Uno de los momentos más difíciles en la vida de Michael “El Ruso” Sánchez, uno de los voleibolistas del equipo cubano que busca la clasificación olímpica, fue una lesión cuando apenas tenía 21 años que casi lo saca para siempre del voleibol, la cual puso a prueba su determinación de luchar por volver al deporte que ama.

De “El Ruso” Sánchez podemos decir que es uno de esos jugadores del voleibol cubano de quienes da la impresión de que no los hemos podido disfrutar lo suficiente, por su tiempo fuera de la selección nacional.

Cuando apenas con 21 años se lesionó de la columna estando en el equipo todavía, muchos lo dieron por perdido debido a la gravedad de esta, como recuerda en una entrevista que concedió a este medio tiempos atrás.

“Es una historia bien triste y a la vez emocionante, una vez que te pones a analizarla en retrospectiva. Ya después de que pasé todo y logré incorporarme, realmente fue algo increíble. Venía quejándome desde el 2007, después de la Liga Mundial, de dolores en la columna. Tuve que inyectarme vitaminas para poder jugar y estuve bastante bien, pero cuando jugamos en el Panamericano de Río 2007, la lesión se agravó y no pude jugar ningún partido a partir de la semifinal, no podía más”, dice Michael.

Los dolores eran muy fuertes y su cuerpo le enviaba señales de que no estaba para nada bien.

“Tuve noches en las que realmente no pude ni dormir en el Panamericano de los dolores que tenía. Llegando a Cuba empecé a hacer las pruebas, me hice placas, tomografías. Tuve fracturas por estrés de la vértebra. Me pasé 3 meses con un yeso desde la rodilla hasta el pecho, en cama. Después me incorporé nuevamente a finales del año, cuando me quitaron el yeso otros 3 meses para ver si consolidaba la lesión”, dice.

Pero, no mejoraba y parecía que sus problemas no tenían solución alguna.

“En el primer mes, noté que los dolores seguían, no cesaban. Entonces volví a hacerme un chequeo, más pruebas, y la decisión al final con los doctores, junto al doctor del equipo nacional, mis padres y yo, fue que ya no podía continuar mi carrera deportiva porque iba a correr mucho riesgo debido a que tenía muy inestable la columna. Podía terminar en una lesión peor y afectar la médula. La recomendación era operarme y ponerme los anclajes metálicos y quedarme así un tiempo. Cero carrera deportiva, cero voleibol, cero todo, lo cual era para mejorar mi calidad de vida”, explica.

“Me dijeron que me lo pensara un tiempo porque la cirugía era un poco complicada. Sentía que no tenía que operarme en esos momentos, porque para jugar voleibol si surgían las molestias, pero para la vida diaria sentía una pequeña mejoría. Me frustré, ya que me encontraba en pleno crecimiento deportivo con apenas 21 años, y que me dijeran que estaba lesionado y que no podía revertirse, fue muy duro”, cuenta.

Pero, mediante el padre de la ortopedia en Cuba, el doctor Álvarez Cambras, este pudo regresar a las canchas y volver a vestir la casaca del Cuba, pero no por mucho tiempo.

“Estuve un tiempo aislado, me ofrecieron incluso vincularme con el deporte, querían que de cierta manera ayudara al equipo como entrenador asistente y estuve yendo a la escuela de voleibol al comienzo. Nunca me abandonaron por esa parte y realmente se los agradezco. Hasta que un día conversé con Álvarez Cambras y me dijo que pasara por el Frank País. Hablamos y me dijo que tenía una posible solución, y que podría funcionar para incorporarme nuevamente al deporte. Eso fue para mí como el sol en la tormenta. Y así fue. Hice las consultas, las cirugías, y pude regresar poco a poco como a los 7 meses de la operación. Tuve unos fisioterapeutas muy competentes, me ayudaron en una rehabilitación que fue muy intensa”, recordaba El Ruso Sánchez.

El sentimiento de volver a pisar una cancha fue inmenso y nada como ver una Ciudad Deportiva llena para sentir la energía y el impulso que le daba el voleibol.

Michael Sánchez: siempre tuvimos el deseo de regresar, pues seguimos siendo cubanos

“Antes de tener un juego entero en la Liga Mundial, tuve varias incursiones cortas. Recuerdo cuando entré contra Bulgaria que estábamos un set por debajo. Cuando tuve el número en la mano para entrenar en la cancha por Cepeda, la Ciudad Deportiva empezó a aplaudir, me dieron una acogida muy cálida La primera bola que ataqué dio en el bloqueo y salté inmediatamente, como un doble remate. La segunda fue una encajada un poco más fuerte. La Ciudad Deportiva entera saltó”, cuenta.

“Donde mejor un atleta cubano de voleibol se ha podido sentir era en el Coliseo, con 16000 personas en una de esas noches mágicas en las que el pueblo disfrutaba de cada juego, con esas Ligas Mundiales y ese público, el ambiente en general, y como es el cubano ante el deporte y ante las reacciones cuando juegas bien, cuando juegas mal. Nunca he tenido nada comparado con eso. Fue algo increíble haber pertenecido a esa selección por aquel entonces y haber jugado en ese coliseo. Es una sensación que no te puedo describir. Uno se crecía ante ese público, siempre querías jugar bien, hacer lo máximo”, dice.

Después vendrían la baja del voleibol cubano, su salida, la carrera como profesional y el regreso anhelado, muchos años después.

Ahora, El Ruso Sánchez y el resto del equipo cubano están en zona de clasificación olímpica y peleando para ir a París 2024.

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Imagen cortesía de Foto: AFP via Getty Images

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