El clima es agradable en Katmandú, pero al cubano Yandy Núñez se le hace difícil disfrutarlo, porque su corazón tiene que desprenderse de otra parcela: días atrás dejó a su hijo en Islandia para volver al Himalaya, a la conquista del Everest, y ahora le tocó despedirse de su esposa, Halldora Bjarkadottir, quien regresa a casa, mientras él emprende su aventura al techo del mundo.

“Ten un gran vuelo de regreso a casa. Gracias por venir conmigo y tu apoyo en toda esta expedición. Cuida de nuestro hijo y dile: ‘Papi tiene una sorpresa para ti en la cima del Everest y para mami también’. Gracias», le escribió Yandy a su querida Halldora. En las fotos se les ve sonrientes, quizás para enmascarar los nervios y ahuyentar el “gorrión” que se avecina…

Llama la atención un detalle, la estola marfil que lleva Halldora alrededor del cuello: no es poca cosa, se trata del “khada”, una bufanda de seda que en la cultura tibetana constituye un poderoso símbolo de amistad, respeto y buena voluntad.

El khada presenta los ocho símbolos auspiciosos o “ashtamangala” del budismo tibetano, y sirven para dar la bienvenida o despedir a los seres queridos. Con solo ponérselo, Halldora le puso elegancia a su atuendo deportivo.

Yandy, que se queda, siguió con su camiseta del Paris Saint Germain. Sabe que en las próximas semanas rara vez podrá exhibirla. Se vienen días exigentes, incluso para una piel como la suya, caribeña de nacimiento, pero curtida en los inviernos nórdicos.

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Las despedidas nunca son agradables, ni siquiera las temporales, pero la determinación por cumplir los sueños no deja margen a la tristeza. El solo hecho de estar nuevamente en Nepal dice mucho de Yandy, quien hace apenas dos años, en el Campo Dos del Everest, sintió el auténtico miedo a no volver a ver a los suyos. Por eso se le aguaron los ojos cuando vinieron a rescatarlo…

Según relató a Global Rescue, la organización que le salvó la vida, nunca se había sentido tan enfermo: “Sentía que estaba cerca de la muerte, como si mi alma estuviera abandonando mi cuerpo; no hacía más que pensar en mi esposa y en mi hijo de 3 años”, contó. El cubano creía que tenía asma, pero en realidad el Covid-19 le había provocado una alarmante neumonía en el pulmón derecho.

“Me sentí muy solo. Entonces el Sherpa (guía nepalí) entró en mi tienda de campaña y dijo ‘Global Rescue está aquí. Es tiempo de irse’. Quise llorar de alivio”, confesó Yandy, quien ha sido rescatista en Islandia, la nación que lo acogió desde 2015, y que ama como su segunda patria.

Los problemas comenzaron en el Campamento Tres del Everest, a 7.300 metros sobre el nivel del mar. Se le hacía difícil respirar, tenía fiebre y debilidad generalizada. El sentido común pudo más que la pasión, y pidió ser evacuado. El clima estaba tan malo, que el helicóptero demoró dos días en llegar.

El calvario no terminó al bajar. Pasó una semana hospitalizado, y tras ser dado de alta tuvo que volver debido a dolores musculares en sus extremidades inferiores. Le detectaron entonces una trombosis venosa profunda con embolia pulmonar, y tuvo que ser evacuado a otro hospital para salvarle la vida.

“Estuve casi 50 días en el hospital. Cuando (finalmente) vi a mi hijo fue muy emotivo. Fueron cuatro meses sin él”, contó Yandy. Si todo sale bien esta vez -y no tiene por qué salir mal- la próxima vez que abrace a su niño será convertido ya en el primer cubano que ha alcanzado la cima del mundo…

Bitácora al cielo: un cubano a la conquista del Everest (I)

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Imagen cortesía de Alpinista cubano Yandy Núnez