A las puertas de graduarme de la carrera de Periodismo me fui con un gran amigo a seguir las peripecias del equipo Camagüey en la Serie Nacional de Béisbol del 2011. El compromiso de visitante ante Villa Clara en Camajuaní, a unos 20 kilómetros de la Universidad Central Martha Abreu, me trajo la última imagen que conservaba de Dariel Álvarez (hoy jugador de los Orioles de Baltimore en la MLB) vestido con una camiseta de la principal competición local.

Dariel recién venía del equipo nacional con batera personalizada y el resto del equipaje del módulo que dan en el estadio Latinoamericano para los entrenamientos a los integrantes de la preselección del equipo Cuba. La denominada Serie de Oro le había deparado su mejor actuación a la ofensiva con .363 de average, 22 cuadrangulares, 125 imparables y 81 carreras fletadas al plato.

Camagüey perdía el choque por dos carreras, novena arriba, y Dariel había consumido su último turno al bate. En el banco recogió todo lo suyo cuando faltaban par de outs. Poco crédito le dio a la remontada de su equipo. Ya estaba cambiado y sin spikes. Panorámica que me dejó mal sabor. Una actitud típica de un chico con mucho talento, pero aún inmaduro.

A más de un lustro de aquellos acontecimientos, en las afueras del estadio Cándido González me esperaba otra persona muy diferente, cordial. Parecía que recién le habían entregado un manual para intercambiar con la prensa. A pesar de la informalidad entre dos viejos conocidos, se esmeró por posar bien para la foto y ser preciso ante cada una de mis interrogantes.

Dariel, vistiendo el uniforme de Camagüey en la Serie Nacional. FOTO: Raúl Alejandro del Pino Salfrán.

“No tienes problemas. Ven, y me preguntas lo que quieras. Estoy con poco tiempo, pero que bueno verte”.

Así se dio entrada a la entrevista con uno de los beisbolistas con el brazo más potente que he tenido la oportunidad de apreciar, quien ha tenido la dicha de jugar en el mismísimo Camdem Yard, donde una vez el equipo Cuba derrotó a la franquicia local. En el corazón de Maryland aquel día de abril de 1999 en el tope bilateral con los Orioles de Baltimore.

“¿Sabes? Uno acá siempre escucha las dificultades que se tienen para llegar a ese béisbol. Y no es cuento. Es muy, muy difícil.

“Yo nunca había pensado salirme de Cuba. Todo lo que tengo es gracias al béisbol que un día practiqué aquí, pero uno siente que quiere probarse y esa fue la decisión. Nadie insidió directamente. Me fui en agosto de 2012; y ahora vuelvo por primera vez”.

El diálogo va por sus primeras impresiones. Las interioridades de esa pelota “donde nadie te dice lo que tienes que hacer”.

“Yo me fui con un sueño, jugar las Grandes Ligas. Se mete en la mente. Tienes mucha gente que te quiere y te sigue, así que tienes que tirar para adelante. Es una meta día a día”.

Tienes un gran brazo y venías con el aval de hacer el equipo Cuba, sin embargo tu contrato no fue para nada rimbombante en cuanto a cifras económicas.

“La verdad. La firma mía no fue elevada, hice un tried out muy común y en 10 días los Orioles estuvieron interesado y firmé. La franquicia siempre me atendió de la mejor manera. Y me sentí a gusto. El resto corrió de mi parte”.

La competencia por ganarse un puesto es brutal en el nivel profesional. No basta con tener talento.

“Es una pelota muy distinta en todos los sentidos. Muy diferente a la que vives acá en Cuba, donde los entrenadores te caen atrás. Yo, por ejemplo, empecé en el right field como aquí, pero ahora la franquicia tiene nuevos planes conmigo y debo estar listo”.

Dariel hizo el grado para asistir al Mundial de China Taipéi 2005 para la categoría 15-16 años. Sus dotes le llevaron incluso a lanzar en sus primeras temporadas en las Series Nacionales. Registros de hasta 96 millas. Hoy los planes de la dirección de los Orioles se enfocan en ese potencial.

“Dios mediante, este año hago de lanzador y bateador. Se me acercaron los directivos y eso es lo que quieren conmigo para esta temporada. Me gusta la idea y me siento bien. Incluso me recupero de una operación. Me hicieron la cirugía Tommy Jones, y me siento incluso más fuerte”.

Pero tuviste la oportunidad de ganar incluso un derby de jonrones en Juego de las Estrella de Triple A en Omaha, Nebraska, y en la ronda final batiste a Peter O’Brien, el prospecto de los Diamondbacks en 2015; ello sucedió simultáneamente al evento de aquel año de las Grandes Ligas, cuando Yohenis Céspedes hizo lo mismo.

“Sí, increíble. Algo muy bonito. Es el trabajo diario, fruto de lo haces. Realmente con cada paso que doy en lo deportivo pienso siempre en mi madre y padre, que son los que tengo acá”.

El 10 de febrero el nombre de Dariel Álvarez Camejo, quien en noviembre cumplirá los 30 años de edad, se incluirá en el roster de los Orioles para el spring trainer de la siguiente temporada. Un reto complejo dentro de una franquicia que se alista para, finalmente, dar un salto importante en la post temporada con figuras como Adan Jones o Many Machado.

“La hora de jugar me llegó hace par de años. Venía de promediar más de .300 en dos campañas consecutivas con el Norfolk Tides en AAA, me sentía seguro de mi rendimiento, pero el trato con las súper estrellas del equipo siempre te facilita las cosas.

“Cuando tuve aquel primer turno al bate en la subserie contra Texas fue increíble, me cuesta describirlo. Es difícil, y a la vez tan emocionante. Ya jugué en las Grandes Ligas, me puedo morir feliz”.

Dariel Álvarez tuvo dos excelentes temporadas en Triple A antes de ascender al equipo grande de Boltimore.

¿Cómo te sientes de vuelta a casa con los tuyos?

“Estar de nuevo en el sitio de donde soy y vengo es gratificante siempre. Compartir con varios de los que crecieron conmigo es muy bonito. Los exhorto a que sigan trabajando. Tú recogerás lo que seas capaz de hacer con tu sacrificio. Me siento feliz de venir nuevamente el estadio y ver mucha gente linda”.

Es muy probable que Dariel Álvarez no vuelva a jugar en Camajuaní, ni yo disfrute de su tiro desde los jardines en el Cándido González. Hoy tiene dos niños con un matrimonio que le trae “toda la felicidad del mundo”, según confiesa.

Además de su sencillo currículo ligamayorista, el jardinero se integró a los Tigres de Aragua durante los playoffs y ayudó al equipo a conquistar el título en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional en el 2016. Luego la correspondiente incursión por la Serie del Caribe de aquel año en República Dominicana

Cuando uno le ve siente que nunca se ha ido, y que cada batazo de él como el de tantos, nos pertenece a todos como si también jugáramos las Grandes Ligas o el más humilde evento en Europa; aunque para ver a los nuestros debamos esperar la actualización del paquete semanal.