la travesía de Yandy, qué duró casi dos meses. Más allá de intentar relatar la proeza del cubano, esta serie aspiró a mostra el fascinante mundo de la alta montala, sus protagonistas, vicisitudes y recompensas.
Esta fue, por demás, una primavera concurrida en el Everest: el Departamento de Turismo de Nepal había concedido hasta mediados de mayo un récord de 478 permisos para ascender el Everest por su collado sur. Y ni hablar de los otros que tramitaron un ascenso al Lothse y otros picos.
Quedan historias por contar, por ejemplo, la del también cubano Rei Sánchez, qué subió el Lobouche y pasó un tiempo en el Campo Base del Everest. O el colombiano Mateo Isaza, quien coronó el Everest sin usar oxígeno suplementario. O el nuevo hito del legendario Kami Rita Sherpa, quien logró su ascenso número 27…
¿Qué le depara el futuro a Yandy? Ya verá… De momento, The Cuban Mountaineer tiene un hermoso presente que vivir y, quién sabe, algún día enfile a otras cumbres, a poner literalmente en alto el alma de Cuba…
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